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Jorge Corrales Quesada
02/10/2022, 09:17
Los hay tantos… que de nosotros dependerá su existencia, y la propia de las vidas nuestras.

OPONERSE A TOTALITARIOS QUE SE “MAREAN POR EL ÉXITO”

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
18 de setiembre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es barry brownstein, american institute for economic research, totalitarians, September 18, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

En marzo de 1930, José Stalin escribió un ensayo para Pravda titulado “Mareados por el éxito.” Stalin proclamó, “Los éxitos del gobierno soviético en la esfera del movimiento de granjas colectivas ahora se menciona por todo mundo.
Hasta nuestros enemigos se ven obligados a admitir que los éxitos son sustanciales. Y, en verdad, son grandiosos.”

No sólo él declaró un éxito “grandioso,” sino que Stalin alegó que la colectivización era totalmente voluntaria: “Los éxitos de nuestra política agrícola colectiva se deben, entre otras cosas, al hecho que descansa en el carácter voluntario del movimiento de granjas colectivas y en que toma en cuenta la diversidad de condiciones en las diversas regiones de la U.R.S.S.”

Stalin fingió apoyar el principio de que “las granjas colectivas no deben ser establecidas por la fuerza… El movimiento de granjas colectivas debe descansar en el apoyo activo de la masa principal del campesinado.”

Si bien algunos apologetas occidentales de Stalin alabaron la colectivización, nada del resto era cierto. Cuando Stalin escribió su ensayo, estaba en proceso el asesinato-exilio-hambruna de aproximadamente cinco millones de ucranianos.
Excepto por las víctimas, pocos sabían la verdad, incluso en la Union Soviética. Tal vez creían en Stalin cuando escribió:
“¡Podemos lograr cualquier cosa! ¡No hay nada que no podamos hacer!”

Si usted se pregunta por qué más estadounidenses no están alarmados ante la erosión de la libertad, hay lecciones que podemos aprender de los horrores experimentados por ciudadanos soviéticos y muchos otros. En Camino de Servidumbre, Hayek escribe; “Si el sentimiento de opresión en los países totalitarios es, en general, mucho menos agudo de lo que se imagina la mayoría de personas en los países liberales, ello se debe a que los gobiernos totalitarios han conseguido en alto grado que la gente piense como ellos desean que lo haga.”

Hayek hace ver que “No es difícil privar de independencia de pensamiento a la gran mayoría.” Con suficiente censura, la persuasión es innecesaria: “El propagandista diestro tiene… poder para moldear sus mentes en cualquier dirección que elija, y ni las personas más inteligentes e independientes pueden escapar a esa influencia por entero si por mucho tiempo son aisladas de todas las demás fuentes de información.”

Por supuesto, Estados Unidos no es un país totalitario. Los propagandistas del estado no tienen el control completo de la información. Sin embargo, millones esperan recibir “las noticias” diarias de medios de la corriente principal, como el N.Y. Times, NPR [el Servicio de Radiodifusión Estatal de Estados Unidos], CNN, y Fox News, y libremente eligen no ejercer un “pensamiento independiente.”

En el 2021, el presidente Biden estaba “mareado por el éxito,” al proclamar que los no vacunados experimentarán “un invierno de enfermedad severa y muerte” pero, “si usted se vacuna, no le dará COVID.” Hoy día, juicios legales están dejando claro que, al violar la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, la administración obligó a medios sociales censurar las noticias acerca de la realidad de las vacunas y mascarillas.

A partir de la ignorancia, individuos furiosos atacan verbalmente a otros, e incluso aunque no sepan lo que es “la ciencia,” demandan que otros “sigan a la ciencia.” Todavía apoyan vigorosamente intervenciones dañinas a millones.

Si usted está seguro de ser un pensador independiente, no siga leyendo, pero ignora la advertencia de Hayek a su propio riesgo. Hasta en el 2022, antiguos defensores de la libertad aún están reanudando la propaganda gubernamental del Covid.

Así que, ¿qué puede la persona hacer para ver a través de la propaganda?

Primeramente, dese cuenta que ninguno de nosotros es inmune al pensar en tropel e irracionalmente. Vamos en manada al seguir a la multitud en vez de tomar decisiones independientes. Como lo puso el filósofo francés del siglo XVI Michel de Montaigne, “no importa lo que digamos, las costumbres y prácticas de la vida nos arrastran.”

En 1978, poco antes del regreso a Irán del Ayatola Khomeini, iraníes en masa “vieron” el rostro de Khomeini en la luna.
Un periodista, quien vivió la histeria de la manada, escribió, “Todo mundo está hablando de ello. Los taxis frenaron en medio del tránsito para que la gente pudiera saltar y mirar hacia el cielo, y los vecinos se reúnen en las callejuelas al atardecer para apuntar hacia los contornos de sus ojos.”

