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11-07 ¿Somos libres o no?

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Julio del 2011 11-07

11-07 ¿SOMOS LIBRES O NO?

Por Andrés I. Pozuelo Arce*

No hay duda de que nuestra Constitución política es un baúl de monerías: por un lado, hace referencia al derecho de todo ser humano a la libre elección y a obtener un trato equitativo en lo referente a trabajo, consumo ,religión y educación y, por otro, incluye un infinidad de artículos contradictorios que dan potestad a la Asamblea Legislativa y al Estado para crear leyes y reglamentos que limitan numerosos aspectos relacionados con el libre albedrío.

Pareciera que los involucrados en la creación de este importante documento han padecido de la misma enfermedad crónica que padecemos hoy en día todos los costarricenses, esto es, un escalofriante miedo a la libertad. Veamos un ejemplo.

El artículo 46 de nuestra Carta Magna prohíbe de manera inequívoca cualquier monopolio de carácter privado; incluso, le exige al Estado formular leyes que impidan la creación de monopolios o escenarios que favorezcan las prácticas monopólicas.

No obstante, en el mismo artículo, en un aparente ataque de inseguridad, los redactores añaden tímidamente un párrafo que favorece la creación de monopolios a favor del Estado. ¿Qué pasó aquí? ¿Será que el Papá-Estado no confía en nosotros?.

Pero, además, el artículo50 de la misma -ambivalente constitución- dice: "El Estado procurará el mayor bienestar a todos los habitantes del país, organizando y estimulando la producción y el más adecuado reparto de la riqueza".

Y es aquí donde huele podrido en el Estado de Costa Rica; abriendo el camino para todo tipo de esquemas clientelistas, a la hora de planificar necesidades colectivas, y favoreciendo a grupos de presión, en contra de los intereses legítimos individuales.

El 29 de mayo de 1996, los señores diputados de entonces recapacitaron y, en un valiente intento por recuperar nuestro derecho y el ansia de libertad, decidieron incluir un párrafo que, entre otras cosas, dice:"Los consumidores y usuarios tienen derecho a la libre elección y a un trato equitativo, y el Estado apoyará a los organismos que ellos constituyan para la defensa de sus derechos". ¡Muy bien! Pero, y con todo esto, ¿en dónde estamos parados?, ¿somos libres o no? Bueno, la cosa depende de la dirección en que soplan los vientos del poder y de la relación de fuerzas políticas en el momento que las diferentes leyes fueron creadas. Existen leyes y lineamientos comerciales, claramente inconstitucionales, como las que benefician a ciertos sectores - el del azúcar, arroz, leche, papa y otros productos agrícolas - que violan claramente la prohibición constitucional, al punto de constituir monopolios o efectuar prácticas monopolísticas de carácter privado, las cuales debieron haber sido impuestas en un momento particular, cuando los diputados debían pleitesía política a los grupos que los ayudaron a conseguir sus curules.

En el caso de los monopolios estatales, la mayoría fueron constituidos antes de que se incluyera el párrafo que exalta los derechos de libre elección del ser humano, lo cual no los hace menos restrictivos y aun destructivos del espíritu de libertad del ser humano. Estos monopolios, lejos de favorecer el bien común que invocan, están generando actualmente distorsiones que ponen en peligro el futuro bienestar de la población.

Ahora bien, si fueron creados en una época en que eran permitidos constitucionalmente, pero hoy los susodichos monopolios van en contra de la libre elección de los consumidores, ¿a quién le toca traérselos para abajo? ¿Será esta faena y responsabilidad de la Sala Cuarta o del poder legislativo? Para que no se sigan utilizando TLC`s como excusas a la hora de liberalizar sectores, deberíamos definir previamente este conflicto. Erich Fromn, en su libro "El Miedo a la Libertad", afirma: "Los derechos inalienables del hombre a la libertad y a la felicidad se fundan en cualidades inherentemente humanas como su tendencia a vivir, a ensancharse, a expresar las potencialidades que se han desarrollado en él durante el proceso de la evolución histórica". De acuerdo con este pronunciamiento, cualquier obstáculo a la libre elección, por mejor intencionado que sea, atenta contra un proceso evolutivo que se inició mucho antes de que nuestra Constitución o nuestras leyes fueran creadas; por lo tanto, no existe ninguna justificación para que los políticos o servidores públicos nos limiten nuestros derechos como seres humanos libres que somos. *Andrés I. Pozuelo es miembro de la Junta Directiva de ANFE.

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