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Boletín ANFE

11-03 La herencia del poder

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Marzo del 2011

11-03 LA HERENCIA DEL PODER


Por Jorge Corrales Quesada


En una ocasión, hace ya bastante tiempo, mi amigo Fernando Trejos Zúñiga me llamó la atención acerca de la vigencia de los regímenes monárquicos. Trataba de explicarme cómo los sistemas monárquicos podían ser más civilizados que otras formas conocidas de organización política. Su idea me llamó la atención, pero no como para convencerme de su legitimidad. Primó mi visión liberal-democrática del orden político. Por ello hoy veo con algún grado de interés cómo muchos órdenes políticos de muchas naciones poseen ciertos rasgos o características que más bien podrían ser propias de monarquías. Más que la libre designación de los gobernantes mediante procesos electorales, en donde las nominaciones no provienen de la herencia o sangre, lo que determina quiénes han de ser aquellos es precisamente la relación familiar, ya sea genética o por simples aspectos matrimoniales.

Lo que hoy sucede en el mundo árabe podría ayudarnos mucho a vislumbrar el porqué la gente está reaccionando contra los gobiernos establecidos. En mi opinión una gran parte del origen de estos levantamientos surgen del deseo de los ciudadanos de poder elegir sus gobernantes en libertad, sin tener que aceptar indefectiblemente la herencia familiar del poder. No hay duda de que en esta insurgencia hay muchos otros factores importantes que forman parte de una explicación de los hechos, como lo puede ser la religión, los grupos o clanes tribales, la experiencia dictatorial experimentada por los pueblos, entre muchos otros, pero deseo destacar la importancia que el legado hereditario del gobierno tiene en explicar porqué los ciudadanos se sublevan contra el poder vigente.

Hijos, esposos, hermanos, todos los ciudadanos de una comunidad tienen, como tales, el derecho de aspirar a ser gobernantes. Nadie les debe privar de ese derecho por el simple hecho de ser parientes naturales o políticos de algún gobernante. Es el ciudadano que elige sus gobernantes quien debe desechar la creencia de que hay algo innato para que esos parientes sean los mejores gobernantes.

Hay muchas naciones árabes con gobiernos caracterizados por ser horrendas dictaduras. Me permito mencionar a Irán, Siria y Libia, entre otras. Pero también hay países en donde los gobiernos, si bien no respetan en su totalidad los derechos de sus ciudadanos, suelen tener formas parlamentarias que uno podría considerar como abiertas a la existencia de órdenes más libres que los antes mencionados. Básicamente considero que en estas otras naciones hay algún grado de separación de poderes y sobre todo de cierto respeto a la propiedad privada. Me imagino países como, por ejemplo, Marruecos, Túnez y Egipto, entre otras naciones árabes. Mención aparte debe hacerse de algunos reinos en donde el origen religioso -suni o shiita- define el grado de libertad de que disfruta alguno de estos grupos en detrimento de otros, como podría ser el caso de Bahrain, Jordania, Arabia Saudita o Bahrein y de naciones que no son reinados como Irak, Yemen o Djibouti.

Si bien el tema de la herencia del poder no suele ser exclusivo de esos países árabes, en esas naciones en la actualidad el tema del heredero del gobierno parece jugar un papel importante en las revueltas populares. Es notorio cómo en muchas de aquéllas que no poseen sistemas monárquicos se busca mantener el poder de alguna manera dentro de la familia, casi siempre transmitido de padre a algún hijo. Esto debe enfatizarse, porque muchas veces a esos países no gobernados por monarquías se les suele considerar como opuestos a sistemas de gobierno basados en esquemas monárquicos. Tal es el caso claro de Egipto, Túnez, Argelia, Yemen del Sur. Pero también uno observa ejemplos diáfanos de naciones como Cuba o Corea del Norte -ambas geográficamente lejos del mundo árabe- en donde rige la herencia familiar del gobierno. En ellos la genética familiar define quién -a veces más o menos disfrazadas de elecciones- heredará el poder. Pero, para no ir muy lejos, hay países centroamericanos y de Sudamérica en donde a los hijos, hermanos o cónyuges de gobernantes se les atribuye cierto poder genético para gobernar, que en realidad no existe, excepto tal vez en la mente de serviles y de amigos palaciegos. El hijo o el hermano o la esposa del caudillo o del líder o de simplemente el presidente, por ese simple hecho familiar, se cree que tiene el merecimiento para ser también gobernante, sin que en verdad sea un atributo posible de heredar. Pretenden elegirse únicamente por esa creencia que tienen ciertos electores de la transmisión de habilidades para ser presidente. Ello, en mi opinión, de ninguna manera es un asunto genético, pero los hay creyentes tan sólo porque permite a esos adláteres (perdonen mi barbarismo) mantener cierta influencia en los centros de poder.

