Página 9 de 9 PrimerPrimer ... 56789
Resultados 81 al 86 de 86

Tema: Artículos publicados en Diario La Nación 1970-1979

  1. #81
    1975-08-01-UN PUEBLO DOMESTICADO

    UN PUEBLO DOMESTICADO

    La Nación, 01 de agosto de 1975.

    Cuando José Figueres con su tradicional locuacidad se atrevió a decir que los costarricenses estaban domesticados, puso en práctica la veracidad de su afirmación: los costarricenses brincamos por esa ofensa a nuestro amor propio, pero, como todo lo que implican las palabras de Figueres, el ocaso de la acción cívica se presentó demoledoramente, languideciendo como un atardecer puntarenense.

    Así suceden tantas cosas en nuestra patria: es un permanente decaimiento de principios y tradiciones básicas que van cediendo su lugar a la componenda, al conformismo y al diálogo entreguista. Esto logra la mayor parte de las veces sólo el privilegio, el almuerzo o el desayuno presidencial, aunque en un manto de transacción se convierte exclusivamente en la cesión de principios, en una aureola de temor, de entrega, de acuerdo para agarrar algo; aunque ocasione, ni más ni menos, que la entrega de la libertad a la omnipotencia del Estado.

    Muchas veces el cálculo económico es la piedra básica en el edificio de la entrega. Asumir una posición digna, libre, recta, firme ante la arbitrariedad, puede significar malos negocios, vitrinas rotas, ostracismo en las “altas esferas”, desesperación pecuniaria. De esta forma la decisión consecuente es evidente: “transemos para poder sobrevivir”.

    Las poses públicas del Estado costarricense son un síntoma de la decadencia moral que acosa a nuestra nación. Los cheques, que a diario reparten ciertos políticos, se toman como donaciones personales de estos señores, quienes se sienten califas árabes, sin hacer mención a que es producto del esfuerzo del trabajador costarricense. No hay cosa más agradable que regalar los dineros ajenos. Ah, y adónde vayan los repartidores de la miseria estarán acompañados de sus cohortes de lambiscones, asesores, publicistas, burócratas, reporteros estériles, vacuos y poco dispuestos al planteo inteligente de los problemas, y de muchos otros más quienes nunca faltan al festín político, que el pueblo costarricense, el verdadero anfitrión, paga y no le beneficia.

    Y esta domesticación no es nada: la actitud filosófica del costarricense es, aunque duela decirlo, la de una gallina que sólo cacarea y nunca pone el huevo. Cuántas personas que se encuentra uno a diario hablan de lo mal que está esto o aquello; de la corrupción rampante, cuya eliminación ha sido un mito político de los últimos años; de que Vesco será ya, en menos de un año, un compatriota nuestro, junto a los Mora, Cañas, Guardia y Castro Madriz; de que la vida es insoportable; de que la burocracia nos agota; de que ya no se puede trabajar sin estar bien con los políticos poderosos; de que estamos a punto de caer en un partido único (¿a punto?; ¿no estaremos ya?); de que las libertades de expresión se cercenan cada vez más y de que el derecho a la propiedad se erosiona hacia un control estatal cada vez mayor. Hasta que aburren con esas poses que los dignifica. ¿Por qué no hacen nada?, ¿tienen miedo? ¿No es esa la domesticación de que nos habla Figueres?

    Así de tétrico se presenta nuestro panorama moral y político y el ciudadano costarricense honesto tiene la obligación, con su tradición y con sus hijos, de legar algo mejor para el futuro. En próximos artículos me referiré a estos temas.

  2. #82
    1975-08-08-LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

    LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

    La Nación, 08 de agosto de 1975. Reproducido en Jorge Corrales Quesada, “Al Bienestar por el Liberalismo”, 1994, p. p. 231-233.

    “La Libertad significa responsabilidad. Por eso, la mayoría de los humanos le temen”. George Bernard Shaw, Man and Superman: Maxims for Revolutionaries.

    No ha sido una áspera polémica la que he mantenido con don José Marín Cañas en torno a los proyectos en boga, con los cuales el Estado pretende regular la radio y la televisión.