Otro escritor agregó, “El rostro de Khomeini en la luna era una creencia típica en esos días y reflejó los cambios en el pensamiento, creencia, y comportamiento de las masas en aquel momento.”

He aquí una descripción:

“En el día esperado del 27 de noviembre, millones de personas recibieron la luna con exclamaciones, reconociendo en la realidad la imagen del Ayatola Khomeini y gritaron ‘āllāhu akbar’ desde los techos de sus casas ̶ lo que se convirtió en una señal establecida de desobediencia política en los días y semanas subsecuentes. El cambio emocional transportado por medio de este fenómeno de masas fue excepcional. La gente de Irán ‘experimentó un momento festivo que contrastaba agudamente con el resto de ese sombrío, amargamente frío y sangriento, otoño. Lágrimas de felicidad fueron derramadas y cantidades enormes de dulces y frutas fueron consumidas mientras millones de personas saltaban de alegría, gritando ‘he visto al Imán en la luna.’”

Una persona quien no vio a Khomeini en la luna fue denunciada como un “sinvergüenza y bastardo.” Hoy, quienes fracasan en “confiar en la ciencia” son similarmente denigrados.

Por un momento, volteémonos hacia algo menos cargado que Irán, la política acerca del COVID, y la oposición a totalitarios. ¿Se ha puesto a pensar por qué tanta gente que intenta actuar a tiempo en los mercados compra cuando está en lo más alto y vende cuando está en lo más bajo? Robert Pretcher, hijo, explica el comportamiento en manada en los mercados financieros:

“Prácticamente la mayoría de la gente obtiene sus ideas acerca de los mercados financieros de otras personas, por medio de periódicos, televisión, asesores y analistas, sin revisar nada. Ellos piensan, ‘¿Quién soy yo para revisarlo? Se supone que esas otras personas son expertas.’ Mucha gente esta pendiente de las noticias del mercado, que simplemente reportan la toma de decisiones agregadas de corto plazo de otros. Esta dependencia es casi universal, hasta en inversionistas de largo plazo. Ellos son impulsados a seguir a la manada, pues no tienen de primera mano el conocimiento adecuado para formar una convicción independiente, lo que hace que busquen sabiduría en los números.
El inconsciente dice: Usted tiene muy poca base sobre la cual ejercer la razón; su única alternativa es suponer que la manada sabe hacia dónde va. Cuando una multitud está en comando, los individuos que participan parecen ser racionales en lo externo, pero, dentro de sí, sus impulsos y emociones están en control.”

Nuestro bienestar financiero está en juego, y, sin embargo, irracionalmente seguimos a la manada. Tal vez, tendríamos mayor confianza en nuestras ideas acerca de temas con menores consecuencias sobre nuestro bienestar. Por desgracia, para muchos de nosotros, ese no es el caso.

¿Qué pasa cuando usted está en “una minoría de uno en contra de una mayoría unánime”? En uno de los experimentos más famosos de psicología, Solomon Asch mostró que si sujetos en un grupo están viendo dos líneas y la mayoría alega que una línea más corta es más larga, un 75 por ciento de nosotros simplemente está de acuerdo. Entre mayor el número de cómplices del investigador alegando que la línea más corta es más larga, mayor es la posibilidad de que nosotros estemos de acuerdo.

Si usted está seguro que iría contra corriente cuando importa, considere que Asch explicó que, en sus experimentos, los sujetos tenían “acceso independiente [visual] a los hechos,” pero, en muchas situaciones, no lo tenemos. En la vida real, ir contra la manada es más difícil:

“Los arreglos experimentales aseguraron que cada persona podía ver con sus propios ojos y bajo condiciones óptimas.
En este sentido, la situación actual difiere agudamente, y con frecuencia, de otras formas de desacuerdo. A menudo, en la vida social las diferencias en los juicios son acerca de hechos que son mucho menos visibles. Las “líneas” sociales y políticas y sus relaciones son, como regla, claramente dadas en el ámbito individual, En vez de ello, él, a menudo, depende de otros para que le informen no sólo acerca de la interpretación, sino, también, acerca de la existencia de hechos alejados de su experiencia. Este carácter indirecto se excluyó aquí. Los hechos estaban presentes constantemente, y el individuo no podía otra cosa más que verlos como lo hacía.”

En palabras de Asch, la mayoría “no ejerce presión en el sentido usual de persuadir o aplicar sanciones… Cualquier presión que el sujeto sintió, creció sólo a lo interno suyo.”

Durante el COVID, por supuesto, los “hechos” no estaban físicamente presentes y se aplicaron sanciones a muchos, hasta cuando perdieron sus empleos. A lo largo del COVID, muchos en la mayoría han tratado de abusar y avergonzar a voces minoritarias en relación con mascarillas y vacunaciones. No es de extrañar que tantos estuvieran de acuerdo y adoraran a sus “funcionarios” opresores.

