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11-07 Columna libre: Redefiniendo el papel del estado en la CCSS

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Julio del 2011

11-07 COLUMNA LIBRE: REDEFINIENDO EL PAPEL DEL ESTADO EN LA CCSS

Por Carlos Federico Smith


Revisando algunos viejos artículos míos que solía escribir en la página 15 de La Nación, decidí ingresar al sitio de dicho periódico tratando de copiarlos. En mucho me frustró la ausencia de información en torno a los periódicos de algunos años específicos, así como de algunos meses y días, además de que la información disponible no es la más clara posible. Ojalá que se logren preservar tantas cosas importantes que se han reseñado en ese diario, pero obviamente hacerlo es una prerrogativa del periódico, si es que desea conservar para el futuro lo que allí se escribió en el pasado.

Al repasar muchos de esos documentos me di cuenta de la periodicidad con que suceden las huelgas en la Caja, pero también tuve la suerte de encontrarme con artículos del Dr. Fernando Trejos Escalante, fundador de ANFE, así como una excelente serie de siete ensayos escrito por el Dr. Jaime Gutiérrez Góngora, Premio a la Libertad de ANFE, en donde hacen un análisis prolijo de acontecimientos del momento, que hoy día tienen vigencia enorme, en especial en cuanto al financiamiento de la Caja.

Por ejemplo, el Dr. Trejos señala –y reseño una cita de una fuente distinta al periódico La Nación en la sección Pensamientos de Liberales de esta edición, que también recoge el espíritu de la opinión expuesta en ese medio- cómo el gran problema que enfrenta el financiamiento de la Caja tiene que ver con la incidencia que tiene sobre el gasto público, en especial en el marco de la concepción tripartita -trabajadores, empresas y estado- como contribuyentes al sistema de seguridad social. (Debe tenerse presente que también el estado participa como patrono de los trabajadores estatales).

Este problema se ha evidenciado durante la última huelga de la Caja. Casi todas las partes involucradas claman por un proceso de saneamiento financiero de la Caja, en el cual es necesario que el Estado costarricense cumpla con el pago de su cuota que, como Estado, adeuda a la Caja. Es más, la presidenta de la República se ufanó en estos días de que se hizo un aporte estatal multimillonario, pero que no cubre ni siquiera la mitad de lo hoy debido. Si bien aliviaría en parte los problemas momentáneos de la Caja, sabemos que no los resuelve ni pagándole todo lo que se le debe a esa entidad. Hay fuerzas institucionales y de operación de la Caja que hacen que, aunque ingresen esos fondos, no se resuelva el problema de la institución, pues no detiene el impulso de un gasto que crece más rápidamente que sus ingresos.

Simplemente solventaría las peticiones actuales de mayor gasto.

Esta consideración general me parece que es cierta, pero aún hay varias otras adicionales que deseo profundizar. En primer lugar, el Estado no le entrega dinero en efectivo a la Caja como pago de su deuda, sino que lo hace con bonos del gobierno central que devengan intereses. Esto significa que, en primera instancia, los ciudadanos pagaremos esos intereses por dicha deuda pública y, en segundo lugar, al vencimiento de esos bonos, seremos los ciudadanos (trabajadores y empresas), quienes haremos frente al pago de este principal. Si lo que el gobierno hace, para no pagar estos vencimientos, es pagar con más bonos en una nueva emisión, simplemente ha puesto a andar una movida para ir pateando la bola hacia adelante, pero sabemos que, tarde o temprano, su pago deberá ser enfrentado por todos los costarricenses, principalmente los cotizantes de la Caja.

En segundo lugar, el gobierno de algún lado tiene que obtener los recursos para pagar a la Caja. No es cosa de creer que allí están ociosos y que nada más se trata de pasárselos a la Caja… y listo. No. Los fondo provienen básicamente del sector privado de la economía; esto es, trabajadores y empresas que pagan impuestos, tasas, tarifas, cuotas, etcétera, para allegar fondos al fisco, que lo que el gobierno supuestamente hace es trasladarlos a la Caja. El cuero siempre viene de la misma vaca: el sector privado de la economía –trabajadores y empresarios.

