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Jorge Corrales Quesada
13/12/2020, 13:25
Regresemos a clases lo más pronto posible, para detener, aunque en grado mínimo, al enorme daño ya causado con los cierres.

TENEMOS SISTEMAS INMUNES, LO REVELA EL NEW YORK TIMES

Por Jeffrey A. Tucker
American Institute for Economic Research
29 de noviembre del 2020

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como jeffrey a. tucker institute for economic research immune November 29, 2020 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

Restriegue y fumigue todo con químicos, báñese en desinfectante Purell, no se ponga de pie ante nadie a menos de que esté a seis pies, quédese lejos de multitudes, rocíese de alcohol, lave sus manos y su cara con cuidado, protéjase de los gérmenes a toda costa.

Algunas naciones están totalmente cerradas. Nadie entra ni sale.

Nos da pánico acerca de “casos” aun cuando ellos nunca dicen nada acerca de consecuencias severas. Evitar y finalmente suprimir son las consignas del día, ante un virus que es relativamente moderado bajo cualquier patrón histórico, como lo acaba de explicar Holman Jenkins:
“Científicos del gobierno de Estados Unidos ahora estiman que 40% de los casos son asintomáticos y que un 80% de los casos sintomáticos son moderados ̶ en resumen, un 88% de los sujetos no saben que están infectados o no tienen un incentivo poderoso para averiguar si están sufriendo de Covid o de algún bicho más familiar.”

También, podríamos mencionar la tasa de supervivencia del 99.9%, y ello no considera el riesgo tremendamente desproporcionado entre enfermos y saludables.

¿Es este un experimento? Sí, y posiblemente uno mortal.

¿Qué precisamente nos estamos haciendo a nosotros mismos? ¿Qué les estamos haciendo a los niños?

Al inicio de la pandemia, los médicos se presentaron en la escena nacional para enmarcarlo apropiadamente: estamos arruinando nuestros sistemas inmunes y haciéndonos vulnerables a patógenos más serios a posterioridad.

El gran descubrimiento de que los virus deben tenerse para que sean controlados fue un logro de la biología celular del siglo XX. Es la ley de El Padrino: mantenga cerca a sus amigos, pero, más cerca a sus enemigos. Es contraintuitivo, razón por la que precisamente requirió miles de años para descubrirse, y un siglo para educar a la gente acerca del problema de la conducción de la salud pública.

Pero, este año, empezando poco después de las cuarentenas, extrañamente esa sabiduría pareció desvanecerse de la mente del público.¿Sucumbimos tan sólo a una extraña histeria anti ciencia?

Quién sabe, pero, si usted lee con cuidado al New York Times, y ve más allá de su insufrible sesgo político, lo que usted encuentra es algo que impactará a mucha gente.

El artículo en cuestión es Quarantine May Negatively Affect Kids’ Immune Systems (https://www.nytimes.com/2020/11/25/opinion/sunday/covid-quarantine-children-immune-systems.html) [La Cuarentena Puede Afectar Negativamente al Sistema Inmune de los Niños]. Es de Donna L. Farber y Thomas Connors y de la Universidad de Columbia.

Tan sólo citemos aquí unos pocos párrafos destacados.

“Durante la pandemia del Covid-19, el mundo sin saberlo está conduciendo en nuestros propios hijos lo que equivale al más grande experimento inmunológico de la historia. Hemos estado manteniendo adentro a los niños, desinfectando incansablemente sus espacios de vida y sus manos y básicamente aislándolos. Al así hacerlo, hemos impedido que grandes cantidades de ellos se infecten o transmitan el virus. Pero, en el curso del distanciamiento social para mitigar la diseminación, sin proponérnoslo, también estamos inhibiendo el desarrollo apropiado de los sistemas inmunes de los niños…. La memoria inmunológica y la tolerancia aprendida durante la infancia sirve como base para la inmunidad y salud a través de su vida adulta.”

Para que quede claro, ¿estamos haciendo algo a los niños que afectará sus sistemas inmunes por el resto de sus vidas? Eso es lo que dicen los autores.

