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Tema: Artículos publicados en Diario La Nación 1970-1979

  1. #71

    1975-04-28-AUMENTARÁ EL IMPUESTO SOBRE LA RENTA


    AUMENTARÁ EL IMPUESTO SOBRE LA RENTA

    La Nación, 28 de abril de 1975.

    Como parte del paquete de ingresos que el INVU pretende recaudar para su Fondo Nacional de la Vivienda, se busca retener una suma igual a un 10 por ciento más de lo que actualmente paga el contribuyente del impuesto sobre la renta.

    Esta retención, según se propone en el proyecto de ley antes citado, devengará como mínimo un 6 por ciento de intereses y serán devueltos antes de 25 años. Como es de esperar, lo que se pague de intereses será un 6 por ciento anual ̶ no más ̶ y los fondos retenidos serán devueltos a su dueño a los 25 años ̶ no antes.

    Este esquema de financiamiento promovido por el INVU reviste características muy similares a lo que actualmente hace el Banco Popular con nuestros fondos en cuanto a los intereses y a su plazo de devolución. Incluso en el Banco Popular se ha pensado en una devolución de los fondos en un período mucho más largo que el indefinido actual. Por la experiencia que tenemos los contribuyentes de ahorro forzoso con el Banco Popular, sabemos a qué atenernos con las ideas del INVU.

    El deterioro en el uso correcto del lenguaje se ve ejemplificado en el nombre que en dicho proyecto de ley se da al nuevo impuesto sobre la renta: “inversiones”. ¡Así que uno paga un impuesto y se le llama inversión! Hay un caso semejante en nuestra historia económica reciente: se llamó “derechos de exportación” a unos impuestos sobre los productos que vendemos al exterior. Para empezar, debemos llamar al pan, pan, y al vino, vino: y voy a tratar de demostrar que esa mal llamada “inversión” constituye, ni más ni menos, que un claro impuesto sobre la renta.

    Tiene, para empezar, un carácter netamente compulsivo, forzoso. En segundo lugar, constituye una desviación de ingresos del sector privado al sector público. Por ello el INVU hace un mal uso, por razones obvias, de las palabras impuesto e inversión.

    Además, para ir más al fondo del asunto, lo que el INVU propone al pueblo costarricense es una pésima “inversión”; más bien es una nueva disminución de nuestro patrimonio lo que se tiene en mente. Cada uno de nosotros sabe lo que es la inflación: una pérdida constante en el valor de nuestra moneda. Si tenemos que ahorrar por fuerza durante 25 años, cuando nos devuelvan esa plata no va servir ni para comprar confites. He aquí presente el atraco social a que está sujeto el individuo por culpa del Estado: la moneda, cada vez más deteriorada por la inflación, no le permite comprar aquello que dejó de adquirir al aceptar quedarse con billetes o bien al verse forzado por el Estado a incorporarse a esquemas de ahorro forzoso, que no cubren el riesgo inflacionario. Claro, si el INVU pagara por esos ahorros los intereses de mercado, entonces no habría problemas en allegarse fondos, pero prefiere el camino fácil, y penoso al mismo tiempo, de recurrir una vez más a la coerción de nuestras libres voluntades, restringiendo nuestros ya exiguos ingresos y penalizándonos con una disminución de nuestros ahorros.

    Al pueblo costarricense ya no le alcanza el dinero. Es poco lo que puede ahorrar con tanto impuesto y con tanta inflación. Es un engaño impío el que los pocos fondos que no consume se vean canalizados forzosamente hacia el Estado. La demagogia social nos está saliendo muy onerosa. El Estado se ha convertido no sólo en el árbitro de lo que ganamos, sino también de cómo, cuándo y cuánto podemos gastar. Yo creo que es hora de que la burocracia ponga los pies sobre la tierra y que se dé cuenta de que la carga impositiva ya es mucha.

    Tal vez la solución sea que el pueblo apruebe un fuerte impuesto sobre cada proyecto absurdo que presenten los burócratas y que sean ellos quienes lo paguen. Una de dos: o se acaban los sueños estatistas de algunos, quienes entonces tendrían que pagar con su propio dinero sus trasnochadas ideas o bien el pueblo costarricense se bañaría con toda la plata que se recaudaría con esos impuestos sobre tanto proyecto absurdo que los burócratas nos proponen día tras día.
    Última edición por Elisa; 17/10/2014 a las 08:07

  2. #72
    1975-05-06-EL PROBLEMA DE NUESTRA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

    EL PROBLEMA DE NUESTRA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

    La Nación, 06 de mayo de 1975.

    Siempre se ha conversado acerca de la grave crisis financiera por la que ha atravesado la Universidad de Costa Rica, pero ahora parece que el problema no sólo aqueja a nuestra ex monopolista Institución de educación superior, sino que ha contagiado a las nacientes Universidad Nacional e Instituto Tecnológico.

