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Jorge Corrales Quesada
21/08/2020, 12:22
El conocimiento, así como la ciencia, avanzan cuando hay cuestionamientos y, aun así, las premisas cuestionadas se sostienen ante la crítica. Debemos siempre estar abiertos ante alternativas, opciones, experimentos, intentos diversos, siempre con cuidado y con la crítica siempre a mano, pues es así como podemos progresar. Cuando se reprimen las opciones, las alternativas, experiencias diferentes, lo que hacemos es reprimir el avance de la humanidad.

COMO LAS “CURAS” GUBERNAMENTALES ALEJAN LAS CURAS VERDADERAS

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
11 de agosto del 2020

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/how-government-cures-drive-out-real-cures/

El escorbuto, como lo sabemos, es una enfermedad causada por una deficiencia de vitamina C. Tomó casi 200 años desde la época en que se descubrió una cura para el escorbuto con “jugo de limón,” hasta que fuera promovido por el gobierno británico. Algunos piensan si los sesgos mentales que causaron la muerte innecesaria de millones, habrían sido eliminados en tiempos modernos más “ilustrados.” Se equivocan.

En su libro, Bad Medicine, (https://www.amazon.com/Bad-Medicine-Doctors-Doing-Hippocrates/dp/0199212791) el profesor de historia David Wootton explica que el escorbuto “se convirtió en un problema importante sólo con el inicio de los viajes transoceánicos.” En esos viajes, las frutas y vegetales frescos escaseaban por, al menos, diez semanas.

En viajes largos, la tasa de mortalidad del escorbuto era del 50 por ciento. Escribe Wootton, “Una estimación dice que dos millones de marineros murieron de esta terrible enfermedad entre el descubrimiento de América por Colón y el reemplazo de los barcos de vela por barcos de vapor a mediados del siglo diecinueve.”

Wootton cuenta que, en 1740, George Anderson comandó una flotilla de seis barcos y 2.000 hombres y perdió 1.800 hombres a causa del escorbuto. Durante la Guerra franco-india (1754-1763), aproximadamente 133.000 de 184.000 marineros en la flota británica murieron por el escorbuto. Muchos de los marineros fallecidos habían sido “reclutados para el servicio.”

No obstante, la mayoría de esas muertes era evitable. Hacia 1601, el comerciante Sir James Lancaster ya había resuelto el problema del escorbuto, almacenando su barco con jugo de limón para su viaje a las Indias Orientales. Wootton reporta que la práctica de almacenar jugo de limón “se hizo algo estándar en los barcos, tanto de la compañía de Indias Orientales holandesa como la inglesa, a inicios del siglo diecisiete.”

Lamentablemente, la cura del jugo de limón, escribe Wootton, “no tenía sentido para los médicos con educación universitaria, quienes estaban convencidos de que esta enfermedad, como cualquier otra, debía ser causada por un aire malo o por un desbalance de los humores.” Presionados por los médicos, los capitanes de barcos se rehusaron a almacenar limones.

El Almirantazgo británico “le pidió formalmente consejo al Colegio de Médicos acerca de cómo combatir el escorbuto.” En 1740, 139 años después de que fuera conocida la cura por el jugo de limón, la respuesta del Colegio de Médicos fue usar vinagre y gotas y píldoras de Ward. La pastilla consistía de ingredientes venenosos, que incluían antimonio, cobalto y arsénico, que se consideró purgaba la enfermedad fuera del cuerpo.

Wootton señala que la historia acredita incorrectamente a un cirujano, James Lind, con el descubrimiento de la cura para el escorbuto. A pesar de lo anterior, el “descubrimiento” de Lind ocurrió 150 años después de que se tuviera conocimiento de la eficacia del jugo de limón por los portugueses, españoles y los primeros colonos estadounidenses.

En un inicio, Lind reconoció la cura del jugo de limón, pero no entendió que el escorbuto era una enfermedad nutricional. Él se mantuvo con la teoría de los humores y creyó que poros de la piel, obstruidos por el aire húmedo, causaban el escorbuto. Lind pensó que el jugo de limón desbloqueaba los poros obstruidos. Décadas después de su primer éxito en 1747, Lind perdió la fe en su remedio y, de nuevo, volvió a las sangrías para los pacientes con escorbuto. Tomó otros 50 años para que el limón fuera generalmente adoptado por la Marina inglesa.

