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Jorge Corrales Quesada
21/08/2020, 12:08
Los modelos que presuntamente guiaron a las autoridades nacionales en sus políticas para combatir la pandemia se basaron en el concepto mencionado en el artículo de “agentes representativas,” que no es sino simulaciones matemáticas del ser humano. Por eso, este comentario es relevante para ayudarnos a entender lo que está pasando.

NECESITAMOS UN RESPUESTA AL COVID-19 PARA VERDADEROS SERES HUMANOS

Por Max Gulker
American Institute for Economic Research
16 de agosto del 2020

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en azul, si es de su interés, puede verlo en https://www.aier.org/article/we-need-a-covid-19-response-for-real-human-beings/

Hay una clase de modelos matemáticos en economía que usa lo que llamamos “agentes representativos.” Básicamente, si usted está resolviendo ecuaciones y probando teoremas acerca de una economía con millones de personas, tomar en cuenta la diversidad de humanos hace que la matemática sea difícil o imposible. Así que, suponemos que todo mundo es igual: las mismas preferencias, las mismas dotaciones (riqueza) iniciales, o, tal vez, presionamos las matemáticas al límite y permitimos dos o tres tipos de personas en nuestra economía modelada, o dejamos que la gente difiera a lo largo de una única dimensión.

El valor de este enfoque en la academia puede discutirse por décadas. Pero, en la investigación, política y debate público que rodea la pandemia del COVID-19, necesitamos escaparnos de la miopía de un mundo de agentes representativos, y necesitamos hacerlo rápidamente.

Todo acerca de la forma en que enfocamos esta pandemia, existe en una escala mucho más grande que la humana, incluyendo preguntas, pero de ninguna manera, limitadas a estas:


¿Cuántos nuevos casos o muertes se reportaron hoy?
¿Debería el gobierno encerrar a su población?
¿Estamos practicando el distanciamiento social?
¿Estamos usando mascarillas?

Note que estas preguntas están divorciadas de cualquier concepto de diversidad humana. Muchos responderán que tenemos que hacer aproximaciones o arriesgarnos a estar paralizados ̶ tenemos que “hacer algo.” Pero ¿qué si todo nuestro ancho de banda, como investigadores, políticos, consumidores y productores de medios masivos y sociales, está siendo usado con las preguntas equivocadas?

PERSONAS DIFERENTES

Considere dos grupos de personas “violando el distanciamiento social.” El primero es un pueblo montañés con una población de apenas más de 500, metidos en una parte de Nueva Inglaterra Occidental que la mayoría de la gente desconoce que existe, a menos de una hora de Quebec, Canadá. Las tiendas, restaurantes y bares están abiertos. Las mascarillas son usadas sólo por una pequeña minoría de propietarios de los negocios y clientes, no son desalentadas, pero no se esperaban. Las personas, casi subconscientemente, se mantienen varios pies lejos entre sí, más que como lo habrían hecho hace unos seis meses, pero no se encontrarían marcas de separación en los pisos de los negocios.

Segundo, considere una reunión para una sola ocasión, tan grande como el doble de tamaño de la población de aquel pueblo montañés, de gente que vive en la Ciudad de Nueva York o en el área metropolitana a su alrededor. La actividad es un concierto de caridad (charity concert (https://www.nytimes.com/2020/07/27/nyregion/hamptons-chainsmokers-concert-social-distancing.html)), anunciado como uno que sigue las directrices y órdenes de distanciamiento social, pero, cuando termina, da lugar a desobediencia suficiente como para producir fotos y artículos de noticias, que lo ubican en el centro de los debates acerca de la pandemia.

Una política y un debate que se enfocan tan sólo en la pregunta “Distanciamiento social: ¿sí o no?,” pasan por alto un número incontable de dimensiones de la diversidad humana. Hay, obviamente, mucho en juego en el ejemplo previo. Enfoquémonos en una dimensión aparentemente sencilla ̶ la dimensión de la población en donde vivimos.

