1982-12-02-LA ECONOMIA DEL PRESIDENTE REAGAN-MEDIDAS CONTRA LA INFLACIÓN

LA ECONOMÍA DEL PRESIDENTE REAGAN: MEDIDAS CONTRA LA INFLACIÓN

La Nación, 02 de diciembre de 1982.

La reducción de los impuestos y del gasto estatal que el Presidente Reagan ha propuesto y llevado a cabo en su país, es parte complementaria del segundo elemento característico de su programa económico: la lucha contra la inflación.

Al iniciar su gobierno, el Presidente Reagan señaló a su pueblo que el enfrentamiento con la inflación iba a ser doloroso y que, lamentablemente, esa enfermedad, una vez arraigada en la economía, tardaba bastante tiempo en ser erradicada. Enfatizó, de igual manera, que el ajuste económico requerido necesariamente habría de provocar desempleo temporal en la economía norteamericana, precio que tendría que pagar la nación por los desafueros del gasto público y de emisión monetario que los social-estatistas del pasado habían llevado a cabo (¿Se acuerdan cuando Nixon proclamó que “ahora todos somos keynesianos”?).

A inicios de la administración del Presidente Reagan, se enfatizó en que las propuestas de la denominada economía del sector de la oferta (supply-side economics) contribuirían a la reducción de la inflación. Esto, en apariencia, hizo surgir un conflicto con los seguidores del llamado monetarismo (asociado fundamentalmente con las ideas del profesor Milton Friedman), quienes mantienen que el fenómeno inflacionario es de naturaleza esencialmente monetaria. La realidad es que no existe un conflicto de fondo entre los dos enfoques y, más que todo, de lo que se trata es de énfasis distintos en los resultados económicos a lo largo del tiempo. Las denominadas políticas económicas del sector de la oferta (a las cuales me referiré posteriormente), como tales no tienen efecto sobre la tasa de crecimiento de los precios, sino, más bien, sobre el nivel de precios. Esto es, no afecta la tasa de aumento de estos a lo largo del tiempo; o sea, no influye en la tendencia, sino sobre el grado o nivel en que se encuentran los precios. De aquí que en el largo plazo los enfoques de la economía de la oferta contribuyen a reducir los niveles de precios. Sin embargo, para que los precios no continúen creciendo, como resultado de una política monetaria estabilizadora es necesario controlar el crecimiento del dinero en la economía.

Dado lo anterior, aún cuando se ha criticado la volatilidad con que se ha conducido la política monetaria por parte del Banco Central de los Estados Unidos (llamado Sistema de Reserva Federal), ésta ha sido puesta en marcha recientemente de una manera cautelosa, lo cual evita los excesos inflacionarios de los creyentes en el keynesianismo, que tantos estragos aún causan en la economía norteamericana. Esa conducta monetaria mesurada, con un crecimiento bajo de los medios de pagos, ya ha permitido una reducción notoria de la inflación en los Estados Unidos, en donde, a partir de un crecimiento del índice de precios de aproximadamente un 15 por ciento anual en 1980, se ha reducido a una tasa estimada para este año del 5 1/2 por ciento anual. La introducción de la confianza que el ciudadano mantiene sobre la conducción apropiada de la política monetaria, al observar cómo las autoridades de la Reserva Federal se han resistido a las presiones de los grupos interesados en la existencia del crédito fácil y del expansionismo monetario, se ha reflejado en la reducción de las expectativas inflacionarias que el público mantiene, lo cual facilita el ajuste necesario para disminuir la tasa de crecimiento del nivel de precios.

La lección que de ello los costarricenses podemos derivar es que, sí queremos lograr la estabilización del crecimiento de los precios en nuestro país, es requisito indispensable que nuestro Banco Central conduzca su política monetaria fundamentada en un crecimiento bajo y estable de la oferta de dinero. Igualmente, que resista las presiones políticas para lograr el financiamiento de gasto publico por medio de una mayor emisión de dinero, así como las de aquellos quienes pretenden reducir artificialmente las tasas de interés, con el consiguiente efecto de lograr una mayor inflación, así como un empeoramiento en la mala distribución del ingreso. Por lo tanto, debe apoyarse cualquier esfuerzo por parte de las autoridades bancarias centrales por mantener una política monetaria sana, aunque ello sea a costa del interés particular que se tenga en un momento dado. Esencialmente es en nuestro Banco Central, cuyos directores supuestamente han de mantener su plena autonomía e independencia, en donde radica el éxito posible en la lucha anti-inflacionaria, pues de fracasar en tal esfuerzo no habrá forma por la cual se podrá evitar la debacle de nuestra economía, prosiguiendo el mismo cauce en que naciones sudamericanas se han visto inmersas.

La reducción dramática de la inflación en los Estados Unidos bajo la administración Reagan nos brinda una excelente lección sobre la forma de combatir ese flagelo de la humanidad. Por supuesto, para poder luchar contra la inflación, nuestras autoridades no sólo deben de manifestarse contra ella sino también aplicar las medidas correctas, aunque ello signifique lanzar por la borda ideas social-estatistas mantenidas en el pasado.