Mostrar Feed RSS

Boletín ANFE

08-09 Columna libre: Comentarios acerca de la corrección del mercado bursatil en E.U

Calificar esta Entrada
Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Setiembre del 2008

08-09 COLUMNA LIBRE: COMENTARIOS ACERCA DE LA CORRECCION DEL MERCADO BURSATIL EN LOS ESTADOS UNIDOS
Carlos Federico Smith

Se podría comentar de diversas maneras lo que ha estado pasando recientemente en los mercados bursátiles –principalmente de Wall Street pero no restringido a estos- en torno a la llamada crisis de las “sub-primes”.

Lo más importante de destacar es que lo que se ha denominado como “crisis” en realidad no es sino el ajuste que los mercados practican cuando se deben corregir situaciones que ese mismo mercado considera como inconvenientes, no rentables o simplemente perdidosas. Lo observado no es que haya una crisis como tal, sino una corrección que efectúan los mercados. Sin embargo, han surgido diversos comentarios que me han estimulado para presentar una visión tal vez algo diferente de las que suelen presentarse, algunas de ellas claramente apocalípticas.

Así, por ejemplo, el pasado domingo 21 de setiembre, en el periódico español El País aparece una entrevista al economista Joseph Stiglitz, encabezada de la siguiente manera: “la crisis de Wall Street es para el mercado lo que la caída del muro de Berlín fue para el comunismo.” Este titular tan estrepitoso me hizo pensar una vez más que, al presentarse este tipo de circunstancias, es cuando no tarda en aparecer algún agorero que nos viene a decir que se está en presencia de la caída del capitalismo. Sólo que, en esta ocasión, irritantemente el entrevistado abandona un capítulo muy importante de la historia del pensamiento económico: el debate acerca de la imposibilidad del cálculo en la economía socialista, que se dio en los años treintas y cuarentas y que algunos siempre tenemos presente cuando se habla acerca de caídas de los sistemas económicos.

En dicho debate, que fue dirigido por economistas austriacos defensores del mercado, Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, se le mostró a economistas socialistas como Oskar Lange, Abba Lerner y Fred Taylor, cómo un orden económico que se basaba en decisiones descentralizadas era más eficiente que el alternativo orden socialista-fascista que se fundamentaba en una toma centralizada de sus decisiones económicas. Esto es, cómo el mercado libre, con su sistema de decisiones individuales descentralizadas, resulta ser más eficiente en la asignación de recursos escasos, que aquél orden económico que toma las decisiones de forma centralizada, por ejemplo, por un politburó o por un organismo de planificación centralizada, incluso en el caso de Alemania Nazi, en donde “si bien la propiedad privada no fue nacionalizada, su uso fue, más o menos, determinado por el gobierno en vez de los propietarios,” (Tal como aseveró en una ocasión Benito Mussolini: “Fuimos los primeros en afirmar que conforme la civilización asume formas más complejas, más tiene que restringirse la libertad del individuo,” según se cita en Friedrich A. Hayek, Camino de Servidumbre, San José; Universidad Autónoma de Centro América, 1986, p. 72).

Ante ese debate, no sorprendió que la caída del Muro de Berlín fuera un porrazo eficiente del ineficiente sistema económico basado en la centralización de las decisiones. Tal resultado había sido previsto muchos años atrás por Ludwig von Mises, quien en 1922 escribió su obra Die Gemeinwirtschaft: Untersuchungen über den Sozialismus (Jena, Gustav Fischer), a la cual hoy día conocemos como Socialismo de von Mises. Poco después de la exitosa revolución rusa afirmó lo siguiente (¡y que me encanta reseñar!): “Las investigaciones precedentes han mostrado las dificultades que confronta el establecimiento de un orden socialista en la sociedad. En una comunidad socialista se carece de la posibilidad de cálculo económico: es por lo tanto imposible de determinar el costo y el resultado de una operación económica o de hacer, a partir del resultado del cálculo, la prueba de la operación. Esto en sí mismo sería suficiente para hacer del Socialismo algo impracticable. Pero, algo aparte de eso, en su camino aparece otro obstáculo insuperable. Es imposible encontrar una forma de organización que hace independiente la acción económica individual de la cooperación de otros individuos sin que quede abierta a todos los riesgos de un simple juego. Estos son los dos problemas y, sin su solución, llevar a cabo el Socialismo parece impracticable a menos que se esté en un estado completamente estacionario.” (Ludwig von Mises, Socialism, Indianapolis: Liberty Classics, 1981, p. 126).

