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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Febrero del 2007


08-02 COLUMNA LIBRE:INTERVENCION CAMBIARIA Y BUSQUEDA DE RENTAS

Es necesario definir el concepto de “búsqueda de rentas”. Por él se entiende la presión política que diversos grupos de interés ejercen para que el gobierno actúe de manera tal que les transfiera riqueza; esto es, se promueve la emisión de leyes o la actuación administrativa que beneficie a esos grupos a expensas del resto de los miembros de la colectividad. Daré dos ejemplos de ello: la presión ejercida ante la Asamblea Legislativa para crear un órgano que regulara la producción local de arroz, pero ante todo su importación, lo que derivó en mayores precios a los productores domésticos a costas de los consumidores (la llamada Oficina del Arroz) y, en segundo lugar, la presión que actualmente se ejerce para que consumidores y, en concreto, los usuarios de transporte sean obligados a usar gasolina con alcohol (etanol) y bio-diesel en vez de la alternativa actual de gasolina y diesel.

El costo de los primeros productos es superior al de los segundos y, al obligar su consumo, la sociedad como un todo paga un costo mayor que principalmente beneficia a productores domésticos de alcohol y bio- combustibles.

Históricamente el área del comercio internacional ha sido propicia para la búsqueda de rentas por grupos con un interés específico en común. En general, el proteccionismo comercial ha sido ampliamente analizado como ejemplo de dicha búsqueda de rentas y, en concreto, al buscarse una subvaluación del tipo de cambio; esto es, dar a la moneda doméstica un valor inferior al del mercado con respecto a alguna moneda internacional de referencia; por ejemplo, el dólar. Así, al consumidor se le hace artificialmente más caro lo que importa, con lo cual se le “abarata” relativamente el consumo del bien que es producido en el país. El epítome de un campo prolijo en la búsqueda de rentas es la vigencia gubernamental de tipos de cambio duales, en donde para algunos bienes rige un tipo de cambio inferior comparado con el que se determina para otro tipo de bienes. A los primeros bienes se les suele llamar “necesarios” y a los segundos “de lujo” o “innecesarios”. Así sucedió en ciertos momentos de la historia costarricense y les apuesto, pues al momento no lo sé, que en Venezuela hay tipos de cambio diferenciados para distintos tipos de bienes. No debería extrañar, entonces, que allá –como la hubo aquí- haya presión de todo tipo para formar parte de las listas oficiales que permiten obtener divisas al tipo de cambio preferencial, pues el resto de las importaciones tiene que pagar un tipo de cambio superior. El negocio con este diferencial es, así, diáfano y sustancioso

Hay que prestar seria atención a lo que actualmente sucede en Costa Rica con el tipo de cambio oficial del colón con respecto al dólar en el marco de las llamadas bandas cambiarias, porque las políticas hoy seguidas por el Banco Central pueden constituir un claro incentivo para que algunos presionen porque el tipo de cambio no se ajuste a las circunstancias que, al momento, determina el mercado y que muy posiblemente señalen la tendencia hacia una revaloración del colón. La política a la fecha proseguida por el Banco Central, mediante la cual mantiene artificialmente subvaluado el colón comparado con el valor definido por ese mercado, se traduce en que, para algunos, se genere una mayor riqueza, mientras que, para otros, esa medida se refleja en un empobrecimiento. Es decir, la política del Banco Central provoca que haya perdedores y que haya ganadores
Como el lector sabe, en la actualidad el régimen cambiario del Banco Central se caracteriza por una banda dentro de la cual se supone que debería oscilar el tipo de cambio de mercado del colón con respecto al dólar. El límite superior de la banda aumenta todos los días en seis céntimos, en tanto que el límite inferior disminuye en seis céntimos diariamente. Sin embargo, el Banco Central interviene diariamente adquiriendo dólares en el mercado para que el tipo de cambio no se vaya por debajo del límite inferior definido por dicha banda. En las circunstancias actuales el Banco no vende dólares al mercado porque la banda superior es irrelevante; no debe intervenir para que el tipo de cambio del colón con respecto al dólar se devalúe dentro del límite de la banda superior. En otras palabras, al contrario, más bien a la fecha actúa –y fuerte, muy fuertemente- para que el colón no se revalúe con respecto al dólar.

