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Jorge Corrales Quesada
03/02/2021, 18:30
La censura no es más que lo que un totalitario quiere que usted sepa. En vez de hacer el bien, fomenta la ignorancia, la libre discusión de las ideas y el avance del conocimiento, además de la libertad de las personas. Defender la libertad de expresión ante la censura se demuestra si defendemos principalmente el derecho de alguien para decir algo que no nos gusta o parece. Es un derecho inherente al ser humano y el más odiado por el tirano de turno.

UN DISIDENTE SOVIÉTICO EXPLICA LA CENSURA ESTADOUNIDENSE

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
20 de enero del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como barry brownstein institute for economic research dissident January 15, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Muchos consideran a la novela de Vasily Grossman Life and Fate (https://archive.org/details/lifefatenovel00gros) [Vida y destino] como la más grande del siglo XX. Un retrato abrasador de la Rusia estalinista, Vida y destino expone en su primera página la verdad amarga acerca del autoritarismo: “Todo lo que vive es único. Es inimaginable que dos personas, rosas en un zarzal, deban ser idénticas… Si usted intenta borrar las peculiaridades y la individualidad de la vida por medio de la violencia, entonces, la vida en sí debe asfixiarse.”

Como corresponsal de guerra, Grossman se destacó por su valentía. Grossman estuvo en el frente de batalla durante la defensa de Moscú y en la batalla por Leningrado. También, Grossman estuvo allí, en la posteridad de Babi Yar y Treblinka.

Robert Chandler es el traductor de Grossman. Chandler traza el surgimiento de una voz poderosa contra el totalitarismo a las primeras noveles de Grossman.

Chandler escribe que “en 1932 el escritor [Máximo] Gorky criticó un borrador de [Grossman] acerca del ‘naturalismo’ ̶ palabra en el código soviético por presentar demasiado de una realidad difícil de digerir.” Gorky le sugirió a Grossman que “El autor debería preguntarse: ‘¿Por qué estoy escribiendo? ¿Cuál verdad estoy confirmando? ¿Cuál verdad deseo que triunfe?’”

La “verdad” a la que se refiere Gorky es, por supuesto, la creencia de que el tipo de comunismo de Stalin es la forma suprema de organizar la sociedad.

Para 1938, Grossman había escrito historias acerca de las purgas de Stalin, los arrestos constantes, y las denuncias que aterrorizaron a la sociedad soviética. Estas historias no fueron publicadas sino hasta la década de los sesentas.

Importante para los lectores de la actualidad, Vida y destino expone la mentalidad que justifica la distorsión de la verdad y la supresión de puntos de vista alternativos, para servir a propósitos totalitarios.

En 1960, Grossman creyó que bajo Khrushchev, Vida y destino podía ser publicada. Estaba equivocado. Chandler reporta que, “En febrero de 1961, tres oficiales de la KGB llegaron al piso a confiscar el manuscrito y cualquier material relacionado con él, incluso el papel carbón y las cintas de escribir a máquina. Esta es sólo una de las dos veces en que las autoridades soviéticas ‘arrestaron’ un libro en vez de una persona; ningún otro libro, además del Archipiélago Gulag, jamás, en vez alguna, fue considerado tan peligroso.”

CENSORES SOVIÉTICOS Y ESTADOUNIDENSES

En Vida y destino, Grossman revela el pensamiento de los censores, quienes justificaron esconder la realidad, omitiéndola y retorciendo la verdad con sus mentiras.

En Vida y destino, el carácter Sagaydak trabaja en el departamento de propaganda del Comité Central de Ucrania y es editor de uno de los periódicos de Kiev. La mentalidad del censor se revela cuando Sagaydak “considera que el objetivo del periódico era educar al lector ̶ no diseminar indiscriminadamente información caótica acerca de los los tipos de acontecimientos fortuitos probables.”

