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11-03 Manifiesto de Jena para la renovación de la economía social de mercado

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Marzo del 2011

11-03 Manifiesto de Jena para la renovación de la economía Social de Mercado

© 2008 Fundación Konrad Adenauer, Rio de Janeiro, Brasil
sopla-rio@kas.de
Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin
la autorización de la Fundación.
Traducción: Renate Hoffmann

En junio de este año se cumplieron 60 años desde que la reforma económica y monetaria encarada en Alemania sentara las bases de la Economía Social de Mercado y marcara el camino de la recuperación alemana de posguerra. Comenzó así una historia de éxito difícil de imaginarse, y la Economía Social de Mercado se convertiría en una de las marcas registradas más conocidas internacionalmente.(...) Ni la economía socialista de planificación estatal, ni la imagen socialista del hombre y su ética de la llamada justicia social estuvieron en condiciones de garantizar el bienestar y la libertad de los hombres. A pesar de reunir la suma del poder público, el sistema no pudo impedir que las personas siguieran aspirando a vivir en libertad y a concretar sus propias metas y no las que les fueran impuestas por otros.

(...) Hoy, el fundamento de la Economía Social de Mercado amenaza con desmoronarse. La tutela sociopolítica restringe la libertad de los ciudadanos y debilita el potencial económico y social de nuestro país (Alemania). Por tal razón, diversos institutos de investigación política y »think tanks«, asociaciones de la pequeña y mediana empresa, así como fundaciones políticas, ciudadanos y políticos alemanes, convocan a retomar el camino que permita dejar atrás este patrocinio y emprender nuevamente el rumbo hacia una comunidad libre, social y justa. (...).

1. La imagen del ser humano de la Economía Social de Mercado tiene sus raíces en la tradición occidental y cristiana.

»La dignidad del hombre es inviolable. Respetarla y protegerla es el deber de todo poder público.« Así reza el primer artículo de la Constitución alemana. El pueblo alemán consagró esta Ley Fundamental a través de su poder constituyente – »consciente de su responsabilidad ante Dios y los hombres«. Todos los hombres son iguales ante Dios. En consecuencia, la doctrina social cristiana y humanistaliberal pone el énfasis en la personalidad del ser humano. El individuo no debe ser considerado un objeto manipulable en manos de planificadores sociales colectivistas, ni un recurso explotable de intereses económicos particulares y políticos que consideran la redistribución en sí misma una política social sustentable. Para asumir su responsabilidad ante Dios y él mismo, el ser humano necesita ser libre. Una vida en dignidad significa, además, que el ser humano tenga la posibilidad de ganarse la vida, conforme la capacidad de cada individuo: la autoestima nace, sobre todo, del trabajo y la ocupación.

Una comunidad es más que un acumulamiento de individuos. El hombre en cuanto a un »ser social« está dispuesto a aportar su compromiso social a la comunidad en la que vive. Sin ese compromiso ninguna sociedad puede perdurar a lo largo del tiempo. La doble naturaleza del hombre – su deseo de libertad y de ponerse a prueba, por un lado, y su deseo de sentirse contenido en el seno de una comunidad con la que está dispuesto a comprometerse, por el otro – es la base de la Economía Social de Mercado. Obviamente no debe apelarse al sentido de comunidad más allá de lo razonable. De lo contrario, las personas se sentirán explotadas. Un Estado que regula cada vez más ámbitos a través de la redistribución colectiva termina por asfixiar la iniciativa privada y atrofiar el sentido de comunidad.

Wilhelm Röpke:
»La medida de la economía es el hombre; la medida del hombre es su relación con Dios.«
2. La libre competencia, garantizada por un orden competitivo, crea »bienestar para todos«.