Volvamos brevemente a algunos ejemplos de este tema de la herencia política en las naciones árabes. Empiezo por Egipto. Hosni Moubarak estuvo durante treinta años en el poder y tuvo que renunciar ante una rebelión popular en mucho estimulada por su pretensión de que, al morir, fuera su hijo Gamal el candidato que lo heredara. El pueblo no dejó que el poder fuera heredado, aunque se sometiera a una decisión electoral que la disimularía. El pueblo prefiere la transmisión efectiva del poder mediante formas democráticas y no ficciones electorales. Tal vez de esta manera podrán lograr las instituciones políticas que expuso Popper, para resolver “el problema fundamental de la teoría política (cual) es el problema de los pesos y contrapesos, de las instituciones mediante las cuales puede controlarse el poder político, su arbitrariedad y abuso. Esas formas democráticas por las que aspiran deben de tomar en cuenta que satisfarán sus posibilidades de progreso en el tanto en el estado sea limitado, controlado. Esta es la ilusión queme provoca la lucha por la libertad egipcia. Ojalá no resulte como sucedió con la Revolución Francesa, en donde una amada Libertad, Igualdad y Fraternidad se trocó primero en un Reino del Terror y luego en el advenimiento de un totalitario Napoleón. La búsqueda egipcia de la democracia ojalá vaya hacia lo que expuso Popper: Para nosotros, sólo existen dos tipos de gobierno: aquellos en los que los gobernados pueden librarse de sus gobernantes sin baño de sangre y aquellos en los que los gobernados pueden, si acaso, librarse de los gobernantes sólo mediante un baño de sangre. (Karl Popper, “¿En que cree Occidente?, En Busca de un Mundo Mejor, Barcelona, España: Ediciones Paidós Ibérica, S. A., 1992, p. 278). La elección del pueblo egipcio debe ser hacia un sistema político que garantice la libertad política, hecho que no consideró posible con la simple herencia del poder al hijo de Mubarak.

Otro caso interesante en el ámbito árabe es el de Libia. Muammar Gadhafi desde 1969 es el líder de la Junta Militar que gobierna ese país, sin que se hubieran practicado elecciones libres. En esa nación no se respetan los derechos humano y la sumisión al gobernante tirano es la regla política establecida. Bueno, y ahora viene el hijo Resulta que Muammar pensaba heredar el gobierno (como si fuera el gobierno de uno: la monarquía) a su hijo Seif al-Islam, quien hace poco apareció en la televisión estatal dando explicaciones de porqué se reprime al pueblo libio en sus pretensiones de libertad y democracia.

Seif es un carácter que se las trae. En el 2007 obtuvo su doctorado en la Escuela de Economía de Londres, entidad de enorme prestigio académico y en la cual se dado abrigo intelectual a numerosos luchadores por la libertad. A tal grado de cinismo se ha llegado en la política internacional, que se le abrieron las puertas de una buena educación en una entidad afamada y de reputación liberal, al hijo de un tirano que ordenó poner una bomba en el tristemente conocido vuelo de Pan American sobre Lockerbie, Escocia, y del cual no hubo sobreviviente alguno. Este cinismo parece estar presente en todas las formas que uno se puede imaginar, pero el nombre de la tesis de Saif para obtener su PhD en la London School of Economics parece ser épico. Su tesis se titula El Papel de la Sociedad Civil en la Democratización de las Instituciones de Gobernabilidad Global: De un Poder Suave a la Toma de Decisiones Colectivas (The Role of Civil Society in the Democratization of Global Governance Institutions: From Soft Power to Collective Decision-Making), con la cual me imagino que sus profesores y tutores y rectores lo han de haber considerado como apto para gobernar. Me imagino que lo que puede haber seducido a esos benefactores del conocimiento no es lo mismo que ha impulsado a sus conciudadanos a levantarse en armas y a derramar su sangre por el derecho a elegir y ser electos libremente.