LA DENSIDAD Y SUS DESCONTENTOS

Al principio, no pareces sostenerse la intuición de que áreas más densas son más precarias para la diseminación del COVID-19. Un estudio (A study (https://www.jhsph.edu/news/news-releases/2020/urban-density-not-linked-to-higher-coronavirus-infection-rates-and-is-linked-to-lower-covid-19-death-rates.html)) dirigido por un profesor de salud pública de Johns Hopkins le echó una mirada a datos de 913 condados de Estados Unidos. Una vez que los autores controlaron por “factores como raza y educación,” no pudieron encontrar un ligamen entre condados más densos y una mayor transmisión o número de muertes. El sitio en la red de la Universidad (The University’s website (https://www.jhsph.edu/news/news-releases/2020/urban-density-not-linked-to-higher-coronavirus-infection-rates-and-is-linked-to-lower-covid-19-death-rates.html)) destacó los resultados aparentemente concluyentes del artículo titulado “Does Density Aggravate the COVID-19 Pandemic? Early Results and Lessons for Planners,” [“¿Agrava la Densidad la Pandemia del COVID-19? Primeros Resultados y Lecciones para los Planificadores”] y de su relevancia:

“Un nuevo estudio sugiere que lugares más densos, asumidos por mucho como más conducentes a la diseminación del coronavirus que causa el COVID-19, no están ligados con tasas de infección más altas. El estudio, conducido por un investigador en la Escuela Bloomberg de Salud Pública de Johns Hopkins, también encontró que las áreas densas estaban asociadas con menores tasas de mortalidad por el COVID-19….

Encuestas recientes sugieren que muchos estadounidenses ahora están considerando como posible un éxodo de las grandes ciudades, posiblemente debido a que más densidad equivale a un mayor riesgo por infección. Algunos funcionarios gubernamentales han postulado que la densidad urbana está ligada a la transmisibilidad del virus.”

En el artículo en sí (paper itself (https://www.tandfonline.com/doi/pdf/10.1080/01944363.2020.1777891?needAccess=true)), los autores correctamente denuncian la miopía del debate acerca de los amontonamientos, distinto de su concepto de densidad aunque es ubicuo en los medios noticiosos: “Independientemente de reportes de las noticias de la noche acerca del amontonamiento en playas y actividades de protesta, sospechamos que el amontonamiento es la excepción en este período de distanciamiento social.”

Contraste eso con el análisis estadístico de los autores, que rinde resultados que condujeron a la investigadora Shima Hamidi a caracterizar el artículo en las noticias, como “importante, inesperado y profundo.” Ciertamente concurre la porción del resumen del artículo titulado “Takeaway for practice”:

“Grandes áreas metropolitanas con un número mayor de condados sumamente ligados por medio de relaciones económicas, sociales y de conmutación, son las más vulnerables a los brotes pandémicos.”

Entonces, los investigadores vieron datos altamente agregados, a nivel de condado, y usaron una medida básica de densidad, sucintamente descrita en el texto del artículo: “Se sumaron la población y el empleo del condado y lo dividimos entre la extensión territorial.”

La población de un condado más el empleo por pie cuadrado puede ocultar una porción entera de la diversidad humana. Una vez más, perforemos a un nivel más hondo.

DENSIDADES, NO DENSIDAD

El artículo de la Hopkins logra una cantidad casi ridícula de millaje político proveniente de una variable, que nada más requiere de un cuadro resumido del Censo y un Excel de Microsoft de arrastre y suelte para calcular. Aún así, los autores se acomodan confortablemente en la mitad superior de la sofisticación en estos asuntos, al diferenciar simplemente entre amontonamientos de tabloides de medios y la densidad que emerge de las realidades de nuestras vidas hogareñas y profesionales.