La Economía Social de Mercado, integrada al Estado de Derecho democrático, es el orden social que responde a la imagen cristiana del hombre, como así también a los principios de la doctrina humanista liberal de la sociedad. Desde siempre, el ser humano se ha visto impulsado en sus logros por el ansia de felicidad y bienestar individual. La naturaleza social del hombre ha hecho que esta aspiración derivara en formas de cooperación cada vez más complejas – hasta llegar a una división de trabajo altamente sofisticada con un sistema de pago electrónico en mercados globalizados. Esta división de trabajo diferenciada y el simultáneo avance tecnológico, han permitido enormes incrementos en la productividad. Constituyen la base de un bienestar para todos. Un requisito fundamental es la vigencia de la libre competencia, esto es el libre acceso de todos a los mercados de bienes y servicios, que tiene como correlato un Estado fuerte, capaz de prevenir la concentración de poder económico. El mercado es el voto diario de la gente sobre los servicios brindados al cliente por el empresario. Sólo tendrán éxito los empresarios que satisfagan las necesidades de los consumidores. Por lo tanto, las consecuencias de un modelo de economía de mercado son también sociales.
(...)

Ludwig Erhard:
«El bienestar para todos y el bienestar a través de la competencia están indisolublemente unidos; el primer postulado caracteriza el objetivo, el segundo el camino que conduce a este objetivo.«

3. El Estado redistributivo no es la Economía Social de Mercado.
Alfred Müller-Armack, quien acuñó el concepto »Economía Social de Mercado«, definió este modelo económico como la conexión entre mercado libre y equilibrio social. No se trata de una mezcla arbitraria sino de una idea política certera acerca de cómo debe ser el sistema económico que en el marco de una economía competitiva aspira a reunir la libre iniciativa con el progreso social, garantizado precisamente por los logros de la economía de mercado. Consiguientemente todo sistema de seguridad social debe guardar conformidad con el mercado. Considerando que el mercado indica la magnitud de las necesidades y la escasez de los recursos a través de los cambios en los precios, emitiendo por esta vía los incentivos para las innovaciones (»competencia como método de descubrimiento«, F. A. v. Hayek), la redistribución contraria al mercado destruye la base que crea el »bienestar para todos«.

En el marco de una política social que guarda conformidad con el mercado, la salvaguarda de la dignidad personal exige que toda persona sea el responsable principal de su propio sustento. Por ende, todo individuo debe tener espacio suficiente para adoptar medidas privadas para la previsión del futuro y acumular patrimonio. Se trata de la condición determinante para un orden social en el que el individuo asume responsabilidad y también se siente responsable por el prójimo. El compromiso solidario de la comunidad interviene cuando la persona no está en condiciones de ganarse la vida. En primer lugar son las familias, instituciones eclesiásticas y otras organizaciones de autoayuda, los que forman esta comunidad. Toda la comunidad solidaria es responsable última y garante del mínimo existencial para todos. En esta relación entre la responsabilidad primaria subsidiara del individuo y la responsabilidad última solidaria de la comunidad, juega un papel preponderante la capacidad de trabajo del individuo. La obligación solidaria de la comunidad frente a quien no está en condiciones de trabajar es otra que frente a quien puede trabajar y es capaz de ayudarse a sí mismo y, por lo tanto, tiene la obligación de hacerlo. Apelamos a los políticos responsables para que diseñen las políticas sociales y establezcan una estricta diferenciación entre las prestaciones de seguro basadas en el principio del rendimiento y financiadas por contribuciones, por un lado, y las prestaciones financiadas por impuestos basados en el principio de la necesidad social, por el otro.

Wilfried Schreiber:
»Por lo tanto, exigimos una división clara, diría que radical, entre la reforma de la seguridad social y todas las medidas concernientes a la asistencia y previsión públicas. Se trata de dos tareas totalmente diferentes que, en consecuencia, requieren de un tratamiento diferente y legislaciones diferentes.«

4. Un mercado laboral más libre crea más trabajo y más oportunidades.

Un carácter social tiene aquello que crea puestos de trabajo competitivos. Necesitamos puestos de trabajo para que nuestra juventud emprendedora no se vea forzada a emigrar; necesitamos puestos de trabajo para financiar las necesarias prestaciones sociales; necesitamos puestos de trabajo para financiar las obligaciones del futuro –jubilaciones, cuidado, salud. Para hacer frente a estos desafíos, todos los puestos de trabajos, presentes y futuros, deben aportar un rédito adecuado. La productividad y la cantidad de empleos son variables decisivas. Constituyen el núcleo central de la Economía Social de Mercado; su implementación práctica es una necesidad social, política y ciertamente cultural. Exige romper con los patrones de conducta que nos son familiares y obliga a los responsables políticos a reflexionar y buscar nuevos rumbos. Es consolador saber que la solución del problema está en nuestras manos; es preocupante, en cambio, observar que para mucha gente la solución parece más amenazante que el problema.