[Este tema tiene un corolario interesante. A diferencia de los políticos domésticos, en donde el lema es Cualquier cosa, menos la renuncia, el director de la London School of Economics, presentó su renuncia al cargo, me imagino que por la vergüenza que este episodio académico con el hijo de Gadhafi causó entre sus colegas].
También en estos asuntos de herencia política en el mundo árabe destaca el caso de Siria. Allí otro tiranuelo, Hafez Al Asad, duró 29 años en el poder y cuando vio la necesidad de transmitirlo, tras un infarto, pensó en su hijo Basil para legárselo, si bien un hermano de Hafez, Rifaat, trató de quedarse con el mandado. Rifaat fue eliminado y Basil murió en un accidente de tránsito, de manera que ¿quién en la familia se quedó con el poder? Pues el actual presidente siro Bachar, hijo de Hafez Al Assad, quien desde el año 2000 gobierna esa nación. Así, como en cualquier simple monarquía (totalitaria), en un país formalmente sin ella se escoge que el poder quede enteramente dentro de la familia, como en la Mafia
Este tema de las herencias políticas me conduce a otro caso aún más grosero, si bien ya no en el Oriente Medio. Me refiero al de Corea del Norte. Allí Kim Il Sung gobernó tiránicamente durante 46 años. Dicen que era, entre otras cosas, un gran intelectual. En un cubículo de un profesor de Economía de la Universidad de Costa Rica, admirador suyo, encontré en una ocasión en que se desocupaban sus estantes, una gran cantidad de libros de Kim Il Sung dedicados a una tal idea zuche, que nunca pude entender de qué se trataba, excepto la introducción a una nueva forma de tiranía socialistoide. Ese profesor las divulgaba con encomio Pero lo cierto es que Kim Il Sung heredó democráticamente el gobierno a su hijo Kim Jong-Il, quien a la fecha ya lleva 17 años electo libremente por su pueblo. Así los Kims suman 63 años en el poder por puro amor por su querido pueblo, pero el campo ya está preparado para que -por suerte la muerte sonríe hasta con los peores- sea el hijo de Jong-Il -de nombre Kim Jong-chul, quien asuma el gobierno de Corea quién sabe por cuantos años más. (También tuvo opción su otro hijo Kim Jong-nam, en la mejor tradición monárquica, pero cometió un error y quedó fuera). En todo caso, la monarquía vive: de padre, a hijo, a nieto ¡Habrase visto realeza más absoluta en tiempos modernos que en la democrática supuestamente anti-monárquica Corea del Norte!
No vayamos muy lejos en esto de las intenciones de los gobernantes de heredar por vías no muy democráticas el poder del cual han disfrutado a sus familiares cercanos. El caso de Cuba está en todas las conciencias de los hombres libres. Después de que nos ilusionáramos con la llegada de Fidel Castro al poder, quien en nombre de la libertad se deshizo del tirano criollo Batista, hemos visto cómo, al igual que cualquier reyezuelo autócrata, simplemente después de 59 años de gobernar su nación con puño de hierro y con elecciones sin opositores permitidos, le cede el poder total a su hermano Raúl. ¿Qué será, que Fidel no tiene hijos varones o que no confía en la sangre de la mujer que les puede haber dado luz?. No lo sé, pero sí que Raúl ya lleva 3 años sin que en Cuba se lleven a cabo elecciones democráticas. Ojalá que el aire de libertad del Medio Oriente atraviese el continente africano y el Océano Atlántico, para que renazcan los ideales del hombre libre Martí, quien hoy ha sido reducido a una simple máscara usada por el dictador, como un medio para reprimir a su pueblo. En tanto, la familia sigue en la cúspide del poder, en donde un hermano lo hereda por ese simple hecho: el ser un hermano de sangre.