No se presenta un caso similar con el capitalismo, si bien desde Sorel, Gramsci, Marx. Engels, los fabianos, pasando por Sombart, entre otros, nos han hablado de su inevitable fin, pero lo cierto es que continúa siendo el orden económico que ha logrado el mayor progreso de los pueblos. Por ello, el consejo que en su entrevista Stiglitz brinda a los chinos no les va a servir por simple omisión, pues al señalar que “a nosotros nos dijisteis que imitásemos a Estados Unidos que vosotros sois el modelo. Si hubiésemos seguido vuestro ejemplo, estaríamos en el mismo lío. Vosotros tal vez podáis permitíroslo. Nosotros no,” no les indica que el mercado sigue siendo la mejor alternativa de organizar su economía para continuar progresando como hasta ahora lo han logrado.

En mi opinión Stiglitz, con su entrevista, se convierte en un simple enterrador que se aprovecha de la oportunidad, pues aquella expresa poco más que la costumbre de los enemigos del mercado de usar cualquier circunstancia para tratar de sepultar un orden económico que, por más de doscientos años, ha mostrado mejores resultados que las opciones del socialismo y del fascismo; esto es, de la economías de decisión centralizada. Stiglitz hace buen rato que nos viene con el mismo cuento resumido en que el capitalismo es un “modo de organización económica (que) resulta insostenible”, que “ese modelo no funciona” y ahora se aprovecha de una corrección que precisamente es llevada a cabo por el mismo mercado, con la cual nos muestra que sí funciona, para ver si en esta ocasión pega su ocurrencia y se hace una realidad su deseo expresado desde hace mucho tiempo atrás.

Stiglitz omite decirnos que lo que llama “crisis financiera” no es sino el resultado del accionar del mercado ante las malas políticas públicas proseguidas por el Banco de Reserva Federal de los Estados Unidos (FED). Se trata de una corrección que el mercado efectúa ante una “crisis” que el estado, por medio de la FED, provocó. Entre diciembre del 2000 y junio del 2004, el banco central estadounidense redujo la tasa de interés básica desde un 6.5% a un 1%, lo cual tuvo un claro efecto no previsto. Había diversas actividades económicas que no se llevaban a cabo en tanto la tasa de interés –el costo de los fondos de inversión- fuera de un 6.5%: esto es, dado el costo financiero no eran rentables. Sin embargo, al reducir la FED dicha tasa a un 1% permitió que muchas esas actividades económicas previamente indeseables a un costo de los fondos de un 6.5%, ahora sí resultaran serlo al reducirla a un 1%. De esta manera, artificialmente, se estimuló la generación de ciertas actividades económicas que la sociedad no valoraba como rentables. Pero posteriormente la misma FED, entre junio del 2004 y setiembre del 2007, alzó las tasas de interés desde aquel 1% a un 5.25% Esto presionó la viabilidad de aquellas empresas previamente estimuladas a que surgieran gracias a la rebaja manipulada de tasas.

Así llegó la hora de que estallara la burbuja: así el mercado corregía el grave error de haber estimulado la creación de actividades ineficientes. Y eso es lo que uno desea que suceda bajo un sistema económico eficiente: que desaparezcan aquellas actividades que nunca tuvieron razón de ser, de no haber sido por la intervención gubernamental vía la FED. El sector que claramente se vio afectado de manera primordial fue el llamado mercado de hipotecas sub-prime, que son aquellas hipotecas sobre viviendas que fueron adquiridas por propietarios que no tenían garantías suficientes para adquirirlas a las tasas de interés previas más elevadas y que, al subir de nuevo dichas tasas, no pudieron hacerle frente a sus obligaciones. En su momento el gran negocio fue colocar hipotecas en dicho mercado sub-prime, incluso sin ver si los prestamistas eran capaces de enfrentar los riesgos de fluctuaciones en sus obligaciones.

Aquí de nuevo se observó la mano visible del estado por medio de dos empresas que colocaron con manga ancha dichas hipotecas, como fueron Fannie Mae y Freddy Mac, que, en conjunto, garantizaron casi la mitad del mercado hipotecario estimado en 12 trillones de dólares. Fannie Mae fue una creación estatal posterior a la Gran Depresión de los treintas y Freddy Mac fue fundada por el Congreso estadounidense en 1970. Cuando a mediados del 2007 se inició la crisis en el sector de las hipotecas sub-prime, la mitad de las hipotecas de viviendas eran propiedad o habían sido garantizadas por Fannie Mae o Freddy Mac. Lo interesante es que estas dos firmas “privadas” formaban parte de lo que se denomina “empresas tuteladas por el gobierno (ETG)”, o, en inglés, “government sponsored enterprises (GSE)” y tan sólo el año pasado habían financiado a 4 de cada 5 hipotecas. Con ese patrocinio gubernamental muchos inversionistas privados invirtieron en ellas, puesto que consideraban que esas dos firmas jamás quebrarían pues el gobierno no lo iba a permitir. Los hechos posteriores comprobaron ello: el gobierno las intervino, pero no quebraron.