¿Por qué el tipo de cambio en el mercado indica ser menor al del límite inferior que arbitrariamente ha fijado el Banco Central? Porque hay muchos dólares en la economía. Porque al tipo de cambio actual su oferta supera a su demanda. Tan grande ha sido la entrada de dólares al país que, a la primera semana de febrero de este año, las reservas internacionales netas en manos del Banco Central llegaron a un récord de más de $4.500 millones. Ese ingreso de dólares se debe a múltiples razones: a una exportación muy elevada comparada con las importaciones de mercancías; a una entrada muy fuerte de ingresos por servicios en el país, principalmente turismo; a una inversión extranjera directa muy grande en el país y, también, por el ingreso de capitales “especulativos”, que supuestamente ingresan al país para obtener réditos mayores que en los mercados internacionales, y posiblemente porque, con el paso del tiempo, el Banco Central tendrá que tirar por la borda su actual banda cambiaria, ante su incapacidad de limitar el relativamente elevado volumen de dólares que ingresa al país. De darse ello tendrían una ganancia, al poder readquirir los dólares que ingresaron a un costo menor que el precio en colones que percibieron cuando los trajeron al país.
Puede ser que haya algo de esto último como para justificar una reciente medida del Banco Central de bajar los intereses que se pagan a corto plazo por los fondos que ingresan al país. Espera con ello que los dólares especulativos no entren para convertirse en colones, ganar intereses en el corto plazo y obtener también una ganancia con la caída esperada de la banda. El Dr. Juan Muñoz, vice-presidente de ANFE, en un artículo reciente en el periódico El Financiero, mostró cómo, ante una posible caída en la banda cambiaria hacia un tipo esperado de ¢450 por dólar en un plazo relativamente corto, hace irrelevante el pago de tales tasas de interés que artificialmente redujo el Banco Central. Aún si no se pagara interés alguno en ese lapso, la ganancia de capital esperada con la revaluación del colón es superior al rendimiento que pueden percibir en mercados de capitales alternativos. El Banco Central parece estar limitado en su capacidad de restringir la entrada de los llamados capitales especulativos. Ello quiere decir que, a menos que haya una muy fuerte caída de nuestros mercados de exportación, o se dé un incremento inusitado en nuestras importaciones, o se produzca una seria limitación a la inversión extranjera directa en el país, o que sucedan “desgracias” similares, el tipo de cambio del colón con respecto al dólar se revaluará a corto plazo.

Un problema muy serio derivado de la conducción de la política cambiaria por el Banco Central en los últimos tiempos -y cuyas autoridades recientemente han mencionado estar dispuestas a proseguir- tiene que ver con el impacto inflacionario del incremento en los agregados monetarios en circulación a causa de la compra de dólares para mantener el piso de la banda cambiaria. Es sabido por las autoridades monetarias –al menos en épocas recientes después del desliz keynesiano- que en un país la causa de la inflación es el exceso de su dinero en circulación.

Al adquirir dólares excedentes en los bancos comerciales del país, el Banco Central emite dinero y si no tiene una forma práctica de retirar ese exceso de colones en circulación, se traduce en tasas de inflación elevadas como las vistas recientemente. Para que tengan una idea del problema que tenemos entre manos y que mostrará su feo rostro –la inflación- en los meses por venir, tan sólo en el período que va desde la última variación de la banda cambiaria, el 22 de noviembre del año pasado, a la primera semana de febrero de este año, el Banco Central ha intervenido en el mercado cambiario adquiriendo más de $920 millones. Dada la decisión tozuda del Banco de sostener la banda a como haya lugar, es de esperar que el aliento inflacionario seguirá soplando en nuestro país por un buen rato. Tal como dijo una alta autoridad de ese ente, la decisión reciente de bajar los intereses, en vez de reducir la banda cambiaria, significaba que se escogió por una inflación más elevada en los primeros meses de este año, con la expectativa (o ilusión) de poder disminuirla en el resto del año.

Lo más sorprendente es que el Banco Central no aprendió de su experiencia del año pasado, cuando por muchos meses mantuvo al colón artificialmente subvaluado, adquiriendo para defender el piso de la banda cambiaria los dólares excedentes de los bancos comerciales, con lo cual emitió una cantidad excesiva de dinero. Ante la inflación a que esto dio lugar por encima de sus predicciones, al Banco Central no le quedó más alternativa –si bien algo tardía- que reducir la banda cambiaria. Ahora, a inicios del 2008, el Banco Central enfrenta la misma situación, pero se empecina en mantener un tipo de cambio artificial al igual que lo hizo durante casi todo el 2007. Una vez más, disminuirá la banda tan sólo cuando la situación ya le sea insostenible; cuando, una vez más, la inflación sobrepase todas sus predicciones para el año, si bien ya el daño al país estará hecho.

