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11-04 Aprendiendo con lo sucedido en Perú

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Abril del 2011

11-04 APRENDIENDO CON LO SUCEDIDO EN PERÚ


Por Carlos Federico Smith


De las recientes elecciones primarias en Perú podemos derivar algunas lecciones que me permito exponer. Mi propósito es brindar argumentos en favor de los equilibrios de los poderes en nuestra sociedad, tal como lo he venido haciendo en comentarios publicados en otros medios. Creo que la concentración del poder político que se ha venido dando en nuestro país constituye una amenaza potencial a nuestro sistema democrático-liberal. Si bien lo sucedido en Perú es algo propio de esa nación y responde a una realidad concreta distinta de la nuestra, posee ciertos rasgos que permiten hacer sugerencias para lograr una mejorar en la distribución del poder público en nuestro seno.

Las elecciones primarias se realizaron en Perú el 10 de abril de este año y los principales candidatos participantes y los resultados de la votación fueron Ollanta Humala con 31.7% de los votos; Keiko Fujimori con el 23.5%; Pedro Pablo Kuczynski con un 18.7%; Alejandro Toledo con el 15.5% y Luis Castañeda con un 9.30% de los votos. El resto quedó distribuido entre candidatos muy poco relevantes. De acuerdo con estos resultados, en una segunda vuelta se enfrentarán Ollanta Humala y Keiko Fujimori, en donde la presidencia de la república la ganará quien obtenga una mayoría simple.

Ollanta Humala representa a la izquierda peruana, cuya fortaleza política parece estar en las zonas sur y central rurales del país y entre grupos de menores ingresos relativos. Fue el candidato perdedor en las elecciones anteriores, aparentemente por la estrecha relación de ese entonces con el presidente venezolano Hugo Chávez, relación que parece haber dejado de lado en esta ocasión, en que parece haberse acercado al ex presidente brasileño Lula, lo cual parece lo ha hecho más aceptable para el votante peruano.

Keiko Fujimori es hija del ex presidente Alberto Fujimori y obtuvo el apoyo de grupos similares a los de Humala, pero al norte del país. Su fuerza electoral es básicamente el mismo bastión de su padre y no parece haber variado de manera significativa en esta ocasión. Dada la historia reciente del Perú, el peso político de Keiko está en el fardo de la dictadura asociada con su padre, quien hoy se encuentra recluido en una prisión.

Pedro Pablo Kuczynski, apodado el gringo por su apellido, es un destacado tecnócrata con experiencia no sólo en organismos multinacionales sino también como Ministro de Energía y Minas durante el gobierno de Belaúnde y Ministro de Economía y Finanzas y presidente del Consejo de Ministros durante la administración de Alejandro Toledo.

Alejandro Toledo, ex presidente del Perú, en su vida política fue un desatacado oponente de Alberto Fujimori y su administración se destacó porque se dio un enorme impulso a la inversión extranjera, la firma de acuerdos de libre comercio y una fuerte inversión en infraestructura y educación, lo cual redundó en un notorio crecimiento de la economía peruana.

Luis Castañeda fungió como Alcalde de Lima entre el 2003 y el 2010 y su labor es generalmente considerada como satisfactoria, lo cual le impulsó a lanzarse a obtener la candidatura presidencial en mención.

La elección, que resultó en que de ella surgieran sólo dos candidatos a la presidencia de la república, Humala y Fujimori, mostró, como una primera lección que podemos derivar, cómo es posible que se pierda una elección cuando candidatos de un grupo con similar talante salen divididos y no unidos, lo cual termina por favorecer a candidatos externos al grupo. El cálculo inicial de ese grupo era que Toledo ganaría las elecciones primarias, seguido de Fujimori, con lo cual los afectos a Kuczynski y Castañeda le darían sin mucho problema el apoyo a aquel en la ronda electoral final. Posteriormente Kuczynski empezó a puntuar en la intención de voto, desplazando a Toledo, pero, de nuevo, la confianza era que, si Kuczynski ganaba, Toledo y Castañeda también sin problemas apoyarían al primero. En ambas posibilidades, se trataba, por tanto, de dejar a Keiko Fujimori con tan sólo el relativo escaso caudal heredado de su padre. Pero esos tres grupos, que poseían esencialmente las mismas tendencias y aspiraciones y que al final de cuentas se habrían unido contra el totalitarismo de Fujimori y el izquierdismo de Humala, decidieron participar cada uno de ellos por separado y eso condujo al fracaso de todos. Como señaló el analista político de la cadena de noticias CNN, Carlos Barrezueta, esos tres candidatos debieron unirse en una sola candidatura porque su propuesta era la misma. La simple suma de los resultados así lo muestra. Los tres unidos -todo lo demás constante- habrían logrado el 41.1% de los votos, superior a Humala y a Fujimori separadamente. Esto es, unidos habrían ganado ya sea ante Humala o Fujimori. Y se consideraba políticamente muy difícil que en la segunda vuelta estos dos últimos salieran juntos.

