UNA SUGERENCIA SOBRE EL SERVICIO DE CORREOS

La Nación, 10 de noviembre de 1974.

Hay varias cosas interesantes que atañen directamente a nuestro servicio de correos. Una de ellas es la casi inminente elevación de las distintas tarifas postales, según se ha informado en diversas fuentes, lo cual es de esperar por los incrementos en los costos del transporte. Por otra parte, según parece, por la manera cómo quedará formulada la asignación familiar, el uso del servicio de correos será objeto de una enorme demanda por el envío de cheques que dicho sistema va a ocasionar.

Sin embargo, el aspecto más importante relativo al servicio de correos es la creciente sensación en el pueblo costarricense de que existen graves problemas de eficiencia en el transporte y el costo de nuestra correspondencia y, en especial, lo difícil y molesto que es enviar una carta en las oficinas centrales de los correos.

En este sentido, se ha formulado un plan de descentralización del servicio de correos, lo cual redundaría en una correspondencia más expedita que la actual. Es claro que, a corto plazo, es indispensable pensar en medidas tendentes a agilizar nuestro correo. Sin embargo, con este tipo de solución no se va al fondo del asunto. Lo que debemos plantear es si no resulta más eficiente para el pueblo costarricense que, en lugar de existir un monopolio estatal del servicio de correos, exista la posibilidad de que empresas privadas puedan brindar dicho servicio. ¿Existe alguna razón fundamental por la cual el servicio de correos es un monopolio del Estado? Este es el meollo del problema y el cual no debe descartarse si lo que se persigue es una mejoría del servicio que redunde en beneficio para el consumidor.

Es de esperar que, al disolverse el monopolio estatal del servicio de correos, el producto resulte más barato; o sea, el precio del porte de las cartas, paquetes, etc., resulte ser más bajo, dado que un monopolio generalmente reduce la cantidad producida para poder cobrar un precio más elevado. De hecho, todas las inconveniencias, tales como las “colas”, no son sino un resultado de la política del monopolista para reducir el volumen de su producción.
Otra de las ventajas que se obtendría con la eliminación del monopolio de correos sería los salarios más altos que percibirían los funcionarios capaces que actualmente trabajan en dicha especialidad. La existencia de un patrono único, el Estado, implica un pago de salarios posiblemente menor que el que percibirían si otras empresas compiten en el mercado de los servicios de este personal especializado.

Finalmente, la búsqueda de utilidades por parte de diferentes empresas compitiendo en el mercado de servicios de correos, haría que los correos actuales se descongestionaran, porque, de provocarse una situación incómoda como la actual, perderían sus clientes. Sin embargo, ¿ahora qué alternativa tiene el pueblo si sólo el Estado vende servicios de correos? Ninguna, a no ser que utilice otros medios de comunicación sumamente caros, como teléfono, telegramas o “cables”.

Dadas las consideraciones anteriores, el problema del mal servicio de los correos debe ser atacado en su raíz y una solución muy viable es la eliminación de un monopolio innecesario, donde la inventiva de la empresa privada traerá beneficios para el pueblo costarricense.