EL PROBLEMA DE NUESTRA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

La Nación, 06 de mayo de 1975.

Siempre se ha conversado acerca de la grave crisis financiera por la que ha atravesado la Universidad de Costa Rica, pero ahora parece que el problema no sólo aqueja a nuestra ex monopolista Institución de educación superior, sino que ha contagiado a las nacientes Universidad Nacional e Instituto Tecnológico.
¿Por qué se presenta una situación deficitaria en nuestras universidades? Porque se ha partido de dos premisas básicas: en primer lugar, que la universidad tiene que ser financiada en su mayor parte por el pueblo costarricense y, en segundo término, que la universidad debe dar acceso a todas las personas que solicitan su admisión.

La idea de que la universidad debe recibir recursos de toda la colectividad nacional se basa en el hecho supuesto de que el país, como un todo, recibe beneficios aparte de aquellos obtenidos por los propios egresados de las aulas universitarias. Es decir, el pueblo costarricense recibe mayores beneficios que la suma de los beneficios de todos quienes han salido de la universidad. Entonces, se justifica que la comunidad costarricense pague por esos beneficios extra.
Cabe, entonces preguntarse, ¿a cuando ascienden esos beneficios extra que recibe el pueblo costarricense como un todo? Que yo sepa no existe ningún estudio económico en Costa Rica que justifique el alto porcentaje de fondos públicos que reciben nuestras universidades, en comparación con los pagos que efectúan los universitarios. Es más, la impresión que uno recibe es que el estudiante universitario, en comparación con los estudiantes de educación primaria y secundaria, no genera beneficios connotados a la sociedad además de los que recibe para sí mismo. Este parece ser el resultado de estudios económicos en diversos países del mundo.

La universidad sufre de un exceso de demanda por sus servicios puesto que no cobra lo suficiente por estos. Si el precio fuera más elevado, no tendríamos el problema de las “masas” que desean ingresar a las aulas superiores, puesto que se encarecería la educación universitaria y las personas elegirían otras ocupaciones distintas. Pero, como la educación superior está altamente subvencionada, entonces “todo mundo” desea entrar a los estudios superiores. Y esto muy posiblemente deshaga el mito prevaleciente, especialmente en la Universidad de Costa Rica, de que sus estudiantes son fundamentalmente “pobres”. Al contrario, la simple observación casual puede indicarnos, a falta de estudios apropiados, que los “ricos” son las más beneficiados con una educación superior subsidiada. O sea, los impuestos que el pueblo costarricense paga, ricos y pobres, sirven para mantener a los estudiantes ricos en nuestras aulas universitarias. Claro, esto se debe a que no existe en realidad más que un monopolio estatal a nuestra educación superior. ¿Ha escuchado usted alguna vez a nuestros ricos estudiantes universitarios pidiendo que les aumenten sus cuotas? ¡No!, porque no les conviene: prefieren que el pueblo costarricense les pague sus estudios.

Costa Rica no puede darse el lujo de seguir manteniendo a un grupo privilegiado. Existe escasez de recursos y muchas necesidades por satisfacer. La educación superior tiene un costo y los beneficiados directos son los que se deben pagar por sus estudios. Ya es hora de que en nuestro país las cosas se hagan lógicamente, no en función de privilegios como lo son los que poseen nuestros ya altamente subsidiados estudiantes universitarios, aunque duela decirlo.