1985-03-02-EDUCACIÓN Y AUTORIDAD

EDUCACIÓN Y AUTORIDAD

La Nación, 02 de marzo de 1985. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 261-263.

“No puede existir ley, en el sentido de reglas de conducta universales, que no determine límites a los dominios de la libertad, al dictar reglas que permiten a cada uno determinar donde él es libre para actuar.”

Friedrich A. Hayek, Ley, Legislación y Libertad, Vol. I: Reglas y Orden
A pesar de cierto reino de le mediocracia, en nuestro país no puede pasar inadvertido el interesante ensayo de don Fernando Volio Jiménez, publicado en esta misma sección el 29 de enero de 1985, y cuyo título me he permitido usar en este comentario.

Es valioso, en estos momentos cruciales en que redefinimos rumbos políticos en nuestro país, que don Fernando exponga la necesidad de “reconciliar la libertad con la autoridad”. Sin duda alguna, este apasionante tema debe provocar la reacción intelectual de los denominados liberales, pues, aparte de la trascendencia que de por sí tiene en nuestro mundo de ideas, don Fernando nos trae las que al respecto mantuvo don Rodrigo Facio allá por 1941, para poner “de relieve los principales errores del liberalismo”.
Muy posiblemente un ensayo sobre la exposición de don Fernando no sea suficiente para analizar tan jugoso comentario, por lo que en esta oportunidad deseo referirme tan sólo a uno de los que don Rodrigo Facio consideró errores del liberalismo; concretamente, que el orden liberal se centraba en “el estudio apologético del orden existente”.

En mi libro De la Pobreza a la Abundancia en Costa Rica señalé que “es el Estado intervencionista, el paternalista y el protector, el que no vacilará en acudir a infinidad de mecanismos que, de una u otra forma, inhiben el ajuste necesario. El Estado paternalista buscará prevenir la competencia a fin de que se mantenga el status quo, de manera tal que los rigores que implica el cambio no afecten lo establecido.” Muchas veces me he puesto a pensar en la importancia de la diferencia que hay entre el pensamiento conservador y la idea liberal. La esencia de dicha diferencia radica que el pensamiento liberal, en contraposición con el conservador, valora la experiencia, la tradición y la costumbre, pero no las convierte en determinantes de una acción inmovilizadora. Así, si bien es cierto que de la tradición conservadora se debe apreciar lo ya probado ̶ y ojalá por largo tiempo ̶ ello no requiere que bajo un orden liberal se efectúe la apología del orden existente. Al contrario, el pensamiento liberal “difiere del conservadurismo precisamente en este su modo franco y objetivo de enfrentarse con la ignorancia y reconocer lo poco que sabemos, rehuyendo todo argumento de autoridad y cualquier explicación de índole sobrenatural, cuando la razón se muestra incapaz de resolver determinada cuestión”, nos recuerda atinadamente Friedrich Hayek en su libro Los Fundamentos de la Libertad.

En mi opinión, en nuestro medio me parece que, más bien, los apologetas del orden existente los encuentra uno en ciertas tendencias social-estatistas, en las cuales se busca el mantenimiento de los sistemas de privilegio resultantes de una acción dirigista y paternalista del Estado. Por ejemplo, han sido los pensadores liberales los que, desde hace bastante tiempo, han objetado las prácticas públicas de conceder un privilegio, por la ausencia deliberada de la competencia, originado en el proteccionismo arancelario. A la fecha se ve cómo vientos frescos, otrora promotores en gran escala y sin complejos de índole alguna de nuestro esquema proteccionista, ahora vuelven sus ojos hacia la introducción de las virtudes de la libre competencia internacional.

Otro ejemplo que creo que será útil en mostrar la actitud que diferencia al liberal de los verdaderos apologetas del orden existente, quienes parecen encontrarse en tiendas en donde se adora a una presunta justicia social, consiste en la posición mostrada ante la intervención creciente del Estado en los aspectos de la educación. La necesidad de introducir en nuestra nación la competencia en la educación universitaria por medio de entidades privadas fue perfectamente entendida por el distinguido ex Ministro de Educación, don Fernando Volio, sin cuya ayuda difícilmente hubiera surgido la Universidad Autónoma de Centro América, ante el embate de las fuerzas conservadoras de nuestras universidades estatales tradicionales, las cuales no miraron con buena vista que surgiera una anhelada y refrescante competencia.

En resumen, cabe meditar si en realidad no son los defensores del status quo, quienes propugnan el mantenimiento del privilegio, del dirigismo y de la acción controladora de la libertad individual, los que prosiguen fundándose en algunas de las ideas expresadas por don Rodrigo Facio, en tanto que otros, los inconformes liberales, son quienes ciertamente han buscado una ampliación en el rango de posibilidades para elegir libremente. Esto es, me parece que, más bien, los apologetas del orden existente los halla uno en las tiendas en donde se considera necesario que el Estado dirija, en vez de los que pregonamos que el Estado sea limitado en sus actos.