COSTA RICA Y LA VESCOCRACIA

La Nación, 03 de diciembre de 1974.

Nuestro país o el gobierno de Vesco. Es muy doloroso el objetivo de este artículo: tratar de imaginar lo que podría significar para el ciudadano costarricense la existencia de un estado dentro de otro estado. Del estado de Robert Vesco dentro de nuestro país.

El ciudadano costarricense se ha formado en una nación eminentemente liberal, en la que el libre juego de las fuerzas, el intercambio de las ideas y el ejercicio del libre pensamiento han sido la tónica de nuestra vida republicana, Hemos tenido un régimen de opinión pública por el cual el ciudadano ha hecho ejercicio de la tradición democrática, libre de imposiciones dictatoriales, alejada de la coerción moral, intelectual, económica y política.

Sin embargo, debido a la concupiscencia de delincuentes internacionales y a la impasibilidad de otros que miran con desgano el futuro que habrán de heredar a sus hijos, el ciudadano costarricense está a punto de perder sus libertades fundamentales.

Quisiera que cada hijo de nuestra Patria abriera sus ojos ante el significado que tiene para nuestras vidas la cimentación de Robert Vesco, quien con sus secuaces pretende el control de nuestra nación.

Doscientos tres firmantes de la proclama por la Patria y contra la permanencia de Robert Vesco en el país, queremos heredar a nuestros hijos una nación libre; libre del terror de la mafia que avasalla a la persona, la que se ve sometida a la fuerza y a la violencia de la delincuencia organizada. Los firmantes creemos que nuestras instituciones basadas en el respeto al derecho ajeno deben perdurar y que la presencia de Robert Vesco en nuestro país es un traspié a la dignidad nacional.
Que el hombre de trabajo piense en el significado que tiene para él y su familia la intranquilidad y la inseguridad cotidiana que surgen en el régimen corrupto que sobrevendría con la Vescocracia.

Que el hombre de empresa medite en las implicaciones que tiene sobre su fuente de trabajo la presión económica que llevaría los negocios a la ruina, cuando se negaren a servir al todopoderoso Robert Vesco.

Que la madre piense si desea que sus hijos vivan en la nauseabunda moralidad de una nación entregada.

Que los ciudadanos costarricenses, los honestos, alcen su voy de oposición al entreguismo.

Que nuestras conciencias no nos reclamen por dejar que nuestro país cayera en las garras de quien arrasa con nuestras tierras, nuestros medios de comunicación, nuestras familias, nuestras tradiciones de moralidad y de libre participación ciudadana. Que no tengamos que lamentar el día de mañana por el vasallaje a que quedaremos sometidos si no elevamos nuestra protesta, como hombres libres que somos y que debemos demostrar que lo merecemos.

Si se venden los principios por el dinero de Vesco, que esto nos recuerde las monedas que recibió Judas por la venta de Jesús; porque son innobles los que cambian al estómago por la conciencia. Demostremos que en nuestra nación, los hombres, las mujeres, las madres y los hijos tenemos conciencia de la importancia de la moral que debe imperar en nuestro país. Demostraremos que, tal como en la gesta de 1956, el costarricense ama su libertad por encima del mendrugo de pan que le ofrezca el comprador de voluntades. Alcemos la frente erguidos, sin mácula sobre nuestros rostros y exclamemos libremente: fuera Robert Vesco.