En tercer lugar, en estos día se ha escuchado –no sin un alto grado de razón- la queja de que los políticos han llevado a la Caja a la triste situación en que se encuentra, en mucho por no haber tenido una actitud firme y cuidadosa ante las fuentes de gasto innecesario y abusivo que abunda en la institución, así como de no haber puesto freno a una demanda desproporcionada por los servicios médicos, hospitalarios y de medicinas de la Caja. Incluso se ha mencionado que sólo han servido para colocar “su gente”, políticamente hablando, en vez de cumplir con las obligaciones que demanda la Caja. Lo cierto es que el sistema de gobierno de la Caja, si bien es tripartita –trabajadores, empresarios, estado-, de hecho siempre ha estado presidida por el gobierno (políticos), que en última instancia son quienes han controlado a la institución.

Creo que es el momento para ser francos y honestos con nosotros mismos y de darnos cuenta de que, algunos de quienes piden que el Estado pague lo que debe (como tercera parte), lo que en verdad pretenden es que la institución disponga de más recursos para que se sigan empleando como ellos lo desean, especialmente, más y mejores salarios y mayores privilegios, como lo han evidenciado los hechos recientes. Lo conveniente parece ser olvidarse de estos recursos –que en última instancia de pagarse tendríamos que hacerlo todos los costarricenses cotizantes de la Caja- que así no podrán usarse en financiar el gasto desbocado que hoy se observa. Tengan presente el símil con la droga: entre más se les da (plata), más quieren (plata)… y perdonen mi crudeza, pero creo que es la hora de hablar con toda franqueza.

Mi propuesta es que en la administración de la Caja siga participando el Estado, pero ya no como tercera parte contribuyente, sino como patrono de muchos trabajadores que hoy cotizan para la institución. Su papel dejaría de tener la prominencia que hasta el momento ha tenido y que muchos han considerado –creo que con razón- como la fuente de muchos de los problemas que aquejan a la institución.

La solución al problema del financiamiento de la Caja se orienta hacia quienes efectivamente tendremos que decidir su futuro: los cotizantes, quienes me imagino no estarán dispuestos a que siga el jolgorio observado con los gastos de una institución que se ha burocratizado a extremos sorprendentes (más de 50.000 empleados). Afortunadamente cada vez se presentan más opciones de salud –lamentablemente sólo para grupos de ingresos medio-altos y altos– y se ha roto en gran parte el monopsonio en la contratación de médicos y otros profesionales que antes tenía la Caja, pero es necesario evolucionar hacia sistemas basados en la competencia y libre contratación dentro de la solidaridad que implican estos regímenes. Tengo fe en que la habilidad de nuestros ciudadanos brindará mejores opciones que las que hoy tenemos.

El Dr. Gutiérrez Góngora escribió siete comentarios hace ya varios años en torno a la situación de la Caja. Ojalá nos refresque a los costarricenses con algunas de sus ideas. Mientras tanto me permito rescatar una de ellas que he apoyado en otros de mis escritos y que pondría algún grado de orden ante el abuso con la consulta externa que enfrenta la Caja. No me refiero tan sólo a quienes acuden a ella sin haber cotizado nunca, sino a que hoy se percibe que la demanda de los servicios de la Caja no tiene costo para quienes los solicitan. Los únicos costos –si bien importantes y hasta elevados en algunos casos– son las largas filas y, sobre todo, citas que se atienden hasta años después de requeridas. En lenguaje cristiano, más de uno va a la Caja por un dolorcito de cabeza o por una uña encarnada o hasta por entretención ante una vida desatendida en sus hogares –ustedes saben de qué estoy hablando. Por ello la demanda de servicios de la Caja ha venido sobrepasando significativamente las posibilidades de oferta de servicios.

El Dr. Gutiérrez, en aquel entonces, y me le uno ahora, al igual que como también lo ha decidido poner en práctica el gobierno italiano en días recientes, ante problemas similares con la Seguridad Social de ese país, propone lo que se conoce como co-pago, mediante el cual el usuario de los servicios de la Caja paga un poco del costo de ese servicio, de forma tal que se desestimula el abuso y sin que se llegue a hacer prohibitiva la consulta. Son ideas prácticas como ésta las que pueden irse adoptando para que el sistema solidario de seguridad social en Costa Rica pueda seguir existiendo razonablemente.

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