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Jorge Corrales Quesada
02/03/2022, 09:41
EL ESCRITOR ARGENTINO QUE SE OPUSO AL COLECTIVISMO Y NUNCA FLAQUEÓ

Por Emmanuel Rincón
Fundación para la Educación Económica
Jueves 17 de febrero del 2022

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Jorge Luis Borges recibió el premio Miguel de Cervantes en 1980, el premio literario más importante del idioma español.

No es un secreto que el argentino Jorge Luis Borges es uno de los autores más destacados en la literatura. Sus historias únicas, que exploran la eternidad, el dolor, el tiempo, y la meta ficción, le han convertido en una referencia obligatoria en este campo.

A pesar de su carácter introvertido, la ceguera que le invadió en sus últimas décadas, y su innegable inocuidad, Borges pasó los últimos años de su vida siendo cancelado por su firme defensa del individualismo por un mundo académico y literario crecientemente comprometido con causas colectivistas.

A diferencia de los autores del boom literario de América Latina, compuesto por el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar, el mexicano Carlos Fuentes -quien luego retiraría su apoyo al castrismo- y el peruano Mario Vargas Llosa -quien hizo lo mismo que Fuentes, y llegó a ser un gran liberal clásico- Jorge Luis Borges nunca endosó la revolución cubana o se expresó a favor de algún movimiento que tratara de ampliar la figura de lo colectivo sobre lo individual. Esto era muy claro en cuanto al escritor argentino desde una edad temprana.

“El más urgente de los problemas de nuestra época (ya denunciado con profética lucidez por el casi olvidado Spencer) es la gradual intromisión del estado en los actos del individuo; en la lucha contra ese mal, cuyos nombres son comunismo y nazismo, el individualismo argentino, acaso inútil o perjudicial hasta ahora, encontrará justificación y deberes,” escribió Borges en “Nuestro pobre individualismo” en Otras Inquisiciones y en Obras Completas II.

En 1980, Jorge Luis Borges recibió el Premio Miguel de Cervantes por su trabajo global, el premio literario más importante del idioma español. No obstante, a pesar de ser un candidato para el premio Nobel de Literatura durante más de 20 años, nunca recibió el reconocimiento que fue dado en esa época al comunista chileno Pablo Neruda en 1971, o al amigo personal de Fidel Castro Gabriel García Márquez en 1982.

María Kodama, la esposa del fallecido Jorge Luis, recuerda que, en ocasión de un doctorado honorario otorgado por la Universidad de Chile en 1976, el escritor programó una visita al país del sur, que en aquel entonces era gobernado por el dictador Augusto Pinochet. Cuando las autoridades del Nobel averiguaron acerca del viaje que Borge estaba planeando hacer, le llamaron desde Estocolmo tratando de disuadirlo, a lo que el escritor respondió: “Mire, señor; le estoy muy agradecido por su gentileza, pero, después de lo que usted me acaba de decir, mi deber es ir a Chile. Hay dos cosas que un hombre no puede permitir: sobornos o dejarse sobornar. Muy agradecido, tenga un buen día.”

BORGES HUYÓ DE LA POLÍTICA

Borges -el autor de trabajos como Ficciones, El Aleph y El libro de arena- siempre trató de disociarse de cualquier tipo de lucha política. Sin embargo, él no podía evitar ser sincero cada vez que era entrevistado acerca de sus posiciones ideológicas, o su determinación contra el peronismo.

“Yo nunca he pertenecido a ningún partido, ni soy el representante de ningún gobierno… Yo creo en el Individuo, descreo del Estado. Quizás yo no sea más que un pacífico y silencioso anarquista que sueña con la desaparición de los gobiernos. La idea de un máximo de Individuo y de un mínimo de Estado es lo que desearía hoy,” dijo Borges, quien se declaró como seguidor del anarquismo liberal Spenceriano, algo muy similar a lo que hoy conocemos como liberalismo libertario.

El escritor argentino no fue perdonado por su anticomunismo por intelectuales y medios izquierdistas, y eso le ganó insultos y barbaridades, tal como sucede hoy con quienes defienden libertades civiles, por lo que se vio obligado a reflexionar acerca del tema.

“Hay comunistas que mantienen que ser anticomunista es ser fascista. Esto es tan incomprensible como decir que no ser católico es ser mormón,” concluyó. Curiosamente, el comentario de Borges se ha conservado como verdad con el paso del tiempo, pues, décadas posteriores, los comunistas (y los colectivistas, en general) continúan gritándole “fascista” a quienquiera que se oponga a sus políticas coercitivas que infringen libertades individuales.

A diferencia de la mayoría de “intelectuales” de la época, Borges fue uno de los pocos que entendió que el nazismo y el comunismo, lejos de ser dos ideologías opuestas, eran monstruos de la misma cepa colectivista del ala izquierda, que buscaba someter a los individuos al poder absoluto del estado.

“Se empieza por la idea de que el Estado debe dirigir todo; que es mejor que haya una corporación que dirija las cosas, y que todo no 'quede abandonado al caos, o a circunstancias individuales'; y se llega al nazismo o al comunismo, claro. Toda idea empieza siendo una hermosa posibilidad, y luego, bueno, cuando envejece es usada para la tiranía, para la opresión,” escribió Borges.

Claramente, Jorge Luis Borges no era el intelectual típico que sonreía ante gobiernos para recibir premios, dinero, y aplauso. Era, desde el inicio, fiel a sus ideas, y criticó -como pocos lo hicieron- la inefectividad de los estados para administrar las vidas de las personas, y siempre intentó crear consciencia en la humanidad acerca de la importancia de proteger los derechos de la minoría más grande sobre la faz de la tierra: el individuo.

“Para mí, el Estado es el enemigo común ahora,” dijo él, “Yo querría -eso le he dicho muchas veces- un mínimo de Estado y un máximo de individuo.”

Emmanuel Rincón es abogado, escritor, novelista y ensayista. Ha ganado varios premios literarios internacionales. Es editor de El American.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.