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Jorge Corrales Quesada
03/11/2020, 14:55
Un caso evidente que demuestra la intolerancia y la arrogancia en ciertos círculos, que acuden al “Odio e Histeria” para responder a un análisis serio y respetable, que difiere de las apreciaciones que aquellos puedan tener. Como si la ciencia no avanzar, al ser siempre una verdad provisional, mediante la crítica y la contrastación.

UN CONTAGIO DE ODIO E HISTERIA

Por Sunetra Gupta
American Institute for Economic Research
1 de noviembre del 2020

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como sunetra gupta institute for economic research contagion November 1, 2020 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis azules.

La cuarentena es una política contundente e indiscriminada que obliga a la gente más pobre y más vulnerable a soportar el peso de la lucha contra el coronavirus. Como epidemióloga de enfermedades infecciosas, creo que tiene que haber una mejor forma.

Esta es la razón de por qué, a principios de este mes, con otros dos científicos internacionales, fui coautora de una propuesta de un enfoque alternativo ̶ una que protege a aquellos que están en mayor riesgo, a la vez que permite que, en algún grado, el resto de la población reasuma sus vidas normales.

Esperé el debate y el desacuerdo acerca de nuestras ideas, que fueron publicadas como la Declaración de Great Barrington.

Como una científica, le daría la bienvenida a eso. Después de todo, la ciencia progresa a través de las ideas y de las ideas en contrario.

Pero, estaba totalmente impreparada para la oleada de insultos, críticas personales, intimidación y amenazas, que enfrentó nuestra propuesta. Me ha horrorizado el nivel de vitriolo y hostilidad, no sólo de miembros del público en línea, sino también de periodistas y académicos.

No soy una política. Del todo no me atraen el barullo de la vida política y estar en el ojo de los medios.

Soy, primero y antes que todo, una científica; una quien se siente más cómoda sentada en mi oficina o laboratorio, que enfrente de una cámara de televisión.

Por supuesto, tengo ideales políticos que conservo profundamente ̶ unos que yo describiría como propios del ala izquierda. Normalmente, es justo decirlo, no me alinearía con el Daily Mail.

Tengo puntos de vista fuertes acerca de la distribución de la riqueza, acerca de la importancia del Estado de Bienestar, acerca de la necesidad de servicios públicos propiedad del estado y la inversión del gobierno en industrias nacionalizadas.

Pero, el Covid-19 no es un fenómeno político. Es un asunto de salud pública ̶ en efecto, es uno tan serio que la respuesta hacia él ya ha conducido a una crisis humanitaria. Así que me ha aterrado ver abrirse una brecha política, con un abuso total impuesto hacia aquellos quienes, como yo, cuestionamos la ortodoxia.

En el corazón de nuestra propuesta está el reconocimiento de que las cuarentenas masivas causan un daño enorme.

Ya estamos viendo cómo las políticas actuales de cuarentena están produciendo efectos devastadores en la salud pública, tanto en el corto como en el largo plazo.

Los resultados -para citar sólo unos pocos- incluyen menores tasas de vacunación a niños, resultados que empeoran de enfermedad cardiovascular, menos exámenes por cáncer y un deterioro de la salud mental.

Tales obstáculos por las cuarentenas nacionales no deben ignorarse, en especial cuando son la clase trabajadora y los miembros más jóvenes de la sociedad quienes sufren la carga más fuerte.

También, estuve profundamente preocupada porque las cuarentenas tan sólo retrasan la diseminación inevitable del virus. En efecto, creemos que un mejor camino hacia adelante sería apuntar con medidas protectoras a grupos vulnerables específicos, tales como ancianos en asilos de cuido.

Por supuesto, habrá desafíos, como cuando hay gente que está siendo cuidada en sus propios hogares familiares multi generacionales.

Ciertamente, no estoy pretendiendo que tengo todas las respuestas, pero estos asuntos necesitan discutirse y plenamente lanzados a la basura.

