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08-12 Columna libre: Objeciones al ciclo Austriaco de la economía

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Diciembre del 2008

08-12 COLUMNA LIBRE:OBJECIONES AL CICLO AUSTRIACO DE LA ECONOMIA

Carlos Federico Smith


Quiero comentar acerca de algunas objeciones formuladas a la visión austriaca del ciclo de los negocios, pues es conveniente, como buenos liberales, atender las observaciones que de buena fe se plantean en torno a una apreciación que se pueda tener sobre una realidad infinitamente compleja. Así es como avanza la teoría; así es como evoluciona la ciencia y para ello es primordial hacerlo en el marco de la libertad de pensamiento. En éste, al igual que en la Columna Libre del mes anterior, algunas partes complejas para el lector no familiarizado con temas económico-financieros se incorporan entre corchetes o paréntesis cuadrados. Su omisión de lectura no demerita el propósito de este ensayo.

Resumo lo que se denomina como el ciclo austriaco de los negocios, a sabiendas de que la explicación austriaca es mucho más profunda de lo que expreso (incluso de lo expuesto en mi Columna Libre anterior). Al expandir el crédito el Banco Central se produce una reducción de la tasa de interés de mercado, lo cual estimula un crecimiento de la inversión. Sin embargo, a esta nueva tasa de interés surge una divergencia entre una mayor inversión deseada en la economía y el ahorro que en esa economía se decide formar. Ese incremento en la inversión inducido por la menor tasa de interés no es sostenible dado que el ahorro de la economía no ha variado; esto significa que el crecimiento del ciclo económico terminará por experimentar una caída, pues, al invertir más los empresarios como resultado de la baja artificial en la tasa de interés, demandarán más recursos productivos de los disponibles en la economía, provocando un incremento de los precios de los bienes y servicios.

Para los economistas austriacos este aumento de la cantidad de dinero en circulación, medio que el Banco Central usa para expandir el crédito, ocasiona un incremento en los precios absolutos y también variaciones en los precios relativos, lo cual tiene un efecto sobre la estructura de la producción.

Para entender lo que sucede luego, recuérdese el énfasis que los austriacos hacen sobre una estructura de la producción caracterizada por una gama de bienes producidos a una relativamente mayor o menor distancia (en el tiempo) de aquellos bienes de consumo. Por ejemplo, la producción de bienes de capital o de materias primas o los proyectos de diseño y la construcción de equipos están muy lejos de los bienes finales de consumo. Al contrario, actividades económicas como el comercio minorista o mayorista y el transporte final, se hayan muy cerca de la actividad terminal de consumo. Tener presente el concepto de estructura de la producción es importante para responder a objeciones formuladas a la apreciación austriaca sobre el ciclo económico.
Al expandir el crédito el Banco Central, ocasiona una caída en la tasa de interés de mercado, pero la tasa natural de interés –la que define la formación de ahorros de las personas- no ha variado y, por tanto, significa que no decidirán ahorrar más para financiar la expansión de la inversión mencionada.

Al bajar la tasa de interés de mercado hay un estímulo para llevar a cabo proyectos que anteriormente, a la tasa previa de interés de mercado, no eran rentables. Ahora sí resultan serlo. Pero, entre más distante sea la producción de otros bienes de la de bienes de consumo, mayor será el estímulo para invertir en los primeros, pues lo importante es el rendimiento de la inversión a través del tiempo y la tasa de interés de mercado, que permite comparar costos presentes con la inversión inicial, ahora se ha reducido artificialmente por la acción del Banco Central. Esta medida favorece relativamente más a los proyectos intensivos en capital y que estén más alejados en el tiempo de la producción de bienes destinados al consumo final.

El problema está en que hay una discordancia entre la nueva estructura de la producción, ahora estimulada por la menor tasa de interés de mercado, y la preferencia hacia el consumo (ahorro) de las personas, la cual no ha variado por la decisión del Banco Central. Esta inconsistencia termina en una crisis.