Grossman revela la justificación del censor para dejar de lado a la información y acontecimientos que no apoyan la narrativa oficial:

“En su papel como editor, Sagaydak puede considerar apropiado dejar de lado algún acontecimiento: una mala cosa, o un poema ideológicamente inconsistente, una pintura formalista, un brote de fiebre aftosa, un terremoto, o la destrucción de un buque de guerra. Él puede preferir cerrar sus ojos ante un fuego terrible en una mina o un maremoto que habría barrido a miles de personas fuera de la faz de la tierra. Desde su punto de vista, esos acontecimientos no tenían sentido y no vio razón por la que debería llevarlos a conocimiento de lectores, periodistas y escritores. Algunas veces, daría su propia explicación del acontecimiento; esto, a menudo, con audacia original y en entera contradicción con las formas ordinarias de pensamiento. Él mismo sintió que su poder, su habilidad y experiencia como editor, se revelaban por su capacidad para llevar a la consciencia de sus lectores, sólo aquellas ideas que eran necesarias y de verdadero beneficio educativo.”

Si las omisiones no son suficientes para esconder la realidad, entonces, los censores acuden a mentira descaradas:

“Cuando ocurrían excesos flagrantes durante el periodo de colectivización absoluta, Sagaydak… escribió que la razón de la hambruna en este período era que los kulaks estaban enterrando su grano y rehusando comer, que villas completas -niños pequeños, ancianos y todos- estaban muriendo, simplemente para escupir al Estado. Al mismo tiempo, incluía material acerca de cómo los niños en granjas colectivas de cuido eran alimentados con caldo de pollo, empanaditas y ravioles hechos de arroz. En la realidad, aquellos se estaban extinguiendo, con sus estómagos hinchados.”

Crecientemente, periodistas estadounidenses reflejan la mentalidad de Sagaydak. El pasado octubre, Twitter y los medios de la corriente principal censuraron reportes del New York Post, acerca de los acuerdos de negocios de Hunter Biden con Ucrania. El gerente administrativo de la Radio Nacional Pública (RNP), Terence Samuel, canalizó al Sagaydak de Grossman, diciendo, “No queremos desperdiciar nuestro tiempo en historias que no son realmente historias, y no queremos desperdiciar el tiempo de los lectores y de quienes nos escuchan, en historias que son puras distracciones. Y, francamente, ahí es en dónde terminamos, este era… un acontecimiento impulsado políticamente y decidimos tratarlo de esa manera.”

Otro editor de la RNP, Kelly McBride, utilizó la defensa de es un complot de Rusia para justificar la censura: “Oficiales de inteligencia advierten que Rusia ha estado trabajando tiempo extra para mantener la historia de Hunter Biden en el centro de atención.” Bien hecho, podría decir Sagaydak. La verdad debe inclinarse hacia las necesidades ideológicas.

La mentalidad de Sagaydak vive en el corazón de todo apologeta del gobierno totalitario.

LOS CENSORES CREEN QUE SÓLO DEBERÍA PERMITIRSE LA NARRATIVA OFICIAL DEL COVID-19

Un colaborador de opinión, escritor del New York Times, el Dr. Richard Friedman, es un psiquiatra que quiere silenciar la disensión ante la narrativa oficial del Covid-19.

El Dr. Scott Atlas, de la Institución Hoover, ha sido una de las tempranas voces heroicas en contra de la ortodoxia del Covid-19. Atlas ya ha sido condenado por la facultad de Stanford, por su crimen de promover “una visión acerca del Covid-19 que contradice la ciencia médica,” cuando Friedman atacó a Atlas por ser uno de los “médicos malvados” que necesitan ser frenados:

“Cuando médicos usan el lenguaje y autoridad de su profesión para promover información médica falsa, ellos no están simplemente expresando sus propias opiniones equivocados. Por el contrario, han cruzado la línea que hay entre la libre expresión y la práctica médica ̶ o, en este caso, algo parecido a una mala praxis.”

Friedman considera la pregunta obvia de qué constituyen los “estándares médicos aceptados.” Él concede que “Dado que la medicina no es una ciencia exacta, mentes razonables pueden y deberían diferir acerca del tratamiento óptimo de un desorden médico determinado.”

