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07-10 Columna libre: Fiasco del banco central

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Octubre del 2007

07-10 COLUMNA LIBRE: FIASCO DEL BANCO CENTRAL

Cuando hace ya varios meses el Banco Central anunció que sustituiría el antiguo régimen cambiario basado en una devaluación cotidiana del colón frente al dólar, que supuestamente tomaba en cuenta los diferenciales de inflación entre Costa Rica y los Estados Unidos o con el resto del mundo, hacia uno en que el precio de la divisa se determinaría dentro de una banda cambiaria, se pensó que el mercado, en vez del úkase imperial del Banco, tendría mayor importancia para la determinación de un valor verdadero de nuestra moneda vis a vis el dólar. Es cierto que siempre se dijo que el Banco Central intervendría en dicho mercado, pero no se esperaba que fuera de un grado tal que definiría el valor de nuestra moneda que le entrara en gana.

Cuando a inicios del nuevo régimen cambiario se permitió algún grado de flotación del colón, se observó una rápida revaluación de esta moneda frente al dólar, al punto que su precio se ancló en el límite inferior de la banda cambiaria. La señal que enviaba el mercado era clara: el colón tendría que continuar un proceso de revaluación frente a la divisa norteamericana, pero el Banco Central decidió que ello no debería de ser así, probablemente por el temor de que las exportaciones se vieran afectadas negativamente ante un encarecimiento del colón. Este temor es infundado porque, de ser que las exportaciones se afecten de tal manera, por sí mismo daría lugar a que el dólar escaseara y que consecuentemente su precio se elevara, provocando una reacción positiva hacia una reversión de la caída de las exportaciones. Por supuesto, que la excusa para no actuar de esta manera la encontró el Banco en la gran entrada de capitales al país que se había venido dando en el curso de muchos, pero muchos, meses.

Ahora la situación es aún más incierta, porque no se sabe el rumbo que habrá de tomar el Banco, cuya conducta errática ha causado enormes daños al país, si bien ha beneficiado a algunos en concreto. Y digámoslo desde ya: su política ha privilegiado a los exportadores a costa del resto de los costarricenses, consumidores, importadores y oferentes de trabajo denominado en colones, ante la ausencia de un mercado que defina cuál es el valor de las cosas en nuestra economía.

La situación que hoy se vislumbra en nuestra economía es compleja, para ponerla lo más suave posible, pues si bien el crecimiento económico continúa con un dinamismo aceptable, ello ha tenido un enorme costo para los costarricenses en aspectos tales como inflación y en una subestimación de sus salarios reales. ¿Acaso no nos habían dicho que, con las nuevas políticas económicas de rescate del colón ante la dolarización, la tasa de inflación de este año sería cercana a un 8% y ahora resulta que, con suerte, llegaremos a un 9.5-10%? Asimismo, como parte de la conducción monetaria el Banco Central ha forzado una reducción de la tasa de interés en la economía, pero, dada la tasa de inflación mencionada, lo que ha logrado es que, en este año, la tasa real de interés –que es el precio de nuestro ahorro- sea negativa (véalo en el descenso de los rendimientos de su régimen de pensiones). Tras que somos un país que ahorra un bajo porcentaje de su PIB (algo menos de un 20%, lo cual contrasta con más de un 50% en China), ahora el Banco Central ha decidido castigar al ahorrante y, de paso, aprovecha para quejarse, hipócritamente, del alto nivel de consumo en nuestra economía, con lo que demuestra creer que los costarricenses somos unos tonticos de capirote.

Lo más grave es que el Banco, al subvaluar el colón, ha disminuido notablemente el salario real que percibe el costarricense (no sólo al impedir con tal medida la entrada de importaciones más baratas), pues, si en vez de los ¢520 por dólar que el Banco “ha fijado”, se tuviera un valor que determina el mercado (¢450 según en su momento lo señaló un destacado banco comercial), el salario real del costarricense se vería aumentado en ¢70 por el equivalente de cada dólar generado en salarios. Hemos estado exportando pobreza. Pero, además, con este subsidio a las exportaciones, hemos incentivado a nuestro exportador para que no busque la eficiencia y la competitividad, pues el incentivo es para que presione porque el Banco Central mantenga un tipo de cambio con un colón subvaluado, sin que se les someta al rigor empresarial que significa luchar permanentemente por lograr una mayor eficiencia competitiva en los mercados.

Alguien va a alegar que de dónde saco esos ¢450 y ese diferencial de ¢70, el cual es ahora mucho menor, pues alegan que las entradas de divisas han disminuido recientemente. (Por supuesto, dicen que al Banco Central le están entrando menos divisas que antes, pero no dicen qué es lo que pasa en la economía como un todo, que es lo que importa). Lo cierto es que ese diferencial ha operado por mucho tiempo durante el año 2007 y, si ahora fuera diferente, pues el mecanismo que nos diría cuál es el verdadero valor del colón hoy en día, precisamente el Banco Central es quien impide que opere. Si no hubiera tal limitación, sabríamos a la fecha cuál el verdadero monto del impuesto que hoy se carga sobre el comercio internacional (la importación) y sobre el salario de la mano de obra costarricense denominado en colones.

Carlos Federico Smith

Queda debidamente autorizado para reproducir esta columna en el medio de su predilección.


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