La expansión monetaria del Banco Central provoca un aumento en la demanda de bienes de capital y con ella se incrementa la demanda de factores productivos usados en su producción, específicamente del factor trabajo, por lo que sus salarios en el sector productor de bienes de capital aumentarán en comparación con aquellos pagados en el sector de bienes de consumo. Habrá una emigración de trabajadores de este último sector hacia el primero. Pero, al bajar la oferta de trabajadores en el sector de bienes de consumo, aumentan sus salarios y, por ende, en el costo de los bienes, lo cual provoca que el consumo de esos bienes se reduzca y, por lo tanto, que aumente el ahorro.

Por su parte, los mayores salarios en el sector de bienes de capital provocan que aumente la demanda de bienes finales y, por tanto, de los precios.

Al elevarse los precios de los bienes finales, se busca aumentar su producción lo que requiere mayor demanda de trabajadores, que sólo puede provenir de quienes laboran en el sector de bienes de capital. Ante estas demandas en conflicto por el factor trabajo, los inversionistas, estimulados por la decisión del Banco Central de expandir el crédito, no podrán continuar con las inversiones que se habían propuesto llevar a cabo. El alza del ciclo se hace insostenible y se presenta una caída de la actividad económica, hasta que haya una reestructuración de la producción que sea compatible con las preferencias de consumo (y ahorro) de la economía.

En un artículo publicado en la revista Slate, el 12 de marzo de 1998, Paul Krugman se refiere a la teoría austriaca del ciclo económico como “la teoría de la goma o la resaca” (hangover, en inglés), al señalar que es “la idea de que las caídas son el precio que pagamos por las alzas, que el sufrimiento que una economía experimenta durante una recesión es el castigo debido por los excesos de la expansión previa.” En opinión de Krugman, “las recesiones no son consecuencias necesarias de las alzas”, y que las primeras deberían ser combatidas mediante una “liberalidad en vez de una austeridad”, pues el liquidacionismo (dejar que las empresas ineficientes se liquiden a fin de liberar los recursos productivos que se usarían en nuevas empresas) tuvo que ver mucho con que la Gran Depresión durara mayor tiempo del necesario.

No hay duda de que Krugman -usual en él- intenta denigrar el planteamiento que sobre los ciclos han formulado los economistas austriacos, pues el que un alza en el ciclo sea proseguida por una caída suele formar parte de diversas teorías sobre el ciclo, como es el caso tanto de la neoclásica como de la monetarista.

[Así por ejemplo, refiriéndose a Friedman, escribe Briand Doherty, “el dinero nuevo en la economía le da a los empresarios la impresión equivocada de que hay una demanda mayor de su producto concreto, conduciéndolos a incrementar su producción y emplear más gente. Este es el empuje inicial que hace de la inflación una droga irresistible para los políticos. Pero, después de un rato, la gente se da cuenta de que no existía un incremento real de la demanda de su producto en relación con todos los otros productos; la aparente demanda extra era realmente el resultado de más dinero en las manos de la gente.” (Brian Doherty, The Life and Times of Milton Friedman: Remembering the 20th Century’s Most Influential Libertarian, Reasonline, marzo del 2007, en www.reason.com/news/show/118494.html).]

[“La comparación de las viejas teorías austriacas con las nuevas clásicas se facilita mejor permitiendo que la Teoría del Equilibrio del Ciclo de los Negocios (TECN) se refiera a aquéllas en las cuales (a) los individuos hacen el mejor uso de la información que tengan disponible y (b) una deficiencia de información temporalmente disfraza las intervenciones de la autoridad monetaria. Tal como expuso Robert Lucas (1981), Robert Barro (1981) y otros, la TECN así desarrollada explica los ciclos económicos en términos de las acciones de los participantes en el mercado, confrontados con lo que se ha llegado a conocer como un problema de extracción de las señales. Las dificultades para interpretar las señales de precios durante una expansión monetaria también yacen en la raíz de la Teoría Austriaca del Ciclo de los Negocios (TACN), tal como la introdujo Ludwig von Mises (1953) y desarrollada por Friedrich Hayek (1967)… Si los modelos TECN fueran tomados al pie de la letra, las diferencias substantivas entre estos modelos y la teoría austriaca serían fáciles de identificar. En sus formulaciones básicas (por ejemplo, Barro, 1981, p. p. 80-83 y Hayek, 1967, p. p. 69-100), la respuesta inicial de los participantes en el mercado toman la forma de un aumento en los servicios laborales en respuesta a precios de la producción nominalmente elevados (en el modelo TECN); y de una restructuración de un capital inherentemente insostenible, en respuesta a una tasa de interés artificialmente reducida (en el TACN). La respuesta subsecuente toma la forma de una reversión al nivel inicial de los servicios laborales (en el modelo TECN) y de una liquidación, que toma tiempo, del capital mal-invertido (en el TACN). Si estas diferencias fueran las que esencialmente separaran al TECN del TACN, entonces las dos teorías podrían verse correctamente como variaciones sobre un mismo tema.” (Roger W. Garrison, Review of Austrian Economics, Vol. No. 1, 1991, p. p. 93 y 94).]

