Mostrar Feed RSS

Boletín ANFE

11-02 Demagogía fiscal

Calificar esta Entrada
Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Febrero del 2011

11-02 DEMAGOGIA FISCAL

Por Juan Carlos Hidalgo El viceministro de Hacienda, Juan Carlos Pacheco, recurre a ofuscaciones y manipulaciones en su respuesta a mi artículo sobre el mito de la baja carga tributaria en Costa Rica. Queda claro de su respuesta que los argumentos económicos a favor de aumentar los impuestos son tan precarios como el estado de las finanzas públicas del país.

En primer lugar, Pacheco admite que una de las premisas fundamentales de los proponentes de más impuestos es falsa. La carga tributaria de Costa Rica no es del 13% del PIB como nos han dicho por mucho tiempo. Cuando se mide correctamente, es decir, incorporando todos los tributos que cobra el Estado, así como las cargas sociales de la CCSS -que son en efecto impuestos- la carga tributaria del país supera el 23% del PIB (2008). Desafortunadamente, Pacheco luego intenta evadir esta realidad al enfocarse únicamente en los ingresos tributarios del gobierno central, pretendiendo que los otros impuestos y gravámenes no tuvieran peso alguno en los bolsillos de los costarricenses.

Pacheco procede, sin quererlo, a traerse abajo otra de las premisas cardinales a favor del paquete de impuestos: que una mayor carga tributaria es conducente al desarrollo económico. Ahorrándose la molestia de brindar cifras, y mucho menos fuentes, el viceministro de Hacienda cita a varios países de América Latina que cuentan con mayores cargas tributarias que Costa Rica, incluyendo las tres naciones más pobres de la región: Bolivia, Honduras y Nicaragua. Según el viceministro, eso demuestra que “la carga tributaria de Costa Rica es baja para su nivel de desarrollo”. Sin embargo, salta la interrogante: si más impuestos equivalen a mayor prosperidad, como nos lo han querido hacer ver, ¿cómo es posible que estos países tengan cargas tributarias más altas y aún así sean mucho más pobres que nosotros? Resulta entonces evidente que el enfoque simplista de equiparar la carga tributaria con desarrollo económico es desacertado.

Contrariamente a lo que asevera Pacheco, en ningún momento traté de minimizar la importancia de una diferencia de “apenas 10 puntos del PIB” al comparar las cargas tributarias de Costa Rica con el promedio de los países mayormente desarrollados de la OECD (entrecomillado de por sí tendencioso puesto que nunca escribí tal cosa). Lo que sí dije fue que la comparación entre la carga tributaria de nuestro país y la de las naciones desarrolladas no es tan abismal como los proponentes de más impuestos nos la han citado en repetidas ocasiones. Más bien resulta paradójico que el mismo Pacheco luego quiera trivializar una diferencia de casi 10 puntos porcentuales del PIB, cuando afirma que la discusión sobre la carga tributaria debe centrarse únicamente en los ingresos tributarios del gobierno central, sin incluir los gravámenes municipales, los de otros entes estatales, así como las cargas sociales de la CCSS.

Además, el viceministro muy convenientemente no se refiere a dos puntos centrales de mi artículo: Primero, que la evidencia histórica demuestra que la carga tributaria no ha respondido a la aprobación de paquetes de impuestos anteriores. Por lo tanto, es inapropiado justificar la aprobación de nuevos gravámenes simplemente con el argumento de que necesitamos aumentar la carga tributaria. Por el contrario, la experiencia reciente demuestra que los ingresos gubernamentales responden más al crecimiento de la economía que a la aprobación de nuevos impuestos. Durante el período 2002-2008, sin que se aprobara ningún paquete de impuestos, la carga tributaria aumentó en 2.5 puntos porcentuales del PIB—mucho más que con alguna de las “reformas fiscales” de los últimos 25 años (El Financiero 21/01/11). Además, resulta insensato que Hacienda impulse más impuestos cuando tan solo la evasión del impuesto sobre la renta representa 1.6 veces lo que el gobierno pretende recaudar con su paquete tributario, como lo señaló un informe de la Contraloría del 2009.

Segundo, señalé que la mejor manera de medir el peso que los impuestos tienen en una economía es mirando a las tasas impositivas, y no a la carga tributaria. Y en este campo, no solo el sector productivo nacional tiene una tasa impositiva total superior al promedio de los países desarrollados, sino que también al de la región latinoamericana. Según el estudio Pagando Impuestos del Banco Mundial, el empresario promedio latinoamericano paga el 48% de sus ganancias en impuestos. Como ya había señalado con anterioridad, en Costa Rica dicho monto asciende al 55%.

Pacheco cierra su artículo con poses demagógicas al equiparar cualquier recorte de gasto con el despido de maestros y policías o con una mora en el pago de pensiones. Sabemos muy bien que existe mucho espacio para recortar gastos redundantes e innecesarios en el aparato estatal, pero eso requiere de un gobierno con coraje político y visión de futuro, cosas que parecen brillar por su ausencia en la administración Chinchilla. Programas y dependencias enteras, como el CNP, IFAM, DIS, IDA, Fanal, entre otros, deberían someterse a revisión y exponerse a un eventual cierre. Ejemplos de gastos superfluos van desde los ¢1.136 millones presupuestados este año para la Dirección de Información y Comunicación (léase “Propaganda”) de la Presidencia de la República hasta los $460 millones (aproximadamente ¢230,000 millones) que cada año el gobierno desperdicia en malas compras públicas, según un informe del 2009 del Banco Mundial. Transferencias a grupos empresariales privados con conexiones políticas, como los ¢1,300 millones que este gobierno le regalará próximamente a Coopemontecillos, deberían ser también cosa del pasado. Uno esperaría que el viceministro de inversión pública estuviera al tanto de cómo el gobierno gasta a manos llenas en otras cosas que no son policías, maestros y pensiones.

Pacheco y sus colegas en el gobierno deben entender que todo impuesto se paga con el sudor de la frente de alguien que trabaja para mejorar su condición de vida. Por lo tanto, debe ser responsabilidad de las autoridades que pretenden quitarle más dinero a los costarricenses el demostrar con argumentos claros que esto es realmente necesario, sin recurrir a manipulaciones y demagogia.

*Nuestro frecuente colaborado, Juan Carlos Hidalgo, es coordinador de proyectos para América Latina en el Cato Institute. Este comentario fue originalmente publicado en La Nación del 18de febrero del 2011.

Enviar "11-02 Demagogía fiscal" a Digg Enviar "11-02 Demagogía fiscal" a del.icio.us Enviar "11-02 Demagogía fiscal" a StumbleUpon Enviar "11-02 Demagogía fiscal" a Google

Etiquetas: juan carlos hidalgo Agregar / Editar Etiquetas
Categorías
Sin Categoría

Comentarios