La segunda lección que podemos derivar es cómo malos cálculos pueden dar al traste con una elección en donde alguien pudiera representar la tendencia unida del grupo mayoritario, dejándola al fin de cuentas en manos de dos grupos, que si bien son muy diferentes ambos poseen grandes dificultades de aceptación por aquel grupo. La elección fue lo peor que puede haberles sucedido: en la ronda final ahora tendrán que escoger entre una izquierda, que si bien ha moderado su discurso, sigue siendo poco clara hacia adónde apunta su derrotero político en el mediano plazo, en tanto que la otra candidata representa a una dictadura populista a la cual muchos de los precandidatos hoy derrotados combatieron arduamente en el campo político electoral. El mal cálculo reflejado en el divisionismo hace que ahora las consecuencias signifiquen grandes imponderables acerca del futuro del país. Ello es especialmente significativo por ser Perú un país que había venido creciendo muy exitosamente, bajo una estrategia económica claramente definida y diferente de la que proponen los dos candidatos que serán contendores en la elección final para la presidencia de la república. El Congreso sí no será controlado por el grupo de Humala, pues ya la coalición de fuerzas que he venido mencionando ha insistido en que controlará su directorio, a fin de lograr algún equilibrio de los poderes políticos.

La tercera enseñanza es que una elección puede ser ganada con una estrategia de moverse desde la posición extrema que se tiene inicialmente e irse acercando a las de las otras posiciones. Es el caso de Humala, quien dice haberse alejado del muy poco querido en Perú, Hugo Chávez, para acercarse hacia el presidente Lula, quien en ese país, al igual que en muchos sectores latinoamericanos, goza de aprecio principalmente por alejarse lo suficiente del populismo chavista y conducir adecuadamente su nación, principalmente en el área económica. Entonces, la pregunta clave es si, en verdad, ¿se habrá alejado Ollanta Humala del presidente Chávez? Humala asegura, cada vez que puede, que tal es la situación, pero es difícil saber si esa es la verdad y que, más bien, se esté en presencia de una especie de caballo de Troya: entrar disfrazado al poder y luego revertir a lo que fue el fundamento inicial de su movimiento político.

Algo parecido sucede con Keiko Fujimori. Ella últimamente ni siquiera menciona a su padre -fuente de su poder político- a quien se espera libere de prisión si accede al poder. El tufo dictatorial de la administración de Alberto Fujimori y su compadre Vladimiro Montesinos no se disipa fácilmente, aunque el discurso político de Keiko es ahora mucho más conciliador y en donde proclama su aprecio por los valores democráticos-liberales. Pero, es difícil saber cuál es la verdad verdadera”, como decía un amigo hoy desaparecido.

Esa incertidumbre política tan profunda en Perú nos sugiere otra lección. A veces es necesario forjar nuevas alianzas, aunque parezca ser una tarea casi titánica. Es posible que, en tales ocasiones, haya elementos que trascienden los simples intereses momentáneos, puesto que lo que está en juego es mucho más importante. Aquí, en nuestro medio, insisto, lo que está en peligro es la erosión gradual de la vigencia de los principios democráticos y la preservación de la libertad de los ciudadanos, ante la concentración del poder político-económico que se ha venido dando, amén de que hay que tener siempre presentes aquellas sabias palabras de Lord Acton: El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Las alianzas deben lograrse cuando se comparten objetivos superiores que desplazan lo que puede ser secundario en un orden político. Por ello los peruanos ahora corren a ver cómo logran alianzas alrededor de los dos candidatos resultantes, con la esperanza de que se trate del mal menor, aunque se lamentan por haber dejado pasar la oportunidad de haber impedido esta coyuntura, si hubieran participado juntos en las elecciones primarias.

Se ha mencionado que es posible el apoyo de Castañeda y de Toledo a Humala, pero no hay nada firme aún, en tanto que se ha dicho que Kuczynski apoyaría a Fujimori. Pero lo que todos estos líderes hagan ahora no necesariamente será aprobado y menos seguido por los diferentes participantes que integran sus movimientos políticos. Más bien parece que no será nada fácil para sus líderes entregar el apoyo de sus seguidores a alguno de estos candidatos en las elecciones finales del próximo 5 de junio.

Como última lección derivada de los acontecimientos en Perú mencionados, me atrevo a mencionar la enorme dificultad que tiene el elector de decidir una vez que se llega a situaciones como las expuestas. La acumulación de errores que condujo a esta situación pasa ahora su factura a todo el pueblo peruano (incluso hay ilusos que le han pedido a Humala y Fujimori que renuncien a su precandidatura, para que alguno de los del grupo derrotado sea también un candidato). No sólo no es posible tener una idea clara de hacia dónde se dirigirá el elector, sino que también la incertidumbre es angustiante. Mario Vargas Llosa, quien recientemente criticó a la hija de Alberto Fujimori, su enconado enemigo y se dijo que apoyaría a Humala, criticó que el peruano tenga que optar de esta manera. Es elegir entre el sida y el cáncer, dijo. Son decisiones que es mejor nunca tener que tomarlas si tan sólo se hubiera actuado inteligentemente, pero en política muy a menudo la inteligencia es lo escaso y la ambición por el poder lo más abundante.

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