Pero en torno a Fannie Mae y Freddy Mac hay dos cosas interesantes que reseñar: la primera de ellas es que fueron fuente de financiamiento para importantes políticos demócratas del Congreso de los Estados Unidos, notablemente el Senador Christopher Dodd, presidente del Comité Bancario del Senado Norteamericano, quien se estima recibió donaciones (legales, pero donaciones al fin y al cabo) por $133.900 desde 1989. El candidato demócrata Barack Obama es tercero en la lista de receptores de fondos (en el medio está el excandidato presidencial demócrata John Kerry con $111.000) quien se informa recibió $105.849. En segundo lugar, tanto Fannie Mae como Freddy Mac, en tanto “instituciones tuteladas por el estado”, eran objeto de una fuerte supervisión estatal, en especial por el importante Comité Bancario del Senado Norteamericano que preside el senador Dodd. Aún así, la conducta de estas dos firmas “tuteladas por el gobierno” fue sumamente arriesgada en la concesión y manejo de las hipotecas, que incluso fue objeto de la crítica de ciertos sectores afines al mercado a fin de que se les sometiera a mejores controles.

Algunos pensarán que algo similar a lo expuesto en cuanto al manejo de las tasas de interés por la FED podría suceder en Costa Rica, en donde el estado –el Banco Central- artificiosamente provocó una baja de las tasas de interés, pues la llamada básica pasó de un 10.75% en enero del 2007 a un 4.25% en abril del 2008. A partir de esa fecha y hasta hoy la ha aumentado hasta un 9.25%. Es similar a lo que sucedió en los Estados Unidos, pero allá ya los mercados lo están corrigiendo; aquí se imaginarán ustedes lo que podemos esperar.

Entre las recomendaciones que pide Stiglitz está la de apuntalar los regímenes regulatorios de Estados Unidos. Puede ser que haya gente que olvida que cualquier régimen regulatorio tiene costos que impone sobre la economía en tanto que hay otras personas que pueden pensar que la solución al problema regulatorio (y en general a todo tipo de problema de naturaleza pública) radica en que se coloque a la “gente apropiada” (algo así como santos en la administración pública) a que vigile los actos económicos. Pero el problema de la regulación es algo mucho más complejo y, en las circunstancias de este comentario, particularmente en el sistema financiero.

Así, la creencia de que la solución al problema radica en disponer de las leyes adecuadas quedó en entredicho cuando, por ejemplo, las llamadas leyes Sarbanes-Oxley, aprobadas apresuradamente en el 2002 pero que se esperaba por sus proponentes estatistas que fueran a “ordenar” un mercado financiero desordenado, si bien extendieron el control que practica la SEC (Securities & Exchange Commission) sobre mercados como Wall Street, no mejoró el marco regulatorio, sino que impuso costos, pero, sobre todo, dio lugar a que se buscaran nuevos instrumentos financieros que los evitaran.

El problema que debe enfrentarse cuando simplemente se que en estos momentos sugiere se aumenten los controles fue señalado atinadamente por un articulista, al indicar que “regular para el resultado más malo posible, en el medio de una tormenta, raramente es una política sensata.” Sin embargo, la experiencia mundial podría ofrecer una oportunidad de reforma regulatoria en los Estados Unidos, en que se sustituyendo su maraña actual, en donde permanentemente se percibe un ojo gubernamental que mira todas y cada una de las actividades privadas, por un esquema como el de Basilea II, que se sustenta en algo sensato: regular con base en riesgos.