Las voces de quienes sabían de la cura por el jugo de limón, fueron rechazadas. En 1786, un capitán de la marina mercante le escribió al Almirantazgo británico informándoles que el jugo de limón curaba el escorbuto. Al capitán se le dijo que se habían hecho pruebas del uso de limones en el tratamiento del escorbuto y que los médicos “todos estaban de acuerdo” en “que los limones y las naranjas no eran de servicio ya fuera en la prevención como en la cura” del escorbuto.

El Almirantazgo emitió este consejo “oficial” 185 años después de que James Lancaster usó efectivamente el jugo de limón contra el escorbuto. Observe que los mercaderes tenían una mente más abierta en su disposición a intentar nuevos tratamientos para salvar vidas. Sin el poder de reclutamiento, era crucial proteger a miembros de la tripulación y salvar vidas. Notoriamente, el capitán James Cook, comandando al Endeavour durante su viaje de 1769 a Nueva Zelandia y Australia, ignoró al Almirantazgo, al servir chucrut y vegetales frescos cuando llegaban a tierra. Cook no perdió ni un miembro de su tripulación ante el escorbuto durante su viaje de casi tres años. Sin embargo, en 1773, todavía Lind estaba insistiendo en que la dieta no era la causa o cura del escorbuto.

Wootton es claro; los médicos son culpables: “Cuando buenos argumentos son desplazados del campo por malos argumentos, quienes manejan el asunto deben asumir la responsabilidad.” “El mal conocimiento desplazó al buen conocimiento,” afirma Wootton. El consejo de los médicos se usó como escudo por un gobierno inflexible, determinado a no ceder ante la evidencia.

LA LEY DE GRESHAM

¿Está Wootton en lo correcto, de que un conocimiento malo acerca del escorbuto desplazó al conocimiento bueno?

La Ley de Gresham explica por qué el dinero malo desplaza al dinero bueno. Esta ley con frecuencia es mal interpretada.

La Ley de Gresham sólo es operable cuando ambos, el dinero malo y el dinero bueno, son de curso legal. Por ejemplo, cuando tanto las monedas de 25 centavos de plata como las de 25 centavos que no son de plata, circulaban una a la par de la otra, el público acumuló más de las valiosas monedas no de plata, sacando de circulación a las monedas de plata. El dinero malo (las monedas de 25 centavos que no eran de plata) desplazó al dinero bueno (las monedas de plata de 25 centavos), pero eso fue posible sólo porque los comerciantes eran obligados a tratar por igual a las monedas de plata y las que no eran de plata, como si tuvieran el mismo valor.

Con frecuencia, los detractores de los mercados libres buscan aplicar la Ley de Gresham a productos diferentes del dinero. Su antipatía hacia los mercados libres les conduce a alegar que el mercado recompensa al más bajo denominador común.

Sin embargo, un instante de reflexión muestra que eso no es cierto. Una camisa para hombre de Walmart compite pacíficamente con aquellas de Charles Tyrwhitt, y aquellas camisas producidas masivamente compiten con camisas hechas a mano que cuestan cientos de dólares. Los consumidores deciden cuáles productos satisfacen mejor sus necesidades, dadas sus preferencias y su ingreso.

Wootton está en lo correcto; la historia muestra cómo el conocimiento malo desplaza al conocimiento bueno en el caso de la prevención y tratamiento del escorbuto. Puede aplicarse la Ley de Gresham: El Almirantazgo autorizó que el Colegio de Médico brindara un tratamiento de “curso legal” ̶ pastillas de vinagre y venenosas que no servían. El tratamiento malo estrujó al tratamiento bueno (limones) en los barcos del gobierno. El Almirantazgo británico fue responsible de la muerte de cientos de miles de marineros, al bloquear un tratamiento efectivo conocido.

Si YouTube, Twitter y Facebook hubieran existido en el siglo XVIII, ¿habrían ellos censurado (would they have censored (https://www.westernjournal.com/agree-disagree-americas-frontline-doctors-big-tech-shouldnt-deciding/)) a los proponentes del jugo de limón, con base en que eso minaba “la ciencia” aprobada por el Colegio de Médicos?

