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Boletín ANFE

07-12 Neoliberalismo: El fantasma de la teoría de la conspiración

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Este artículo fue publicado en el Boletín de ANFE de Diciembre del 2007

07-12
Neoliberalismo: el fantasma de la teoría de la conspiración


Alejandro Barrantes Requena

Todos los días escuchamos a alguien hablar sobre el "neoliberalismo" y los "neoliberales". Puede ser el sacerdote que moralice a su grey diciendo que los "neoliberales" han dejado de adorar a Dios para adorar al mercado. Puede ser el político que dice que la pobreza no se puede reducir porque las políticas "neoliberales" desarrolladas en los últimos años lo impiden. Quizá sea el estudiante que alega que el "neoliberalismo" es el causante del subdesarrollo de los países o, si no, será entonces el profesor universitario, que dice a sus alumnos que las políticas "neoliberales" y la globalización son parte sustancial del capitalismo salvaje.

Lo que con mayor frecuencia escuchamos, indistintamente de quién lo diga, es que las políticas neoliberales son la causa de todos los males que afectan a las sociedades contemporáneas. Acompañando a esa frase, encontramos todo un arsenal de ataques al mercado, calificándolo de machista, terrorista e inhumano y que la libertad política y económica no es más que una estrategia del imperialismo, padre del neoliberalismo, para hacerse con el control del mundo. En síntesis, todos los días escuchamos a alguien hablar del neoliberalismo, pero ¿qué es eso?

Llevemos la discusión al plano conceptual-semántico para tratar de acercarnos a la respuesta. Neo significa nuevo y liberalismo hace referencia, grosso modo, a una corriente de pensamiento de amplia trayectoria que defiende la libertad económica, social, política y moral del individuo, la supremacía de éste en el análisis de la sociedad (individualismo metodológico), el ejercicio de la voluntad sin coerción, así como la reducción del Estado, pues la historia de la humanidad es la historia del poder de unos sobre otros, institucionalizándolo a través del Estado o de muchas otras organizaciones (sociedad, Iglesia, etc.). ¿Pero no sigue defendiendo eso el "neoliberalismo"? La respuesta es sí, entonces ¿adónde está lo nuevo? Para contestar esto, vayamos al plano epistemológico. Thomas Khün introdujo la noción de cambio intrateórico e intertéorico. Si en una teoría o un paradigma se mantiene el núcleo duro (supuestos, axiomas e hipótesis centrales) y lo que varía son las hipótesis auxiliares de la explicación, los enfoques o las técnicas metodológicas para abordar el núcleo, se habla de cambio intrateórico; es decir, a lo interno. Por otro lado, si lo que varía es el núcleo duro, se habla entonces de cambio interteórico. En la actualidad, podemos ver que el liberalismo continúa defendiendo la libertad en todo el sentido de la palabra, al individuo como centro de la acción social, la voluntad de las acciones y la reducción del Estado sacándolo de muchas esferas de la acción del ser humano. Así las cosas, como se mantienen los postulados y axiomas centrales del liberalismo, no se puede hablar de cambio interteórico. Podría plantearse la hipótesis de que el liberalismo conserva sus postulados pero el ámbito de aplicabilidad ha variado, lo cual implica una modificación de los enfoques. Pero el liberalismo nació como una filosofía aplicable a lo político, a lo económico, a lo jurídico, a lo social y a lo moral. Y así lo sigue haciendo hoy día. ¿Entonces adónde está lo nuevo? Como se puede ver, al mantenerse el ámbito de aplicabilidad y mejorarse, no modificarse los enfoques, tampoco puede hablarse de cambio intrateórico.

Queda demostrado que, desde el punto de vista conceptual-semántico y desde el epistemológico, es imposible hablar de neoliberalismo. A diferencia del marxismo, el liberalismo no tuvo que desechar postulados por la simple razón de que no proponía leyes inmutables como era el determinismo económico. Tampoco sus postulados han sido desmentidos pues lo que el liberalismo siempre ha planteado son cosas que podían contrastarse y comprobarse con la realidad, siguiendo los aportes de Locke, Stuart Mill y otros. La realidad siempre le ha dado la razón: a mayor libertad de las personas, mayor paz social, mayor progreso y mayor felicidad....

Entonces ¿por qué entonces oímos hablar de "neoliberalismo"? Muy fácil, porque los inútiles siempre buscan chivos expiatorios. Siempre necesitan decir que hay un gran complot entre el gobierno, los EE. UU., las transnacionales y otros para destruir al mundo. Se trata de una lucha maniquea donde unos son los buenos y los otros son los malos, lo cuál, lógicamente implica una dinámica de legitimación-deslegitimación respectivamente. Muy probablemente esas personas que culpan al neoliberalismo de todos sus males lo hacen porque son seguidores de una tradición de comodidad intelectual: es más fácil descargar la ira, frustración y miedo contra algo que no se sabe si existe o no, que hacer todo el ejercicio racional para encontrar las verdaderas causas de los males. Es la materialización de la ley del mínimo esfuerzo. Además, lanzar diatribas contra un enemigo imaginario tiene otra ventaja: si los progresistas, marxistas, socialdemócratas y otros afirmaran que todos los problemas son causados por el liberalismo, los liberales no sólo reclamarían, sino que hasta podrían hacer que el dedo acusador se vuelva en contra de aquellos, demostrando que dichos problemas son causados por sus ideas colectivistas y fomentadoras de la corrupción. En cambio, atacar al fantasma del "neoliberalismo" permite evitar cualquier riesgo.

Por eso, cuando escuchemos a alguien hablar del "neoliberalismo" no sólo podemos divertirnos imaginando la fantástica forma que tendrá esa mítica bestia (quizá sea como el unicornio, quizá como el cíclope o quizá como Dios), sino también podremos saber que quien lo dice no está siendo racional, sino que es un sujeto amante de ese misticismo adorador o inquisidor de entes esotéricos, capaz de atribuirle las más hiperbólicas características a su chivo expiatorio. Al fin y al cabo tiene una necesidad patológica y paranoica de identificar al culpable de todas las desgracias de la humanidad.

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