    El meollo de nuestra amigable discusión se centra en la diferencia de conceptos que mantenemos acerca de la responsabilidad del individuo en una sociedad libre. Él mantiene la tesis, que puede ser malinterpretada aviesamente por el intervencionista y el regulador estatal, de que “existe una obligación de la televisión y radio con el público”, la cual se puede ejemplificar en la presentación de programas que “aumenten la cultura” del público, en vez de borrarle la poca que pueda poseer. Así presentado, en forma moralista, el argumento en la superficie tiene poco que criticarle. Sin embargo, creo que se hace necesario echarle una ojeada con mayor profundidad y detenimiento a la opinión de don José.

    Mi concepción particular del problema se basa en el postulado filosófico de que la libertad del hombre tiene apareada la responsabilidad por sus actos. No podemos concebir que una persona tenga la posibilidad de elegir y que, a la vez, no acarreé con las responsabilidades que sus actos de elegir conllevan. Por esta razón, si bien puedo lamentar que una persona no utilice bien su tiempo en actividades conducentes a la mejora personal y al excelso ejercicio del talento humano, considero que esa es responsabilidad exclusivamente suya y que, por eso, al proseguir sus propias preferencias y gustos personales significará para este individuo la estima o repulsa de la sociedad. Muy claro lo plantea el laureado profesor Friedrich A. von Hayek, quien en Los Fundamentos de la Libertad nos dice que “la libertad es una oportunidad para hacer el bien, pero también para hacer el mal… la libertad de acción, que constituye la condición del mérito moral, incluye asimismo la libertad de actuar mal”.

    De lo anterior se deduce que no es aceptable que en una sociedad libre se haya de controlar la forma en que la persona piense o utilice su talento. De aquí que, aunque sea lamentable, debemos aceptar el derecho del ciudadano a ver los programas de radio, televisión y cine de su agrado, pues ello significará para él, con su elección, la pesada carga de la responsabilidad que acarreará su actuar. De esta manera, es fácil discriminar entre el hombre bueno y el malo, el inteligente y el idiota, el talentoso y el bruto: su elección y su responsabilidad así nos lo permiten hacer.

    Si lo que don José desea es que algunos individuos particulares, propietarios, ejerzan su derecho a la censura de su propia empresa o negocio, eso está bien, pues siempre habrá alguien que buscando satisfacer el deseo del consumidor esté dispuesto a ofrecer los programas que su público desea ver u oír; pero ello es muy distinto a lo que pretende el Estado con su legislación mordaza, de que exista un cuerpo exclusivista que habrá de determinar lo que el pueblo costarricense tiene el derecho de saber y conocer. La coerción es absoluta en el segundo caso y, por lo tanto, inaceptable para el hombre libre; en tanto que, en el primer caso, para bien o para mal será el consumidor soberano quien determine la satisfacción de sus deseos y, por ende, será su responsabilidad lo que vaya a resultar de sus actos. Permítanme poner un ejemplo histórico de lo que una televisión y radio estatal pueden hacer: a Winston Churchill no se le permitió denunciar al pueblo inglés las amenazas que significaba la Alemania nazi para la civilización occidental. La burocracia estatal de la B.B.C. (British Broadcasting Corporation) le prohibió al distinguido líder comunicar sus temores a su pueblo en 1933 hasta los inicios de la Segunda Guerra Mundial. Claro, la B.B.C. era monopolio estatal y el señor Churchill era “controversial”.

    Aquí, en Costa Rica, la amenaza es un poco más velada, pero siempre se pretende la sujeción de la expresión libre de los individuos a los deseos del Estado, mediante el ejercicio de la coerción, regulación y control de nuestra radio y televisión. Lo de “cultura” es una etiqueta pretenciosa, aunque el líder comunista Dimitrov dijo una vez que “sólo la revolución proletaria puede evitar el fin de la cultura, levantarla a su máximo esplendor como cultura verdaderamente popular, nacional en la forma y socialista en el contenido, lo cual está sucediendo ante nuestros ojos en la Unión Soviética bajo la dirección de Stalin”. Yo prefiero una cultura basada en la libertad de los ciudadanos, con todo y la responsabilidad que esto implica.
    Última edición por Elisa; 24/10/2014 a las 17:25

  3. #83
    1975-09-23-QUE LE VAYA BIEN DON DANIEL

    QUE LE VAYA BIEN DON DANIEL

    La Nación, 23 de setiembre de 1975.

    Ya el Presidente nos anuncia otro viaje al exterior. Esta vez a Suecia ¿y quién sabe cuántos más tiene pendientes de realizar? Por lo menos Yugoeslavia tendrá la fortuna de recibir a nuestro mandatario.

