1983-11-24-AL FIN LO PODRÉ VER


AL FIN LO PODRÉ VER


La Nación, 24 de noviembre de 1983.

Nuestra gente de campo dice que las culebras son unas bichas tan, pero tan malas, que se muerden a sí mismas. La verdad es que, posiblemente, lo que el reptil hace es ayudar a quitarse la piel, la muda, como la llaman, pues debe ser muy engorroso deshacerse de esa especie de malla o de blue jean tan tallado. Sin embargo, la fábula popular, sencilla en esencia, tiene una excelente aplicación en un plano mucho más amplio y aparentemente más significativo en la Costa Rica actual.

Con cada año que pasa el envío del presupuesto de la República a la Asamblea Legislativa ocasiona una serie de actos, cuyo patetismo va in crescendo. Desde la famosa destapada del candidato del Kamakiri, hasta las comisiones asesoras de algunos, no todos, ex ministros de Hacienda, resultan ser muestras patéticas de la importancia que tiene el ritual político de noviembre, debido al envío del cobro por el servicio del Estado a sus ciudadanos. (No existe en la Tierra nada gratuito).

Pero este año se está llegando al máximo de la comicidad presupuestaria, pues, ante las presiones del “villano” Fondo Monetario, llegamos a la conclusión de que si los ticos queremos un Estado grande, macro-cósmico, pues, entonces, que lo paguemos, en grande, en macro-sumas. Esto es, no podemos tenerlo enorme, dadivoso, proveedor, prohijador de bondades a los elegidos y, al mismo tiempo, pagar apenas un poquito por toda esa gama de virtudes derrochadas.

La genialidad consiste en aplicar el principio de la bicha mala al Estado. Esto es, al igual que las culebras folclóricas, nuestro Estado se va devorar a sí mismo. Y esto no es broma. Al genio legislador se le ocurrió que, como el gobierno central tiene un déficit que asusta hasta a los social-estatistas de Liberación, hay que comerse al resto del Estado y quitarle presupuesto al Estado descentralizado. La culebra se comió a sí misma.

Durante mucho tiempo deseé ver esto. Al fin los costarricenses podremos descansar en paz. Lo que los enemigos del estatismo no pudimos lograr en cuanto a la reducción del Leviatán, lo va a hacer éste por nosotros. El Estado, bicho malo como la culebra, se está destruyendo a sí mismo, y en buen ahora. Los costarricenses debemos estar agradecidos con los cerebrales legisladores, quienes sin reducir el gasto público por ir contra sus principios, están logrando el milagro del pan y de los peces, sólo que a la inversa.