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Boletín ANFE

09-07 Hipocresía y dobles estandares

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Julio del 2009

09-07
HIPOCRESIA Y DOBLES ESTANDARES

Por Humberto Belli Pereira*

Los presidentes de la “izquierda” latinoamericana, están indignados por el rompimiento del orden legal en Honduras. En sus discursos y encendidas declaraciones deploran el uso de la fuerza bruta para dirimir controversias, condenan el irrespeto a la ley, y abogan por restablecer de inmediato la democracia y el estado de derecho en dicho país.

Es bueno que los presidentes latinoamericanos expresen en forma ardorosa su defensa del principio legalidad y alcen banderas a favor de la democracia. Si cada vez que esta fuese amenazada, miles de voces y voluntades levantaran la voz y el puño para defenderla, el sol de la libertad brillaría en América Latina.

Lo malo son las credenciales de quienes hoy rasgan sus vestiduras ante la acción de los militares hondureños. Raúl Castro, junto con su hermano Fidel, es coautor de la tiranía más antidemocrática de América. Los hermanos Castro han asesinado más de mil cubanos en el paredón y condenado a 27 años de cárcel a disidentes que no han hecho mayor crimen que criticarlos. En Cuba se han violado todos y cada uno de los derechos consignados en la Carta de la OEA y la declaración de los derechos humanos de las Naciones Unidas. En cierto sentido, Cuba vive un golpe de estado permanente que lleva cincuenta años, y cuya duración se explica no por el consenso de sus ciudadanos, amordazados, sino por la fuerza bruta de un estado policial ilegítimo.

Daniel Ortega, el anfitrión de este evento, robó en Noviembre las elecciones municipales nicaragüenses, perpetrando también una especie de golpe de estado a nivel local, al usar la fuerza del estado para arrebatar el poder a alcaldes electos por el voto popular y dárselo a usurpadores. Hugo Chávez, el dictador venezolano que aspira a perpetuarse en el poder, cierra cada día más espacios a la libertad de expresión, persigue a sus opositores y ha sido el principal destructor de la institucionalidad democrática de su país.
Son muchas las cosas chocantes de los dirigentes de la izquierda autoritaria latinoamericana; su desprecio por la ley, su intolerancia, su falta de escrúpulos, su ignorancia económica, la manipulación de los pobres, etc. Pero ninguna es tan repugnante como su hipocresía. Es curioso que en el Nuevo Testamento Jesús reservara sus términos más enérgicos contra los hipócritas; esos “sepulcros blanqueaos” que dicen una cosa y hacen lo opuesto, que fingen falsas indignaciones, que cubren con un manto de bondad y rectitud sus podredumbres. La hipocresía es nefasta porque subvierte la verdad y la razón.

La indignación de los ALBA-presidentes es selectiva y llena de ironías. Chávez llama salvajes y gorilas a los generales golpistas hondureños por intentar desplazar con la fuerza de las bayonetas a un presidente constitucional, obviando que el mismo, en 1992, intentó deponer con un golpe de estado al entonces presidente constitucional de Venezuela, Carlos Andrés Pérez. En la visión y semántica de estos dirigentes, gorilas son los militares que actúan contra presidentes de izquierda; quienes lo hacen a favor de la izquierda son libertadores o revolucionarios. Chávez, Ortega, Castro y compañía, no se indignan por la ruptura de un orden constitucional, sino porque la víctima del mismo es uno de ellos; un Mel Zelaya igualmente despectivo de las leyes e instituciones democráticas de su país.

Es irónico también que los ardientes defensores del socorrido principio de la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, con lujo de prepotencia quieran dictarles a los hondureños quién es su presidente, en lugar de permitir que lo hagan las legítimas instituciones de dicha república. Para los ALBA-presidentes, intervencionista es el extranjero que osa criticarles a ellos sus políticas. Cuando son ellos los que condenan, amenazan, o intervienen en los asuntos internos de otros estados, no hay injerencismo, sino “solidaridad latinoamericana.”

El problema es que lo maestros en el arte de la doblez tienen a su favor la capacidad de aturdir a sus audiencias y manipular los sentimientos de personas más nobles. En su reciente teatro han tenido la fortuna de hacer coro con demócratas de mejores credenciales que, como el presidente Arias de Costa Rica, se han sumado a la condena del golpe militar. Pero al menos Arias, Lula o Bachelet, tienen en su haber el ser gobernantes respetuosos de la institucionalidad y la democracia representativa. Como tales tienen derecho a reclamarles a los generales hondureños las violaciones al proceso legal. Lástima que al unir sus voces con quienes no comparten sus convicciones, otorguen a estos un manto de legitimidad que no merecen y erosionen el ideario democrático. Ojala despierten los verdaderos demócratas de América para que un día, los hipócritas que hoy esgrimen el dedo acusador, como fiscales, ocupen el banquillo de los acusados.

*El autor es miembro del Concejo Editorial del Diario La Prensa de Nicaragua

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Actualizado 21/07/2011 a las 15:04 por Boletín ANFE

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