Dice una de las objeciones de Krugman a la concepción austriaca del ciclo de los negocios: “He aquí el problema: en un asunto de simple aritmética, el gasto total de la economía es necesariamente igual al ingreso total (cada venta es también una compra y viceversa). De manera que, si la gente decide gastar menos en bienes de inversión, ¿no significa eso que deben estar decidiendo gastar más en bienes de consumo –implicando eso que una caída en la inversión debe siempre ser acompañada por un alza correspondiente en el consumo? Y si así lo fuera, ¿debería darse un aumento en el desempleo?” (Krugman, Op. Cit.).

Hay un error en esta apreciación de Krugman, pues no hay razón para pensar que, ante una caída en la inversión, se vaya a dar un aumento en la producción de bienes de consumo. Lo que sí sucede es que el gasto en los bienes de consumo bien puede haber aumentado, pero no su producción. Se presenta un aumento en los precios de los bienes de consumo, pero no en la producción de ellos. También hay otra posibilidad que Krugman no considera y es que la caída en la inversión puede no haber provocado un traslado hacia el gasto en bienes de consumo, si esa caída es acompañada por una contracción de la cantidad de dinero (del crédito) por parte del Banco Central, el cual decide revertir la reducción previa de la tasa de interés. Con esta reversión desaparece el estímulo para invertir inicialmente provocado sin que tenga alguna incidencia de un traslado hacia el consumo.

Krugman señala a los austriacos y dice que “nadie ha podido explicar por qué las malas inversiones del pasado requieren que haya desocupación de los buenos trabajadores de la actualidad”. (Krugman, Op. Cit.). Esto lo explican los austriacos con base en su premisa de la complementaridad en el uso de los bienes de capital. Tal como se explicó en el boletín anterior, “esencialmente el capital es heterogéneo; es decir, no es fácilmente sustituible sino que más bien presenta características de complementariedad en su utilización. Esta especificidad en la naturaleza del capital no permite que haya una fácil transferencia de una actividad de negocios hacia otra.” Esto es, la decisión del Banco Central de reducir las tasas de interés de mercado provocó que se invirtiera una cantidad significativa de recursos que se encuentran amarrados en proyectos intensivos en capital y con una larga duración para que maduren.

Al darse una caída en el ciclo, los “buenos trabajadores” quedan sin ocupación porque no hay suficiente capital con el cual trabajar, dado que éste se dirigió inicialmente -y de manera artificial por la baja de la tasa de interés que hizo el Banco Central- hacia la producción de bienes más alejados del consumo, tal como explicáramos anteriormente. Pero ante la caída éstas inversiones a largo plazo no pueden completarse, dada la insuficiencia de ahorro generado en la economía para satisfacer sus requerimientos de capital. Lo que Krugman omite es que, cualquier proceso de reajuste en la estructura productiva toma tiempo y durante éste la demanda de mano de obra es baja, lo cual se refleja en desempleo. No sólo es difícil suponer que en la economía se tiene una flexibilidad instantánea total a la baja en los salarios, de manera que pueda absorber la misma oferta de trabajo, sino que también hay que tomar en cuenta que no existe una movilidad de mano de obra casi infinita, tal que permita realizar el ajuste sin haya un desempleo temporal. El reajuste en la estructura de la producción toma tiempo y durante éste, lamentablemente, se presenta la desocupación.

