LA BUENA VISIÓN DE ALGUNOS SINDICATOS

La Nación, 09 de diciembre de 1974.

La Confederación Auténtica de Trabajadores Democráticos (CATD), la Confederación Costarricense de Trabajadores Democráticos (CCTD) y la Confederación General de Trabajadores (CGT), recientemente hicieron pública su oposición al proyecto de ley de Asignaciones Familiares, que actualmente es objeto de debate en la Asamblea Legislativa. De igual forma, la Unión de Cámaras y Asociaciones Patronales manifestó que dicho proyecto defectuoso debería ser retirado del Congreso.

Me produce una enorme tristeza y, al mismo tiempo, una gran satisfacción, observar tanto a la parte laboral como a la patronal, expresar una posición clara en contra del proyecto de Asignaciones Familiares, el que, desde su misma concepción, adolece de graves defectos que hoy son perceptibles a todos los entes productivos del país.

Lo que me produce tristeza es que no es sino cuando ya todo está casi “cocinado” en la Asamblea, que los perjudicados ̶ trabajadores y empresas ̶ son categóricos en su oposición a la bendita ley de “resignación” familiar, como la conoce el pueblo, en lugar de haber luchado fuertemente cuando se gestaba el proyecto en las mentes de algunos políticos.

Sin embargo, la satisfacción mía surge al observar la gran responsabilidad asumida por tres de los principales sindicatos del país, que defienden francamente los derechos de sus trabajadores afiliados frente a la impetuosidad fiscal del Estado, que con la asignación familiar lo que más busca es llenar los excesivos presupuestos estatales.

Bien hace el grupo de sindicatos en lanzar su opinión de que con este proyecto de ley “se trata fundamentalmente de financiar una serie de instituciones del Estado” y que “esos dineros no irían a atacar los problemas sociales por la raíz”. Incluso, una vez manifesté públicamente que, si lo que se desea es ayudar a los verdaderos pobres de Costa Rica, que no tienen ni la certeza de un salario, ni del servicio médico básico, ¿por qué mejor no se fijaba como meta la universalización del Seguro Social, para que así todo el mundo tuviera esa protección básica de la enfermedad y la vejez? Pero mis palabras cayeron en el vacío y ahora vemos el resultado: un aumento de la burocracia estatal, del intervencionismo del Estado en la libertad del trabajador y del empresario, del aumento de la dependencia en la política para recibir los dineros de la asignación, sin buscar mecanismos promotores de la producción nacional, que es el meollo del asunto.

Yo siempre me he lamentado de que muchas de las buenas intenciones que alientan los líderes sindicales fracasan debido a la ausencia de asesoría de profesionales especializados en las materias. Me doy cuenta, con gran satisfacción, que estos líderes tienen muy presente que un impuesto a las planillas termina perjudicando al trabajador en forma total (se acuerdan cuando el ex presidente Figueres hablaba de un impuesto a los salarios del 15%... ¡qué tristeza!).

Y más aún, su gran percepción del problema fundamental de todos estos esquemas seudo-benefactores de la sociedad promovido por algunos políticos, se demuestra en la sabía frase suscrita por los tres sindicatos: “¿Cómo se va a repartir lo que no se ha producido?”. Esta afirmación de los sindicatos es reflejo de la madurez a que ha llegado el movimiento sindical costarricense, que realmente se preocupa por el bienestar de sus asociados y no por la demagogia política.