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10-06 Dolarización como regimen cambiario alternativo para Costa Rica

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Junio del 2010

10-06 DOLARIZACION COMO REGIMEN CAMBIARIO ALTERNATIVO PARA COSTA RICA


Por Jorge Corrales Quesada*

I.- INTRODUCCION

Desde ya deseo aclarar que no hay nada en el Tratado de Libre Comercio entre Costa Rica, Centro América, República Dominicana y los Estados Unidos, que requiera dolarizar nuestra economía. Digo esto para frenar cualquier intento de tergiversación de los profetas del negativismo, quienes, no me extraña, podrían aseverar que se oponen al TLC, porque éste exige una Costa Rica dolarizada.

Sí, yo propongo que los residentes de Costa Rica usemos extensivamente el dólar estadounidense como moneda (u otra moneda extranjera) al lado del colón, que se emplearía como moneda fraccionaria. Al igual que Panamá.

Voy a exponer el principio general dentro del cual enmarco mi propuesta. Una moneda tiene valor si es objeto de demanda; si la gente la desea para realizar transacciones o como un almacén de valor. Creo que la experiencia reciente con la moneda de Costa Rica nos indica que su demanda declina en comparación con la que los costarricenses hacemos de otras monedas, tales como el dólar o el euro. La prueba de la existencia de tales demandas es si permitimos que los costarricenses escojan libremente cuál moneda usar para sus transacciones (esto es, que puedan sustituir la moneda nacional) o bien para mantener sus acervos de riqueza (es decir, que nos proteja de los riesgos macroeconómicos y, principalmente, contra la inflación interna).

Recientemente veníamos observando un país que gradualmente sustituía al colón por el dólar y como cada día más y más transacciones se realizaban en moneda estadounidense en vez de hacerlo en colones. Esto no sólo se daba en transacciones de alto valor, principalmente tierras y otras propiedades, sino también en activos duraderos o semi-duraderos, como vehículos y cierta línea blanca, pero, además, era la forma frecuente con que se pagaba el salario para ciertas posiciones relativamente altas o escasas en la actividad privada, lo que incluso provocaba la sorpresa y el deseo de trabajadores remunerados en colones, para que también a ellos se les cancelara en dólares. Costa Rica estaba experimentando una dolarización extraoficial.

Sobre este tema nada más permítaseme citar tres fuentes que lo corroboran: una es el Fitch Ratings del 2006, que manifiesta su preocupación por la dolarización financiera del país; otra es el informe del Fondo Monetario Internacional del 2003, el cual señala que el 60% del crédito al sector privado estaba dolarizado, indicando una importante vulnerabilidad de la economía y, en tercer lugar, más recientemente, el Country Report del Fondo Monetario del 2006 para Costa Rica, que señala que “la dolarización de los depósitos y el crédito en el sector financiero son aún altos (aunque parece que se han nivelado). Por supuesto que el FMI insiste en que las autoridades económicas nacionales tomen acciones para des-dolarizar la economía, tal como las autoridades del Banco Central lo han venido intentando hacer, si bien ciertamente la fijación actual del tipo de cambio al piso de la banda cambiaria hace muy poco por estimular una des-dolarización del país.

Esencialmente propongo que Costa Rica inicie un proceso de dolarización como paso previo a una libre tenencia de monedas.

II.- BENEFICIOS Y COSTOS DE DOLARIZAR


Los expongo a fin de que, y al menos como un principio, se ponderen los pros y los contras de una dolarización para los costarricenses.

A.- POSIBLES BENEFICIOS

Por lo general, cuando los países dolarizan oficialmente es cuando se encuentran inmersos en serias crisis financieras. Alguien de inmediato me va a decir. “Costa Rica no sufre una crisis financiera. Entonces, ¿para qué dolarizarnos? Esta pregunta tan razonable me permite señalar lo que es uno de los principales beneficios que se esperaría de una dolarización, en especial porque, de hacerlo en una situación de relativa estabilidad financiera, disminuyen los enormes costos del ajuste económico que usualmente se requiere para salir de una crisis: es mejor hacer la dolarización en una situación de relativa tranquilidad, que hacerla cuando nos encontramos inmersos en una grave crisis financiera-cambiaria.

1.- Inflación menor y bajan riesgos de inflación en el futuro.