Una crítica a la teoría austriaca del ciclo de negocios esta vez no proviene de Krugman, sino de Gordon Tullock y de Bryan Kaplan (ver Gordon Tullock, Why the Austrians are Wrong About Depressions, The Review of Austrian Economics, Vol. 2, No. 1, 1987) y Bryan Kaplan, Why I Am Not An Austrian Economist, www.gmu.edu/departments/economics/bcaplan/whyaust.htm).

Kaplan dice expone “la objeción {a la interpretación austriaca del ciclo de los negocios}: Dado que las tasas de interés son artificial e inusualmente bajas {por la política expansionista del Banco Central}, ¿por qué el empresario basaría sus cálculos de rentabilidad en el supuesto de que las tasas de interés prevalecerían indefinidamente? No, lo que sucedería es que los empresarios se darían cuenta de que las tasas de interés sólo son temporalmente bajas, y tomarían esto en cuenta.” (Bryan Kaplan, Op. Cit.; los textos entre llaves son míos; el texto en cursiva es del autor).

[Por su parte. Tullock señala que “Uno pensaría que los hombres de negocios pueden ser inducidos al error en las dos primeras rondas del ciclo de Rothbard y no anticipar que la tasa de interés luego aumentará. Parece poco factible que continúen siendo incapaces de figurarse esto. Normalmente, Rothbard y los otros austriacos exponen que los empresarios son bien informados y hacen juicios correctos. Como mínimo uno asumiría que un empresario bien informado sobre asuntos importantes que tengan que ver con los negocios leerían a Mises y a Rothbard y, por tanto, anticiparían la acción del gobierno.” (Gordon Tullock, Op. Cit., p. 73)].

En resumen, ambos críticos de la teoría austriaca del ciclo de los negocios arguyen que los empresarios son lo suficientemente listos como para no ser engañados por la política crediticia expansiva y engañosa del Banco Central, de bajar las tasas de interés del mercado cuando no es el resultado del libre mercado. “Si esta crítica fuera cierta, la teoría austriaca del ciclo de los negocios está equivocada en cuanto a su conclusión de qué es lo que causa el ciclo de alza y luego de baja.” (Bryan J. Stanley, Why Don’t Entrepreneurs Outsmart the Business Cycle? Ludwig von Mises Institute, Artículo Diario del 28 de agosto del 2007).

Estas críticas se ven plausibles a simple vista, pero lo cierto es que los empresarios son individuos que se ven afectados por esas distorsiones en las señales que perciben el mercado, pues se les dificulta distinguir cuando, por ejemplo, hay una variación real en los precios relativos y cuando se trata de un simple incremento inflacionario de la generalidad de los precios. Tal como dice Stanley, “el meollo del asunto es que la intervención del Banco Central causa confusión y aumenta el riesgo en las tomas de decisiones en comparación con lo que sería en un medio ambiente de libre mercado. Tal como dice la teoría Austriaca del Ciclo de los Negocios, ocasiona que los empresarios cometan racimos de errores.” (Stanley, Ibídem).

Garrison explica diversas razones por las cuales estos argumentos en contra de la teoría austriaca de los negocios no son plausibles. En primer lugar, señala que para algunos empresarios (no todos) podría haber una buena oportunidad de negocios si se realiza la inversión ante la baja inducida de la tasa de interés, aún cuando supieran que, en cierto momento, terminaría por provocar grandes pérdidas generalizadas al revertirse la expansión del ciclo. “Puede ser rentable mal-asignar los recursos productivos en respuesta a un precio distorsionado, siempre y cuando los recursos sean vendidos antes de la caída del ciclo. Discutir que la expectativa de dicha caída eventual prevendría la materialización del alza es análogo a discutir que una expectativa similar con respecto a una cadena {en inglés, chain letter; algo similar sería con el llamado esquema de Ponzi, tan de moda actualmente) evitaría que se iniciara dicha cadena. (Roger W. Garrison, Hayekian Trade Cycle Theory: A Reappraisal, Cato Journal, Vol. 6, No. 2, Otoño de 1986, p. 446. El texto entre llaves es mío).

