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11-03 El "Algo" que falla es el estado grande

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Marzo del 2011

11-03 EL “ALGO” QUE FALLA ES EL ESTADO GRANDE


Por Jaime Gutiérrez Góngora*

Opino que el costarricense que no acepte que Óscar Arias es el inconmensurable hombre público de su generación es un egoísta; concientemente (algo que es comprensible por humano) o inconscientemente (que es una pena).



Óscar tiene sus defectos. Su apasionamiento por “la paz” llevó al pueblo al extremo de aceptar que la indefensión es una virtud: una deformidad biológica que deja a los pueblos en manos de los narcos y de los Ortegas, les niega el deber de defenderse y los entrega en manos de organismos internacionales irrelevantes.



Pero el principal defecto de don Óscar es que no siguió los consejos de don Juan Rafael y tía Lilian y se hizo liberacionista. Esto le impidió convertirse en el “reformador económico” de Costa Rica, el hombre que enriqueció a su pueblo. Se le escapó ese trascendente honor.



En un reciente artículo, Algo falla en nuestra democracia don Óscar busca ese “algo”. Pero su problema es que explora consecuencias y puede, pero no se atreve, a señalar la causa. No es “algo” lo que falla. Fueron “algunos” los que fallaron: los constituyentes del 49.



Esta Constitución de naturaleza social demócrata llevó a un desproporcionado aumento del capital del país en manos de una burocracia hipertrofiada que ya tiene 60 años de hacer alarde de su incapacidad de fomentar un crecimiento económico que nos haga ricos. Esa Constitución del 49 se puede explicar y quizá hasta justificar, porque el socialismo era la superstición favorita de su época. Pero hasta ahí.



Donde incurrió en un pecado capital histórico y que lo cobrarán caro las futuras generaciones es que negó un portillo para que, en caso de que las circunstancias de la economía mundial cambiaran, Costa Rica podría incorporarse pronto, en lugar de tardíamente, a ese nuevo mundo y derivar las ventajas que siempre se obtienen cuando se llega primero, como hicieron, por ejemplo, los “tigres asiáticos”.



Pero lo peor de todo, es que, además, esa Constitución que en voz de algunos de las luminarias socialistas de ese tiempo buscaba crear “un nuevo hombre”, lo que engendró fue, no un costarricense, sino un tico. Corrompió al tico con la idea de que al Estado le correspondía ofrecer “a todos”, y ¡a cambio de nada! (o de su voto), vivienda, salud y educación. O sea, le quitó al costarricense el sano impulso existencial que motiva al hombre normal para superarse y trabajar duro. Que sea el hombre y no el Estado grande, el responsable de brindarle esos dones a su familia. Si a un asalariado se le levanta la carga de darle a su familia lo esencial, como lo demuestra la historia de otros pueblos como el griego o el romano, se dedica a los vicios que fomenta el ocio.



Esto es el “algo” que don Óscar no encuentra. Sospecho que porque anunciar la causa lo sacaría de la vida pública: ese “algo” somos los ticos que nos corrompieron con la idea de que lo esencial se puede obtener a cambio de nada.



Veamos algunos de las consecuencias del socialismo tropical que cita don Óscar: “un estatismo ineficiente…sindicatos cobijados tras convenciones colectivas onerosas…personas que creen en la confrontación social y en la lucha de clase persiguiendo el espejismo de una sociedad nueva… algo está fallando”. Se queja de “una democracia disfuncional…de personas tentadas por el discurso radical…por actitudes antidemocráticas que…nos hacen mas ingobernables (y)…una democracia ingobernable es una democracia enferma”.



No dice don Óscar que lo que hay que hacer es entregarle el poder al pueblo y quitárselo a la burocracia improductiva. Quitarle trabas al hombre y mujer que quieran “bretiar”: ayudarlos y dejarlos trabajar.



Pero todo parece indicar que este ideal no llegará en esta generación. Temo mucho que Costa Rica necesite tocar fondo para reconstruir el país abandonando lo malo que creó la Constitución del 49: el Estado grande. Ya estamos hoy día siendo impotentes testigos de cómo nuestra juventud nos está abandonando para buscar mejores oportunidades en otras tierras.

*El doctor Jaime Gutiérrez Góngora es Premio de la Libertad de ANFE.

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