REMDESIVIR

Como el Almirantazgo británico actuando con base en el consejo de médicos “expertos,” muchos de nuestros expertos y políticos le aseguran al público que, para el COVID-19, no hay otra prevención más que cuarentenas, distanciamiento social, mascarillas y, pronto, una vacuna. Ellos dicen que no existe otro tratamiento para el COVID-19 distinto de la asombrosamente cara nueva droga, el remdesivir. Una dosis de remdesivir cuesta $3.120 y es el único tratamiento aprobado por la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA) para el COVID-19 (only FDA-approved treatment for COVID-19. (https://www.fiercepharma.com/pharma/gilead-isn-t-meeting-public-health-needs-amid-pandemic-ags-argue-they-urge-feds-to-sidestep)) Y, aún así, el remdesivir no hace nada por reducir la mortalidad (does nothing to reduce mortality (https://www.nih.gov/news-events/news-releases/peer-reviewed-data-shows-remdesivir-covid-19-improves-time-recovery)) debida al COVID-19. Los Estados Unidos compraron todo el suministro de remdesivir a un costo superior a $1 mil millones; grandioso para la compañía farmacéutica Gilead, políticamente conectada, que produce el remdesivir. Pero, si el remdesivir es el tratamiento de “curso legal,” ¿cómo esto impacta nuestra salud?

Ya todos hemos visto esa mala película antes, pero, nuestras memorias son breves. En el 2009, durante la pandemia de la Fiebre Porcina, Shannon Brownlee y Jeanne Lenzer lanzaron fuertes cuestionamientos (asked hard questions (https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2009/11/does-the-vaccine-matter/307723/)) acerca del Tamiflu, el “remdesivir” de esa época. Al igual que con el remdesivir, el Tamiflu, como máximo, reducía la duración de la enfermedad sin impactar la mortalidad. Como con el remdesivir, el Tamiflu era muy caro y fue almacenado por el gobierno. Brownlee y Lenzer cuestionaron si “¿las drogas antivirales caras que el gobierno ha almacenado” tienen el “poder de reducir el número de personas que muere o está hospitalizada?”

Ellos reportan que,

“Como con las vacunas [contra la gripe], la evidencia científica acerca del Tamiflu y Relenza es débil en el mejor de los casos. En su sección de información general, el sitio en la Red del CDC les dice a los lectores que las medicinas antivirales pueden ‘hacer que usted rápidamente se sienta mejor.’ Cierto, pero no por mucho. En promedio, el Tamiflu (que equivale entre el 85 y el 90 por ciento del mercado de medicinas antivirales) reduce la duración de los síntomas de la gripe en veinticuatro horas, en gente que, de otra manera, estaría sana. A cambio de un brote ligeramente más breve de la enfermedad, al menos una en cada cinco personas que toma Tamiflu, experimentará náusea y vómito. Cerca de uno de cada cinco niños tendrá efectos colaterales neuropsiquiátricos, posiblemente incluyendo un comportamiento ansioso y suicida.”

En resumen, antivirales como el Tamiflu (antivirals such as Tamiflu (https://go.gale.com/ps/anonymous?id=GALE%7CA366863815&sid=googleScholar&v=2.1&it=r&linkaccess=abs&issn=00280836&p=HRCA&sw=w)) “han visto su efectividad sobredimensionada y, sus daños, subestimados.”
Hoy, el políticamente ungido remdesivir está dejando por fuera a la hidroxicloroquina (HCQ), una medicina genérica barata de 65 años de existencia. La evidencia anecdótica y empírica muestra que la HCQ es segura y efectiva en el tratamiento del COVID-19. Bretigne Shaffer ha hecho un tremendo trabajo al compilar la evidencia conocida (compiling the known evidence (https://bretigne.typepad.com/on_the_banks/2020/08/data-in-support-of-and-against-the-use-of-hydroxychloroquine-to-treat-covid-19.html?)) acerca de la hidroxicloroquina.

El doctor en medicina Adnan Munkarah es vicepresidente ejecutivo y principal funcionario médico y el doctor en medicina Steven Kalkanis es vicepresidente sénior y principal funcionario académico del extenso Sistema de Salud Henry Ford en Michigan. Ellos reportan que la hidroxicloroquina redujo significativamente las tasas de mortalidad (significantly cut mortality rates (https://www.henryford.com/news/2020/07/hydro-treatment-study)) de miles de pacientes de su Sistema de Salud. A pesar de lo anterior, como lo escriben Munkarah y Kalkanis (as Munkarah and Kalkanis write (https://www.henryford.com/news/2020/08/hydroxychloroquine-an-open-letter)), “el ambiente político persistente ha hecho que sea imposible cualquier discusión objetiva acerca de esta medicina, y profundamente esta evolución de los acontecimientos nos entristece.”

