1986-09-26-PROMESAS FIRMADAS

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PROMESAS FIRMADAS
La Nación, 26 de setiembre de 1986.

La publicación en La Nación del día 24 de setiembre del llamado “Manifiesto de Santa Cruz”, entre otras cosas solicita que la anunciada política gubernamental sobre el sector agrícola incorpore el “contenido económico de los decretos vigentes del gobierno anterior”.

En verdad resulta interesante la situación que el actual gobierno enfrenta, como resultado de algunas decisiones tomadas por la administración anterior, amén de algunas propias, y que se relacionan con el cumplimiento de ofrecimientos firmados por las autoridades gubernamentales ante grupos específicos de presión.

No me interesa referirme al tema de la política agrícola en sí ̶ ese es otro arroz ̶ sino a la actitud de los gobiernos de ofrecer y hasta de firmar documentos por los cuales se comprometen al logro de ciertos objetivos concretos, lo cual muy posiblemente les permiten aplacar presiones momentáneas, en tanto que posponen las decisiones políticamente espinosas y que tristemente son las que tiene que asumir ante el pueblo un gobierno que se precie de responsable.

Si algún grupo de presión bloquea alguna calle a fin de lograr, por ejemplo, que se construya cierta carretera, verbigracia la del Atlántico o el suministro adecuado y seguro de agua en la frontera sur, casi de inmediato para tratar el tema se forma alguna comisión gubernamental, generalmente de nivel intermedio, en la cual no participan los jerarcas máximos, quienes así se cubren ante un posible fracaso de las negociaciones.

Como resultado de esa comisión se firma alguna promesa de cumplimiento por parte del gobierno y así se satisfacen las peticiones de la comunidad involucrada. Aquí ya sí aparece firmando el jerarca máximo, quien, después de los abrazos de rigor, regresa a su mullido sillón ministerial a meditar cómo logrará cumplir lo firmado o bien cómo le dará vuelta a las promesas para acarrearlas hasta el fin de siglo.

Lo que sucedió con los agricultores a finales de la administración anterior tiene ribetes que lo clasifican dentro de la comedia politiquera usual del ministro del gobierno liberacionista, quien, como parte de su esfuerzo para elegir al candidato de su partido político ̶ a confesión de parte me siento relevado de las pruebas ̶ procede a firmar una serie de decretos por los cuales se otorga a los agricultores todo tipo de ayuda financiera y bancaria entre otras cosas. Lamentablemente las autoridades del Banco Central callan sobre la imposibilidad de cumplir con lo que el gobierno central firmó y las ilusiones de los créditos baratos, de las tasas de interés subsidiadas, la posposición ad infinitum de las deudas con los bancos y toda la pulpería de donaciones baratas, de las que el gobierno, con habilidad digna de los mejores magos del mundo, puede hacer gala y regalo en época de elecciones, sólo se reflejan en pupilas con signos de colones, pues yo no sirven las deudas en dólares.

Y cuando las ilusiones pasajeras se muestran en la cruda y esplendorosa realidad, surge la petición, una entre muchas otras más, para que se dote de contenido económico al ofrecimiento insatisfecho. Dotaciones que sin duda alguna provendrán del bolsillo de todos y cada uno de los costarricenses. Así todo resulta hasta divertido.
Sin embargo, no contaban con que también el gobierno anterior firmó otras promesas y precisamente no con quien votaba, sino con quien le proveía mucha de la plata que casi le iba a asegurar el fin último del gobernante: retener el poder.

Existe un convenio entre el gobierno de los Estados Unidos de América y el gobierno de Costa Rica para la venta de productos agrícolas, dado en San José de Costs Rica el 29 de noviembre de 1985 y que debe estar en algún archivo de la Asamblea Legislativa, con la firma de las mismas autoridades que posiblemente endosaron los anteriores ofrecimientos a los agricultores, Bueno, lo interesante es que en este convenio, conocido popularmente como P. L. 480, y por el cual se nos dio mucha de la plata necesaria para la comedera del país, se lee lo siguiente:

“El CNP y el MEC (Ministerio de Economía y Comercio) eliminarán todos lo subsidios para granos básicos en cada nivel de transacción. En otras palabras, el precio de venta a los mayoristas, detallistas y consumidores, cubrirá al CNP todos los costos de adquisición, transporte, manejo y gastos administrativos y financieros relacionados con los granos básicos. Dichos subsidios se eliminarán a más tardar el 31 de diciembre de 1986”.

Bueno, queda ahora por ver si también se cumplirá esta promesa firmada por las autoridades gubernamentales, aunque se alegará que se trataba de otros caracteres, pero… si el gobierno sigue siendo el mismo.