Hay naciones democráticas en América Latina en las que muchas veces se eligen como gobernantes a parientes -hijos, hermanos, esposos- en una especie de puesta en práctica de un determinismo genético, en donde la herencia es la que determina el acceso al poder y no la decisión libre de un pueblo de escoger sus gobernantes según sus méritos. Es la aureola del nombre o del apellido el que define quién ha de gobernar. Ello es posible porque muchas veces un pueblo cree que el arte de gobernar se refiere simplemente a un atributo genético. No creo que tal escogencia se base en la idea de que más vale conocido, que bueno por conocer, ni que se piensa en instaurar dinastías monárquicas, pues sabemos traen aparejadas la corrupción y la dolorosa concentración del poder. Ojalá aprendieran de lo hecho por los modernos gobernantes monárquicos de Europa: irse despojando del poder político que hoy descansa en sus parlamentos libremente escogidos y que son los que definen las políticas de gobierno. Esta lección es particularmente importante para las monarquías absolutas que hoy pululan en Oriente Medio y en donde sus ciudadanos claman por aperturas democráticas.
Me parece que en América Latina el camino que ha seguido esta pretensión hereditaria también exige nuestra atención en cuanto evitar este basamento genético del poder: se trata de que las escogencias se sustenten en el respeto a los méritos que cualquier ciudadano puede tener para optar a tales posiciones, pero dejando de lado cualquier creencia mitológica de que un apellido o una relación familiar es condición suficiente y necesaria para garantizar que se elige a un buen gobernante. Lo sucedido recientemente en Guatemala llama la atención por lo folklórico. Resulta que la esposa del actual presidente decidió lanzar su nombre como candidata presidencial. Sin embargo, la constitución de ese país claramente prohíbe este tipo de candidaturas, por lo cual la señora siguió un inteligente camino: si la constitución impide la candidatura de la esposa del presidente, pues solicitó el divorcio. El fin justifica los medios aunque estos nos parezcan, no por mitos religiosos, sino por respeto a las leyes, indeseables. De cualquier cosa se es capaz con tal de detentar el poder Lo que sí muestra es cuánto hemos avanzado: de un París bien vale una misa, a un Guatemala bien vale un divorcio.
Lo que hoy vive el Medio Oriente nos ilusiona, pero al mismo tiempo somos conscientes de que esas esperanzas deberán ser atemperadas por la incertidumbre que siempre caracteriza a estas circunstancias políticas, particularmente volátiles en aquél ámbito. Quienes creemos en la libertad y la democracia lo hacemos porque consideramos que son las que permiten que los seres humanos puedan lograr su felicidad por sus propios méritos. Con esto en mente es que deseo que los ciudadanos de Oriente Medio puedan vivir en libertad y que puedan cambiar de gobiernos sin que medie el derramamiento de sangre, sino en democracia. Los aires de libertad que se respiran me alegran, pero, a la vez ,me obligan a ser prudente ante la incertidumbre que surge con luz propia en estos episodios cruciales de la lucha del hombre por su libertad.
La lucha contra los tiranos nunca es fácil. No es extraño ver pelear a un pueblo desarmado contra militares fuertemente armados, mostrando las enormes dificultades que los ciudadanos en busca de libertad deben enfrentar en su lucha. La lección es que tal vez la organización es condición necesaria para enfrentar con éxito el poder avasallante de los tiranos. Y tener presente que no se puede contar a plenitud con quienes dicen ser amantes de la libertad de los hombres, pues el diletantismo surgirá al cavilar acerca de sus cálculos políticos y económicos, a fin de no verse obligados a actuar con lo que dicen ser sus creencias y valores, en el momento incómodas. La lucha por la libertad, la mayoría de los pueblos deberán darla solos, sin ayuda de quienes a veces pregonan apoyarla. Y siempre las democracias deberán tener presente que una vez que la libertad se pierde, cuesta mucho, pero mucho, recobrarla.

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