Este infortunio inflacionario, aunado a la disminución de las tasas de interés, ha incrementado la tragedia para el ahorrante costarricense, pues aumenta la negatividad de las tasas reales de interés que agobiaron la formación de ahorros en el año pasado. Las tasas reales de interés son el resultado de comparar las tasas nominales –esto es, las tasas que, por ejemplo, le pagan en un banco comercial por su ahorro por un certificado de depósito a plazo y que se han reducido más a resultas de la decisión reciente del Banco Central- con la tasa de inflación. Si esta última en el 2008 resulta ser de alrededor de un 10% y si las tasas nominales son de cerca de 4.5%, la tasa real es negativa, de alrededor de un -5.5%. Aún si Usted cree en la estimación que recientemente formuló Banco Central de una tasa de inflación para el 2008 de un 8%, entonces, tendríamos tasas reales negativas de -3.5% en este año.

Y cuando las tasas de interés por los ahorros ni siquiera cubren la inflación, la señal es clara para el ahorrante: mejor compre ahora y no después, pues lo que obtiene por el ahorro no le permitirá cubrir lo que las cosas le van a costar al final del año. Es decir, se estimula el consumo en la economía, lo cual tenderá a aumentar el problema inflacionario. La conducta del Banco Central es paradójica: tasas reales de interés negativas al tiempo que públicamente le ha sugerido al costarricense que no consuma. El panorama no es halagador, pues parece que se gesta una burbuja en la economía. Una burbuja en el consumo provocado por la acción del Banco Central que, cuando estalle, mostrará serios daños tanto en los presupuestos familiares resultado del endeudamiento en que se incurrió para gastar o adquirir ahora y no para ahorrar, sino también en los balances de entidades financieras prestamistas, las que, ante la abundancia de liquidez y el exceso de demanda de préstamos, tienen incentivos para colocar “todo lo que puedan”, incidiendo en la calidad de sus carteras.

Se deduce de la lectura de esta columna, que la decisión tomada por el Banco Central de defender el piso de la banda cambiaria tiene importantes efectos para distintas personas y grupos de la economía. Tal como se dijo al principio de ella, se abre un campo amplio para que prolifere la búsqueda de rentas; es decir, para que tal política permanezca en vez de dejar que sea el mercado el que vaya definiendo los precios en la economía. La medida del Banco Central implica costos para algunos y beneficios para otros, por lo que debe compararse el posible impacto que tiene en la distribución de la riqueza en comparación con dejar que el precio de la divisa lo determine el mercado, valor que supuestamente, al menos en el corto plazo, significa un menor valor del dólar y, en consecuencia, uno mayor del colón.

Ante lo expuesto, me referiré a los ganadores y a los perdedores posibles en nuestra economía de la decisión comentada del Banco Central. No se trata de dar una exposición exhaustiva de los posibles afectados, sino que el objetivo es brindar una idea de los posibles impactos de reasignación de riqueza, que bien pueden motivar su actuación en busca de rentas. Espero que de esta manera podamos comprender porqué se toman ciertas decisiones públicas y cuestionarnos de seguido si, después de todo, es una función propia de un Banco Central el definir políticas que concretamente van a enriquecer a algunos y a empobrecer a otros o si debe ser el mercado el que tenga un papel más significativo al respecto.

¿Cuáles son los individuos o grupos ganadores ante una decisión del Banco Central de no reducir la banda cambiaria? (El orden en que se presentan no es relevante).

Primero. Las personas o grupos que reciben ingresos (salarios, financieros, de alquileres, utilidades) en dólares, cuyo monto equivalente en colones es así más elevado que si se diera una revaluación de la moneda doméstica. En el caso de salarios, generalmente se trata de ejecutivos “altos”, trabajadores altamente especializados o profesionales dentro de las empresas, principalmente transnacionales

Segundo. Las personas y empresas que cobran tarifas en dólares. Sucede algo similar a lo expuesto en el caso previo.