Asch respondió que muchos sujetos en el experimento lo describieron como un “dolor al estar solos contra la mayoría” y supusieron que la mayoría debe estar en lo correcto. Asch escribió, “Una proporción substancial de subjetos cedió una vez que su confianza fuera sacudida. La supuesta corrección de la mayoría les privó de la resolución de reportar sus propias observaciones.” Otros sujetos temieron ser etiquetados de defectuosos. Asch explica, “Otros que dejaron de lado la cuestión de exactitud, fueron dominados por un deseo imperioso de no aparecer como diferentes, en apariencia a partir del temor de revelar un defecto general e indefinido.”

El coraje para no estar conforme no llega fácil. En otros ensayos he explorado por qué.

En este ensayo, quiero ir al grano y compartir la cualidad única, sin la cual el coraje moral será fugaz: debemos apreciar la humanidad en otros, no sólo por su bien, sino por el nuestro.

Las ideas que usted tiene acerca de alguien más existen en su mente. Una idea equivocada -en la que usted niega la humanidad de alguien más- puede ser proyectada, pero nunca dejará su fuente ̶ su mente.

Sin verla en otros, nunca abrazaremos nuestra humanidad, con todo y sus defectos. Nunca encontraremos nuestra propia libertad si no valoramos la libertad de todos los demás. El coraje que buscamos viene de un lugar en donde la acción individual se fundamenta en una verdad vasta, que empequeñece nuestro pensamiento calculador.

En su inmortal Meditaciones, Marco Aurelio escribió hace casi dos mil años, “Piensa de cuando en cuando en la indisoluble unión de todas las cosas terrenales y en la relación íntima que existe entre ellas, porque todas están, por decirlo así, entrelazadas unas con otras y, por consiguiente, reina entre ellas una estrecha simpatía; la una se inclina hacia la otra por afecto de la tendencia, del concurso y de la comunión de todas las partes de la materia… Una divinidad presente en todas ellas.”

Hoy la física cuántica apoya la realidad de la interconexión de todas las cosas. Hay una necesidad humana universal de conexiones, pero la calidad de esas conexiones depende de qué teoría usemos para construirlas.

El mayor Karl Plagge fue uno de los pocos miembros de las fuerzas armadas de Alemania (Wehrmacht) en ver la humanidad en todos y cada uno de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, Plagge estaba estacionado en Vilna, Lituania, en donde el asesinato de judíos “era cometido principalmente por los Einsatzgruppen [escuadrones de la muerte de las SS] y voluntarios, milicianos y policías locales.” Las atrocidades impactaron a algunos soldados de la Wehrmacht, pero un inestimable número pequeño de ellos hizo algo por disminuir la velocidad de la carnicería.

En 1931, Plagge se unió al partido nazi “para participar en una buena causa.” Pronto, Plagge lamentó su decisión cuando los nazis violaron sus “principios morales básicos.” Él “rechazó el comportamiento arrogante y altanero, así como el sentimiento acientífico de superioridad racial de muchos miembros del partido.”

En Vilna, “testigos sobrevivientes compararon [a Plagge] con Oskar Schindler,” cuando el protegió a judíos en sus entresijos laborales y con frecuencia adoptó una actitud firme ante las SS. En el 2005, en el Yad Vashem, en Jerusalén, Israel, casi 50 años después de su muerte, Plagge se convirtió en el único miembro de los militares alemanes en ser reconocido como uno de los “Justos entre las Naciones.”

Plagge vio “una obligación de ser firme, no del lado del castigador, sino exponiendo la causa de la víctima.” Él derivó su coraje moral, no de una fuerza excepcional, sino de la creencia en que la única forma de luchar contra “un ultraje vergonzoso,” es por medio de la “decencia común:”

“Tal vez otros carecían de sólo un poco de determinación para actuar de la misma manera para prevenir o reducir el horror. Nunca he sentido que eso tomara un coraje especial. Sólo requería una fuerza convincente, que cualquiera puede derivar de las profundidades de una consciencia moral que todo mundo tiene. Es más, tal vez, requiere un poco de buena voluntad, ocasionalmente de una buena idea y dedicación para la tarea a mano, Yo nunca tuve el sentimiento de que estaba en un gran peligro, pues mis argumentos sobre una base fáctica, así como personal, siempre fueron racionales, honestos, e irrefutables… Básicamente no soy un ‘héroe,’ sino una persona algo tímida.”

Al leer la historia de movimientos totalitarios, usted aprende que siempre hay un punto, en su infancia, cuando un movimiento podría haber muerto si suficiente gente “tímida” derivara de su “consciencia moral” actuar con una “decencia común.”

Los totalitarios llegan a “marearse con el éxito” sólo cuando las masas se lo permiten. Si el coraje moral es escaso en su oferta cuando relativamente los costos de oponerse son bajos, lo peor se hace inevitable.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es autor de The Inner-Work of Leadership, y sus ensayos han aparecido en publicaciones como la Fundación para la Educación Económica e Intellectual Takeout.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.