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Jorge Corrales Quesada
10/03/2022, 09:05
Los últimos datos de la inflación en Estados Unidos señalan un 8% anualizado. Ya se va acercando al récord previo de la administración demócrata de Jimmy Carter de un 14.6% en marzo-abril de 1980. Biden, aunque al menos de una sola vez por todas podría generar una rebaja en la inflación si permitiera la producción doméstica de petróleo en Estados Unidos, sin regulaciones excesivas y fanatismo religioso del cambio climático, se rehúsa a hacerlo. Por buen rato permanecerá elevada esa inflación.

¿QUÉ PUEDEN APRENDER LOS ESTADOS UNIDOS DE LA INFLACIÓN ARGENTINA?

Por Nicolás Cachanosky
American Institute for Economic Research
24 de febrero del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es nicolás cachanosky american institute for economic research inflation, February 24, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Según la Oficina de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos, en el 2021 la inflación fue un asombroso 7 por ciento ̶ la más alta desde 1982. Como un argentino que vive en Estados Unidos, nunca me había sentido más como en mi país.
Argentina ha sufrido altas tasas de inflación desde mediados del siglo XX. El gobierno argentino empezó a acudir a las máquinas impresoras para pagar vastos planes de estímulos gubernamentales, poco después que el populista argentino orientado hacia la izquierda, Juan Perón, llegó a ser presidente en 1946. El resultado ha sido una economía con ciclos crónicos de inflación, incluyendo un episodio de hiperinflación a fines de los ochentas y principios de los noventas.

En el 2006, la tasa de inflación en Argentina fue de un 9.8 por ciento. Brincó a un 25.7 por ciento el año siguiente, mostrando qué tan rápido la inflación puede salirse de control. Desde ese entonces, la inflación ha crecido aún más, llegando a un 50.9 por ciento en el 2021. A esa tasa, el nivel de precios se duplica en un año y nueve meses.

Para mantener frenada a la inflación, Estados Unidos puede echarle una mirada a Argentina para aprender qué no hacer. Es una regla fácil de seguir: lo que sea que Argentina haya hecho, haga lo opuesto.

El primer error de política de Argentina fue aumentar desenfrenadamente el gasto gubernamental. En términos reales, el gasto gubernamental se elevó un 36 por ciento entre el 2006 y el 2015. Estos aumentos en el gasto no fueron acompañados por suficientes aumentos en impuestos. En vez de ello, el banco central monetizó el déficit del ministerio de Hacienda, alimentando un surgimiento en el nivel de precios.

Después de la crisis del 2001, los políticos aumentaron el gasto al subsidiar empresas, expandir programas sociales, y elevar la inversión pública. El gobierno no llamó a su política “Plan de Rescate Argentino,” pero, en verdad, fue redactado en el espíritu de recientes esfuerzos en Estados Unidos por estimular la demanda agregada por la vía del gasto gubernamental.

También, grandes programas de gasto gubernamental pusieron en movimiento fuerzas difíciles de controlar. La competencia política resulta en políticas populistas siempre crecientes, con cada partido intentando promulgar un programa fiscal más grande para atraerse el apoyo de los votantes. Es un juego muy peligroso.

El segundo error de política de Argentina fue usar una “política de chivo expiatorio.” En vez de reconocer sus malos pasos de política fiscal y monetaria, el gobierno argentino culpó del alza de los precios a las grandes empresas, negocios de alimentos, y condiciones cambiantes en los mercados internacionales. ¿Les suena familiar?

La” política de chivo expiatorio” es conveniente para el gobierno. Si el gobierno no es la causa de la inflación, entonces, el gobierno no puede ser responsabilizado de la inflación. Pero, es totalmente inefectiva cuando se trata de reducir las tasas de inflación. De hecho, en el grado en que esas políticas resultan en respuestas regulatorias para disolver empresas grandes o restringir mercados financieros, reduce la producción y pone una presión adicional al alza en los precios.

Por desgracia muchos estadounidenses parecen estar dispuestos a seguir el libro de jugadas argentino. Muchos en Washington están aún impulsando un proyecto grande de gasto Build Back Better [Construya Mejor de Nuevo]. La senadora Elizabeth Warren ha culpado a tiendas de abarrotes de aumentar los precios. El profesor Hans G. Despain asevera que “la causa subyacente de la inflación es una ausencia de competencia y avaricia corporativa.” Heather Boushey, miembro del Consejo Presidencial de Asesores Económicos, alabó un artículo que endosaba el control de precios. No tenemos que especular acerca de adónde conduce este enfoque. Podemos aprenderlo viendo a países que antes han empleado estas estrategias.

La inflación en Estados Unidos ha sido modesta según los estándares argentinos. Para mantenerla así, Estados Unidos debe evitar repetir los errores de Argentina.

Nicolás Cachanosky es Profesor Asistente de Economía en la Metropolitan State University of Denver. Con intereses de investigación en economía monetaria y macroeconomía, mucho de su trabajo reciente se ha enfocado en incorporar aspectos de duración financiera en los modelos tradicionales del ciclo de los negocios. Ha publicado artículos en revistas académicas, incluyendo al Quarterly Review of Economics and Finance, Review of Financial Economics, y el Journal of Institutional Economics. Es coeditor de la revista Libertas: Segunda Época. Sus trabajos populares han aparecido en La Nación (Argentina), Infobae (Argentina), y Altavoz (Perú). Cachanosky obtuvo su M.S. y Ph. D. en Economía en la Universidad Suffolk, su M.A. en Economía y Ciencias Políticas en la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas, y su Licenciatura en Economía en la Pontifica Universidad Católica Argentina.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.