La problemática del mercado laboral alemán radica básicamente en que no es considerado como tal, sino más bien como un ámbito de la política social. Si los tribunales laborales, por ejemplo, consideran prioritario actuar en protección de los empleados, sin tener en cuenta las consecuencias para la economía, obviamente están viendo la relación entre empleado y empleador desde una perspectiva »David contra Goliat«. Sienten que actúan correctamente cuando ayudan a David a vencer a un Goliat, supuestamente más poderoso. Rara vez tienen en cuenta que la suma de estos fallos debilita la capacidad financiera y de adaptación de las compañías involucradas y, por ende, también su posibilidad de prevalecer en la competencia internacional. (...)
En Suiza el mercado laboral es tratado como tal. La consecuencia es que el índice de desempleo es apenas la tercera parte de la tasa de desempleo en Alemania. El nivel de empleo –tanto entre hombres como mujeres– es sensiblemente más alto; y también la vida activa se extiende mucho más que en Alemania. No podrá afirmarse que los alemanes son más necios ni menos trabajadores.

No podemos seguir dándonos el lujo de jubilar anticipadamente a una fuerza de trabajo altamente capacitada. Apelamos a los responsables políticos a respetar las leyes del mercado laboral, permitiendo crear nuevos puestos de trabajo y multiplicar el bienestar individual y social en consecuencia.


Ludwig Erhard:
»...Sólo será verdaderamente libre como personalidad y verdaderamente libre ante el Estado aquel individuo que pueda asegurar su existencia en base a su propioesfuerzo y trabajo, sin necesidad de reclamar protección al Estado ni obstaculizado por él.«
5. Agotando todo el abanico de talentos potenciales – abriendo la puerta a nuevas oportunidades

(...) El nivel de prestaciones sociales [alemán] es uno de los más altos del mundo, pero una política redistributiva desbordada fracasa en un aspecto crucial: paraliza en vastos sectores de la población el deseo de progresar socialmente. Se trata de un síntoma de enfermedad serio de nuestra sociedad. En buena medida, el bienestar personal está determinado por los objetivos que se fija una persona y la satisfacción que le genera haber alcanzado esos mismos objetivos. Se trata de uno de los motores fundamentales de la dinámica económica. Es necesario que los responsables de la política alienten la iniciativa propia que le da al individuo mayor seguro en sí mismo. En las presentes condiciones ocurre lo contrario. Muchas personas se ven descorazonadas porque constatan que sus propios esfuerzos por encontrar trabajo reciben poca o ninguna recompensa. Por otro lado, este tipo de política, que va minando de manera permanente la rentabilidad de los lugares de trabajo comprendidos por el sistema de seguridad social obligatorio, hace cada vez más dificultoso aportar a la sociedad a través del propio rendimiento: los empresarios ofrecen un número insuficiente de puestos de aprendizaje; los jóvenes que pujan por encontrar un trabajo se ven sistemáticamente discriminados respecto de quienes detentan los puestos de trabajo y, con frecuencia, los más jóvenes encuentran más atractivaslas alternativas laborales en el exterior que en Alemania.

La política debe abandonar una noción de justicia social obsoleta como es extraer recursos de puestos de trabajo existentes para luego redistribuirlos, y apostar a una justicia moderna, proyectada al futuro. Entendemos por justicia social moderna abrir nuevas oportunidades durante la formación y a lo largo de la vida laboral activa. Afianzar la voluntad de aprovechar las oportunidades que se presentan y saber perseverar en momentos difíciles, forma parte de este concepto. Las ideas de libertad y responsabilidad y la consiguiente capacidad de interpretar las adversidades de la vida como un desafío, se transmiten primero en la familia y luego a lo largo de la vida escolar y posterior formación profesional. La voluntad de ejercer la libertad y actuar con responsabilidad poco tiene que ver con status social, fortuna heredada o talentos físicos o intelectuales; traduce la determinación de cada individuo de aceptar los retos que le plantea la vida.
(...)