    ¿Por qué se presenta una situación deficitaria en nuestras universidades? Porque se ha partido de dos premisas básicas: en primer lugar, que la universidad tiene que ser financiada en su mayor parte por el pueblo costarricense y, en segundo término, que la universidad debe dar acceso a todas las personas que solicitan su admisión.

    La idea de que la universidad debe recibir recursos de toda la colectividad nacional se basa en el hecho supuesto de que el país, como un todo, recibe beneficios aparte de aquellos obtenidos por los propios egresados de las aulas universitarias. Es decir, el pueblo costarricense recibe mayores beneficios que la suma de los beneficios de todos quienes han salido de la universidad. Entonces, se justifica que la comunidad costarricense pague por esos beneficios extra.

    Cabe, entonces preguntarse, ¿a cuando ascienden esos beneficios extra que recibe el pueblo costarricense como un todo? Que yo sepa no existe ningún estudio económico en Costa Rica que justifique el alto porcentaje de fondos públicos que reciben nuestras universidades, en comparación con los pagos que efectúan los universitarios. Es más, la impresión que uno recibe es que el estudiante universitario, en comparación con los estudiantes de educación primaria y secundaria, no genera beneficios connotados a la sociedad además de los que recibe para sí mismo. Este parece ser el resultado de estudios económicos en diversos países del mundo.

    La universidad sufre de un exceso de demanda por sus servicios puesto que no cobra lo suficiente por estos. Si el precio fuera más elevado, no tendríamos el problema de las “masas” que desean ingresar a las aulas superiores, puesto que se encarecería la educación universitaria y las personas elegirían otras ocupaciones distintas. Pero, como la educación superior está altamente subvencionada, entonces “todo mundo” desea entrar a los estudios superiores. Y esto muy posiblemente deshaga el mito prevaleciente, especialmente en la Universidad de Costa Rica, de que sus estudiantes son fundamentalmente “pobres”. Al contrario, la simple observación casual puede indicarnos, a falta de estudios apropiados, que los “ricos” son las más beneficiados con una educación superior subsidiada. O sea, los impuestos que el pueblo costarricense paga, ricos y pobres, sirven para mantener a los estudiantes ricos en nuestras aulas universitarias. Claro, esto se debe a que no existe en realidad más que un monopolio estatal a nuestra educación superior. ¿Ha escuchado usted alguna vez a nuestros ricos estudiantes universitarios pidiendo que les aumenten sus cuotas? ¡No!, porque no les conviene: prefieren que el pueblo costarricense les pague sus estudios.

    Costa Rica no puede darse el lujo de seguir manteniendo a un grupo privilegiado. Existe escasez de recursos y muchas necesidades por satisfacer. La educación superior tiene un costo y los beneficiados directos son los que se deben pagar por sus estudios. Ya es hora de que en nuestro país las cosas se hagan lógicamente, no en función de privilegios como lo son los que poseen nuestros ya altamente subsidiados estudiantes universitarios, aunque duela decirlo.
    Última edición por Elisa; 17/10/2014 a las 08:10

  3. #73
    1975-05-28-CUÁL DEMOCRACIA

    ¿CUÁL DEMOCRACIA?

    La Nación, 28 de mayo de 1975.

    Francamente guardo serias dudas de que en Costa Rica vivimos una verdadera democracia. Simple y sencillamente nuestro sistema político no permite llevar a cabo los deseos de los costarricenses en el campo político. Veamos, por ejemplo, nuestra Asamblea Legislativa.

    Sin mencionar alguna ley o decisión especial tomada por dicho cuerpo, ¿cómo podemos asegurarnos de que la Asamblea Legislativa está reflejando la voluntad y el deseo del pueblo? Nadie puede probar que nuestros representantes, al crear una ley, están efectivamente haciendo lo que el pueblo desea que se haga al respecto. Más bien, creo que el diputado, al actuar de una manera específica, asume que su posición es la misma que el pueblo desea o prefiere en ese caso. Pero, ¿qué mecanismo de comprobación tiene el diputado de la bondad de su decisión? Objetivamente, ninguna.

    Yo he deseado más de una vez poder exigir cuentas de la actuación de algunos de mis representantes, Digo esto de la forma más civilista, Deseo preguntar a mis representantes acerca de los exagerados presupuestos, sobre ciertas leyes que considero erróneas, acerca de ciertos gastos en viajes que no apruebo, etcétera. Pero el divorcio entre el representante y sus representados es casi total, a pesar de lo que alegan ciertos diputados, quienes se dicen “estar en contacto permanente con el pueblo”.

    Deberíamos de aprender de la Suiza de Europa (tal vez así nos merezcamos más lo de Suiza de América). Allá el representante tiene que explicar a sus representados el porqué de sus decisiones al formar leyes o reglamentos o lo que fuere, ¿Qué es lo que mueve en Suiza el representante legislativo para realizar una “buena” función acorde con los deseos soberanos de sus representados? Que, de no hacerlo así, no lo vuelven a elegir diputado, aparte del bochorno personal originado por el incumplimiento o ineficiencia en el ejercicio de sus funciones, según lo puede determinar el elector soberano (en Suiza a la persona sí le interesa “no quemarse”).

