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10-10 Columna libre: Perspectivas de la economía Costarricense en el 2011

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Diciembre del 2010

10-12 COLUMNA LIBRE: PERSPECTIVAS DE LA ECONOMIA COSTARRICENSE EN EL 2011

Por Carlos Federico Smith


Los economistas debemos ser concientes de las dificultades innatas que surgen al tratar de hacer predicciones puntuales sobre la economía. No me imagino algún profesional serio que se atreva, por ejemplo, a predecir cuál será el valor del colón con respecto al dólar digamos que a fines del 2011. Es imposible predecir los valores exactos en el mercado, a no ser que alguien ose decir que existe “un mercado” libre que refleja el verdadero precio del dólar cuando se presenta una devaluación de, digamos, cinco pesos cada semana por la acción del Banco Central o algo así por el estilo, tal como era relativamente fácil predecir hace unos cuántos años. En los mercados con algún grado de libertad es difícil saber de antemano con certeza tal valor pues no es posible disponer de todo el conocimiento necesario para hacerlo, tal como sí lo poseen los mercados. Por esta razón, me atreveré tan sólo a hacer “predicciones” muy generales acerca del posible comportamiento de la economía costarricense en el 2011, a sabiendas del grado de precariedad de ellas.

Podemos esperar la presencia de una serie de fuerzas que incidirían sobre las principales variables económicas provenientes tanto del campo interno como del exterior. Empezaré por analizar el impacto de este último sector, si bien es obvio que muchos de los factores que se pueden llamar “domésticos” están profundamente influidos por esas cosas que llamamos externas. Por ejemplo, la tasa de inflación medida domésticamente o los tipos de interés que pueda proponer el Banco Central durante el próximo año estarán claramente influidos por factores de naturaleza externa.

Inicio refiriéndome al comportamiento esperado de la producción nacional, lo que los economista llamamos el Producto Interno Bruto. De acuerdo con algunas de las más notorias predicciones acerca de su comportamiento -aquellas del Banco Central y pronto adoptadas por las autoridades económicas del Poder Ejecutivo- se ha mencionado que en el 2011 la economía costarricense podría crecer entre un 4.5 y un 5%, ocasionado por una mayor expansión de las exportaciones nacionales. Si bien esta estimación se hizo a mediados del año pasado, ha sido reafirmada -hasta el momento- por el Banco Central, en que tengo serias dudas de que tal tasa pueda lograrse en el 2011,no sólo porque la economía costarricense ha venido creciendo a niveles que no son consistentes con ella, sino porque también se han presentado y seguirán presentándose diversas circunstancias externas e internas que van en contra de dicho aumento de la tasa de crecimiento del 2011 con respecto a la del 2010, que por cierto no es un modelo a nivel latinoamericano a partir de los recientes datos de la CEPAL.

El principal problema que enfrenta aquella estimación es que hay varios elementos cruciales que afectarían negativamente las exportaciones, impidiéndose el logro de ese mayor crecimiento esperado por los proponentes de la tasa de crecimiento bajo comentario. Por una parte, el tipo de cambio del colón con respecto al dólar se ha revaluado en alrededor de un 20% en este año, lo cual hace que el mayor aumento relativo en los costos internos ocasione una pérdida de competitividad de nuestras exportaciones (al exportador le quedan ahora menos colones con los cuales pagar los mayores costos internos comparativos medidos en colones). Si bien son notables muchos esfuerzos de empresarios exportadores por aumentar su productividad y así paliar en algo esa pérdida relativa de competitividad, no parece existir un margen de mejora tal que pueda compensar esa revaluación del colón de cerca de un 20%. Por ello es de esperar un menor crecimiento de las exportaciones durante este año (vean que digo menor crecimiento y no un decrecimiento) y por ende se limitaría ese factor que supuestamente impulsaría un aumento mayor en nuestro PIB.

Por otra parte, mucho del crecimiento que se esperaba de nuestras exportaciones surgía de un mayor crecimiento de la principal economía con la cual intercambiamos, cual es los Estados Unidos, y también de Europa. Ambas economías durante el 2010 no crecieron a las tasas esperadas, sino que resultaron ser menores, lo cual incide negativamente en la demanda de nuestras exportaciones. Esta ralentización de ambas economías se espera que continúe durante el 2011: ambas crecerán, pero no mucho ni muy rápido, por lo cual habría de esperar que la demanda proveniente de esos mercados no sea tan dinámica como se consideró y por lo tanto esas exportaciones no se convertirían en el motor que impulse la economía nacional durante el 2011.

