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Jorge Corrales Quesada
24/02/2022, 10:33
Según señala el economista Harold A Black, en su artículo “Walter Williams: A Fond Remebrance,” “Williams indica que la tierra pasó por un período de calentamiento global que terminó con la Edad de Hielo. Aunque había pocos humanos en el planeta, Williams hace ver que el fin de la Edad de Hielo no fue causado por ‘plantas de generación eléctrica alimentadas con carbón, bombillos de luz incandescente y vehículos todo terreno caminando por las carreteras.’ Williams afirma adicionalmente que ‘hay mucho en juego para logra que gente se suscriba a la religión del calentamiento global. Hay tanto en juego que algunos científicos, usando donativos gubernamentales, están manipulando fraudulentamente datos del clima e involucrándose en actividad criminal.’”

¿TENEMOS UNA “CRISIS” CLIMÁTICA SÓLO PORQUE ESTAMOS MUY CÓMODOS?

Por James E. Hanley
American Institute for Economic Research
12 de febrero del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es james e. hanley american institute for economic research climatic, February 12, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Tan sólo viendo los datos, la narrativa de una crisis climática es difícil de explicar. Como reporta Steven E. Koonin en su libro reciente Unsettled: What Climate Science Tells Us, What It Doesn’t, and Why It Matters (https://www.amazon.com/Unsettled-Climate-Science-Doesnt-Matters/dp/1950665798/ref=sr_1_1?crid=14EP5C9105DN8&keywords=stephen+koonin&qid=1642168881&sprefix=stephen+koonin%2Caps%2C436&sr=8-1), acontecimientos severos relacionados con el clima no están aumentando ya sea en frecuencia o intensidad. Las olas de calor y sequías no son más frecuentes o más severas; los incendios forestales no son más comunes, en tanto que posibles cambios en la severidad de los incendios forestales son tal vez atribuibles a malas prácticas de la administración de los bosques (en especial en California); y los tornados de niveles F1 a F5 no son más comunes (aunque el territorio que golpean parece estarse extendiendo hacia el este). Los mares se están elevando, pero no más rápidamente de lo ha sido por siglos (la Tierra, después de todo, aún está saliendo de la última glaciación máxima). Los registros diarios de temperaturas altas no se están estableciendo con mayor frecuencia, pero son menos frecuentes los registros diarios de temperaturas bajas.
Mientras que el frío mata mucha más gente que el calor extremo, esa es una cosa buena.

En efecto, las noticias más importantes en términos de bienestar humano son muy positivas. Las muertes totales anuales relacionadas con el clima han declinado precipitadamente durante el siglo pasado, aun cuando la población global más que se ha triplicado. Ese es un efecto riqueza, en el sentido de que un mundo más rico es mucho más resistente al clima extremo. Si bien aumentan los costos económicos de acontecimientos como huracanes, debido a que más gente vive en zonas de huracanes, continúan disminuyendo las pérdidas de vidas humanas.

El gráfico “Muertes relacionadas con el Clima: 1920-2021” se puede ver en james e. hanley american institute for economic research climatic, February 12, 2022

Económicamente, el cambio climático se predice que eliminara alrededor de un 2% del crecimiento económico del próximo medio siglo. Al continuar siendo todavía más fenomenalmente ricos de lo que hoy somos, seremos ligeramente menos ricos de lo que seríamos si la Tierra permaneciera con la misma temperatura. Este no es un sinsentido, pero plantea la pregunta de cuál brinda el mayor cociente de beneficios con respecto a costos, si combatir el cambio climático o adaptarse a él. La respuesta es la adaptación.

Así que, ¿por qué el pánico? ¿Por qué tratar de combatir el calentamiento global se convierte en la característica principal que organiza toda nuestra economía y sociedad?

No soy sociólogo ni psicólogo, así que esto me sorprende profundamente. Mi posición tentativa acerca de ello -sujeta a la corrección por parte de expertos, en tanto que son mis ideas acerca del cambio climático como tal- es que, nos hemos vuelto tan cómodos y seculares, que la gente se queda buscando algo a su alrededor sobre el cual construir sus identidades e ideas del mundo.