    No debemos ser tan críticos de los viajes del Presidente, puesto que, después de todo, regresará a nuestro terruño a preparar su próximo viaje. Y ahora con las nuevas tendencias periodísticas, a las que recientemente se refirió don Otón Acosta, este diario le informará acerca de lo que ingirió don Daniel en su smörgåsbord o si el piloto viajó a 400 o 500 kilómetros por hora o, para todos los gustos, si el señor Presidente copió algún nuevo sistema de restricción a la libertad u otro ensayo infructuoso para la eliminación de la miseria o lo que fuere que los suecos ya estén practicando.

    Yo no entiendo a los que critican a nuestro Presidente, si éste todavía no ha hecho las de un presidente de nuestro continente quien, con una comitiva de más de trescientos allegados, estuvo fuera de su país más de dos meses. Nuestro Presidente es apenas un aficionado a los viajes y, como tal, parece que todo el pueblo le apoya en sus gestiones para romper el récord de la viajadera.

    Es más, de cada uno de estos viajes nos trae noticias halagadoras para la conciencia nacional. Imagínese que un survey que don Daniel practicó en su reciente viaje a los Estados Unidos, nos demostró el gran cariño que en ese país nos tienen por haber dado abrigo a Mr. Robert Vesco, pues allá no lo quieren ni ver, Debemos llenarnos de alegría por estas noticias tan encantadoras, pues no sólo demuestran el alto concepto que se tiene de nuestra nación en otros lares, sino que también se tomó un breve descanso de la ardua tarea que desempeña.

    No seamos tan criticones de los viajes de nuestro Presidente. Después de todo, mientras esté bien lejos, las cosas marchan mejor en nuestro país. El ostracismo bien gratificado puede ser la solución a muchos de nuestros problemas, aún cuando a veces da miedo de lo que pasaría con quien quede en lugar de don Daniel. ¿Se acuerdan cuántos liberacionistas votaron por Oduber confiados en que sería mejor que Figueres?
    Última edición por Elisa; 24/10/2014 a las 17:29

  4. #84
    1975-09-26-EL IMPERATIVO DE LA UNIDAD

    EL IMPERATIVO DE LA UNIDAD

    La Nación, 26 de setiembre de 1975.

    Francamente no es de mi incumbencia el color político que usted profese. Es inmaterial que usted sea liberacionista, de los honrados, oposicionista, paquista, trejista, caracista, socialista o lo que fuere. Ahora se trata de cosas más importantes que la particularidad política, pues se trata de la supervivencia de nuestra Nación.

    Cuando en una sociedad el individuo no tiene opciones, ya sea religiosas, culturales o políticas, ese hombre deja de ser libre y se convierte en el esclavo de la intemperancia, del poder y de la corrupción. En Costa Rica es vital que cada ciudadano tenga la posibilidad de elegir entre alternativas, pero que exista la probabilidad visible de que su elección dará el resultado deseado. En nuestro país estamos a punto de caer en la dictadura del partido único, donde no habrá opción política más que estar dentro del Partido Liberación. Es indispensable para la propia supervivencia de nuestra democracia que exista una oposición fuerte y unida. Es indispensable para la misma supervivencia del Partido Liberación Nacional, en donde muchos costarricenses honestos militan y se muestran altamente preocupados por la evolución de nuestro país. Fue Lord Acton quien dijo que “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Montesquieu señaló que “la constante experiencia demuestra que todos los hombres investidos de poder son capaces de abusar de él y de hacer valer su autoridad tanto como puedan”, y Edmund Burke nos recuerda que “muchos de los más grandes tiranos que registra la historia iniciaron su reinado en la forma más suave. Sin embargo, la verdad es que tal poder antinatural corrompe el corazón y el entendimiento”. Para acabar con las citas, Milton escribió que “es posible que la larga continuidad en el poder corrompa al más sincero de los hombres”. Esto no es teoría inútil, sino la sabiduría del pueblo estampada en palabras, como un producto de la experiencia de las naciones.