Tercero. Los exportadores. En este caso se impacta sólo en la diferencia neta entre el valor de lo exportado y el valor de lo importado. En algunos casos, por lo tanto, el impacto “ganador” es menor al usualmente esperado, que suele considerar tan sólo el valor total de la exportación y no la parte importada, que tendría, en este caso, un efecto contrario.

Cuarto. Los turistas extranjeros que visitan al país. Sus dólares les “rinden” más en colones al tipo de cambio que sostiene el Banco Central. Por supuesto igual beneficio perciben los establecimientos o negocios que atienden a turistas y reciben sus pagos en dólares.

Quinto. Los que pagan sus impuestos en colones, pero perciben sus ingresos en dólares. La conversión de esos dólares a colones les genera un monto mayor al mantenerse subvaluado el valor del colón con respecto al dólar por decisión del Banco Central.

Sexto. Los inversionistas en dólares. Si alternativamente se apreciara el colón, sus inversiones perderían valor de mercado. Por lo tanto, la decisión del Banco Central mantiene artificialmente sobrevaloradas sus inversiones medidas en colones. Asimismo, se favorecen quienes traen dólares del extranjero para adquirir propiedades en el país, pues la conversión al tipo de cambio determinado por el Banco Central les da más colones de la cuenta, con lo cual se abaratan sus adquisiciones en términos de colones.

Sétimo. Las entidades financieras y empresas que mantienen sus estados financieros en una posición neta en dólares. Tal fue el caso con un banquero privado, quien dijo a la prensa que su institución había tenido pérdidas cambiarias cuando el Banco Central revaluó el colón el pasado noviembre, pues “tenían dolarizados sus balances desde hace muchos años”. También hubo bancos estatales, como el de Costa Rica, entre otros, que mantuvieron una posición neta en dólares y en noviembre “apostaban” a que el colón no se revaluaría, según se le informó a medios de comunicación.

Octavo. Las personas que tienen colocaciones expresadas en dólares. De esta manera le rinden más colones que si el colón se revaluara respecto al dólar.

Noveno. Las personas que reciben sus pensiones en dólares, por las razones ya expresadas anteriormente.
¿Cuáles son los individuos o grupos perdedores ante una decisión del Banco Central de no reducir la banda cambiaria? (El orden en que se presentan no es relevante).

Primero. Las personas o grupos que reciben ingresos (salarios, financieros, de alquileres, utilidades) en colones, pues se subvalora el precio de su trabajo en términos de dólares. En el caso de salarios suelen ser, por lo general, aquellos que realizan trabajos menos especializados, entre ellos los que reciben salarios mínimos definidos por ley. Es interesante señalar que no ha habido manifestación por el costo que en estas circunstancias se impone sobre el valor de una parte importante de la mano de obra nacional, de parte de grupos que dicen representar los intereses de trabajadores.

Segundo. Las personas y empresas que cobran tarifas en colones. Sucede algo similar a lo expuesto en el caso previo.
Tercero. Los importadores. La sobrevaloración de dólar debido a la política del Banco Central encarece artificialmente el costo de los bienes y servicios importados.

Cuarto. Los viajeros costarricenses al exterior. Tienen, alternativamente, que pagar más colones de la cuenta por el costo en dólares en que incurren para sufragar los gastos del viaje.

Quinto. Los inversionistas en colones. La política del Banco Central por la que subvalúa el colón significa que, en términos de dólares, sus inversiones pierden valor de mercado.

Sexto. Las entidades financieras y empresas que mantienen sus estados financieros en una posición neta en colones. Cuando en noviembre del 2007 el Banco Central redujo la banda cambiaria revaluando al colón, hubo entidades financieras que habían “apostado” por ella, lo cual les generó ingresos por dicha revaluación. De darse una nueva revaluación, las entidades financieras que ajusten sus balances en tal sentido, volverían a tener ese tipo de ganancias extraordinarias. Por ende, la decisión del Banco Central de no bajar la banda cambiaria implica que se subvalora el valor neto de los activos y pasivos en colones de esas entidades financieras o empresas.

Sétimo. Las personas que tienen colocaciones expresadas en colones. La decisión del Banco Central de impedir una revaluación del colón, significa que sus activos financieros (colocaciones) en colones están siendo castigados en su verdadero valor de mercado.