En apariencia “pueden y debería diferir” es sólo para diferencias triviales de opinión. Según Friedman, los médicos cruzaron la línea hacia la mala praxis cuando, por ejemplo, abogaron por el uso de hidroxicloroquina como tratamiento. Para Friedman, el tratamiento óptimo para el Covid-19 no es un tópico acerca del cual mentes razonables pueden y deberían diferir.

Por hablar abiertamente, Friedman pide la revocatoria de la licencia de un médico: “Doctores que brindan consejo escandaloso, que está fuera de los límites de los estándares aceptados, deberían ser investigados por sus juntas médicas y sujetados a sanciones, incluyendo la revocatoria de sus licencias para ejercer la medicina.”

El Dr. Friedman está seguro de que la ciencia ya está definida. Todas las visiones alternativas son llamadas “consejo escandaloso,” “pseudo ciencia,” y “teorías de un charlatán.” Pero, las recetas de políticas más básicas de la ortodoxia del Covid-19, las cuarentenas y órdenes de usar mascarillas, son, como mínimo, cuestionables. En algunos casos, se han abandonado las convenciones estadísticas para que los resultados calcen con la ortodoxia del Covid-19.

De nuevo, la lógica tautológica del Dr. Friedman -cualquier cosa que vaya contra la narrativa oficial es peligrosamente errada- hace eco del retrato de Grossman de la mentalidad del censor en Vida y destino. La pureza ideológica, no la ciencia, es lo que importa.
Friedman está seguro de que la pureza ideológica de la narrativa oficial es el camino por seguir. Sin embargo, ataques como los de Friedman hacen retroceder el progreso científico.

Si Friedman llegara a destruir las carreras de otros, alegaría estar sirviendo para un propósito noble. Pedir la remoción de críticos de su profesión e ignorar las consecuencias económicas y sociales de las políticas que usted promueve, es un comportamiento propio de autoritarios.

CENSUREN AL GOBIERNO, NO A LA GENTE

Recientemente, la representante legislativa, Alexandria Ocasio-Cortes, dijo que “sus colegas en el Congreso estaban discutiendo ‘cómo reinar en nuestro ambiente mediático, de forma que usted no pueda sólo vomitar desinformación y mala información.’” AOC tiene las cosas al revés; es el gobierno, no los individuos, cuyas acciones deberían ser examinadas cuidadosamente.

En una carta de 1792 a George Washington, Jefferson abogó por una prensa libre como freno al gobierno:

“Ningún gobierno debería estar sin censores, y en donde la prensa es libre, nadie lo sabrá jamás. Si es virtuoso, no necesita temer la operación justa del ataque y defensa. La naturaleza no le ha dado al hombre otros medios para discernir la verdad, ya sea en cuanto a religión, leyes, o política. Porque pienso que es honorable que el gobierno no conozca, o no note, a sus sicofantes o censores, como sería indigno o criminal que consienta al primero y persiga al último.”

Con libertad de expresión y libertad de prensa, la verdad se tamiza; la creencia de que información inservible excluye información buena, es una falsedad. Lo explica Benjamin Franklin,

“Es un Principio entre Impresores que, cuando la Verdad es objeto de un Juego limpio, siempre prevalecerá sobre la Falsedad. Por tanto, aunque ellos tienen una Propiedad indudable sobre su propia Prensa, aun así, voluntariamente aceptan que cualquiera tenga derecho a su Uso, pues piensa que es necesaria para expresar sus Sentimientos acerca de Puntos en Disputa entre el Público, y estará a Expensas de eso. Si lo que así se publica es bueno, la Humanidad se habrá Beneficiado con ella. Si es malo… entre más de ello se publica, más es la Debilidad expuesta, y mayor la Desgracia que cae sobre el Autor, quienquiera que sea.”