    Ahora bien, ¿qué camino político le queda a nuestro país? El imperativo de la unidad oposicionista es evidente. Cada uno de nosotros, ciudadanos libres y honestos, debemos hacer presión para que la posibilidad de elegir sea una realidad, fuente vital de nuestra democracia. Que los costarricenses no tengamos que señalar a los egoístas, a los vendidos al poder, que sólo piensan en hacerle el juego al oficialismo, ignorando que todo nuestro país, el todo limpio, exige la supervivencia de nuestro sistema democrático. Cada uno de ustedes puede hacer algo; una simple palabra a otro ciudadano pidiéndole que busque la unidad es útil. La acción es importante, porque, tarde o temprano, nosotros o nuestros hijos pagaremos por los errores, por nuestra miopía, por nuestra venalidad, por nuestra cobardía y estupidez. No son confites los que están en juego; es nuestra libertad, nuestro patrimonio y nuestra capacidad de disentir. Sólo si todos exigimos a los interesados y participantes en la política que se unan, podremos tener esperanzas. Después, en caso de doblegarnos, que no nos quejemos, puesto que nosotros mismos somos los culpables. Creo que está bien clara cuál es nuestra alternativa: libertad o poder corrupto.
    Última edición por Elisa; 24/10/2014 a las 17:32

  5. #85
    1975-10-01-UN PROGRAMA PARA LA UNIDAD

    UN PROGRAMA PARA LA UNIDAD

    La Nación, 01 de octubre de 1975.

    Varios ciudadanos, entre ellos el editorialista del periódico La Nación, han señalado la necesidad de que la unidad política opositora se forme con base en programas que puedan ofrecer una alternativa a las soluciones, si así se les puede llamar, que el oficialismo actualmente ensaya. Es así cómo, por ejemplo, el editorialista de La Nación del 16 de setiembre recomienda a los interesados en las gestiones de unidad, que “no es posible crear conciencia política sobre la base de una oposición que en lugar de ofrecer soluciones claras a muchos de los problemas que ha silenciado, no hace sino una propaganda negativa, circunscrita casi exclusivamente a imputaciones de todo género contra su adversario”.

    Es necesario ubicar, si así se le puede llamar, al editorialista de La Nación en lo que es el sentimiento del pueblo, sentimiento arrollador, sin diletantismo, acerca de la unidad opositora. Es evidente que en las fuerzas de la unidad opositora existen personas cuyas tendencias ideológicas no coinciden plenamente. Ejemplos: la posición del ex presidente Trejos Fernández frente a Chile no es necesariamente compartida por todos o la posición que sobre reforma agraria pueda tener don Rodrigo Carazo muy posiblemente sea diferente de la de otros o bien, la declaración pública del ex presidente Echandi sobre la banca nacionalizada, creo que no es compartida totalmente pro el Dr. Trejos Escalante. Y así pueden citarse otros casos.

    Por lo anterior, el editorialista de La Nación lo que hace es provocar problemas en la forja de la unidad de oposición, porque en los detalles muy posiblemente diverjan de opinión los diversos lideres que impulsan esa unidad. Pero qué belleza esas diferencias de opinión las que, después de todo, no hacen de la unidad una borregada. Hay un hecho, eso sí, que permite la cohesión de todas las fuerzas decentes del país, ese mágico pegalotodo que el editorialista ha olvidado, y que es la lucha contra la inmoralidad y la corrupción que estamos sufriendo. Y bien sabe el señor editorialista que esto no se dice por el deseo de hablar mal del gobierno, y que no es mera especulación, pues todos lo sentimos en el aire. Yo me he preguntado muchas veces: ¿y las pruebas? ¡Qué difícil es probar los “negocios” que se hacen! ¡Qué cosa tan imposible es ofrecer los libros, los hechos que permitan la acusación formal! Y eso tiene que saberlo el señor editorialista de La Nación, pues aún en los casos evidentes a la luz del sol, como SAOPIM y como la presencia de Vesco en Costa Rica, en que el prestigio y la reputación han quedado de segundo lado, el resultado es hoy patente y basta con abrir los ojos para ver lo que sucede. Se equivoca si cree que son chismes de viejas de patio lo que plaga la conciencia de los honestos. Es algo más, es la lucha contra un poder abusivo y debe recordarse que el poder tiende a corromper, que es lo que se evidencia en nuestra nación.

    No pongamos obstáculos a aquellos que buscan la unidad de la decencia; no coloquemos piedras en los caminos de la unidad. Dejemos que hombres limpios de alguna forma nos den esa unidad que el pueblo ansia. Ayudémoslos, que la Patria necesita el esfuerzo amoroso de sus hijos.