Ludwig Erhard:
»Quiero probar mis propias fuerzas, quiero hacerme cargo yo mismo de los riesgos que enfrento en mi vida, quiero ser responsable de mi destino. A tí,Estado, te encargo crear las condiciones para que pueda serlo.«
6. El Estado debe afianzar el derecho y la obligación de los padres de educar a sus hijos.

Cada persona depende de aprender cómo ganarse el mínimo existencial necesario mediante el propio esfuerzo. Es un derecho sin el que no puede vivir de acuerdo con su dignidad humana. El derecho a la educación, sin embargo, abarca más que el mero desarrollo de la habilidad de trabajar. Se trata de un desarrollo integral de la personalidad del joven, su conciencia y su corazón.

Una interpretación unilateralmente economicista de la educación sería letal, porque precisamente en una economía globalizada y en una sociedad pluralista las personas jóvenes deben tener la posibilidad de madurar y convertirse en personalidades educadas integralmente –es decir también religiosa y culturalmente–, capaces de desarrollar un adecuado juicio ético.


De acuerdo con el principio de subsidiariedad, la responsabilidad primaria por la crianza y la educación de los hijos es »el derecho natural de los padres y una obligación que les compete ante todo a ellos« (Art. 6 párr. 2, Const.). En consonancia con el principio de solidaridad, este »derecho a educación« es la responsabilidad última de toda la comunidad. El orden estatal debe fortalecer a los padres en su derecho y su obligación de educar a los hijos. (...) Cuando los padres no están en condiciones de generar los medios necesarios para realizar los derechos de sus hijos, es la sociedad la que debe facilitar los recursos faltantes siguiendo el principio de solidaridad. La política educativa y la política de familia, así como su financiamiento, son tareas absolutamente prioritarias para la sociedad en su conjunto.

Es necesario establecer un equilibrio entre la responsabilidad primaria de proveer al sustento propio y al de los hijos y el esfuerzo laboral que ello supone, y el primado del derecho paterno de educar a los hijos. El criterio que determina la ponderación entre educación y trabajo será el bienestar del niño y la decisión es de los padres; la comunidad y el Estado cumplen una función de apoyo y, cuando existe o amenaza con sobrevenir una situación de abuso o abandono, una función de protección. Para que los padres puedan combinar de conformidad con sus criterios individuales la educación de sus hijos con la actividad laboral, deben crearse condiciones de flexibilidad en el día a día del trabajo y la posibilidad de tomar la decisión libremente. El Estado, la sociedad y la economía deben estar organizados en función de la familia y no la familia en función del trabajo.
(...)

Alexander Rüstow:
»El ser humano es un ser social por naturaleza; siente un apego instintivo hacia su familia y el grupo en el que vive y con el que convive; en parte, la cultura ha profundizado este apego, en parte lo ha extendido a otros círculos solidarios –la familia extendida, el clan, la tribu, el pueblo, la nación.«

7. Una política monetaria basada en las reglas de la estabilidad es social
Una moneda estable garantiza el efecto social de un sistema competitivo; por el contrario, una moneda devaluada lo socava. Cuando las personas ahorran con fines provisionales, confían en la estabilidad de la moneda. La inflación destruye esta confianza y socava la credibilidad del Estado. Una tasa de incremento de los precios de »apenas« un 2%, reduce el valor de los activos financieros en un 50% al cabo de 35 años. Una moneda estable resulta en una política disciplinada, ya 8 que la falta de disciplina fiscal impulsa las tasas de interés a la subida, en tanto que los empresarios se abstienen de invertir en futuros puestos de trabajo. Por otra parte, la disciplina fiscal facilita al Banco Central la difícil tarea de calcular la base monetaria necesaria. Una moneda estable y finanzas sólidas son dos caras de la misma moneda.

El Bundesbank alemán ganó y consolidó su reputación en Alemania y en el mundo gracias a una política basada en la estabilidad – a menudo a pesar de la resistencia ofrecida por los líderes políticos. Incorporó esa reputación al sistema de Bancos Centrales Europeos; griegos, italianos, españoles, irlandeses… la »heredaron« en forma de un histórico nivel bajo de tasas de interés. Esta herencia se ve constantemente amenazada por la presión política. Por tal razón destacamos la obligación que tiene el Banco Central Europeo (BCE) de defender la estabilidad de precios. La estabilidad crea también una base de confianza que, en el más largo plazo, es la mejor política de empleo. A fin de combatir la aparición de »burbujas« (inflación en los precios de los activos), recomendamos volver a prestar mayor atención al cálculo de la base monetaria. Por otra parte, esto también fortalece la política de estabilidad del BCE frente a las presiones políticas.