Octavo. Las personas que reciben sus pensiones en colones, por las razones ya expresadas con anterioridad.

Noveno. Los consumidores, en tanto el precio en dólares del bien importado se expresaría en un precio menor en colones. Como la política seguida por el Banco Central impide que se logre este beneficio, con ella se les ocasiona este costo.

Décimo. El sector público, pues tiene que efectuar pagos al exterior en dólares, que con la política del Banco Central se mantienen sobrevalorados; esto es, el sector público alternativamente tiene que entregar más colones de los que se requerirían si el Banco Central revaluara al colón. En consecuencia, los contribuyentes también se ven afectados, en cuanto son quienes en última instancia deben de pagar más por ese valor sobreestimado de los pagos al exterior en dólares.

De los diversos grupos arriba citados vale la pena mencionar a dos de ellos por su activa intervención pública mediante opiniones en los periódicos y reuniones con autoridades bancarias, poco después de la decisión del Banco Central en noviembre del 2007, cuando optó por reducir la banda cambiaria con la consiguiente revaluación del colón. Por una parte, altos funcionarios bancarios de entidades cuyos estados financieros en lo neto indicaban estar relativamente “dolarizados”, se quejaron de que la medida tomada por el Banco Central ocasionó que asumieran fuertes pérdidas por la devaluación del dólar. Por otra parte, grupos de exportadores arguyeron públicamente que la medida en mención los ponía en problemas de competitividad en los mercados internacionales. Asimismo, casualmente algunos de esos mismos banqueros indicaron que la decisión del Banco Central afectaba fuertemente al sector exportador.

Toda esta historia nos debe hacer pensar si la decisión actualmente tomada por el Banco Central no ha sido llevada a cabo en consideración de no ocasionar pérdidas a ciertos sectores, aunque al así hacerlo ocasiona pérdidas a otros sectores de la economía. De la lista arriba expuesta es fácil deducir quienes están en qué campo y quienes en el opuesto. Lo cierto es que no parece ser una función del Banco Central tomar medidas, si es este el caso, en función de no afectar a ciertos grupos, aunque con ello daña a otros.

Carlos Federico Smith
Queda debidamente autorizado para reproducir esta columna en el medio de su predilección.






08-02 Comentario a los artículos de ANFE de don Carlos Federico Smith,

El cual mucho agradecemos.

Soy ciudadano costarricense. El día de hoy 19-2-2007, leí los artículos del señor Smith. Me parece bien que defienda su ideología. Todos lo hacemos.

Existe una gran diferencia económica entre el sector privado y el sector público. La Constitución Política de Costa Rica es clara en ello, como también hace diferencia entre los derechos colectivos e individuales. Si soy dueño de una empresa, mis ganancias o utilidades, como usted prefiera, son mías, así como las pérdidas que pudiera tener. En teoría nadie debe involucrarse con mi actividad (no debe haber intervención estatal o comunal en mi actividad), lo cual es un principio fundamental del sector privado y el libre comercio.

Todo país requiere de la inversión extranjera, no sólo en el sector financiero, sino de inversión en industria y actividades agropecuarias. Para esto es requerido un sistema de estabilidad y respeto a la propiedad privada, todo dentro del marco jurídico costarricense. Es bueno querer apoyar e incentivar las relaciones comerciales con los Estados Unidos de America, es bueno que el ciudadano americano sienta confianza y respaldo de instituciones como a que usted pertenece, y es bueno que tenga claro que el sector privado es autosuficiente en su actividad. Estoy seguro que usted se opuso a los Cats, así como toda intromisión estatal en ayudar al sector privado proveyéndole recursos económicos para que subsistan; dado que el fundamento de la libre empresa es que toda aquella que no es competitiva debe desaparecer.

Un mundo globalizado de libre empresa requiere de reglas claras para competir y desarrollarse. La teoría fundamental económica habla de una mano invisible que regula los mercados y los hace llegar a la máxima eficiencia, produciendo bienes y servicios de calida y al menor precio; las empresas no competitivas deben desaparecer y no pedir limosnas al estado para subsistir.

Somos empresa privada o no, es la pregunta que debe hacerse en ocasiones muchos empresarios. Si no podemos producir arroz porque no somos eficientes, entonces debemos dejar de producirlo y comprarlo en los mercados internacionales. ¡Por una Costa Rica mejor!