Pero, ¿qué pasa con esa densidad de vida hogareña y profesional? “Usted tiene que pensar mucho más pequeño,” escribe (writes (https://www.wired.com/story/how-does-a-virus-spread-in-cities-its-a-problem-of-scale/)) el corresponsal en ciencia de la revista WIRED, Adam Rogers.

Analizando en mayo de este año investigación temprana acerca del COVID-19, Rogers correctamente ve que hay diferencias en densidad dentro de las ciudades o condados, tan importantes como para encoger las diferencias agregadas entre ciudades y condados:

“Cuando se trata de densidad, el truco es escoger una escala. El Covid-19 no es un problema de kilómetros cuadrados, sino uno de metros cuadrados ( square meters (https://theconversation.com/as-coronavirus-forces-us-to-keep-our-distance-city-density-matters-less-than-internal-density-137790)) ̶ del número de personas por unidad de vivienda. La mejor idea de los epidemiólogos acerca de qué es lo que está pasando aquí es que el virus se transmite más fácilmente cuando una persona infectada está en contacto estrecho con gente durante períodos de tiempo extensos.”

En ciudades grandes, como Nueva York, la red de temas que rodea a la pobreza coloca a la gente en la peor de las situaciones:

“Un análisis ( analysis (https://furmancenter.org/thestoop/entry/covid-19-cases-in-new-york-city-a-neighborhood-level-analysis)) del Centro Furman de la Universidad de Nueva York, que se centra en vivienda, despliega esta respuesta con mayor crudeza: Las tasas de mortalidad fueron más altas en vecindarios con ingresos más bajos y con menor densidad a través del espacio geográfico, pero con una mayor densidad en un hogar dado. Esto es, más gente compartiendo una habitación o un apartamento.”

Cuando hacemos preguntas importantes como “de que manera la densidad impacta la transmisión del COVID-19,” y, luego, se cuestionan los resultados a través del lente de cómo los verdaderos seres humanos prosiguen sus vidas cotidianas, incluso minuto tras minuto, vemos esencialmente un patrón fractal (fractal (https://en.wikipedia.org/wiki/Fractal)). Al surgir detalles nuevos que sacuden la lógica de nuestras conclusiones previas, empieza a presentarse ante nuestros ojos el siguiente nivel de detalle, que acabará con nuestros intentos de ponerle un lazo a cualesquiera nuevas conclusiones que podamos hacer.

Al mismo tiempo, nuestro ejercicio en perforación ha rendido algunas conclusiones de políticas importantes y útiles, si bien no logran encabezados. Unidades de vivienda de alta intensidad, a menudo asociadas con vecindarios de bajos ingresos, son un lugar particularmente problemático para la transmisión del COVID-19. Los investigadores de salud pública deberían enfocarse en los desafíos especiales enfrentados por gente que vive en tales ambientes, y los esfuerzos educativos y de extensión deberían enfocarse, como un láser, en equipar y empoderar a estas personas para que tomen las mejores precauciones que ellas puedan.

Es bastante frustrante que el puñado de artículo que leo dispuesto a profundizar en la densidad, carezcan de algunas conclusiones de política de corto plazo. He aquí algunas muestras de lo que los autores consideran son las conclusiones de políticas importantes derivadas de su propia investigación y de la de otros:


Lo que necesitamos (What we need (https://theconversation.com/as-coronavirus-forces-us-to-keep-our-distance-city-density-matters-less-than-internal-density-137790)) hacer es diseñar una ciudad más equitativa sin las densidades internas que han mostrado ser tan mortales.”
“Deberíamos ver (We should view (https://www.thenatureofcities.com/2020/04/14/cities-are-not-to-blame-for-the-spread-of-covid-19-nor-is-the-demise-of-cities-an-appropriate-response/)) esta horrible pandemia como un acicate para mejorar, universalizar e incluir a la naturaleza como parte de la asombrosa invención de la humanidad de la Ciudad Sanitaria.”
El COVID-19 va (COVID-19 is going (https://www.wired.com/story/how-does-a-virus-spread-in-cities-its-a-problem-of-scale/)) a obligar a planificadores y políticos a repensar las ciudades. Ellas podrían poner restaurantes al aire libre ( put restaurants outdoors (https://www.wired.com/story/cities-reopen-outdoor-dining-lifeline/)) en espacios que solían ser para carros, poniendo aire libre entre la gente y el virus. Ellos podrían darle mayor espacio al verdor y a ciclovías, así que la gente, asustada debido al virus por tener que usar buses y trenes subterráneos, pueda así llegar a dónde quiere ir. En medio de la muerte y la tragedia, existe la oportunidad de construir lugares en donde todos los tipos de gente puedan vivir. Los planificadores podrían haber causado algunos de esos errores ̶ pero ellos también los pueden arreglar.”

En tiempos normales, uno puede criticar estas ideas bien intencionadas al desmoronar sus propios campos minados fractales de complejidad y diversidad humana. Pero, la gente se está enfermando todos los días. Reflexionar durante décadas acerca de Qué Aprenderemos parece ser un sustituto horrendamente negligente a darle alguna instancia a la gente, la que, en realidad, no tiene tiempo para esperar por las ciudades más equitativas de nuestra imaginación.

DENSO Y MÁS DENSO

Cuando el gobernador de Nueva York Andrew Cuomo inspira a su base política con tuits casi diarios de “use una mascarilla,” la principal página de navegación de su estado de recursos acerca del COVID-19 es un agente representativo puro, que no brinda un consejo claro apropiado para las diferentes situaciones de las personas. Una búsqueda (search (http://search.its.ny.gov/search/search.html?as_sitesearch=coronavirus.health.ny.go v&btnG=Search&client=default_frontend&output=xml_no_dtd&proxystylesheet=default_frontend&ulang=en&sort=date%3AD%3AL%3Ad1&entqr=3&entqrm=0&wc=200&wc_mc=1&oe=UTF-8&ie=UTF-8&ud=1&site=default_collection&q=low-income%20housing)) en la página de “vivienda de bajos ingresos” revela poco más.

Lo que necesitamos diseñar más equitativamente son distribuciones de responsabilidad en nuestros esfuerzos de educación y prevención de la enfermedad. En vez de empezar desde la premisa de que la respuesta de la sociedad a una pandemia moderna debe definirse por un control brusco, de arriba hacia abajo, ya sea en lo positivo como en lo negativo, debería, más bien, enfocarse en las muchas realidades a escala pequeña que la gente enfrenta todos los días de manera diferente.

Claramente importa adónde vive uno, con quién vive uno, qué es lo que cada una de esas personas hace durante el día, inclusivo la distribución física de un apartamento o dormitorio. Intentar cambiar el comportamiento de todos en igual forma, seguido de nobles conversaciones acerca de cómo podemos diseñar ciudades en el futuro, se basa en un pensamiento viejo que crecientemente se está haciendo mortal.

Max Gulker es economista y escritor, quien se unió al American Institute for Economic Research (AIER) en el 2015. Su investigación se enfoca en dos áreas principales: política y tecnología. En el lado de la política, Gulker ve como asuntos como la pobreza y el acceso a la educación pueden ser enfrentados con enfoques voluntarios, descentralizados, que no interfieran con los mercados libres. En cuanto a la tecnología, Gulker está interesado en campos emergentes como blockchain y criptomonedas, asuntos de competencias plantados por gigantes de la tecnología, como Facebook y Google, y la economía colaborativa. Gulker aparece frecuentemente en conferencias, podcasts y en televisión. Gulker tiene un PhD en economía de la Universidad Stanford y una licenciatura en economía de la Universidad de Michigan. Previo a ingresar en AIER, Max pasó un tiempo en el sector privado, en consultoría a empresas importantes de tecnología y finanzas sobre legislación antimonopolios y otros litigios.