En una reciente entrevista al economista liberal Xavier Sala i Martín, señala que la normativa de Basilea, diseñada en principio para impedir moderación a los bancos en el otorgamiento de los créditos (al exigir que la cantidad de créditos concedidos fuera sólo una pequeña proporción del capital del banco), se la brincaron los bancos mediante el diseño de nuevos instrumentos. Esto es, el problema no es tanto con la necesidad de regular con base en riesgos (que es la esencia de la normativa de Basilea), sino que surgieron nuevos instrumentos que permitieron brincársela a los regulados. Esto es, el problema parece estar en la implementación y efectiva observancia de las reglas. Lo que los bancos hicieron fue crear un fondo de inversión que estaba separado de los bancos (a este fondo se le llama “conducido”) y que les permitió acudir a los mercados monetarios para pedir un crédito con el cual comprar los paquetes de hipotecas que estaban en manos de ese banco. Esto permitió que, ante la normativa regulatorio de Basilea, el banco apareciera con una baja o nula proporción del crédito concedido con respecto al capital, que, a su vez, permitía que el banco volviera a conceder créditos. Fue con la creación de estas instituciones paralelas (los “conducidos”) que cada vez pudieron endeudarse más y más, conduciéndolos a problemas serios cuando estalló la burbuja de las hipotecas.

Finalmente deseo hacer un comentario breve acerca de la propuesta del Presidente Bush para salir de la “crisis” y que fue derrotada, en una primera instancia, en una votación de la Cámara de Representantes. Mi preocupación fundamental con ella radica en que no es sino una forma de evitar que el mercado castigue las malas decisiones tomadas por las empresas financieras involucradas en las negociaciones con las hipotecas sub-prime. Simplemente con 700 billones de dólares (700.000 millones de dólares) se comprarían los activos de aquellas entidades financieras que tengan hipotecas como garantía, hipotecas que están en problemas por tener un valor de mercado muy bajo. Al adquirirlas el gobierno por encima de ese valor “muy bajo” usarían esos recursos para capitalizar al ente financiero, al sustituir esos activos de un calor contable alto en comparación con el valor de mercado bajo.

La propuesta alternativa es que sea el mercado el que adquiera esas hipotecas de valor bajo y lo cual permitiría recapitalizar los bancos pero al valor que los mercados definen, no el que el gobierno determina. Esto es, el gobierno daría un subsidio; el mercado, no. Si el problema radica en que no hay suficiente crédito en los mercados como para adquirir esas hipotecas, podría ser aceptable en la conducción bancaria que se brinde un aseguramiento de parte del estado, pero a un costo que se trasladaría a las empresas financieras involucradas y no al ciudadano que paga los impuestos. El tema es candente y a la fecha en que esto se escribe aún en proceso de resolución, pero sí me parece que dependiendo de la forma en que se enfrente el problema, así se va a definir el futuro del sistema económico de los Estados Unidos y posiblemente de muchas economías que hoy conocemos como de mercado.

Aprovecho para narrarles una historia personal. A fines del año 2000, poco antes de que la FED iniciara la reducción en las tasas de interés que la llevó de un 6.5% a un 1% y que les describí previamente, un colega, el Dr. Larry Willmore, me invitó a que diera una charla profesional ante un grupo asesor de las Naciones Unidas. En el jardín de su casa, en un suburbio de Nueva York, White Plains, mientras almorzábamos al aire libre, Larry me comentó su preocupación por el boom que se estaba dando en el área de la vivienda, pues observaba cómo, incluso a los intereses relativamente altos (ligados a la tasa inicialmente alta de un 6.5%), las personas se estaban endeudando fuertemente para adquirir incluso una segunda vivienda. Me dijo, en ese entonces, que si la FED proseguía una política de tasas de interés bajas, como ya en ese entonces se vislumbraba, el endeudamiento hipotecario por adquisición de viviendas iba a aumentar y que luego, cuando de nuevo volvieran las tasas a subir, vendría una estrepitosa caída.

Bueno, su impresión tardó años en cumplirse, pero pudo, en ese momento, percibir un clásico ciclo austriaco provocado por el Banco Central. A diferencia de Larry, todos los reguladores y controladores y vigilantes y comisarios públicos encargados de las entidades reguladoras del sector financiero nunca se dieron cuenta ni advirtieron del problema con las sub-primes. Y todavía algunos se atreven a pedir que la solución a la “crisis” radique en ampliar el sistema regulatorio.

Enviar "08-09 Columna libre: Comentarios acerca de la corrección del mercado bursatil en E.U" a Digg Enviar "08-09 Columna libre: Comentarios acerca de la corrección del mercado bursatil en E.U" a del.icio.us Enviar "08-09 Columna libre: Comentarios acerca de la corrección del mercado bursatil en E.U" a StumbleUpon Enviar "08-09 Columna libre: Comentarios acerca de la corrección del mercado bursatil en E.U" a Google

Categorías
Sin Categoría

Comentarios