Guido Salazar, Ciudadano.


08-02 NO HAY ALMUERZO GRATIS

Mario Brenes
Consejero Regional para América Latina
Friedrich Naumann Stiftung für Die Freheit.


Uno de los caballos de Troya que Cuba, y ahora Venezuela, utilizan para expandir la "revolución socialista" es, el asistencialismo médico gratuito y las brigadas de alfabetización. Según el periódico La Nación, más de 500 costarricenses han viajado totalmente gratis a Venezuela para operarse de cataratas y otras enfermedades oftalmológicas. No estoy a favor de impedirle a los costarricenses que necesitan urgentemente este tipo de operaciones que las tengan, pero no seamos ingenuos, estos aportes tienen un doble propósito. He conversado con algunos beneficiarios que han ido a Venezuela y sorprenden sus criterios a favor del régimen de Chávez.

Como liberales tenemos que cuestionarnos por qué la seguridad social costarricense es incapaz de ofrecer esos servicios de manera eficiente y oportuna, por qué, si la capacidad instalada del seguro social es limitada no se contratan esos servicios en clínicas privadas con tarifas favorables transparente y previamente negociadas, hasta normalizar la atención médica de este tipo de casos?

Estaremos hipotecando la estabilidad institucional, nuestro sistema democrático y la libertad por culpa de un Estado ineficiente y una política social dispersa, inútil y excesivamente cara? Las ayudas sociales tienen que estar dirigidas correctamente a quienes la requieran no como asistencias gratuitas y permanentes sino como ayudas complementarias y temporales mientras la persona supera las condiciones de pobreza que le impide vivir la libertad. Las ayudas sociales deben ser eficientes y transparentes, es decir, deben lograr los impactos correctivos requeridos y deben dar cuenta a los ciudadanos de cómo se invierten los recursos. Los servicios públicos como la salud y la educación, no deben tener menor calidad que los privados. No por ser públicos o estar dirigidos principalmente a personas de escasos recursos deben ser cualitativamente inferiores, eso sería un enfoque perverso de la política social tradicional.

El llamado Estado Social ha sido utilizado en Costa Rica para justificar la política más irresponsable. Los recursos actuales o el gasto social se desparraman en el estéril e inoperante desierto de la burocracia pública; se inspira en el clientelismo y es parte de la ecuación electoral de los partidos tradicionales; las instituciones y los sistemas de trabajo importan más que el beneficio directo de los ciudadanos. Como he opinado en otras ocasiones, en la CCSS prefieren resguardar la oferta del servicio público, aunque este sea deficiente e insuficiente, que caer en el pecado de compartir responsabilidades con la iniciativa privada, aunque eso signifique un deterioro en la salud y la calidad de vida de las personas, principalmente, de escasos recursos.

Este es otro tema para cuestionar al Gobierno del Dr. Oscar Arias. ¿Por qué la CCSS no puede atender a los costarricenses que van a Venezuela y/o a Cuba a operarse los ojos? Si no puede, por x o y razones, por qué no contrata o concesiona esos servicios en clínicas especializadas en el país?

Qué necesidad tenemos de entregarle al populismo socialista, ciudadanos vulnerables para su causa totalitaria?


08-02 DOLARIZAR LA ECONOMÍA ES NUESTRA MEJOR OPCIÓN

Luis E. Loría
Investigador IICE-UCR ♦
lloria@strategic-la.com

El dólar en Costa Rica, luego de un largo periodo de bonanza, atraviesa una situación muy difícil. Para mayor claridad, dividiremos nuestro análisis en tres etapas. La primera etapa es un largo verano que comprende más de veinte años de minidevaluaciones, durante el cual el valor del dólar con respecto al colón aumentó. Entre enero de 1988 y enero de 2008, el tipo de cambio pasó de 72 a 493 colones por dólar, una devaluación acumulada del 576%. Durante los últimos 10 años, el valor de la moneda nacional frente a la norteamericana cayó en un 100%, de acuerdo con cifras del Banco Central de Costa Rica—BCCR. Para poner en perspectiva la magnitud de las devaluaciones vale la pena recordar que la devaluación del peso mexicano que contribuyó al colapso de la economía mexicana (efecto tequila), en diciembre de 1994, fue de un 110%, la devaluación del sucre ecuatoriano, a finales de 1999 y el inicio del año 2000, que llevó al país a la peor crisis financiera de su historia y a sacar de circulación su moneda fue del orden del 400% y la devaluación del peso argentino, a finales del 2001 y el primer semestre del 2002, al romper con el sistema de convertibilidad e instaurar el famoso “corralito” para evitar la fuga de capitales fue de aproximadamente 260%. La principal diferencia entre las devaluaciones en México, Ecuador y Argentina y el caso de Costa Rica radica en la gradualidad del proceso, no en el resultado que es, en todos los casos, el empobrecimiento de la gran mayoría de la población.