Durante la mayor parte del siglo pasado, Estados Unidos enfrentó algo en el sentido de amenazas existenciales. Franklin Delano Roosevelt convirtió, no sin precedente, una recesión en la amenaza existencial de la Gran Depresión, movilizando toda la economía a combatir lo que él ayudó a crear. Esa fue seguida por la Segunda Guerra Mundial, una lucha contra uno de los mayores males del siglo XX. Y esa fue seguida por la Guerra Fría, un posicionamiento contra el otro gran mal del siglo XX, y en verdad una amenaza existencial debido al riesgo de una destrucción mutuamente asegurada.

Estos efectos definieron a generaciones por lo que ellas estaban en contra. Hasta definió la llamada “Generación Más Grande” de combatientes en la Segunda Guerra Mundial. Ahora, ¿qué? Rusia es una molestia continua, pero no es posible que se eleve al estatus de amenaza de la Unión Soviética. China, tal vez, es la siguiente amenaza significativa en el tanto que, sin duda, es el poder en ascenso del siglo XXI. Pero, parece que ha capturado la atención primordialmente de los conservadores, en vez del país como un todo. También, muchos conservadores ven a los progresistas como una amenaza existencial a Estados Unidos y su forma de vida tradicional.

Tradicionalmente, la creencia religiosa desempeñó un papel importante, tanto en el desarrollo de una identidad personal, como en dar forma a la idea del mundo que uno tiene. Para mucha gente, la fe religiosa aún desempeña ese papel Esto puede ser especialmente cierto para tradiciones religiosas más conservadoras. Pero, Estados Unidos es crecientemente un país secular, y aquellos sin ese hogar espiritual pueden encontrarse buscando algo en lo cual creer.

Puede haber una necesidad psicológica frecuente no sólo de identidad, sino de algún gran tema que defina un nosotros versus ellos. Si bien la religión ciertamente se preocupa acerca de lo que los humanos están haciendo con la creación de Dios, el religiosamente no afiliado es más posible que diga que el cambio climático es causado por el humano.
Aunque esto es menos cierto, podría ser que un alarmismo climático radical está correlacionado positivamente con ser religiosamente no afiliado. Llame a esto una hipótesis en vez de una certeza. Pero, no sorprende que algunos hallan llamado una religión secular al activismo del cambio climático. La guerra de retórica del bien contra el mal es difícil de discernir de un fervor religioso apocalíptico.

Si los activistas más fanáticos del cambio climático son impulsados por la necesidad psicológica de identidad forjada al batallar contra una crisis existencial, entonces, no habrá razonamiento que los saque a ellos de esa posición. Y, si Margaret Meade estaba en el correcto, en que la única cosa que siemrpe ha cambiado al mundo es un pequeño grupo de ciudadanos dedicados (inteligentemente o no), puede ser la que dé forma a nuestro futuro político durante una generación o más.

En respuesta, debemos ser un grupo de pensamiento alternativo, de gente comprometida. Pero, tenemos pocas probabilidades. La moderación no se vende fácilmente. Si sangra, manda, y la consciencia climática sin pánico tiene poca resonancia emocional.

Es triste que crear un mundo crecientemente cómodo no sea lo suficientemente grandioso como para capturar la atención y el espíritu humano. Pero, como siempre en política, debemos tomar a los humanos como son, no como deseamos que sean.

James E. Hanley es un analista político sénior del independiente Empire Center for Public Policy. Obtuvo su PhD en Ciencia Política en la Universidad de Oregón, seguido de una beca postdoctoral bajo la ganadora del premio Nobel en Economía del 2009, Elizabeth Ostrom, y enseñar por veinte años Ciencia Política y Economía a nivel universitario. Las ideas expresadas aquí no necesariamente reflejan las ideas de su empleador.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.