En segundo lugar, señala Garrison, aún si todos los participantes en el mercado conocieran el ciclo de alza seguido de una crisis, no tienen forma de corregir exactamente las distorsiones monetarias inducidas por el Banco Central. Siguiendo conceptos desarrolados por Hayek (Friedrich A. Hayek, “The Use of Knowledge in Society, Individualism and Economic Order, Chicago: The University of Chicago Press, 1945, p. p. 77-91), el empresario que participa en un mercado no posee un conocimiento de la realidad tal que le permita separar lo real de lo nominal; lo que él observa son los precios nominales y su manipulación, en este caso por el Banco Central con la tasa de interés, le induce al error. Uno puede esperar que el empresario tenga conocimiento de circunstancias particulares en un momento y lugar concretos, pero no de un conocimiento de cómo es que funciona un sistema económico; esto es, un conocimiento de la estructura de producción de la economía. Por ello, son inducidos a comportarse como si conocieran la estructura de la economía en función de los precios que observan en el mercado, pero no es de esperar que, con el conocimiento efectivo que tengan de la estructura de la economía, estén en capacidad de corregir aquellas distorsiones de los precios inducidas por las políticas monetarias.

Tal vez para entender con mayor claridad este punto, convenga referirse a un buen ejemplo que presenta Garrison, basado en Hayek. Para éste, “debemos mirar al sistema de precios como un mecanismo para comunicar la información si es que queremos entender su función real… El hecho más importante acerca de este sistema es la economía de conocimiento con el cual opera o de qué tan poco necesitan los participantes individuales para poder tomar la decisión correcta. En forma abreviada, por un tipo de símbolo, tan sólo se pasa la información más esencial y tan sólo a aquellos a quienes les interesa.” (Friedrich A. Hayek, “The Use of Knowledge in Society,” en Chiaki Nishiyama y Kurt Luebe, editores, The Essence of Hayek, Stanford: The Hoover Institution, 1984, p. 219).

Garrison agrega, “Aquí la analogía entre un sistema de precios y una red de comunicaciones puede ser llevada más allá: Saber que una señal está siendo interferida no es lo mismo que saber cómo es una señal sin interferencia. Durante una expansión monetaria, por ejemplo, el precio del mineral de hiero puede aumentar en un 8 por ciento. Este aumento del 8 por ciento puede consistir de un incremento del 2 por ciento en el precio real del mineral de hierro (debido a cambios coincidentes en los factores reales subyacentes) además de un incremento del 6 por ciento inducido por la emisión monetaria. O bien puede resultar de alguna otra combinación de cambios reales y de cambios inducidos por la expansión monetaria cuyas sumas algebraicas sea de un 8 por ciento. Posiblemente el supuesto más plausible que los participantes en el mercado pueden hacer es que no ha habido cambios en los factores reales subyacentes desde que se inició la expansión monetaria. Una actividad económica que se base en este supuesto es análoga a hacer una ‘estimación’ con base en la más reciente señal no interferida. Después de un período prolongado de manipulación monetaria, la economía bien podría encontrarse a sí misma considerablemente fuera de curso. Los reajustes que sobrevendrían se conformarían ampliamente –si no es que hasta en los pequeños detalles- con aquellos que Hayek originalmente previó {que las señales de precios falsificadas por la manipulación monetaria creaban las bases para la descoordinación económica}.” (Roger W. Garrison, Hayekian Trade Cycle Theory: A Reappraisal, Op. Cit., p. p. 446- 447. El texto entre llaves es mío).

Como tercer contra-argumento, Garrison indica que, ante una medida tal como la tomada por el Banco Central de reducir arbitrariamente la tasa de interés, cada uno de los participantes en el mercado tiene una visión distinta acerca de cuál es la parte real y cual la monetaria de la variación en el precio observado. Esto hace que la conducta de los individuos con base en esas distintas percepciones se traduzca en una descoordinación de la actividad económica. (Roger W Garrison, Ibídem, p. 447).

Espero que estos comentarios ayuden en la comprensión de la visión de los economistas austriacos acerca del ciclo económico.

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Actualizado 19/07/2011 a las 11:31 por Boletín ANFE

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