    En Costa Rica la ley no permite la reelección de los diputados. Esto es absurdo. El ser un buen representante es un atributo y muy escaso por cierto. No veo por qué vamos a impedir que una persona quien es eficiente en sus funciones de representante, no pueda continuar ejerciéndola si el pueblo lo considera bueno. Me decía un amigo que con la no reelección de los diputados se permitía no sólo una redistribución de los ingresos cada cuatro años, sino que alentaba a la gente a mantener ilusiones de que los nuevos diputados serán mejores que los anteriores, aunque si bien la frustración posterior y la decepción inevitable terminaban por imponerse, al darse cuenta el pueblo de que sus representantes son cada vez más malos.

    A pesar del argumento anterior, muy serio por cierto, creo que no deberían de existir limitaciones al derecho del ciudadano de ser electo representante cuantas veces lo deseen sus representados. Esto permitirá que los representantes en poder tengan que “andar con pies de plomo”, puesto que estarán obligados a mostrar cuentas a sus potenciales re-electores, quienes en último caso valuarán más objetivamente la labor de los diputados. Así el pueblo podrá separar la paja de las semillas, beneficiándose, por ende, nuestra actual pseudo-democracia.
    Última edición por Elisa; 17/10/2014 a las 08:20

  4. #74
    1975-06-03- LA EDUCACIÓN PATERNALISTA

    LA EDUCACIÓN PATERNALISTA

    La Nación, 03 de junio de 1975. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 264-265.

    Era de esperarse que en cuanto un grupo de ciudadanos, amparados en las libertades básicas de la democracia, decidiera fundar una Institución de educación superior, habría declaraciones de otros ciudadanos en contra de dicha idea.

    Lo lamentable del caso es que algunas de estas declaraciones se ven matizadas más por el prejuicio que por el raciocinio, basándose no sólo en especulaciones infundadas acerca de lo que puede lograr una universidad autónoma del poder estatal, sino también en una ignorancia total de las libertades y derechos del ciudadano, consagrados no sólo en nuestra Constitución sino en la misma “alma” o ser del costarricense.

    Si al individuo se le niega la posibilidad de educarse como él lo desea, pues simple y llanamente estaremos viviendo en una dictadura. Y que lo entienda muy claro el estatista, que jamás podrá impedirle a la persona ese derecho a educarse como él lo quiera, porque necesariamente tendría que coartar el derecho a la libre asociación. Y en ese momento, el momento de la dictadura, el hombre libre tiene presente que la libertad es algo que se gana y no que se otorga y que la lucha por obtener ese don es lo que ha hecho temblar al dictador, al conculcador de los derechos del hombre.

    ¿Cuál es la razón que otorga el privilegio o derecho exclusivo al Estado para que sea el único educador en una sociedad democrática y pluralista? ¿Por qué yo, como hombre libre, debo estar atado a instruirme bajo los lineamientos de un Estado, si ello va contra mi voluntad? ¿Por qué yo, como ciudadano de una supuesta democracia, llamada Costa Rica, tengo que educarme según las indicaciones de burócratas? ¿Por qué yo, creyente en la tolerancia, debo aceptar que existe tan sólo uno, exclusivo, omnipotente, arrogante, sistema de educación estatizada, sin permitir que otros se eduquen según lo deseen?

    El mito más grande, propugnado a los cuatro vientos por los profetas del estatismo, es que nuestra democracia estaría en peligro en caso de existir una universidad privada. Este dogma no tiene sustento. ¿Podría alguien alegar que Alemania Occidental, Francia, Inglaterra, Italia, Méjico, Estados Unidos, Panamá, Brasil, Perú y así por casi todo el globo terráqueo no comunista, en donde existen universidades privadas, son países menos democráticos porque no toda su educación es estatizada?

    Para hablar bien claro, creo que lo que se persigue con un monopolio estatal de la educación no es promover o asegurar el funcionamiento democrático de Costa Rica. Al contrario, lo que algunos quieren es que el sistema universitario estatal continúe siendo un caldo de cultivo de agitación política, un semillero de control ideológico y una fuente de poder para llenar ambiciones políticas partidistas. Ese es el verdadero temor de los que pretenden impedir la libre búsqueda de la verdad: que se les acabe el privilegio institucional que les permite el peculado ideológico que tanto necesitan para su supervivencia política.