Políticas económicas expansionistas, principalmente en los Estados Unidos, durante el 2011, si se ponen en marcha podrían continuar afectando “negativamente” nuestras exportaciones, al ocasionar una revaluación del colón adicional a la ya vista. Me refiero a la propuesta del Banco de Reserva Federal de los Estados Unidos para impulsar otra fuerte inyección monetaria a su economía como medida anti-recesiva, que, al menos en el corto plazo, podría inducir un influjo de capitales hacia este país (en general a las economías en crecimiento diferentes de las de Europa y Estados Unidos), en especial si se mantiene domésticamente una tasa de interés que resulte ser más atractiva para el inversionista que las que puede lograr en las naciones que expandieron su moneda. Un mayor influjo de dólares aquí estimularía una caída en el valor del dólar, lo cual afectaría a las exportaciones. A esta entrada de capitales “golondrina”, como la llaman algunos, se podría adicionar el ingreso de capitales de inversión fija hacia el país por la aún relativa ventaja comparativa que se tiene de ciertas actividades principalmente relacionadas con zonas francas, pues a las empresas transnacionales les sigue siendo aún más beneficioso seguir operando desde aquí que haciéndolo en su mercado doméstico tradicional. Los llamados “call-centers” son un buen ejemplo de ello. Sin embargo, si se continúa revaluando el colón aún esta competitividad medida a los actuales costos de la divisa se podría revertir: Costa Rica se convertiría en una nación “cara” para producir.

Por otra parte, y también proveniente de los mercados externos, se ha venido dando un lento pero gradual incremento en los precios de ciertas materias primas y bienes primarios que, sin duda y al contrario de lo que se ha venido comentando, va a provocar mayores egresos de divisas -tal vez algo deseable a la luz de la revaluación del colón antes expuesta. Está por verse la magnitud de este crecimiento internacional de los precios y es un factor a ser observado cuidadosamente el año entrante.

El Banco Central no parece disponer de muchas salidas al enredo cambiario y posiblemente acuda a medidas que tal vez no sean las mejores, pero las que podría tomar tratando de revertir la revaluación del colón. Me refiero a la imposición de encajes legales extraordinarios a ciertos flujos de capitales (de nuevo a los estigmatizados como “golondrina”), pero esto encarecería el costo del financiamiento interno y podría impulsar un alza en las tasas de interés, lo cual haría relativamente más rentable invertir en el país que en sus mercados de origen. En síntesis, tal vez sólo podría lograrse aumentar el período de inversión de fondos externos en el país, pero tal vez relativamente con poco efecto con la entrada neta total de los capitales.

Por otra parte, esta es una buena oportunidad para que los mercados de divisas se liberen de la carlanca del ineficiente proteccionismo y se logre una mejor asignación de los recursos escasos del país. Es bien conocido por los economistas que un impuesto a la importación es un impuesto a la exportación. Lo que el proteccionismo -esto es los impuestos a la importación-

logran es un tipo de cambio del colón con respecto al dólar menor que el que se tendría en ausencia de aranceles. La economía nacional aún está plagada de algunos fuertes aranceles que incluso afectan fuertemente al sector de producción doméstica ante las importaciones crecientes actuales y en potencia provenientes del exterior. Se trata de bienes que se producen a costos menores en el resto del mundo en parte por la ausencia de aranceles en los mercados internacionales, mientras que el productor doméstico sí se ve obligado a pagar esos insumos más caros a causa de los aranceles proteccionistas. Esto deja a muchos de nuestros productores en una desventaja desleal ante la competencia extranjera, pero no debido a políticas que toman esos extranjeros sino por el abuso de los protegidos domésticos en el marco de una blandengue política gubernamental. Debo recordar los altos aranceles de nuestro país a las importaciones de lácteos, granos básicos, carne de pollo, cerdo y res, aceites, varilla de hierro, lámina galvanizada, etcétera, que hoy día afectan indebidamente a los consumidores costarricenses.


Por supuesto que esta propuesta de rebajar los aranceles en busca de igualar la cancha cambiaria hoy totalmente distorsionada no es “políticamente” bien vista por las autoridades gubernamentales, quienes prefieren que el tema ni se mencione.
Finalmente, entre los factores externos que deben tomarse en cuenta como posibles causantes de impactos importantes en la economía costarricense, está la evolución que tenga lo que actualmente te conoce como “la guerra de los tipos de cambio” entre las principales economías mundiales. Por supuesto que directamente el colón costarricense no juega ningún papel de relevancia en la economía mundial, pero sí se podría ver afectado indirectamente por la vía del precio relativo del dólar con respecto a la moneda china, por ejemplo, o entre el dólar y el euro. Sin embargo, a la fecha es muy difícil prever la evolución de esta “guerra” y el impacto que pueda tener adicionalmente al ya percibido en los mercado internacionales, pero que bien se podría agravar en el 2011.

Antes de dejar de lado las influencias externas en la economía, debo señalar dos áreas que podrían incidir fuertemente en un importante aspecto económico cual es el comportamiento de la tasa de inflación. Por una parte, si el Banco Central decidiera defender lo que se ha llamado el piso de la banda, adquiriendo dólares en el mercado para defender un tipo de cambio menos revaluado que el actual, ello impulsará un inflación que ya de por sí puede dar un respiro al alza después reciente de un período de una inflación relativamente menor se le mide por el llamado índice de precios al consumidor. Dadas las recientes decisiones del Banco Central de acrecentar su tenencia de dólares como reservas es de esperar que la mayor expansión monetaria que esto implica dé lugar a un crecimiento mayor de los precios internos.

