1985-08-12-LOS ACUERDOS NACIONALES

LOS ACUERDOS NACIONALES


La Nación, 12 de agosto de 1985.

En nuestro país parece que cada vez existe mayor convicción de que ciertos asuntos de interés nacional deben estar por encima de las circunstancias político-partidistas. Tal convencimiento se debe, muy posiblemente, a que el costarricense considera que el simple interés electorero conspira contra los legítimos beneficios para la nación. Aprecia que la normal rotación en el gobierno de los dos principales partidos políticos del país ̶ los social-cristianos y los social-demócratas ̶ afecta al bien común, al variar con ella en muchas ocasiones las políticas sobre aspectos en que se considera necesaria cierta continuidad gubernamental.

Este gobierno ha tenido la valiosa característica de que, al menos en un aspecto vital para el país, ha sido sabio al definir una política “bipartidista”, lo que le imprime cierta naturaleza “nacional” a la seguridad de Costa Rica, según me hizo conocer cierta persona enterada de estos asuntos.

Sin duda alguna, por lo general el costarricense se mantiene muy preocupado por los asuntos de la seguridad del país, a la luz de la vecindad potencialmente agresora y a la voracidad que caracteriza al marxismo imperialista.

El hecho de que los dos principales partidos políticos sean activos conocedores de los asuntos de seguridad nacional, le otorga al costarricense un mayor grado de confianza acerca del feliz manejo de tan delicados asuntos.

Igualmente trascendente ̶ aunque debo decir que, lamentablemente, casi siempre ha sido una especie de canto de cisne del gobierno saliente ̶ puede ser el acuerdo entre nuestros dos principales grupos políticos para que el país disponga de un muy capacitado servicio exterior.

Los costarricenses hemos sido testigos de cómo, muchas veces y con notorias excepciones, el cuerpo diplomático nacional simplemente ha sido utilizado para ubicar a los afectos políticos del partido vencedor en la más reciente contienda electoral. Evidentemente, esto se ha traducido en la existencia de un cuerpo diplomático poco capacitado para realizar una labor exitosa en defensa de los intereses nacionales ante la comunidad internacional, el cual, incluso, ha mostrado una incapacidad palpable en el enfrentamiento de los conspiradores internacionales contrarios a la democracia liberal que nos caracteriza.

En estos días, tanto el Canciller de la República, don Carlos José Gutiérrez, como algunos conocedores de nuestra diplomacia y quienes pertenecen al grupo social-cristiano, han expresado que es fundamental para el bien nacional que se capacite a nuestro servicio exterior, de manera tal que se inmunice en algo de los vaivenes político-electoreros.
Ahora bien, deseo aprovechar esta oportunidad para proponer públicamente una especie de acuerdo nacional o “bipartidario”, si así se le quiere llamar, en un ramo muy importante para el bienestar nacional. Uno de los problemas más serios en el campo de la política económica ha sido que el puesto clave de Presidente Ejecutivo de Banco Central, al igual que otras posiciones de naturaleza bastante técnica, está sujeto al meneo electorero.

Así, sin rubor, puedo afirmar que, en ciertas ocasiones el puesto de rector máximo de nuestra banca central ha sido ocupado por personas, más que en virtud de su capacidad, sabiduría y conocimientos de temas económicos, por el afecto político al partido de turno en el gobierno.

Lo anterior ha significado que, en muchas ocasiones, las recomendaciones técnicas hayan cedido su lugar a las pasiones electoreras, las cuales han resultado ser muy onerosas para el país. Ahora existe la ubérrima oportunidad de que nuestros principales partidos políticos contribuyan a “despolitizar” ̶ hecho a todas luces muy conveniente ̶ al Banco Central.

La presencia del doctor Eduardo Lizano Fait, cuya preferencia política es irrelevante señalar, en la Presidencia Ejecutiva del Banco Central ha rendido enormes dividendos al país. No sólo incuestionablemente él es una persona ducha y conocedora de los asuntos de naturaleza económica, sin que es muy libre de dogmatismos estériles, que muchas veces obscurecen el debate inteligente. Sí además se agrega el hecho de que don Eduardo goza de la confianza de su propio partido político, así como de la de los principales economistas del grupo social-cristiano y, en general, de la de los costarricenses relativamente alejados de los temas electorales, él constituye un valioso activo nacional especialmente en momentos de tanta trascendencia para la economía del país.

Adicionalmente, los principales organismos internacionales, los que tienen una enorme relación con los asuntos económicos de Costa Rica, han encontrado en el Dr. Lizano un interlocutor confiable y capaz. La permanencia del Dr. Eduardo Lizano en esa posición, por encima de los posibles resultados electorales, es una garantía para el país en la conducción de los asuntos económicos, además de que constituiría el primer paso hacia la despolitización de nuestra principal institución bancaria, hecho muy deseable para el bienestar del país.

¿Desaprovecharán los políticos esta grandiosa oportunidad que podría permitir al país estar mejor o bien continuarán haciendo de la Presidencia Ejecutiva del Banco Central el nocivo feudo de épocas pasadas? Aprovechar esta excelente oportunidad en bien del país parece ser la más sabia decisión y así me permito sugerirlo a los políticos a que lo hagan.