    Tanto que nos hablan de democracia y al mismo tiempo conculcan los derechos básicos del ciudadano para educarse libremente, Tanto que nos hablan de pluralismo y pretenden que el ciudadano se eduque únicamente en los moldes prefabricados según el diseño de un burócrata omnisapiente. Tanto que nos hablan de libertades y ahora buscan impedirle al ciudadano que encuentre las luces según él lo considere apropiado. Tanto que nos hablan de tolerancia y pretenden regir omnipotentemente el destino de la familia costarricense. Tanto que nos hablan de honestidad ideológica y han estudiado, muchos de ellos, muchas veces, en escuelas privadas o envían a sus hijos a centros educativos no públicos.

    Si no fuera porque todo lo señalado aquí es cierto, podría uno preguntarse ingenuamente, ¿porqué tantos tienen miedo a que el hombre sea libre?
    Última edición por Elisa; 17/10/2014 a las 08:22

  5. #75
    1975-06-08-VA A DEPENDER DEL ESTADO

    VA A DEPENDER DEL ESTADO

    La Nación, 08 de junio de 1975.

    Varios de los opositores a la fundación de la Universidad Autónoma de Centro América, han dicho que la universidad privada va a terminar solicitando financiamiento al Estado. Alegan que llegará un momento, nunca definido, en que aquélla va a carecer de dinero y, al empezar a renquear, tendrá que requerir subsidios estatales, agravando la ya precaria existencia de las universidades públicas, que verán reducirse los recursos provenientes del Estado.

    Este argumento para oponerse a la creación de una universidad privada es simplemente absurdo. Lo anterior supone que el Estado es sencillamente un ente que no tiene la capacidad de decir no. Supongamos que dentro de 50 años o los que sea la universidad privada solicita un subsidio estatal. (Enfatizo la palabra “supongamos”, porque no hay necesidad de que ello sea así). Pues bien, ¿existe alguna obligación que exija al Estado a que dé dicho subsidio? El Estado puede perfectamente negarse y punto y que la universidad privada se las arregle como pueda.

    Es más, los recursos que el Estado actualmente cataliza a las universidades estatales se verían relativamente aumentados al crearse una universidad privada. Esto sucede porque, al ampliarse la posibilidad de elección de los estudiantes costarricenses para estudiar adónde lo deseen, posiblemente hará que muchos de ellos escojan a la Universidad Autónoma de Centro América, de manera que no habría una demanda tan elevada por los servicios de las universidades estatales. Es decir, va a tenerse mayor campo en las universidades públicas. Esto permite, entonces, o que vayan más estudiantes a todas las universidades o que, dado un número menor de estudiantes en las universidades públicas, podría obtenerse un nivel mucho mayor de ingresos por cada estudiante.

    Otra cosa, que lo afirmo como ex profesor de la Universidad de Costa Rica y sabido por cualquier ciudadano que ejerza la docencia en esa universidad, la burocratización ha llegado a niveles intolerables, que ha obstaculizado la flexibilidad que requiere una universidad moderna. Saben los estudiantes costarricenses, mejor que nadie, de los problemas con la burocratización que aqueja a la Universidad de Costa Rica (acerca de la de Heredia no lo sé y el Tecnológico no tiene este problema), lo que requiere de esfuerzos para matricularse en los cursos; que el papel verde, que el papel amarillo, que el blanco, que la computadora, que en una tarjeta aparece aplazado falsamente o por un error en un curso, etcétera. Es una verdadera tortura medieval trasplantada a la utopía negativa de George Orwell.

    Esta burocratización ha creado una destrucción total de la relación alumno-profesor ¿Cómo demonios podrá el profesor recordar los nombres y si acaso los rostros de 75 o 100 alumnos en una clase? Por más que trate uno de encontrar a los alumnos destacados, estos se ven sumidos en una masa informe de estudiantes, muchos de ellos deseosos de aprender pero obligados a estudiar bajo un sistema docente que los ahoga, que los hace mediocres, que los masifica. Esta enorme burocratización de la educación universitaria estatal es una de las causas culpables de que no haya financiamiento suficiente para las universidades públicas. Es un corolario de la ineficiencia, de la masificación, de la burocratización y del fraude que se le ocasiona al estudiante que desea aprender y no lo logra.

    Lo siento por quienes arguyen que una universidad privada es “mala” porque necesariamente requiere de fondos públicos. Esto sucede si se crea un Frankestein crematófago, como la Universidad de Costa Rica, y en donde existe un Estado que no se atreve a decir no ante cualquier petición de subsidio.
    Última edición por Elisa; 17/10/2014 a las 08:27

  6. #76
    1975-06-14-LA LEY SOBRE RADIO, TV Y EL ESTADO

    LA LEY SOBRE RADIO, T.V. Y EL ESTADO

    La Nación, 14 de junio de 1975. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 266-267.

    “La obra que debe realizar la propaganda es la de continuar conquistando partidarios para la idea… El primer deber de la propaganda estriba en conquistar hombres para la organización, en conquistar hombres para proseguir la propaganda. El segundo deber de la propaganda es el de derribar la situación existente, por medio de la nueva doctrina; el de la organización, luchar por la conquista del poder, a fin de asegurar desde él el éxito final de la doctrina.” Esto lo dijo Adolfo Hitler en su libro Mi Lucha.