En adición a este problema potencial, también es notorio que el decrecimiento internacional de los precios ya se ha frenado y esa caída no hay duda que incidió en una menor inflación medida en nuestro país. Es más, ya han empezado a subir ciertos precios internacionales de bienes que son intensamente intercambiados en la economía mundial y que sin duda tendrán un impacto doméstico, por lo que es de esperar una reanudación de las presiones inflacionarias domésticas. Esto tendrá un impacto al alza sobre las tasas de interés medidas en colones y sobre muchos de los valores financieros del país.

En aspectos meramente domésticos el tema fiscal jugará un papel crucial en la economía costarricense en el año 2011, en menor grado, y en años ulteriores en uno mayor, en caso de aprobarse el paquete fiscal que recientemente ha anunciado el gobierno y que podría traducirse en una aumento en las recaudaciones de un 1.5% del PIB. Esta última cifra es pequeña en apariencia, pero el impacto pleno sobre la economía puede ser muy grande y grave.

Hay dos elementos sumamente graves que caracterizan a la reforma tributaria propuesta por el gobierno, independientemente de los pormenores de cada uno de los gravámenes concretos, tema que se ha venido tratando en este Boletín, así como en medios de prensa. Por ello no abundaré sino en los dos aspectos mencionados.

En primer lugar, no parece existir conciencia en las autoridades fiscales del país acerca de la posibilidad de reducir el gasto estatal como medio de rebajar el déficit como porcentaje del PIB, que según estima el propio gobierno llegará a un 6% en el 2011. En ciertas propuestas que se han circulado, las autoridades mencionan la necesidad de “racionalizar el gasto”, pero lo cierto es que no señalan medidas concretas para lograrlo. La palabra AUSTERIDAD está ausente del diccionario de los gobernantes de turno. Estos intentan asustarnos de la gravedad de la situación fiscal al indicarnos que si no se toman medidas el crecimiento esperado del déficit sería de un 6% del PIB, pero lo cierto es que únicamente piensan reducirlo mediante incrementos en los impuestos y no con algún descenso en los gastos. Debemos recordar que el actual gobierno oportunamente indicó que uno de los mayores factores causantes del aumento en el déficit fiscal es el resultante de las políticas expansionistas seguidas por la administración anterior, además de la caída de los ingresos tributarios ocasionados por el descenso en el crecimiento de nuestra economía y de la economía mundial.

Es tal el grado de insensibilidad de las autoridades fiscales, ante el dolor que causa un aumento en los tributos que paga el ciudadano, que no tienen empacho en indicarnos que, en este período de puesta en marcha de medidas anti-recesivas, se logró aumentar fuertemente el empleo público. Pero no nos dicen que éste, en vez de ser transitorio como lo aconsejaría una sana política anti-recesiva, es permanente y en ningún lado nos señalan que en el 2011 es necesario volver a la normalidad en cuanto a la política de empleo público, pues más bien parece que lo único que les importa es ver cómo se logran más recursos provenientes de impuestos para poder para pagar este nuevo gasto adicional que de ninguna manera intentan ahora reducir.

En segundo lugar, estos nuevos gravámenes que se proponen van a impactar negativamente al crecimiento económico del país, no sólo porque nuestro actual esquema tributario exonera de pagarlos a la totalidad de las empresas ubicadas en las zonas francas, sino que cualquier aumento de gravámenes se puede aplicar tan sólo sobre la única base tributaria disponible, cual es el resto de actividades ubicadas en el territorio en tanto no operen bajo el régimen de zonas francas. Es decir, a todos los costarricenses y extranjeros que operen en el país a excepción de las zonas francas. Es evidente que en la actualidad en la economía nacional casi que lo único que muestra algún ligero grado de crecimiento es la actividad productiva de las zonas francas, en mucho por la (ligera) recuperación de la economía estadounidense. No sucede lo mismo con nuestros sectores de servicios y menos con la manufactura doméstica ex zona franca, así como con la agricultura y la construcción. Es decir, en la actualidad la economía nacional fuera de zonas francas muestra muy poco, si algún, crecimiento y es sobre aquella que se imponen nuevos y mayores gravámenes.

Por lo tanto, al incidir los gravámenes principalmente en otras actividades de la economía que nos sean zonas francas, su resultado económico se retraerá aún más y dado que el déficit con respecto al PIB no es sino el resultado de un exceso de gasto sobre impuestos como porcentaje de aquél, los aumentos de impuestos que se proponen, al rebajar el crecimiento del PIB, no lograrán el resultado que alegremente espera el estado costarricense, cual es reducir ese déficit gubernamental como porcentaje de un PIB que más bien crecerá menos. En síntesis, la economía va a crecer mucho menos en el 2011 en comparación con un ya débil aumento experimentado en el 2010.

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