En mi ensayo, How Government Cures Drive Out Real Cures (https://www.aier.org/article/how-government-cures-drive-out-real-cures/) [Cómo las Curas del Gobierno Alejan las Curas Verdaderas], expliqué cómo la mala información sólo prevalece cuando el gobierno eleva las versiones oficiales hacia un “curso legal.”

Nadie demanda la censura para la sociedad de la tierra plana, pues no existe posibilidad de que los creyentes en que es plana, logren algo excepto el ridículo. Cuando el Dr. Atlas y otros encuentran audiencias para sus puntos de vista, se debe precisamente a que la narrativa elevada de una verdad única es fallida.

PRESIÓN PARA EL CONFORMISMO

En Vida y destino, Grossman revela qué tan duro es soportar las presiones para el conformismo bajo cualquier régimen totalitario. Hoy, en Estados Unidas, en donde muchos están siendo denunciado por los puntos de vista que mantienen, muchos sienten la presión para que obedezcan y adopten las narrativas oficiales.

Getmanov, carácter de la novela, es un comisario que juzga la pureza ideológica. “Su palabra puede decidir el destino de la cabeza de un departamento universitario, un ingeniero, un administrador de bancos, un gerente.” Explica Grossman que:

“El poder de un líder del Partido no requiere del talento de un científico o la dote de un escritor. Es algo que está más alto que cualquier talento o dote. La palabra dirigente de Getmanov era ansiosamente esperada por cientos de cantantes, escritores, e investigadores científicos ̶ aunque el propio Getmanov no sólo era incapaz de cantar, tocar el piano o dirigir una producción teatral, sino, también, incluso era incapaz de entender verdaderamente un trabajo científico, poético, musical o de pintura… El poder de su palabra yace en el hecho de que el Partido le había encomendado, para sus intereses propios, el área del arte y la cultura.”

Lo que Grossman reveló acerca de la mentalidad de Getmanov es perturbador: “Cada decisión que tomó tenía que estar infundida del espíritu del Partido y ser conducida para sus intereses.” Getmanov renunció a sus simpatías personales para resolver un conflicto acerca de su papel de liderazgo en el Partido:

“La actitud de un líder del Partido ante cualquier cosa, cualquier película, cualquier libro, tenía que estar infundida del espíritu del Partido: sin importar lo difícil que eso puede ser, tenía que renunciar de inmediato a un libro favorito o una forma acostumbrada de comportamiento, si los intereses del Partido entraban en conflicto con sus simpatías personales. Pero, Getmanov sabía que existía una forma todavía superior dentro del espíritu de Partido: un verdadero líder del Partido simplemente no tenía preferencias o inclinaciones personales; él sólo amaba algo debido a que, y sólo en tanto, expresaba el espíritu del Partido.”

A través de los ojos del carácter Viktor Shtrum, Grossman revela aún más qué tan difícil es soportar las presiones para la conformidad bajo un régimen totalitario:

“[U]na fuerza invisible lo estaba aplastando. Él podía sentir su peso, su poder hipnótico; le estaba obligando a pensar como ella quería, que escribiera como ella dictaba. Esta fuerza estaba en su interior; podía disolver su voluntad y hacer que su corazón dejara de latir… Sólo personas que nunca sintieron tal fuerza dentro de sí mismas, pueden verse sorprendidas porque otros se someten a ella. Aquellos quienes la han sentido, por otra parte, se sienten asombrados de que un hombre pueda rebelarse contra ella, incluso por un momento ̶ con una palabra súbita de furia, con un gesto tímido de protesta.”

Estados Unidos no es una sociedad totalitaria. No obstante, muchos sienten presiones para que dobleguen su mente para servir a la narrativa gubernamental. La autocensura se manifiesta cuando mentes razonables ya no más expresan sus diferencias. Al insertarse más profundamente las raíces autoritarias en la sociedad estadounidense, las consecuencias son terribles. Como advierte Grossman, “Entonces, la vida en sí debe asfixiarse.”

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es contribuyente sénior en Intellectual Takeout y autor de The Inner-Work of Leadership.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.