Luego, el artículo continúa y en realidad invoca la gran palabra tabú de nuestra época: exposición. Es buena. La exposición es buena. Es necesaria. Se necesita. No es mala. Bueno.

“No obstante, para que las células T de la memoria se hagan funcionalmente maduras, pueden ser necesarias exposiciones múltiples, particularmente para células que residen en tejidos como el pulmón e intestinos, en donde encontramos numerosos patógenos. Estas exposiciones ocurren típica y naturalmente durante las experiencias cotidianas de la infancia -tales como interacciones con amigos, maestros, viajes al jardín de juegos, deportes- todos los cuales se han reducido o del todo eliminados durante los esfuerzos por mitigar la diseminación del virus. Como resultado, estamos alterando la frecuencia, amplitud y grado de las exposiciones que son cruciales para el desarrollo de la memoria inmune.”

Muy bien, es momento para que el escritor invoque un poco del conocimiento científico memorable. Es un bello párrafo con una impactante frase inicial.

“Fracasar en entrenar apropiadamente a nuestros sistemas inmunes puede tener serias consecuencias. Cuando ratones de laboratorio criados en condiciones casi estériles se alojaron juntos en la misma jaula con ratones mascotas criados en condiciones estándar, algunos de los ratones de laboratorio sucumbieron a los patógenos que los ratones mascotas fueron capaces de combatir. Estudios adicionales del microbioma -la bacteria que normalmente habita en nuestros intestinos y otros sitios- han mostrado que ratones criados en condiciones libres de gérmenes o en presencia de antibióticos, tenían respuestas inmunes reducidas y alteradas ante muchos tipos de patógenos. Estos estudios sugieren que, para establecer un sistema inmune saludable, entre más diversos y frecuentes los encuentros con antígenos, es lo mejor.”

¿Se acuerdan de aquella histeria absolutamente pública acerca de supuestas alergias al maní, al grado de que, si uno se comía uno en un avión, podría morir? Vea esto:

“Darles a probar maní a los infantes resultó en una incidencia reducida a la alergia al maní, mientras que evitarlo tuvo el efecto opuesto de promover respuestas inmunes severas e indeseadas hacia los maníes.”

El artículo concluye con un endoso superficial de mascarillas (¡pobres niños!), pues, de otra forma, no habría sido publicado, pero termina con esta réplica:

“Entre más pronto podamos con seguridad regresar a las experiencias normales de la infancia, interactuando con otros niños y -paradójicamente- con patógenos y diversos microorganismos, podemos asegurar mejor su habilidad para crecer como adultos en este mundo cambiante.”

En verdad, todo esto es algo que mi mamá sabe. Ella me lo enseñó. Su madre se lo enseñó a ella. A todos ellos se les enseñaron en la escuela. El conocimiento no ha sido desaprobado. Simplemente, de manera extraña se evaporó. O, tal vez, fue censurado. No lo sé. Sí sé que este artículo es un alivio bienvenido ante el disparate de la misofobia [Nota del traductor: misofobia, miedo a los gérmenes que se ha convertido en obsesión] que se ha presentado en la arena pública.

Imagínese, destruir los sistemas inmunes de los niños durante toda la vida a causa de una enfermedad que significa un riesgo casi de cero en sus vidas. Yo a eso lo llamo inmoral. Profundamente inmoral. La gente estará sufriendo por muchas décadas debido a este brote de histeria anti ciencia.

A uno le quita el aliento contemplar la escala de destrucción que han causado estos cierres y cuarentenas, en particular entre los más vulnerables. No es sólo depresión, pobreza y desmoralización de vivir en medio de violaciones casi universales de los derechos humanos. Resulta que también podríamos estar condenando biológicamente a toda una generación.

¡Saquen de las casas a esos niños! ¡También, salga usted! Entre más pronto, es mejor.

Jeffrey A. Tucker es director editorial del American Institute for Economic Research. Es autor de muchos miles de artículos en la prensa académica y popular y de ocho libros en 5 idiomas, siendo el más reciente The Market Loves You. También es editor de The Best of Mises. Es conferenciante habitual en temas de economía, tecnología, filosofía social y cultura.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.