    Una vez más el fascismo trata de morder las libertades ciudadanas. A pesar de las aparentes excusas ideológicas de los patrocinadores de los proyectos de ley para reglamentar nuestra radio y televisión (y luego vendría la prensa), de que el proyecto no tiene un carácter fascista, debemos ser claros en cuanto a que “por sus frutos los conoceréis”.

    En el momento en que el Estado pueda determinar qué es lo que el costarricense debe ver y oír o leer, habremos caído en la abyección totalitaria fascistoide. El proyecto de ley mencionado instituye la censura previa. Para Hitler la propaganda servía para atraer hombres para el partido y también como vehículo de cambio. Para el Estado costarricense, el control de la radio y la televisión le permitirá sujetar a los ciudadanos bajo el pretexto del Plan Nacional de Desarrollo. Señores, no nos dejemos atraer por los cantos de sirenas. El Plan Nacional de Desarrollo no es sino un caballo de Troya empleado por los políticos actualmente en el poder, con el fin de logar la sujeción total de los ciudadanos a los designios totalitarios de un partido único, identificado con un Estado todopoderoso.

    Tiene razón don Fernando Guier en su llamado de alerta a los ciudadanos costarricenses sobre la mordaza estatal que amenaza nuestras libertades. Es certero al señalar las características fascistas del proyecto de ley de radio y televisión, por más que los Poncios Pilatos se laven las manos.

    Que medite el costarricense acerca del alcance de este proyecto de ley. Que se pregunte si está dispuesto a que el político en turno censure lo que el hombre libre quiere expresar. Que se plantee en su mente si es moral, si es sano, que nosotros, los ciudadanos de la República, estemos sujetos a lo que una cohorte de burócratas a sueldo nos diga. Si uno deseara criticar al gobierno, esto podría afectar el “desarrollo” del país y sería objeto de censura. Si uno quisiera hablar de la inmoralidad reinante, esto crearía un clima subversivo y se aplicaría la mordaza estatal. Si uno pretendiera alertar a la ciudanía sobre el peligro que se yergue sobre su derecho a la libre expresión, tendría que someterse al tamiz del oficialismo.

    Es un vicio, es un abuso, es podredumbre, es insolencia, es corrupción, es mordaza, es absolutismo, es arbitrariedad, es poder absoluto. Es lo que pretende el Estado con su proyecto de ley sobre radio y televisión. Lamento la actitud del Ministerio de Cultura, Juventud y Deporte al pretender la defensa de la mordaza oficialista. Lamento que el exceso de poder haya anquilosado principios de tolerancia. Lamento que la soberbia controlista se refleje burdamente en proyectos malsanos. Lamento que tantos que desean conculcar las libertades y que tantos también estén dispuestos a postrarse a los pies del dictador.
    Última edición por Elisa; 17/10/2014 a las 08:36

  7. #77
    1975-06-20-LA ESTRATEGIA DE LA AMENAZA

    LA ESTRATEGIA DE LA AMENAZA

    La Nación, 20 de junio de 1975.

    Este asunto de la legislación mordaza sobre la radio y la televisión nos ha traído sorpresas desagradables. Una de ellas fue una publicación de la Cámara Nacional de Medios Publicitarios, en la cual le brinda el apoyo al proyecto presentado por el Poder Ejecutivo, con el que se pretende amordazar la libertad de expresión.

    Esa aparente sumisión de los medios publicitarios al Estado nos parece un síntoma más de la domesticación que se ha venido dando en el pueblo costarricense y, muy especialmente, en ciertos grupos organizados, tales como las cámaras patronales y algunas asociaciones colegiadas que, con excepción notoria del Colegio de Abogados, han manifestado con su silencio un apoyo al lema de “quien calla, otorga”.

    Es necesario explicar claramente la razón por la cual se da este fenómeno de sumisión colectiva ante el intervencionismo estatal. Generalmente se presenta un proyecto “pavoroso”; es decir, de un corte intervencionista total, en el cual el patrimonio de los afectados se ve amenazado con una expropiación o pérdida total. Claro, inmediatamente los perjudicados protestan y amenazan y, como reacción, el Estado los invita al “diálogo”. Por arte de magia o de cálculo político surgen los “dialogadores” en el sector afectado, los cuales, muchas veces arrogándose el poder rector de la constitucionalidad o de la libertad económica, acuden a resolver el problema. Las reuniones van y vienen; los principios se van para no venir de nuevo y el resultado se presenta según lo esperado: una legislación intervencionista, aunque en grado menor que la propuesta, asegurando al Estado mayor control de la propiedad privada, que era el objeto inicial.