“’El debate científico,’ escriben ellos, ‘es un acontecimiento común en casi cualquier estudio que se publica. En parte, eso es lo que alimenta el avance del conocimiento ̶ desafiarse unos a otros acerca de nuestros supuestos, conclusiones y aplicaciones, a fin de tener un lugar mejor para los pacientes que colectivamente servimos.’”

El debate científico está siendo sofocado. El Dr. Peter Gøtzsche (https://undark.org/2019/12/30/peter-gotzsche-cochrane/) es uno de los principales impulsores de una “metodología rigurosa y la eliminación de sesgo en la evaluación de la eficacia de los tratamientos.” En julio, él advirtió que (he warned (https://www.scientificfreedom.dk/wp-content/uploads/2020/07/Censorship-in-medical-journals.pdf)),

“Ha llegado a ser crecientemente difícil publicar artículos en revistas médicas que sean críticos de medicamentos o de la industria de las medicinas, o que expongan el fraude y otros actos indebidos cometidos por médicos. También, es difícil publicar artículos que documentan que el status quo en una especialidad médica es dañino para los pacientes, aun cuando tales artículos deberían ser muy bien recibidos.”

¿Qué tanto ha cambiado en realidad desde que el Colegio de Médicos británico suprimió una cura verdadera para el escorbuto, en favor de las Gotas y Pastillas de Ward?

Con la hidroxicloroquina, “expertos” dirigidos por el Dr. Fauci (led by Dr. Fauci (https://www.cnn.com/2020/05/27/politics/anthony-fauci-hydroxychloroquine-trump-cnntv/index.html)) están suprimiendo activamente el debate (actively suppressing debate (https://www.metrotimes.com/news-hits/archives/2020/08/03/henry-ford-declines-further-comment-on-dr-faucis-assessment-of-flawed-hydroxychloroquine-study)). La FDA ha revocado su permiso para que la hidroxicloroquina se use por la emergencia (emergency use permission (https://www.fda.gov/news-events/press-announcements/coronavirus-covid-19-update-fda-revokes-emergency-use-authorization-chloroquine-and)). La hidroxicloroquina es negada a aquellos infligidos con el COVID-19, no con base en los méritos del remdesivir, sino debido a la fuerza coercitiva del gobierno.

QUÉ ESTÁ VENDIENDO EL GOBIERNO

Conectar los puntos es fácil. El gobierno está gastando más de $10 mil millones de dólares en su Operación Warp Speed, para producir una vacuna que esté protegida ante responsabilidades.

Una vacuna acelerada contra el COVID-19 no pasará por todas las pruebas de seguridad; aún así, la FDA probablemente emitirá una Autorización de Uso por la Emergencia (AUE) para aprobar una vacuna. Para que se emita una AUE no debe existir “una alternativa disponible, aprobada y adecuada (“no adequate, approved, and available alternative.” (https://www.fda.gov/regulatory-information/search-fda-guidance-documents/emergency-use-authorization-medical-products-and-related-authorities)) En otras palabras, la hidroxicloroquina u otro tratamiento efectivo es una amenaza para la vacuna; si la hidroxicloroquina es efectiva, no podrá existir una vacuna producida por medio de la vía rápida.

Hace poco, Bill Gates fue cuestionado acerca de los efectos colaterales (was questioned about the side effects (https://www.cbsnews.com/news/coronavirus-vaccine-bill-gates-multiple-doses/)) de un vacuna muy avanzada en su desarrollo para el COVID-19, que estaba siendo manufacturada por una nueva empresa de biotecnología, Moderna. Norah O’Donnell le preguntó a Gates acerca de un reporte alarmante de que un 80% “de los participantes [en las pruebas de la vacuna] experimentó un efecto colateral sistémico.” Gates respondió, “Los efectos colaterales no fueron super severos; esto es, no causó problemas permanentes en la salud.” Dado el corto período de pruebas, Gates no sabe si hay problemas de salud permanentes. El estándar de “no super severos” de Gates puede ser aceptable para alguna gente; muchos otros están listos para decir, no gracias.