Esta es la razón por la que encuentro totalmente frustrante que, en semanas recientes, los proponentes de las políticas de cuarentena parecen decididos a silenciar el debate, en vez de proponer una discusión razonada.

Para mí es incomprensible que tantos se rehúsen incluso a considerar los beneficios potenciales de permitir a ciudadanos no vulnerables, como los jóvenes, para que continúen sus vidas y se arriesguen ante la infección, cuando al hacerlo construirían una inmunidad de rebaño y, por tanto, protegerían las vidas de ciudadanos vulnerables.

A pesar de lo anterior, en vez de involucrarse con nosotros en una discusión seria, nuestros críticos han descartado nuestras ideas como “polvos mágicos” e “ilusiones.”

Este rechazo en apreciar el valor del método científico ataca el corazón de todo lo que yo, como científica, valoro. Para mí, el intercambio razonado de ideas es la base de una sociedad civilizada.

Así que, quedé aturdida después de haber sido invitada recientemente a un programa de radio a la media mañana, tan sólo para que un productor me advirtiera, antes de entrar al aire, que no debería mencionar la Declaración de Great Barrington. El productor repitió la advertencia e indicó que esa era una instrucción de un ejecutivo senior de la empresa de transmisión.

Demandé una explicación y, pocos segundos antes del inicio, se me dijo que el público no estaría familiarizado con el sentido de la frase “Declaración de Great Barrington.”

Y esa no fue una experiencia aislada. Pocos días después, otra estación de radio nacional se acercó a mi oficina para llevar a cabo una entrevista, pero, después, retiró la invitación. Ellos sintieron que, después de pensarlo, darme tiempo al aire “no iría en el interés nacional.”

Pero, la Declaración de Great Barrington representa un intento sincero de un grupo de académicos con décadas de experiencia en este campo, de limitar el daño de la cuarentena. Yo no puedo concebir cómo alguien puede construir eso como que “iría contra el interés nacional.”

Aún más, ciertamente los asuntos no han sido ayudados por medios como The Guardian, que repetidamente ha publicado piezas de opinión en que se hacen afirmaciones fácticamente incorrectas y científicamente erradas, así como comentarios casi difamatorios, a la vez que se rehúsa a darle una oportunidad a que este lado del debate brinde su punto de vista.

Me siento sorprendida, dada la importancia de los asuntos en juego -así como el principio de un periodismo justo y balanceado- que The Guardian no quisiera presentar toda la evidencia a sus lectores. Después de todo, ¿de qué otra forma podemos estimular un debate apropiado y franco acerca de la ciencia?

Entre tanto, en los medios sociales, gran parte del discurso del todo ha carecido de decoro.

He estado a punto de dejar de usar Twitter, pero me doy cuenta que un número de académicos lo han tomado para hacer ataques personales acerca de mi carácter, mientras que mi trabajo es descartado como “pseudociencia.” Tristemente, nuestros críticos se han dedicado a ridiculizar la Declaración de Great Barrington por ser “de la periferia” y “peligrosa.”

Pero, “periferia” es una palabra ridícula, que implica que sólo importa la ciencia de la corriente principal. Si ese fuera el caso, la ciencia se estancaría. Y descartarnos por ser “peligrosos” igualmente no ayuda, ante todo por ser un término inflamatorio, emotivo, cargado con implicaciones de irresponsabilidad. Cuando es proferida por gente con influencia, se convierte en algo tóxico.

Pero, esta pandemia es una crisis internacional. Cerrar la discusión con abuso e insultos ̶ eso sí es verdaderamente peligroso.

Sin embargo, de todas las críticas que se nos han lanzado, la que encuentro más preocupante es que nosotros estamos complaciéndonos al “crear evidencia basada en políticas” ̶ en otras palabras, montar los hechos para que calcen con nuestra agenda ideológica.

Y esa ideología, según algunos, es una de extremismo libertario del ala derecha.