    Esta táctica es muy comúnmente empleada en ciertos mercados, tales como La Lagunilla en la Ciudad de México o en los mercados de Guatemala y aún en ciertos negocios de San José. Primero el vendedor cotiza muy alto y uno, tratando de economizar, solicita una rebaja sustancial, pero, después de un teje y maneje, se llega a un precio que las partes aceptan y, por supuesto, ese precio generalmente era que el vendedor esperaba: “se lo imaginaban desde un principio”. Aquí el gobierno presenta un proyecto sumamente expoliador, con las amenazas más graves a la libertad económica que puedan imaginarse; surge el descontento, que es la contrapropuesta y, posteriormente, aparecen los “dialogadores profesionales”, quienes, heroicamente, logran el resultado ecléctico, que era lo que en un principio deseaba el Estado.

    En el caso del proyecto mordaza sobre la radio y televisión, la situación es muy clara. Inicialmente el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes presentó un proyecto que equivalía a la socialización de la radio y la televisión, lo cual convertía a todas las estaciones en empleadas al servicio del Estado. Recuerde que las concesiones sobre frecuencias son una cesión del Estado y éste, perfectamente, podría cancelar dichas concesiones.

    Ante la amenaza, los dueños de las estaciones de radio y televisión tuvieron que transar. Claro, no importó que lo que hubiera que ceder fueran los principios de libre expresión sin censura previa, puesto que se trataba de la supervivencia de las empresas de radio y T.V. libres, aunque fuera por un rato. De aquí que, entonces, se explica uno por qué la domesticación política de estos grupos se patentiza en tarjetas de apoyo al intervencionismo estatal, por parte de aquellos sectores directamente perjudicados: “de dos males, el menos malo”.

    Por otra parte, el Estado, con el fin de recordarles la alternativa nefasta introduce otro proyecto, la espada de Damocles, que contiene las penas máximas, con el fin de que los perjudicados no protesten. Y así vemos un proyecto de la Asamblea Legislativa endosado por algunos a quienes no les importa la libertad de expresión y un estado fascista totalitario.

    En síntesis, los empresarios, quienes deben tener graves problemas con sus conciencias, se ven forzados a llegar a lo que el Estado quiere, aunque al país se lo lleve la porra.
    Última edición por Elisa; 17/10/2014 a las 08:51

  8. #78
    1975-06-27-COSAS VEREDES AMIGO SANCHO

    “COSAS VEREDES, AMIGO SANCHO”

    La Nación, 27 de junio de 1975.

    Indudablemente hay ciertas cosas que, más que preocupación, causan sorpresas visibles. Día tras día escucha uno la propaganda de ciertos sectores auto-titulados “progresistas” en contra del imperialismo yankee, de la CIA, las transnacionales, los “trusts”, el Departamento de Estado y cuanta cosa se les ocurre que se relaciona con los Estado Unidos. El periódico Pueblo es uno de los exponentes de la gringofobia socialista.

    Y también uno oye frecuentemente la expresión de que “los gringos son tontos”. Francamente, la experiencia histórica de los Estados Unidos contradice dicha opinión; sin embargo, hay casos en que a uno no le queda más camino, no creer que todos los gringos son tontos, sino que, lamentablemente padecen de un grave problema de masoquismo.

    En los Estados Unidos existe una fundación filantrópica llamada La Fundación Interamericana (The Inter-American Foundation), la cual tiene entre sus directores a altos funcionarios de empresas prominentes (los “trusts”, las transnacionales), así como empleados de alto nivel del gobierno de los Estados Unidos (“el imperialismo yankee”). El propósito de dicha institución es, fundamentalmente, dar ayuda financiera a organismos latinoamericanos que promuevan el desarrollo de las comunidades en que operan.

    Pues bien, en el boletín informativo de dicha institución del primer trimestre de 1975, aparece una lista de donaciones entregadas a los países latinoamericanos. Lo divertido es que, para el caso de Costa Rica, aparecen como recibiendo estos dinerillos un par de instituciones que no se caracterizan por su filosofía pro yankee, sino que, por el contrario, se viven señalando todas las maldades del mundo que se personifican en los Estados Unidos. Específicamente, a Publicaciones Ecuménicas S. R. Ltda., se le dieron $83.000 dolarcillos (¢713.800 coloncillos) “para permitir al donatario desarrollar un suplemento al periódico semanal orientado y escrito para los campesinos y repartido en las áreas rurales”. Imagínense, ¿quién salió recientemente con un “suplemento agrario”?: Pueblo, el periódico de la hormiga socialista. ¡Qué tristeza: tener las ideas en la izquierda, pero la plata en la derecha!

    Además, el otro receptor de los dólares fue la Escuela de Planificación y Promoción Social de la Universidad de Heredia, pera “establecer un sistema de extensión rural, y mejorar las capacidades institucionales y gerenciales de 30 empresas comunitarias campesinas y que proporcione entrenamiento a profesionales del desarrollo rural”. Suena bonito, verdad, pero en realidad y es bien sabido por muchos, los “líderes” ̶ pues así los llaman ̶ que salen de esta escuela salen más colorados que un tomate. De paso, a dicha escuela se le entregaron $308.523 dólares (¢2.653.297, 80).