Cuando un país se dolariza es de esperar que su tasa de inflación se aproxime a aquella del país cuya moneda aceptó. Al hacerlo implícitamente se asume que la inflación del país es superior a la inflación del país por cuya moneda optó. El dolarizado Panamá es el único país de América Latina que no ha sufrido una inflación elevada, aún en el difícil período del gobierno del general Noriega. La menor inflación da más seguridad a los derechos de propiedad sobre el dinero, lo que estimula el ahorro y los préstamos a largo plazo con bajos intereses, pues disminuye la incertidumbre, desaparece el riesgo cambiario y el cálculo económico es más predecible. Sigo con Panamá: a diferencia de Costa Rica, allá son usuales los préstamos para vivienda a 30 años plazo, con tasas muy cercanas a las vigentes en las principales plazas financieras del mundo.

Deseo destacar que, por ejemplo, para el caso de Costa Rica, desde la desafortunada administración Carazo, en la que en 1982 hubo tasas de inflación cercanas a los 3 dígitos, el país bajó gradualmente la inflación pero, rara vez y sólo ocasionalmente, logró que fueran tasas inferiores a un dígito, en tanto la inflación en los Estados Unidos, a excepción de la mala administración económica de Carter, nunca ha superado, en época reciente, el 5% anual (hoy es cerca de un 2 o un 2 y medio por ciento).Una Costa Rica dolarizada probablemente hubiera tenido tasas cercanas a estos niveles y no las elevadas tasas anuales de inflación sufridas en los últimos 25-30 años.

Pero, ¿y que podría esperarse en el futuro? Tengo la impresión de que uno esperaría que, dada la experiencia histórica, la inflación en los Estados Unidos será menor que la de Costa Rica, por lo que una dolarización del país se espera que rinda réditos en el campo de la inflación. Sin embargo, no hay certeza de que Estados Unidos no va a sufrir altas tasas de inflación. Frente a ello, baste decir que una dolarización no es una estrategia sin salida: se puede perfectamente usar otra moneda distinta del dólar, por hipótesis, el euro o alguna otra, que no tenga esos eventuales problemas. Esto lo determinará el libre uso de los costarricenses.

Una dolarización no debe ser vista como un matrimonio de por vida, necesariamente, aún cuando me parece que el Sistema de Reserva Federal es más confiable que el Banco Central de Costa Rica o el de Venezuela, entre muchos otros. Claro, eso está por verse a través de los tiempos. La libre demanda de los ciudadanos será la que determine la moneda que considere como la más adecuada para realizar sus transacciones. Me parece que, al momento, escogería el dólar.

2.- Reducción de las tasas de interés

Intimamente ligado con lo expuesto y al hecho de que la dolarización elimina el riesgo de devaluación del colón, es posible que se reduzcan los intereses en el país que dolarice, pues las tasas tenderían a converger, si bien es posible que para ello se requiera de un tiempo relativamente amplio. Siempre habrá diferencias en las tasas por lo que se denomina como “riesgo-país
o riesgo soberano”, pero observen cómo, y de nuevo me remito al caso de Panamá, allá las tasas internas de interés suelen ser superiores a tan sólo un 2 o un 2 y medio por ciento sobre las de Estados Unidos. La dolarización no elimina la prima por riesgo soberano de un país (esto es, el riesgo de incumplimiento de pagos de un país por sus deudas denominadas en dólares), pero, evidentemente, sí reduce el riesgo derivado de una devaluación, que por definición con una dolarización ya no se daría.

No omito mencionar el efecto positivo de tal baja en las tasas de interés por el costo del servicio de la deuda externa privada y pública del país que dolarice, así como para que aumente la inversión y con ello su crecimiento económico.

3.- Reducción de las posibilidades de crisis

Debo ahondar sobre los costos que las crisis generalmente ocasionan a los países menos desarrollados y señalar que la dolarización contribuye a amortiguar el impacto negativo que aquéllas suelen ocasionar. La dolarización no elimina la posibilidad de que haya una fuga de reservas ocasionada por la existencia de un sistema financiero débil o un mal manejo fiscal del país, pero sí elimina de tajo el riesgo cambiario del país. En la historia de Panamá, que de nuevo uso como ejemplo, hay períodos de crisis a causa de debilidades financieras o por disturbios político-militares, pero no por la posibilidad de que se devalúe “su moneda” para corregir las típicas crisis financieras de nuestros países. Recordemos que éstas se caracterizan porque al inicio suele haber una fuga súbita de capitales y luego viene una significativa devaluación de su tipo de cambio, la cual es usualmente seguida por una crisis financiera y una caída sustancial de la producción.

Con la dolarización y la consecuente eliminación de la volatilidad de la moneda con respecto al dólar, lo que excluye la posibilidad de crisis en el tipo de cambio, es posible para el país lograr mayor estabilidad; al eliminarse el riesgo cambiario, se limita la incidencia y la magnitud de las crisis y los casos de contagio. Al alejarse el incentivo para la fuga de capitales por temor a una devaluación, es menor el posible efecto negativo de los grandes movimientos de capitales sobre la economía doméstica.
Es oportuno señalar que, al surgir una crisis en su balanza de pagos, muchos países suelen acudir al expediente del control de capitales, en vez de devaluar, creyendo que así resuelven el problema de la volatilidad de los capitales. Esta suele ser una política errada, pues prolonga las políticas económicas equivocadas que inducen a la crisis en mención, sino que, también, introduce fuertes costos no sólo de control, sino de evasión tributaria, de corrupción, así como frena la inversión necesaria y la transferencia de tecnología.

4.- Reducción en los costos de transacción

La primera reducción obvia en los costos de transacción se da al eliminarse el costo de cambiar una moneda por otra; es decir, elimina la diferencia entre el precio de compra y el de venta de convertir moneda doméstica por la extranjera. Asimismo, hace innecesarias operaciones que cubran el riesgo cambiario entre monedas. Ambos efectos estimulan la inversión y el intercambio entre los países de la zona unificada. Asimismo, si hay operaciones cambiarias múltiples; digamos, por ejemplo, intercambiar colones por dólares para luego cambiar esos dólares por yenes, ya no es necesario tanto costo de transacción, pues sólo sería entre cambiar dólares por yenes, lo cual puede ser una economía sustancial en un comercio internacional entre tan diversas naciones.

Asimismo, se reducirían los costos de transacción cuando en los países se tiene leyes bancarias que exigen reservas legales diferentes dependiendo de la moneda. Con la dolarización oficial, tal como sucede en Panamá, puede obtenerse una tasa de reserva legal inferior a la que se tendría con la moneda nacional, por un lado y, por el otro, con la moneda extranjera. Estimaciones de Moreno-Villalaz para Panamá señalan que las reservas legales de los bancos comerciales son 5 puntos inferiores a las que tendrían si Panamá tuviera una moneda doméstica distinta del dólar.

Otra posible reducción importante en los costos de transacción se da al facilitar el comercio internacional, a lo cual me refiero de seguido.

5.- Mayor integración con el comercio mundial

Gracias a esa reducción en los costos de transacción, así como por asegurarse la estabilidad de los precios en dólares de los Estados Unidos, la dolarización facilita al país integrarse al comercio mundial y, específicamente, con los Estados Unidos (o con cualquier otro país cuya moneda se adopte). Hay evidencia empírica de que las provincias canadienses están más integradas entre ellas (medido por un volumen de comercio hasta 20 veces mayor) en comparación con los estados geográficamente más cercanos de los Estados Unidos. El uso de una moneda común (aquí es el dólar canadiense) puede ser la explicación de esta mayor integración comercial, pues, de hecho, el comercio trans-fronterizo entre Estados Unidos y Canadá se caracteriza por sus bajos costos de transacción y por restricciones comerciales relativamente menores.

Por otra parte, a lo interno de la economía nacional habría un claro incentivo para que sus exportaciones se den por su eficiencia relativa en el uso de los recursos y no por un premio inconveniente originado en una política cambiaria, que, como hoy sucede en Costa Rica, incluso podría sobrevalorar a la divisa.