La segunda etapa es un corto otoño que inicia con la entrada al sistema de bandas (del 17 de octubre de 2006 al 22 de noviembre de 2007), durante el cual el tipo de cambio—controlado por el BCCR—se mantuvo relativamente estable. La tercera etapa es un crudo invierno que inicia con una nueva ampliación de las bandas el 23 de noviembre, desde ese momento hasta la fecha (10 de febrero) el tipo de cambio se desplomó en un 4.5%, para ubicarse en 493 colones por dólar, y se esperan caídas adicionales que podrían oscilar entre un 9% y un 19%, que ubicarían al tipo de cambio en niveles cercanos a 450 y 400 colones por dólar, respectivamente. Desde la implantación del sistema de bandas cambiarias, el 17 de octubre de 2006, hasta la mitad de febrero de 2008 el colón se revaluó en un poco más de un 5%. Es la primera vez, en más de dos décadas, en que los tenedores de colones se han beneficiado. Este resultado extraordinario y atípico no responde a un acierto particular en materia de política económica.

Por el contrario, responde a la corrección impuesta por el mercado (pero limitada por el BCCR a través de la fijación de los límites de las bandas) a distorsiones en el tipo de cambio acumuladas durante el período en que estuvo vigente el sistema de minidevaluaciones. Sin embargo, los encargados de la política monetaria, hasta el momento, han preferido ajustes graduales—al igual que en caso de las minidevaluaciones, a través de ensanchamientos entre las bandas, no anunciados anticipadamente, frente a un ajuste más definitivo, que implicaría una liberación del tipo de cambio y la eliminación de las intervenciones del ente emisor en el mercado para defender el tipo de cambio.


Existe un amplio consenso entre analistas económicos en torno a que el tipo de cambio actual, fijado por el límite inferior de la banda en 493 colones por dólar, no es sostenible en el corto plazo. La intervención del BCCR para comprar dólares en el mercado y poner a circular más colones para que el tipo de cambio se mantenga en el nivel establecido por la banda y no siga cayendo ha dificultado, a su vez, el control de la inflación—que se mantiene en niveles por arriba del 10%, que son muy superiores a los niveles internacionales y latinoamericanos. Esa “defensa” del tipo de cambio durante el periodo de vigencia de las bandas cambiarias contribuyó a que lasreservas netas del BCCR crecieran en más de un 50% para ubicarse en su nivel histórico másalto de 4,389 millones de dólares, al 1 de febrero de 2008. Al mismo tiempo, la reciente baja enla tasa de interés—a niveles todavía más negativos en términos reales—desincentivará el ahorroy promoverá el consumo, lo cual introducirá presiones inflacionarias adicionales.

Con el esquema de minidevaluaciones el riesgo al que estaban expuestos los actoreseconómicos, tanto individuos, empresas e inversionistas, era muy reducido ya que era fácilpredecir el valor futuro del tipo de cambio. Entre las principales críticas al sistema deminidevaluaciones, que sirvieron como argumentos para su abandono, se encuentran, entreotras: a) que introdujo una inercia inflacionaria en el sistema, b) los elevados costos financierospara el BCCR por concepto de esterilización (intervención del BCCR en el mercado cambiariopara influir en el tipo de cambio) y, como resultado, c) la pérdida de efectividad de la políticamonetaria en el mediano y largo plazo. Lamentablemente, la migración hacia el sistema debandas no contribuyó a eliminar ninguno de los tres males anteriores. Por el contrario, la bandainferior se convirtió virtualmente en un tipo de cambio fijo que es “defendido” mediante laintervención del BCCR en el mercado, la inflación anual continúa en niveles superiores al 10%, elriesgo cambiario y la especulación han aumentado.

