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07-01 COLUMNA LIBRE-Consecuencias No Previstas

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07-01 COLUMNA LIBRE-Consecuencias No Previstas

Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Enero del 2007

Una idea clave en el pensamiento de Adam Smith es la de las consecuencias no previstas derivadas de la acción de los individuos. Recuerden su “mano invisible” en donde la acción de una persona, cuyo propósito era aumentar su bienestar, conducía, sin él proponérselo, al bienestar de toda una sociedad. Esta es un ejemplo de una consecuencia no prevista positiva. Pero también los economistas han enfatizado consecuencias no previstas negativas. Por ejemplo, cuando por ley se fija un precio inferior al que determina el mercado, la consecuencia no prevista negativa es que surja, a ese precio, una escasez del bien cuyo precio se pretende controlar.

Al exponer un abrumador ejemplo reciente en nuestro país de la ley de las consecuencias no previstas, empiezo por felicitar a la Junta Directiva de la ARESEP, por su decisión de eliminar una serie de subsidios cruzados que, como verán, es causa de serios daños al país. Tuvieron el coraje de deshacer un camino indebidamente proseguido desde los años setentas, cuando, sin base legal alguna, la propia ARESEP autorizó subsidiar a algunos derivados de petróleo a cambio de aumentar el costo para otros.

Al decidir el burócrata subsidiar un bien, generalmente lo hace –y no duda en proclamarlo urbi et orbi- con la mejor de las intenciones: favorecer a los consumidores que no pueden adquirirlo al precio que, sin subsidio, regiría en el mercado. Así, decidieron subsidiar el consumo del diesel, del bunker y de la gasolina para avión, pero, dado el efecto que tenía en el gasto de la economía y, por ende, en las “pobres” finanzas de RECOPE, optaron por compensar esa pérdida por los subsidios, con un aumento en los precios de otros derivados de petróleo, como fueron el asfalto, las gasolinas para vehículos y el gas licuado, entre otros. Hasta aquí todo suena muy bonito: los subsidios iban a favorecer a los más “necesitados”.

Pero los burócratas no tomaron en cuenta la ley de las consecuencias no previstas, tal como quedó desnudado durante una comparecencia de los interesados que la Aresep realiza cuando varía el precio de alguno de los bienes sujetos a su control.

Los costarricenses conocemos bien el estado patético de nuestros caminos, particularmente los huecos en vías asfaltadas, cuyo mantenimiento, se ha dicho, no se efectúa debido a la limitación de recursos. Así, si el asfalto fuere más barato, se podría mejorara situación de esas carreteras. ¿Cuál fue el efecto que tuvo en el costo del asfalto la compensación de subsidios dados a otras actividades? De acuerdo con un informe presentado por una empresa constructora de carreteras, al quitarse el sobreprecio de ¢150 por litro de asfalto debido al subsidio a los otros derivados de petróleo, el costo unitario de reparación se reduciría en cerca de un 18%. ¡Se imaginan ustedes cuántas comunidades podrían mejorar sus caminos con sólo eliminar dicho subsidio cruzado! Hay esperanzas de que nuestras calles sean más decentes.

Pero el problema es mucho más extenso. El llamado gas LPG también ha sido víctima de los subsidios cruzados. Se estima que este costo se traduce en una elevación de su precio de ¢30 por litro. Lo más grave es que este producto es usado por las familias de menores ingresos del país. Según información presentada ante la ARESEP, cerca del 30% de los hogares costarricenses utiliza el LPG para cocinar (porcentaje que obviamente sería mucho más alto con un precio menor, que está distorsionado por el traslado del subsidio dado a otros combustibles). Casualmente es en las provincias más pobres del país, Puntarenas y Limón, en donde se usa en mayor proporción (52% en Puntarenas y 55% en Limón), provincias que, a su vez, son aquellas en las que, en mayor proporción, se usa leña para cocinar (20% en Puntarenas y 12% en Limón). Esto se debe a que la alternativa de usar leña, el LPG, es relativamente muy cara debido a los subsidios cruzados. Esta inequidad e ineficiencia se lleva a cabo en nombre de la llamada “justicia social”. ¿Será que “eso” significa poder recargar a los más pobres del país el subsidio que se da a algunos otros? ¿Acaso “justicia social” significa empujar a la gente a usar leña para cocinar, desforestando nuestros bosques? Juzgue las consecuencias no previstas de subsidiar algunos combustibles cargando tal abuso a las espaldas de otros.

Tampoco debemos olvidar que lujosos carros, yates, entre otros, utilizan el combustible subsidiado relativamente abaratado. ¿Qué pensará el usuario de un carro que usa gasolina, que mucho le puede haber costado y que lo necesita para trasladarse a su trabajo, de que a él se le cargue el subsidio del diesel que usa un Mercedes Diesel (entre muchas otras marcas de carros que ya proliferan en el país)? Justicia social... Bien hecho por los señores de la Junta Directiva de la ARESEP.

Y eso que no me refiero en esta ocasión al sobreprecio doméstico, independientemente del subsidio cruzado cargado al LPG. Esto es, al precio mayor que pagamos los consumidores costarricenses con respecto al precio internacional (que no tiene nada que ver con el subsidio cruzado). Las estimaciones presentadas en la audiencia de la ARESEP señalan que dicho sobreprecio doméstico es casi de un 38% mayor que el precio internacional. ¿Se imaginan ustedes en cuánto se podría beneficiar el consumidor si se eliminara tal sobreprecio? La reducción posible por litro de LPG podría ascender a ¢56 por litro.

Carlos Federico Smith

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Actualizado 11/07/2011 a las 11:58 por Boletín ANFE

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