Es importante destacar que con la dolarización el comercio internacional se haría en términos de una moneda (asumamos que es el dólar), que goza de aceptabilidad generalizada, en vez de introducir una moneda relativamente desconocida en el comercio internacional que posiblemente casi no tiene aceptación. Siempre me he cuestionado ¿qué pasaría si Jorge Corrales llega a un banco comercial en Zambia o Bolivia, sosteniendo en una mano cincuenta mil colones y en la otra, digamos, diez dólares, e intenta cambiar esas monedas por la moneda nacional de esos países? Posiblemente al cajero no le interese ese dinero parecido al del “monopoly” que tengo en una mano, mientras que rápidamente reconocería a los dólares. ¿Cuál moneda creen ustedes que aceptaría el cajero? La diferencia está en que una de ellas sí tiene aceptación universal (o casi universal), mientras que la otra es tan sólo conocida en un lugarcito del universo. ¿Con cuál moneda creen ustedes que será más fácil realizar el comercio internacional o invertir en algún proyecto dado en algún lugar del mundo?

6.- Mejora en la integración financiera

No sólo se estimula a que crezca el comercio, sino también esperaría que haya una mejora en la integración financiera entre el país y los Estados Unidos, tanto porque ahora el Banco de Reserva Federal de hecho se constituye en el Banco Central de Costa Rica (lo que probablemente en sí mismo significaría un ahorro de recursos escasos, si bien posiblemente menor), como porque es de esperar una mejora sustancial en los regímenes regulatorios y supervisorios del sector financiero, cuyo desarrollo es crucial para el crecimiento económico del país.

B.- POSIBLES COSTOS

Los siguientes costos han sido señalados como causados por una dolarización:

1.- Pérdida del señoriaje

Por señoriaje, en términos simples, se entiende al ingreso que obtiene el estado por el poder de emitir dinero fiduciario. El Banco Central denomina como señoriaje al resultado de emitir dinero en efectivo que no devenga intereses y que es invertido en activos que sí los devengan, lo cual se refleja en utilidades brutas para el Banco. Si deja de emitir colones, se dice que pierde estos ingresos, los que se trasladan al banco emisor de la moneda que cursa en el país (por hipótesis el Banco de Reserva Federal de los Estados Unidos).

Creo que a veces se sobredimensiona este argumento, por las siguientes razones: (1) En muchas ocasiones la dolarización es de hecho muy extendida, por lo que, antes de una dolarización oficial, ya el Banco Central había perdido muchas de sus facultades sobre el señoriaje (recuperar el señoriaje que estaba perdiendo puede ser una hipótesis para explicar el actual comportamiento de nuestro Banco Central). (2) La hipotética de pérdida de señoriaje se suele computar al momento de dolarizar, pero, en realidad, debería ser a la nueva supuesta menor tasa de inflación debido a la dolarización. Esto porque, si un país ha decidido dolarizar para bajar su tasa de inflación, significa que valora más su reducción que el posible ingreso que el Banco obtiene por la inflación, por lo cual la pérdida de señoriaje por la dolarización se debería de medir a la tasa de inflación menor que se tendría sin que se tuviera una dolarización. (3) También es factible que el país que dolariza negocie con los Estados Unidos recibir parte del señoriaje adicional que éste obtendría si Costa Rica dolariza. (Esa podría ser una función que asuma el Fondo Monetario Internacional, el cual, de paso, con la dolarización hace innecesario su papel en cuanto a la política cambiaria; posiblemente esta pérdida de razón de ser nos explica cierta animadversión mostrada hacia la dolarización). (4) Al dolarizar se da una mayor confianza en la economía nacional, lo cual se traduce en mayor inversión y, por ende, crecimiento, por lo que se esperaría que los ingresos fiscales aumenten, compensando en algo la posible pérdida del señoriaje. (5) Si existen monedas nacionales en circulación (tal como el balboa en Panamá), siempre habría algún grado, si bien relativamente menor, de ingresos por señoriaje.

2.- El costo de convertir precios, contabilidades, cajas registradoras y similares, a la nueva moneda

Este sería un costo de una sola vez por todas; sin embargo, si el país está experimentando una fuerte inflación, también se incurriría en tales costos, pero de forma continua. Con la menor inflación ocasionada por la dolarización, más bien habría una economía de costos.

3.- Se perdería la función del Banco Central como prestamista de última instancia.

Esta función del Banco Central consiste en la posibilidad de rescatar un banco comercial de una situación de insolvencia, que puede ser importante en una situación de crisis financiera. El Banco Central al emitir dinero puede otorgarle préstamos al banco comercial para enfrentar una incapacidad temporal de pagar sus pasivos, con activos que usualmente tienen un plazo de recuperación mayor al que tiene para el pago de sus obligaciones.