  6. #86
    1975-10-09-A NADIE LE SORPRENDE

    A NADIE LE SORPRENDE

    La Nación, 09 de octubre de 1975.

    Muchos ya se han enterado del estado desastroso en que se encuentra la economía de Inglaterra y no faltan aquellos que sugieren un incremento en la intervención estatal a fin de salvar de la bancarrota al otrora poderoso imperio. Sin embargo, el intervencionismo estatal, con su política social-demócrata o laborista, que cada vez se asemeja más al fascismo, es el gran culpable de la debacle de esa nación.

    Tenía la impresión de que sólo el Uruguay de los sesentas había degenerado en una situación calamitosa ̶ en que era más conveniente vivir mantenido por el Estado (el Estado benefactor que aquí ya lo percibimos) que dedicarse al esfuerzo productivo privado ̶ por algo propio de la naturaleza latina o algo así por el estilo y que, al contrario, el espíritu anglosajón era inmune a estas enfermedades.

    La decepción la recibí al leer un artículo titulado “SOS: la economía británica a pique” en la última publicación de la revista Progreso.

    Resulta que en Inglaterra es mejor no trabajar y vivir a costas del Estado que dedicarse a labores remuneradas. Hago la observación de que esta situación sucede durante las primeras 14 semanas de desempleo de la persona. Pues bien, un hombre casado quien gana 92 dólares por semana, una vez pagados los impuestos (que tienen una tasa mínima del 35 por ciento del ingreso) queda con un salario neto de 53,93 dólares. Por otra parte, sus ingresos netos como desempleado pon de 68,80 dólares por semana. Claro, resulta un negocio tremendo para este individuo no trabajar durante 14 semanas, encontrar trabajo de nuevo y, otra vez, quedar desempleado y así hasta el infinito.

    Otro ejemplo, un hombre casado con 4 hijos, quien gana 126,50 dólares a la semana, después de pagarle los onerosos impuestos al Estado, queda con sólo 91,50 dólares. Quédese desocupado y el papá Estrado social-demócrata le da 116,58 dólares a la semana. Cualquiera se asusta, ¿verdad?

    Eso no es nada, Veamos algo más del paraíso de los laboristas ingleses. El ingreso promedio per cápita del inglés es de 3.385 dólares anuales y ¿saben cuánto gasta el gobierno inglés por persona? 2.400 dólares al año, ¡además, el 29 por ciento de los ingresos británicos proviene del Estado!

    Claro, los amigos de los social-demócratas nuestros ya tienen sus planes para la ex admirada Inglaterra: más y más control de la economía por parte del Estado, una política de crecientes nacionalizaciones, que más bien son socializaciones, nuevos impuestos (la tasa de inflación de Inglaterra es la más alta de Europa), un crecimiento de la oferta de dinero del 2 por ciento mensual (tendrá aún mayor inflación) y, sobre todo, crecientes síntomas de “colaboración o diálogo o componenda” entre el Estado, los trabajadores y los empresarios, que no hacen sino empeorar la situación.

    No es para querer dármelas de precavido, pero ojalá que en la cita de don Daniel con sus amigos social-demócratas, adonde él fue a “aprender”, no vaya a traernos estas medidas que han hundido a la vieja Albión. Y que la visita del señor Crossland, alto funcionario de los últimos gobiernos laboristas, quien planea venir a Costa Rica enseñarnos “social-democracia”, sea recibida con el escepticismo sano que se requiere.

Información de Tema

Usuarios Viendo este Tema

Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)

Temas Similares

  1. Artículos publicados en Diario La Nación 2000-2003
    Por Elisa en el foro Obra escrita de Jorge Corrales Quesada
    Respuestas: 30
    Último Mensaje: 20/03/2012, 14:11
  2. Artículos publicados en Diario La Nación 1990-1999
    Por Elisa en el foro Obra escrita de Jorge Corrales Quesada
    Respuestas: 166
    Último Mensaje: 20/03/2012, 12:18
  3. Artículos publicados en Diario La Nación 1980-1989
    Por Elisa en el foro Obra escrita de Jorge Corrales Quesada
    Respuestas: 223
    Último Mensaje: 14/03/2012, 17:15
  4. Letras de cambio - OPINIÓN - La Nación
    Por Elisa en el foro Foro de ANFE
    Respuestas: 0
    Último Mensaje: 24/10/2011, 20:09

Marcadores

Permisos de Publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •