1983-07-01-PAUL VOLCKER, EL MONETARISTA

PAUL VOLCKER, EL MONETARISTA


La Nación, 01 de julio de 1983.

Al volverse a nombrar al Sr. Paul Volcker, en esta ocasión por el republicano Reagan y en la anterior, por el demócrata Carter, como Presidente Ejecutivo del Banco Central de los Estados Unidos (Chairman of the Federal Reserve Board), mi estimado amigo y director del periódico La Nación, don Eduardo Ulibarri, me sugirió que escribiera algo acerca de tan destacado monetarista. Y esa invitación sí me causo un tremendo lío, pues, por ejemplo, el profesor Milton Friedman ha escrito varios artículos sobre el supuesto no-tan-monetarista Volcker, por lo que, en realidad, declaro mi ignorancia sobre el grado de “pureza” monetarista del Presidente Ejecutivo del Banco Central de los Estados Unidos.

Gracias a don Eduardo y The Wall Street Journal logré saber que el Sr. Volcker cree que “un crecimiento monetario excesivo nos pondría de regreso en la misma situación insatisfactoria de expectativas inflacionarias más profundamente arraigadas y de un mayor escepticismo acerca de la habilidad de nuestra nación para manejar sus asuntos económicos”. Esto califica al señor Volcker dentro de algunas de las variedades de monetarismos que, según un reciente artículo, se extienden desde los estilos radicales o exagerados, hasta los convencionales (¿?), pasando por los asimétricos y los de metas variables (sigo confundido).

Creo que, más que referirme al nombramiento del Sr. Volcker, es conveniente reseñar algunas de las proposiciones fundamentales de la llamada escuela monetarista, sin dejar de señalar que ésta no es nueva, ni es una invención del Fondo Monetario Internacional (FMI), ni del imperialismo yankee, pues los más puros monetaristas suelen encontrarse en la China Roja y en la URSS, y que, desde el siglo XVIII las ideas monetaristas tenían ya un papel importante en el pensamiento político-económico.

En general, los monetaristas han enunciado cuatro proposiciones de carácter científico; esto es, sujetas, con todas las limitaciones del caso, a la comprobación del método científico, que tratan de explicar, tres de ellas, cuál es la relación entre el crecimiento de la cantidad del dinero y el crecimiento del gasto agregado, la producción real y los precios y la cuarta propuesta acerca de si es factible controlar el crecimiento del dinero; esto es, si es posible aplicar política monetaria.

En primer lugar, en general los monetaristas sostienen que existe una relación permanente y estrecha entre el crecimiento de la cantidad de dinero y el aumento del gasto total de la economía.

En segundo lugar, los monetaristas afirman que la inflación es un fenómeno esencialmente monetario. Esto es, que el crecimiento sostenido de la generalidad de los precios tiene, básicamente, su causa en un aumento constante de la cantidad de dinero en la economía.

En tercer lugar, los cambios bruscos, de corto plazo, en la cantidad de dinero producen variaciones en la producción real, pero que, en el largo plazo (no aquel en que “todos estamos muertos”, sino en el que se refiere a una sucesión de cortos plazos), no existe relación entre un aumento en la cantidad de dinero y en la producción real, sino tan sólo con los precios.

Finalmente, se supone que las autoridades monetarias son capaces de controlar la tasa de crecimiento del dinero. De no ser así, las tres proposiciones anteriormente expuestas no tendrían importancia práctica alguna.

Ahora bien, en un reciente artículo de los economistas Dallas S. Batten y Courtenay C. Stone, ambos del Banco de Reserva Federal de San Louis, se analiza la vigencia de las cuatro proposiciones fundamentales monetaristas, aplicadas a la evolución de la economía norteamericana (Lamentablemente, en Costa Rica, ni siquiera el Banco Central tiene un modelo macroeconómico monetarista). Ambos autores concluyen que, al “contrario de recientes rumores acerca de la muerte del monetarismo, encontramos que las cuatro proposiciones puestas a prueba fueron tan válidas y útiles durante los últimos tres años, como lo fuera en los 20 años previos”.

En todo caso, para volver a la petición del amigo Ulibarri de referirme al nombramiento del señor Volcker como Presidente del Banco Central de los Estados Unidos, es muy evidente su éxito en la aplicación de una política monetaria estricta en el control de la inflación, la cual se redujo, de un 14% al asumir por primera vez su cargo, a cerca de un 4 por ciento a la fecha. Por supuesto, este es otro éxito del monetarismo; lo difícil para el Sr. Volcker ahora es cómo, ante la expectativa de grandes déficit gubernamentales, puede mantener la recuperación de la economía norteamericana, sin que se inicie otra vorágine inflacionaria. Muy posiblemente el Sr. Volcker continúe en su lucha contra la inflación apretando el freno monetario y urgiendo mesura en el gasto público.