No voy a extenderme sobre si, debido al problema de riesgo moral que implica la función de prestamista de última instancia, más bien ella puede contribuir a agravar la volatilidad de los mercados financieros y cambiarios de las economías menos desarrolladas, por lo que una dolarización sería preferible al introducir mayor disciplina en el mercado. En cambio, sí puedo señalar que el presunto costo por la pérdida de la función de prestamista de última instancia puede ser mitigado con el uso de alternativas tales como crear un fondo especial o una línea de garantía con un prestamista internacional de última instancia, que brinde los recursos necesarios en circunstancias en que se exceda la capacidad interna de suministrarlos. Podría encargarse al Estado que obtenga los recursos necesarios mediante préstamos externos o creando un fondo interno especial para tales acontecimientos, mediante un aporte de los entes financieros domésticos objeto de su regulación en tal sentido.

De hecho, como señaló Guillermo Calvo (“Capital markets and the exchange rate, with special reference to the dollarization debate in Latin America,” Journal of Money, Credit and Banking, mayo del 2001), los bancos centrales de los países industrializados no llevan a cabo su función de prestamista de última instancia mediante la emisión de dinero, sino que lo hacen pidiendo prestado.

4.- Se pierde flexibilidad en la política monetaria doméstica

No es que se “pierde flexibilidad”. Es que ya no va a haber flexibilidad alguna. Precisamente de lo que se trata es que no haya una política monetaria doméstica. Los episodios desafortunados de inflación y devaluación y grandes pérdidas en la riqueza de los ciudadanos, es lo que impulsa el argumento a favor de la dolarización. Me da la impresión de que en nuestras naciones las prédicas que uno puede agrupar bajo el rimbombante título de “soberanía monetaria” no son para defender buenas prácticas monetarias, como podrían ser medidas anti-cíclicas apropiadas, sino más bien es un nacionalismo nefasto reflejado históricamente en muchos períodos de inestabilidad monetaria y cambiaria de nuestras economías. Esto, más que “soberanía monetaria”, me suena a “soberbia monetaria”.

III.- CONCLUSIONES


Concluyo con dos ideas. La primera es agradecer al Dr. Juan Muñoz Giró por su tiempo tan escaso dedicado a la lectura de este comentario y, sobre todo, por sus sugerencias, que de ninguna manera significa que evada mi responsabilidad por ellas y, en segundo lugar, decirles que se avecina el momento adecuado para que el país valore la conveniencia de que los ciudadanos costarricenses podamos proteger el valor de nuestro trabajo y de nuestros ahorros, con una moneda que, a largo plazo, nos brinde confianza. Hoy día nuestro trabajo es subvaluado en colones simplemente por el diseño del Banco Central de Costa Rica, como una muestra más de que nuestros haberes en colones están determinados por la buena o mala voluntad, conocimiento o pericia de quienes emiten una moneda de curso legal en el país. El Banco Central le puede fijar a nuestra moneda un valor que es totalmente ajeno a aquél que los ciudadanos estamos dispuestos a darle.

Se avecina el momento mas adecuado para discutir tranquilamente el tema de la dolarización en Costa Rica. No tenemos, al momento, temor de una escasez de reservas ni se percibe una crisis financiera cambiaria con una posible devaluación del colón, sino que hoy se da lo contrario. Es por esto que, además de la, en mi opinión, inminente aprobación por Costa Rica de un área de libre comercio entre Centro América, Republica Dominicana y los Estados Unidos, cuya ampliación del comercio se hará básicamente en una moneda común, el dólar estadounidense, en vez de dolarizar en un momento de crisis, con lo angustioso y oneroso que resulta todo ello, lo podamos hacer en el mejor momento posible o como ahora. Tal vez así podríamos evitar repetir aquí lo que dijo el Presidente Woodrow Wilson en 1919, después de haber firmado en 1913 la creación del Banco de Reserva Federal: “Sin proponérmelo he arruinado a mi país.”

*Exposición en el Seminario de Ecoanálisis del 31 de agosto del 2007

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Actualizado 26/07/2011 a las 13:13 por Boletín ANFE

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