Walter Eucken:
»La experiencia demuestra que una constitución monetaria que deja que los líderes de la política monetaria actúen libremente les atribuye una habilidad superior a la que demuestran tener en los hechos. Desconocimiento, debilidad frente a grupos de interés y la opinión pública, teorías falsas, todo esto influencia a estos líderes en detrimento de la tarea que les ha sido encomendada.«
8. La globalización es un desafío para las políticas nacionales.

El colapso del imperio soviético abrió una nueva dimensión del libre comercio como condición previa de la globalización. La división de trabajo con creciente productividad que acompaña ese proceso, no sólo promueve el bienestar sino que mancomuna a los pueblos a través de una red de intereses recíprocos que incrementa las probabilidades de paz. Por su condición de país líder en exportaciones, Alemania se ve particularmente beneficiada por la globalización. A menudo se escucha decir que la globalización cambia el mundo, poniendo a prueba los conceptos en los que se basa la política. Esto es correcto: en un mundo más abierto globalmente, los empresarios y la población económicamente activa pueden hacer uso de las alternativas que ofrecen otros países.

De hecho, un número creciente de jóvenes altamente calificados está aprovechando esta oportunidad. En cambio, es un error creer que la globalización marca el fin de las políticas nacionales porque las grandes empresas operan a escala internacional, en tanto que las políticas nacionales quedan restringidas a la jurisdicción nacional. En última instancia, la competencia internacional por atraer inversiones e
industrias no es otra cosa que una forma de calificar la política regulatoria de los países. Los gobiernos han perdido su monopolio regulatorio. Pero eso no significa que ahora queden expuestos inermes a las tempestades de la globalización.

La mayor intensidad competitiva encierra oportunidades y riesgos: los mercados se van expandiendo, la productividad aumenta, pero también aumenta la presión competitiva. Por tal razón, el gobierno se ve forzado a reducir la intensidad regulatoria, para que las empresas puedan reaccionar en forma flexible a los desafíos globales; también tiene que promover la acumulación de capital dentro de las compañías y la consiguiente creación de puestos de trabajo para que nuestros jóvenes calificaos no se vean obligados a emigrar. El gobierno tiene que invertir en educación y capacitación de los jóvenes, la mayoría de los cuales están ansiosos por trabajar a fin de aventajar a la competencia internacional a través de las innovaciones. Debemos aceptar que la competencia se agudizará en la medida en que los países en desarrollo y emergentes comienzan a aparecer como fuertes competidores en los mercados internacionales. Al mismo tiempo, su creciente capacidad adquisitiva los convierte en potenciales clientes de nuestros bienes y servicios. De este modo resulta posible que todos se vean beneficiados.

Wilhelm Röpke:

»Consiguientemente, y hasta que no tengamos un Estado Mundial, el mundo no tiene más alternativa que retornar a la única solución posible... la solución liberal de la genuina economía mundial de carácter multilateral«. .

9. Preservar la Creación es un interés genuino de la Economía Social de Mercado.
La protección ambiental es una preocupación mundial. Consiguientemente un enfoque global, como el que se ensaya en el Protocolo de Kyoto, es el correcto. No por eso ningún país, y mucho menos Alemania, necesita renunciar a jugar un rol pionero. La armonía entre el hombre, la industria y el medio ambiente fue una de las principales preocupaciones de los padres de la Economía Social de Mercado. Walter Eucken llamó tempranamente la atención a la necesidad de corregir la contabilidad de las empresas en la medida en que no toma en cuenta los daños ambientales que ocasiona la producción agropecuaria e industrial.

