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Jorge Corrales Quesada
03/10/2022, 11:09
POR QUÉ ADAM SMITH DIJO QUE “LA VIRTUD DEBE TEMERSE MÁS QUE EL VICIO.”

Por Richard Fulmer
Fundación para la Educación Económica
Domingo 25 de setiembre del 2022

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en rojo, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como richard fulmer foundation for economic education, Smith, September 25, 2022 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis rojos.

El uso de la fuerza en la sociedad es uno de los temas más importantes que los gobiernos deben enfrentar. Por desgracia, a menudo lo hacen mal ̶ y Smith entendió por qué.

Wally, un compañero de trabajo, un día entró a mi oficina y anunció que había descubierto la respuesta a los problems del mundo. Y que todo eso era tan sencillo. La gente sólo necesitaba actuar sabiamente. Si todo mundo actuaba con sabiduría, entonces, desparecerían el crimen, la pobreza, y la guerra. Estuve de acuerdo y le pregunté cómo lograría ese milagro. Esperé por algún plan elaborado, pero, resultó que “actuar sabiamente” era la suma total de la idea de Wally. En respuesta a cada pregunta, sólo repetía que la gente debería actuar con sabiduría.

Neil deGrasse Tyson es un astrofísico de fama mundial, pero su plan para resolver los problemas del mundo no es más científico ni más trillado que el de Wally. Tyson propone la palabra “Rationalia,” una utopía virtual en que todo mundo actúa con la razón.

Los socialistas tienen una solución similar para los problemas del mundo. En su utopía, la gente actuará, no con sabiduría o razón, sino con altruismo. Sin embargo, a diferencia de Wally o Tyson, han propuesto diversos planes para lograrlo ̶ todo lo que se reduce a alguna variación de: (1) quemar todo y de las cenizas de la sociedad se levantará espontáneamente un mundo perfecto, (2) obligar a todo mundo a actuar con benevolencia hasta que actuar así se convierta en natural, o (3) crear una sociedad justa e igual en que los bienes materiales se distribuyen uniformemente, con lo que se elimina toda avaricia y envidia y, junto con ellas, cualquier motivación para la violencia y el crimen.

Todo esquema socialista descansa en la fuerza, o la amenaza de ella, blandida por dictadores omnisapientes, omnipotentes y omnibenévolos. Pero, ¿podría sobrevivir tal sociedad que, necesariamente, sacrifica la justicia por el altruismo?

Una lectura al libro de Adam Smith, The Theory of Moral Sentiments (https://www.adamsmith.org/the-theory-of-moral-sentiments) [La teoría de los sentimientos morales], sugiere que no.

El concepto de justicia para Smith se basaba en proteger a las personas de lesiones por parte de otros. Esto es, proteger a las personas de asaltos sobre sus personas, propiedad, y acuerdos. Para Smith, actuar justamente consistía principalmente en abstenerse de causar daño a otros. Él creía que la razón fundamental para la existencia de la sociedad era proteger ese nivel de justicia. Más aún, afirmó él, cualquier sociedad que falla en este deber básico fallará como tal. En su libro Smith escribió: “La sociedad puede subsistir sin beneficencia, aunque no en la situación más confortable; pero, si prevalece la injusticia, su destrucción será completa.”

Por desgracia, a menudo, asegurar la paz requiere de fuerza. Pero, el uso de la fuerza es justa cuando se lleva a cabo para oponerse a la injusticia ̶ esto es, cuando es en respuesta a la iniciación de fuerza. Si bien los gobiernos no pueden esperar establecer una justicia perfecta, pueden brindar suficiente protección para permitirles a las personas vivir sus vidas y que florezcan.

Sin embargo, lo que ningún gobierno es competente para hacer es asegurar que sus ciudadanos actúen sabiamente, racionalmente, o altruistamente. Hacerlo requiere usar la fuerza ̶ no para impedir que personas dañen a otros, sino para obligarlas a comportarse de formas que el gobierno determina son las apropiadas. Así empleada la fuerza, conduce a una injusticia socialmente destructiva.

Primero, la idea de alguien de qué es altruista (o sabio o racional) debe imponerse sobre todo mundo. Ejemplo reciente es el decreto de Biden perdonando cientos de millones de dólares en préstamos federales a estudiantes. ¿Fue su acción altruista? Parece serlo si nuestro foco está puesto sólo en los estudiantes que se benefician de la orden del presidente.
Parece serlo mucho menos si ampliamos nuestro foco y horizonte temporal para incluir a quienes deben pagar por los préstamos y quienes en el futuro serán afectados por los incentivos perversos que creará su decreto. Por ejemplo, las universidades serán estimuladas a aumentar las matrículas e incluso más estudiantes pedirán prestado dinero que es poco posible que lo reembolsen.

En resumen, cualquiera política que se escoja en nombre de la moral, algunos la verán como inmoral, y resentirán amargamente ser forzados a apoyarla.

Segundo, una política que la autoridad central considera altruista debe ponerse en práctica y pagarse por personas que pueden oponerse a ella o la forma en que se pone en marcha. Deben ser obligadas -por la fuerza si es necesario- para que cumplan con la política y debe impedírseles que la subviertan. Si “subversión” se construye para incluir “fomentar el desacuerdo social” por la crítica pública, entonces, la autoridad central puede limitar la libertad de expresión y de prensa. Si pastores cuestionan la moral de la política, la autoridad también puede limitar libertades religiosas.

Tercero, la política puede producir consecuencias no previstas que crean más injusticias. ¿Cómo responderá la autoridad central? ¿Suprimirá el conocimiento de las consecuencias para impedir el desacuerdo y, potencialmente, la pérdida de su legitimidad o poder? ¿Responderá con otra capa de políticas coercitivas y, si es así, la impondrá y qué hará si resultan más consecuencias no previstas?

Finalmente, como lo hizo ver Smith, “La virtud es más temible que el vicio, pues sus excesos no están sujetos a la regulación de la consciencia.” Los que intentan imponer la virtud -o, al menos, la idea de ella- tienden a tratar viciosamente con los disidentes, quienes, debido a que se oponen a la “virtud,” son, por definición, malvados.

“El infierno,” como dijo en una ocasión Michael Novak, “es lo que sucede cuando persigues el cielo en la tierra.”

La fuerza usada para impedir o reparar asaltos sobre personas o propiedad es legítima; la fuerza que se usa para coaccionar la “benevolencia” no lo es. La fuerza es, en última instancia, el único martillo en la caja de herramientas del gobierno y debería usarse sólo en lo que es lograble e, incluso en tal caso, sólo ocasionalmente.

Los gobiernos pueden aspirar razonablemente a suministrar la fórmula de Adam Smith para la prosperidad: “Paz, impuestos fáciles y una administración tolerable de justicia.” Al intentar proveer lo que no puede, el gobierno destruirá su habilidad de suministrar lo que sí puede.

Richard Fulmer trabajó como ingeniero y analista de sistemas, y ahora está retirado y es escritor independiente. Ha publicado alrededor de treinta artículos y comentarios de libros en revistas y blogs de libre mercado. Con Robert L. Bradley Jr., Richard escribió el libro Energy: The Master Resource, que fuera lectura requerida en clases de cuatro diferentes universidades, incluyendo la Universidad de Texas y la Universidad de Toronto. Actualmente está trabajando en otro libro, Caveman Economics: Basic Economics in 25 Prehistoric Tales.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.