El nivel de incertidumbre en el sistema económico relacionado con el manejo de la política cambiaria ha aumentado significativamente. Es importante distinguir entre incertidumbre, el tema que nos ocupa, y simple riesgo. En 1921, Frank H. Knight, en su famosa obra Risk, Uncertainty and Profit, explicó que el “riesgo” es cuantificable y la “incertidumbre” simplemente no se puede cuantificar. En ese sentido, la creciente incertidumbre acerca del valor futuro del colón con respecto al dólar dificulta la toma de decisiones acerca de la moneda en que conviene ahorrar, pedir un préstamo, fijar los precios para bienes y servicios, negociar un contrato, elaborar presupuestos y evaluar alternativas de inversión. Los aciertos o desaciertos que se derivan de las decisiones adoptadas por los actores económicos ex ante, que se traducen en ganancias o pérdidas ex post, no dependen, en este momento, de la rigurosidad y calidad del análisis que pueda hacerse con base en la información disponible, sino de las decisiones en materia cambiaria que adopte y comunique, sin previo aviso, el BCCR.

¿Cuánto durará el invierno del dólar en Costa Rica? El Presidente del BCCR, en entrevista publicada en el diario La Nación el 11 de febrero de 2008, indicó que por ahora no pensaban ampliar los límites de las bandas, reconoció que existe mucha expectativa y especulación acerca del tema y que sería muy riesgoso pasar a un sistema de flotación libre del colón frente al dólar. En su opinión, “…es mejor esperar y aguantar el chaparrón con el esquema que tenemos ahora, que tratar de dar un paso que va a tener más riesgo. Prefiero que estemos bien preparados para hacerlo y no echar a perder esa idea (flotación)”.

Ante la falta de señales claras por parte de las autoridades monetarias, se hace necesario evaluar las alternativas que permitan salir, con el menor costo posible para el sistema económico, de la situación incomoda en que se ha ubicado el manejo de la política cambiaria. Una primera opción sería el regresar a un sistema de minidevaluaciones, opción desprestigiada por sus resultados históricos y que no es capaz de solucionar los problemas que nos ocupan. Una segunda opción sería el mantener la banda cambiaria en su nivel actual y en algún momento, que no conoceremos con anticipación, ampliarla (esa es la que, por el momento, sigue el BCCR). Esta opción, como mencionamos arriba, no es muy atractiva ya que ha demostrado ser incapaz de solucionar los problemas del esquema de minidevaluaciones y ha creado nuevos. Adicionalmente, se ha convertido virtualmente en un sistema de tipo de cambio fijo y, de esa manera, es opuesto a la libre determinación del precio de la moneda a través de las fuerzas del mercado. Una tercera opción sería el saltar a la libre flotación de la moneda, que era la intención inicial del BCCR.

Esa opción que hacía mucho sentido cuando se inició el sistema de bandas en octubre de 2006 ha perdido su atractivo y se ha convertido en una opción de alto riesgo bajo las condiciones actuales. Al liberar el tipo de cambio se esperaría inmediatamente una abrupta caída que sería seguida por variaciones significativas en el corto plazo, un mundo ideal para especular con la moneda. Una cuarta opción sería pensar en un esquema del tipo caja de convertibilidad que operó con éxito durante varios años en Argentina. La crisis en ese país suramericano demostró que esquemas de ese tipo son eficientes para reducir la inflación, atraer la inversión y promover el crecimiento económico. Sin embargo, no eliminan el riesgo cambiario ya que en cualquier momento, no anunciado con anticipación, las autoridades económicas pueden salirse del esquema mediante una devaluación de la moneda, con consecuencias terribles para el sistema económico. Una quinta alternativa sería abandonar de manera definitiva nuestro devaluado signo monetario, el colón costarricense, y adoptar una moneda más fuerte y de aceptación internacional como el dólar, lo que se conoce como dolarización. La dolarización de la economía sería, en este momento, la opción más acertada para eliminar de manera permanente el riesgo cambiario y la incertidumbre que se ha generado alrededor del manejo de la política cambiaria. De esa manera, se pondría fin al invierno y se daría un salto a una cuarta etapa: una ansiada y refrescante primavera monetaria, necesaria para sentar las bases para el florecimiento de nuestra economía.


♦ Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica.

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Actualizado 15/07/2011 a las 14:01 por Boletín ANFE

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