Si la contaminación ambiental es interpretada como un fracaso de los mercados, se genera la impresión de que la economía de mercado es responsable por la penosa situación creada, que la salvación radica en medidas regulatorias del Estado. Lo contrario es verdad: el daño ambiental ocurre porque no existe un mercado en el que el medio ambiente pueda presentar la factura por la contaminación ocasionada. En consecuencia, sería necesario contar con un »agente fiduciario de la naturaleza«, que represente sus derechos frente a los contaminadores, y que considere qué medidas serían las adecuadas – certificados de emisión, soluciones fiscales o también normas del Estado – en función de cada situación en concreto. En estos casos también deberán tomarse en consideración las circunstancias económicas y sociales. (...) Poner el énfasis en la eficiencia económica es importante precisamente en interés de la protección del medio ambiente. Por lo tanto, apelamos a los políticos para que utilicen la competencia como una herramienta útil para encontrar las respuestas apropiadas a los desafíos ambientales.

Alfred Müller Armack:
»Es importante que el Estado recuerde sus tareas específicas, destinadas a crear un marco ambiental concreto, …para integrar así las fuerzas siempre dinámicas de la economía y del transporte en una forma de vida integral y sensata.«

10.Lo que necesitamos hoy: liberar a los ciudadanos de la dependencia social
En un mundo en el que cunde el miedo a perder el lugar de trabajo y el futuro profesional se presenta incierto, resulta tentador refugiarse en los brazos del Leviathan »Estado». Sin embargo, se trata de una ilusión porque el Estado no puede ofrecer una protección amplia contra las adversidades de la vida, sólo pretende poder hacerlo. Para ello recurre a una técnica específica en el momento de ofrecer sus cuidados paternalistas: esconde los costos que éstos demandan y deja que otros aporten los recursos financieros necesarios. Es preciso obligar a los gobiernos a informar a sus ciudadanos sobre los costos reales de los sistemas sociales. Si se pagaran todos los elementos que conforman el sueldo, incluyendo todos los aportes sociales y si los ciudadanos pagaran ellos mismos todos los impuestos y contribuciones, alcanzarían a comprender la verdadera dimensión de la carga y se mostrarían abiertos a otras alternativas e incluso presionarían a los responsables políticos a introducir reformas.

Algunas de las contribuciones retornan a las personas aseguradas en forma de pago en especie –en particular en el sistema de salud- , impidiendo que el ciudadano comprenda acabadamente cómo funciona el sistema y cuán oneroso efectivamente es. Doscientos años atrás, en la industria era usual pagar parte del salario en especie, como forma de evitar que el empleado »derrochara« todo su dinero el día de pago. Este sistema fue abolido porque ya no se lo consideraba adecuado para una sociedad de ciudadanos adultos. Sin embargo, hoy los ciudadanos pueden disponer libremente de una parte proporcional mucho menor, sólo que ahora el responsable es el Estado, por lo que parece inobjetable. Pero la dependencia es siempre dependencia, no importa quien genere esa dependencia. Apelamos a los responsables de la política a introducir una mayor transparencia en los costos de los sistemas de seguridad social para los ciudadanos y no obstruir su camino hacia la madurez social.

Transferir mayor responsabilidad personal al individuo también serviría para reencausar el ingenio del ser humano en dirección de más sustentabilidad que por lo demás se malgasta en un uso abusivo de los sistemas sociales financiados colectivamente y que contribuye a su colapso, permitiendo que la creatividad individual redunde en beneficio de todos.

Ludwig Erhard:
»Resulta mucho más sensato dirigir todas las energías disponibles en una economía a mejorar su resultado, que desgastarse en permanentes luchas distributivas y apartarse del único camino fructífero que es el de incrementar el producto nacional«.
Los autores del Manifiesto de Jena son:

Michael Borchard (Fundación Konrad Adenauer), Uwe Cantner, Andreas Freytag und Rupert Windisch (Facultad de Economía de la Universidad de Jena), Nils Goldschmidt und Michael Wohlgemuth (Instituto Walter Eucken), Gerd Habermann (Los Empresarios de Familia – ASU), Joachim Starbatty (Comunidad de Acción Economía Social de Mercado), Martin Wilde (Unión de Empresarios Católicos), Lars Vogel (Fundación Ludwig Ehrhard) und Joachim Zweynert (Instituto de Economía Mundial Hamburgo / Instituto Wilhelm Röpke).

El »Manifiesto de Jena para la renovación de la Economía Social de Mercado« fue presentado el 20 de junio de 2008 en la ceremonia de clausura del simposio científico sobre el tema »60 años de Economía Social de Mercado« en la Universidad Friedrich Schiller de Jena.

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