    Amigo lector, usted está tan sorprendido como yo, pero, en realidad, una vez más se da uno cuenta de que hay más de un “rojillo” que se las juega de capitalista y que, asómbrese, hay unos dólares podridos y otros buenos: depende de en cuál bolsillo estén.
    Última edición por Elisa; 17/10/2014 a las 10:23

  9. #79
    EL HOMBRE LIBRE Y EL IDIOTA

    La Nación, 18 de julio de 1975.

    En un artículo aparecido en esta página el pasado 13 de julio, don José Marín Cañas se refiere a la reglamentación de lo inalámbrico, tomando así parte en el ardiente debate suscitado por la ley mordaza que el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes pretende imponer al pueblo costarricense.

    Quisiera aprovecha esta oportunidad para hacer unos comentarios acerca de lo escrito por don José, puesto que de la lectura he llegado a una serie de confusiones que debo tratar de aclarar.

    El argumento del señor Marín Cañas es que la televisión y la radio cumplen una función social y, por lo tanto, “exige responsabilidad en su trascendencia”. Con la televisión y radio actuales “estamos construyendo un mundo futuro de idiotas”.

    Don José nos indica que existen dos teorías en el problema de encauzar una selección óptima de programas de la radio y televisión. Lo lamentable es que el escritor no sólo nos presenta una de ellas ̶ “El pueblo debe ver lo que mejora su condición cultural. Democracia no significa que el pueblo posea el derecho a elegir su cultura o su educación”” ̶ sino que también no analiza las implicaciones lógicas que las premisas anteriores van a ocasionar sobre el hombre libre.

    El ejemplo comparativo que don José nos presenta es erróneo. Él dice que “aunque vivamos en la más perfecta democracia del mundo, la medicina la elegirá el médico, no el paciente”. Sin embargo, existe una diferencia crucial entre este ejemplo y la decisión de ver programas “culturales” regulados por un Estado. En el primer caso, el individuo busca al médico para ponerse en sus manos, para tomar las medicinas que él le recomienda, tal como uno busca a cierto profesor para aprender de él. Así hace uno en la vida muchas cosas: dejar libremente en manos de otros la decisión, la opinión o el consejo. Hay entonces una diferencia básica: es muy distinto que uno libremente deje que el médico le dé su medicina a que uno tenga que ver obligatoriamente un programa de televisión o radio. El actuar humano es muy distinto en ambas situaciones: es la libertad versus la violencia y la coerción del Estado.

    Es más, siguiendo el planteamiento de don José, ¿desde cuándo está el individuo obligado a ver la televisión? (Aún no vivimos en la utopía negativa Orwelliana).

    Si uno cree que un programa le está haciendo daño, pues apaga el aparato y dedica su tiempo a otras cosas, las que uno decida, que es lo importante.

    Lo peor es que un empresario de la televisión o radio imponga su propia modalidad o su ética sobre lo que desean ver u oír las personas, Y digo que es lo peor para el propio empresario, puesto que, si no sigue los dictados del usuario soberano, quedará más solo que el héroe de Defoe. Supongamos, por ejemplo, que un señor muy moralista decide, según sus propios valores éticos, que la presentación al aire libre de las pantorrillas de la mujer es algo nocivo. Y él, en su cruzada moralizadora, en su concepto de “responsabilidad trascendental” que nos menciona don José Marín Cañas, decide dedicar sus programas a combatir esta “desviación cultural”. Nuestro pobre empresario encontrará muy poca clientela en nuestro medio ̶ por dicha ̶ y terminará o por cerrar su negocio o bien se dedicará a satisfacer lo que el pueblo quiere, según su propia concepción moral de la conducta humana. Tiene razón el columnista de La Nación G. F. (supongo que es don Guido Fernández), quien, sin ocultar su preferencia por programas “cultos”, menciona que una de las funciones de la radio y la televisión es el entretenimiento y que no necesariamente muchos encontrarán el entretenimiento que buscan si sólo se presentan programas “cultos” en la radio y televisión.

    No creo, como don José lo expresa, que “una niñez y juventud educada en el arte de Capulina y Chespirito, necesariamente se anquilosará, se envilecerá, se estupidizará”. Creo que tengo más fe en la juventud y en el hombre en general. Si le damos opciones, libertad de deducir sin coerción, creo que, en lugar deteriorarse, será un ser más feliz. De aquí que vivan los Capulinas y los Chespiritos, que vivan los Tolstoi y Bach, pero vivan según el gusto de cada quién. Yo prefiero eso a tener que escuchar y ver lo que un burócrata o un filósofo-rey desean imponerme. Después de todo, creo que el hombre libre es la antítesis del idiota.
    Última edición por Elisa; 17/10/2014 a las 10:34

  10. #80
    1975-07-24-OTRO MITO DE LA DEPENDENCIA

    OTRO MITO DE LA DEPENDENCIA

    La Nación, 24 de julio de 1975. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 105-107.

