1983-07-23-VIVE LA FRANCE SOCIALISTA VIVE LA FRANCE SOCIALISTA


La Nación, 23 de julio de 1983.

Decía Jean François Revel en su brillante libro El Estado Megalómano que “… todo socialista consecuente extraería, por el contrario, del examen de las críticas de derecha, una preciosa enseñanza; a saber: que toda llamada crítica de izquierda que apela a los hechos, aunque sean estos una disminución pasajera de los humildes, es en esencia una crítica de derecha… Sean cuales fueren, y vengan de donde vinieren, las críticas al socialismo son, pues, de derecha. Y esto implica el corolario de que nunca son dignas de ser tomadas en consideración”.

Lo que aquí en Costa Rica observamos con cierta fruición ideológica, si tomamos en cuenta la opinión del social-demócrata o socialista François Mitterrand acerca de los problemas políticos del área centroamericana, es como el patrocinio del Primer Ministro francés se orienta hacia las fuerzas marxistas de Nicaragua y de El Salvador. A su vez le niegan a su colega de la Internacional Socialista, el Partido Liberación Nacional, gobernante en Costa Rica, y al Partido Liberal de Honduras, también afecto a ella, el cariño y amor fraternal que se presupone es parte de esa especie de Tratado de Asistencia Recíproca ideológico, de que tanto hacen gala los social-estatistas de nuestra patria.

No es nada extraño que mucha de la explicación de ese nuevo amor de los “internacional-socialistas” franceses por el gobierno de Nicaragua y por los guerrilleros comunistas salvadoreños, sea encontrada en una especie de vuelta a la tierra o retorno a los orígenes marxistas que caracterizan a los social-demócratas del mundo. Puede ser, por otra parte, que alternativamente también esos franceses vean en el conflicto de América Central, una especie de guerra de liberación de esos pueblos contra la opresión y el imperialismo yankee (el mismo que los liberó de los nazis) y que, por lo tanto, el apoyo de los socialistas franceses por los movimientos marxistas en el área sea simplemente una extensión de la conciencia social y de la justicia y equidad que caracteriza, supuestamente, al pueblo francés.

Como creo que hay mucha explicación en esta última hipótesis acerca de la conducta observada por el gobernante social-estatista francés, en lo que a los sucesos de Centro América se refiere y, como según dicen algunos, yo no tengo conciencia social, ni interna ni internacionalista, estoy decidido a probar que esta última afirmación no es enteramente correcta, se me ocurre postular una sencilla idea que tal vez hará palidecer a los hermanos de la rosa socialista, aunque si bien calza con la actuación reciente de ese gremio político: crear un Comité Costarricense de Solidaridad con la Liberación de Córcega.

Córcega es una colonia de Francia: su pueblo, sus costumbres e identidad son distintos a los de la metrópoli. Este es uno de los argumentos aducidos en pro de la independencia en Córcega. Francia le niega el derecho al pueblo corso de darse su propio gobierno, de aquí que los heroicos guerrilleros insulares están dispuestos hasta sacrificar su vida, con el objeto de rescatar a la patria corsa de la invasión francesa. Francia tiene instaladas allí sus tropas con el fin de evitar que el pueblo corso logre satisfacer su aspiración de disponer de su propio gobierno. La bota militar imperialista impide y cohibe el derecho a la autodeterminación del pueblo. También hay prisioneros polìticos (y si no los hubiera, al igual que en Costa Rica, pues hay que inventarlos), cuyo delito único ha sido la posesión y utilización de armas para la liberación de su pueblo.

En todo caso, lo imperdonable históricamente es que “Francia” haya mandado a matar (al destierro) al hijo favorito de la isla: al gran emperador Napoleón. Es por ello que nosotros, los aborígenes del primitivo mundo centroamericano, debemos de luchar con ahínco por la liberación de Córcega y devolver a la patria a su legítimo gobernante: el Príncipe Napoleón. Tal vez el socialista Mitterrand (o alguno de sus a láteres) lleve este caso a la Internacional Socialista, donde estoy seguro se le dará un tratamiento igual al que han brindado a Puerto Rico: descolonización a la fuerza del imperialismo yankee. De no ser así, debemos recordar al social-estatista francés, que los casos de Córcega y de El Salvador son muy parecidos, pues, a pesar de la enorme distancia, simplemente nos obliga a exigir consistencia, Monsieur Mitterrand.