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11-07 La trimestralización del curso curso escolar

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Julio del 2011

11-07 LA TRIMESTRALIZACIÓN DEL CURSO ESCOLAR


Por Federico Malavassi Calvo

El Ministro Garnier no es santo de mi devoción. Sin embargo, las ideas que se hallan detrás de la propuesta de la trimestralización del calendario escolar deben ser analizadas a la luz de la razón (no la pasión). Asimismo, la propuesta no puede ser rechazada ad portas, sino que algunos de sus componentes deberían sobrevivir la mala suerte política que está afectando todo lo que hace el Poder Ejecutivo (aunque se dice que cada cual construye su suerte).

El período escolar costarricense no está grabado en piedra. Obedece a la vieja tradición de la actividad cafetalera, cuando las familias enteras iban a coger café y así se financiaban Navidad, uniformes y gastos escolares y otras necesidades. Hoy ya no se justifica tal acomodo del curso escolar: entre las restricciones del trabajo de los menores, la poca asistencia a las cogidas, la mano de obra extranjera y la diversidad de períodos de recolección.

Está demostrado que largos períodos de vacaciones (los tres meses) constituyen un descenso en el proceso de aprendizaje. Se olvidan fechas y datos, se pierde la profundidad alcanzada y en algunas materias hay que re-empezar.

Lo que sí está grabado en Tratado Internacional (autoridad superior a las leyes, derivando en un importante derecho subjetivo de los escolares) es el tema de los 200 días lectivos efectivos. No obstante, como que a algunos gremios más bien les estorba esta importante disposición.

Me gusta la idea de más períodos de vacaciones, distribuidos a través del curso, pero de duración corta. Como la salida a la vacación es fiesta, ¡qué mejor que tener varias fiestas al año!

Lo que sí no admite argumento en contrario es la idea de que los trimestres no deberían ser interrumpidos (o sea, coincidir con trimestres reales). Es realmente atravesado y contraproducente tener exámenes trimestrales después de un período de vacaciones. Tal vez valga la pena volver a los bimestres y acomodarlos en los semestres (¡¿de 4 meses?!) que caracterizan los cursos públicos, pero es un hecho que los trimestres y el curso actual están divorciados por una vacación atravesada.

Para quien realmente trabaja es más importante gozar de más períodos de vacaciones que de un largo período concentrado. ¡Por eso la gente celebra tanto los días feriados y los fines de semana largos!

El tema de “trimestralizar” la evaluación con relevancia, es decir, dar una categoría de curso anual a los trimestres para basar en ellos la promoción, el aplazamiento, la celebración de exámenes extraordinarios y excepcionales e incluso el arrastre, es un asunto de mucho meditar. Podría ser la gran salvada de muchos, pero también podría fomentar el facilismo. Quizás venga a salvar a muchos, a facilitar a otros y, francamente, me extraña la oposición gremial.

En todo caso, por qué no hablar también de devolver a las municipalidades su rol en la educación pública, reinstaurar el papel del Ministerio como gran inspector (y no gestor ni empleador).

La educación pública es importante para la instrucción y desarrollo del pueblo y del poder que él tiene en el gobierno (elector máximo, referéndum e iniciativa en la legislación).

Es una inversión pública significativa y debe hacerse bien, con gusto, con razón y mucha eficiencia. ¿Sirven los trimestres? ¡Discutámoslo sin prejuicios ni dogmas! ¿Sirve la municipalización? También, enfrentemos el tema sin miedos.
A veces olvidamos los fines de la educación (dicen que para algunos son el fin de semana, el fin de mes y el fin de año) y no preparamos para participar en la democracia, ni para fomentar las instituciones republicanas, ni para el uso de la libertad. Mucho menos para librarnos de la ignorancia y los dogmas.

La educación puede ser una herramienta estratégica para el desarrollo, el progreso, el fomento de la riqueza y la libertad. Educación pública mal hecha, mal gestionada y mal administrada constituye, en cambio, un mal ejemplo, la reproducción de malos patrones enraizados en nuestra pseudo-institucionalidad y una condena a la pobreza permanente.

La trimestralización y su discusión pueden ser buena ocasión para enmendar yerros y desviaciones, siempre que no predominen el dogmatismo, la vagabundería y el facilismo.

*Federico Malavassi C. es ex Presidente de ANFE. Este comentario apareció originalmente en La Prensa Libre del martes 12 de julio del 2011.

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