    Una de las teorías en boga acerca de la situación de subdesarrollo de muchas naciones se basa en la noción de dependencia. Esta explicación teórica parece estar influida fuertemente por sus artífices latinoamericanos, quienes han buscado un sustituto a los ya desprestigiados postulados cepalinos propugnados por los escritos de Raúl Prebisch. No solamente los fundamentos lógicos de las teorías de Prebisch han sido encontrados defectuosos, sino que, ya en la aplicación práctica, como era de lo que necesariamente tenía que suceder, los costos de dicha política han sido sumamente elevados para los países latinoamericanos (por ejemplo, la política de sustitución de importaciones, la centralización planificador de la actividad económica, etcétera).

    Ante el descalabro de las teorías intervencionistas cepalinas, varios estudiosos se dedicaron a la creación de la llamada teoría de la dependencia, que, junto con su pariente conceptual del “Tercer Mundo”, son hoy el nuevo dogma de la intervención estatal en América Latina.

    El problema ha sido que su modelo teórico ha sufrido un golpe reciente de gran magnitud, como es el hecho de que varios países clasificados como del Tercer Mundo ̶ Venezuela, Ecuador, Arabia Saudita, Yemen y, en general, los países exportadores netos de petróleo ̶ se han convertido en gigantes financieros, lo que hace exigible un reclasificación de la tipología empleada por los teóricos de la dependencia. Y esto ya se ha hecho, puesto que ya se tienen noticias del “Cuarto Mundo”. Claro, este resultado era obvio: rehacer clasificaciones es tarea relativamente fácil; lo que es difícil es hacer teorías eficientes.

    En general, la teoría de la dependencia pretende explicar el subdesarrollo en función de la dependencia de esas economías con las de otros países más desarrollados. En forma simple, no podemos desarrollarnos por la explotación colonial que ejercen los países ricos sobre los pobres.

    Uno de los fundamentos de la teoría de la dependencia se basa en que los precios de las materias primas o productos primarios exportados por los países pobres, han aumentado menos que los precios de los bienes manufacturados importados por las naciones pobres. Este supuesto fenómeno se conoce como deterioro de los términos de intercambio de los países pobres, Este argumento ha sido empleado por Raúl Prebisch en su teoría del subdesarrollo de América Latina, así como por Gunnar Myrdal en sus explicaciones acerca de la pobreza económica relativa de algunas naciones y ahora es utilizado por cuanto economista y politólogo latinoamericano que desea comentar acerca de la “dependencia”.

    Estos últimos usan tal argumento del deterioro de los términos de intercambio con dos propósitos básicos: primero, explicar la disparidad creciente de los precios mundiales que perjudican a los países pobres, lo cual requiere de presión a nivel internacional para asegurar precios más altos por nuestros productos por medio de carteles o decretos o ruegos que apelan “a principios de la bondad” de los países ricos. En segundo lugar, aumentar el poder restrictivo intervencionista del Estado, especialmente restricción de importaciones, proteccionismo a la producción doméstica y regulaciones de tipos de cambio entre monedas.

    Este argumento del deteriora de los términos de intercambio no convenció a muchos economistas. Los profesores A. Cairncross, R. E. Baldwin. P. T. Ellsworth, T. Morgan, G. Haberler, J. Bhagwati, G. M. Mier, entre otros, esbozan críticas detalladas a este concepto.

    Recientemente, un cuidadoso estudio estadístico buscó comprobar si efectivamente existe algún tipo de tendencia a largo plazo del deterioro relativo de las exportaciones de los países pobres respecto a las exportaciones de los países ricos (importadas por las naciones pobres). Este grupo, dirigido por el profesor Hendrik S. Houthakker, en conjunto con economistas de Argelia, Polonia, Argentina, Nueva Zelandia y otros países, tanto del primer como del segundo, tercer y cuarto mundos”, llegó a la conclusión de que “no existe evidencia clara de deterioro a largo plazo en los términos de intercambio de los países en vías de desarrollo”. En el estudio se excluyó al petróleo, con lo cual, si se hubiera tomado en cuenta, el resultado habría sido aún más contundente e interesante.

    De lo anterior, parece que el argumento utilizado por los economistas y politólogos de la “dependencia” ha quedado por los suelos; lamentablemente parece que no podemos culpar necesariamente a la economía mundial de nuestro problema del subdesarrollo, aunque parezca ser lo más agradable y lo más vistoso desde el punto de vista político. Las explicaciones parecen estar en otros elementos.
    Última edición por Elisa; 17/10/2014 a las 10:54

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