Gates agregó, luego, que la FDA hará un buen trabajo [no permitir una vacuna con efectos colaterales severos] a pesar de la presión. También, Fauci dijo que él no estaba preocupado por los efectos colaterales (he is not worried about side effects (https://khn.org/news/fauci-unfazed-as-scientists-rely-on-unproven-methods-to-create-covid-vaccines/)) de la vacuna de Moderna.
Fauci y Gates descansan en que la FDA garantiza la seguridad. En su libro Against Leviathan (https://www.amazon.com/Against-Leviathan-Government-Independent-Political/dp/0945999968) Robert Higgs escribe:

“En vez de suministrar la seguridad en la calidad que la gente valora, la FDA sirve, en cierto sentido, como un planificador central en el sector de la economía de aseguramiento de la calidad de bienes médicos. La agencia impone un conjunto de reglas rígidas de talla única, vinculante para todo, independientemente de las diferencias individuales reales en las condiciones médicas de la gente, de las preferencias personales y de las actitudes hacia la asunción de riesgos… Como otras formas de planificación central, no puede resolver los problemas de información e incentivos, inherente en su manera de tratar los asuntos dentro de su jurisdicción.”

Higgs cita al anterior funcionario de la FDA, Dr. Henry Miller, quien dijo, “El patrón oro de la regulación de la FDA es el oro de los tontos.”

Como economista, estoy preocupado que los escudos ante la responsabilidad eliminan el papel esencial de las compañías de seguros que toman parte en la evaluación del riesgo (in assessing risk (https://www.aier.org/article/why-operation-warp-speed-could-be-deadly/)). Tomo seriamente las palabras de Ruud Dobber, ejecutivo de AstraZeneca, otro manufacturero de la vacuna para el COVID-19, quien dijo, acerca de los escudos ante responsabilidades que su compañía buscó (iability shields his company sought (https://www.reuters.com/article/us-astrazeneca-results-vaccine-liability-idUSKCN24V2EN)) alrededor del mundo. “Nosotros, como compañía, simplemente no podemos asumir el riesgo si en… cuatro años la vacuna está mostrando efectos colaterales.” Como consumidor, le doy una mayor consideración a las reservas de Dobber que a las seguridades de efectos colaterales de Gates, de que “no son super severos.”

Una encuesta reciente de KEKSTCNC (A recent survey by KEKSTCNC (https://www.kekstcnc.com/media/2793/kekstcnc_research_covid-19_opinion_tracker_wave-4.pdf)), una firma global de estrategias de comunicaciones, encontró que, en Estados Unidos, los estadounidenses creen que la prevalencia y morbilidad del COVID-19 es mucho mayor que los resultados actuales. Los estadounidenses creen que un asombroso 9% de los estadounidenses ha muerto de COVID-19. La percepción pública es exagerada 225 veces.

Si mucha gente que usted conoce está en un estado constante de temor para sí mismos y sus hijos, monitoreando ellos mismos incesantemente por síntomas, ahora usted ya sabe por qué. Para el que está asustado, el Dr. Fauci es un héroe en quien desesperadamente tienen la esperanza de que aliviará sus temores existenciales de morir, un miedo existencial que muchos han proyectado en el COVID-19. Ellos se resienten cuando su héroe es objeto de confirmación de hechos (their hero is fact-checked (https://www.aier.org/article/fact-checking-fauci/)).

Rehúsese a la solución de la vacuna que Fauci favoreció, y algún defensor del gobierno le obligaría a tomar la vacuna o si no la cárcel (force you to take the vaccine (https://www.usatoday.com/story/opinion/2020/08/06/stop-coronavirus-compulsory-universal-vaccination-column/3289948001/) or jail you. (https://www.10news.com/news/local-news/states-have-authority-to-fine-or-jail-people-who-refuse-coronavirus-vaccine-attorney-says?fbclid=IwAR3C7LtnL9PHIs6EszrSkFOI9d8DLcmyQCtO YOiqFLKPtgUvF9R0E3_2FMw)) Tales soluciones draconianas echan raíces cuando el gobierno alimenta los temores existenciales.

Posiblemente haya soluciones tipo “jugo de limón” al COVID-19, y, tal vez, una sea la hidroxicloroquina. Pero, un gobierno que suprime el debate y que traslada miles de millones hacia empresas políticamente conectadas, desacredita a todos los que desafíen sus soluciones favorecidas. En nombre de lo que definen como “la ciencia,” se reprime el proceso de descubrimiento de la verdadera ciencia. Los represores de la ciencia son parte de un movimiento iliberal, cuyos miembros, en palabras de Jeffrey Tucker, son “enemigos de la libertad y de los derechos humanos” (“enemies of freedom and human rights.” (https://www.aier.org/article/we-need-a-principled-anti-lockdown-movement/)) Ellos amenazan la salud de miles de millones.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es contribuyente sénior en Intellectual Takeout y autor de The Inner-Work of Leadership.