Por ejemplo, según Wikipedia, la Declaración de Great Barrington fue financiada por un centro de pensamiento del ala derecha, ligada con negadores del cambio climático.

Debería ser obvio para cualquiera que escribir una propuesta breve y ponerla en un sitio en la red no requiere de gran financiamiento. Pero, déjenme decirlo con claridad, pues, en apariencia debo hacerlo: Yo no acepté pago para ser coautora de la Declaración de Great Barrington.

El dinero nunca ha sido la motivación de mi carrera. Me duele profundamente que alguien quien me conoce, o que incluso ha sido un compañero profesional de paso, pudiera creer, por un minuto, que yo aceptaría un pago clandestino por cosa alguna.

Soy muy afortunada al tener una casa y un jardín que amo, y no podría pedir más riqueza material que esa. Mucho más importantes para mí son mi familia y mi trabajo. No obstante, el abuso continúa fluyendo, crecientemente de una naturaleza personal.

He sido acusada de no tener la experticia correcta, de ser una epidemióloga “teórica” con su cabeza en las nubes. De hecho, dentro de mi grupo de investigación, tenemos un laboratorio floreciente que fue uno de los primeros en desarrollar una prueba de anticuerpos para el coronavirus.

Fuimos capaces de hacerlo porque hemos estado trabajando durante los últimos seis años en una vacuna contra la influenza, usando una combinación de técnicas de laboratorio y teoréticas. Ya nuestra tecnología ha sido patentada y obtenido su licencia y presenta un raro ejemplo de un modelo matemático que conduce al desarrollo de una vacuna.

Sin embargo, aún más estimulante, es que hoy existe una oleada de movimientos -Us For Them, PanData 19 y El Precio del Pánico, para nombrar sólo tres- que buscan darles una voz a aquellos, como yo, quienes creen que el daño colateral de la cuarentena puede ser más dañino que el propio virus.

El jueves, se lanzó una amplia coalición bajo la bandera de Recuperación. Al atraer gente a lo largo de los puntos políticos de la corriente principal, el movimiento está pidiendo que haya un balance y moderación acerca de nuestra respuesta al Covid-19, respaldado por un debate público apropiado y una investigación pública integral.

Me siento muy complacida que haya recibido tal nivel de apoyo.

Puesto que, en última instancia, la cuarentena es un lujo de los afluentes, algo que puede ser sufragado sólo en países ricos ̶ e incluso en ese caso, sólo por familias que están relativamente mejor en esos países.

Una forma de cambiar nuestra perspectiva sería catalogar todas las formas en que las cuarentenas alrededor del mundo están dañando a las sociedades. Por el momento, estoy colaborando con un número de colegas para que exactamente hagan eso, bajo el nombre www.collateralglobal.org (http://www.collateralglobal.org/).

La verdad sencilla es que el Covid-19 simplemente no va a desaparecer si continuamos imponiendo restricciones sin sentido sobre nosotros. Y, entre más tardemos en reconocer esto, peor será el daño económico permanente ̶ y, de nuevo, la mayor parte de esto será sufragada por los menos favorecidos y los jóvenes.

Cuando firmé la Declaración de Great Barrington el 4 de octubre, lo hice con mis colegas científicos para expresar nuestro punto de vista de que las cuarentenas nacionales no nos curarían del Covid.

Claramente, ninguno de nosotros anticipó tal respuesta vitriólica.

El abuso que le ha seguido no ha sido menos que vergonzoso.

Pero, tengan or seguro. Lo que sea que nos lancen, no hará nada que me disuada -o a mis colegas- de los principios que yacen detrás de lo que escribimos.

Reimpreso de The Daily Mail

La Dra. Sunetra Gupta es profesora en la Universidad de Oxford, una epidemióloga con experiencia en inmunología, desarrollo de vacunas, y modelado matemáticos de enfermedades infecciosas.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.