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Jorge Corrales Quesada
12/04/2020, 12:21
Esta es información valiosa y corroborada, que vale la pena que la conozcamos, pues no ayuda a tomar las mejores decisiones para cada uno de nosotros.

HECHOS CRUCIALES ACERCA DEL COVID-19: TRANSMISIBILIDAD, TASAS DE MUERTE Y NÚMEROS EN BRUTO

Por James D. Agresti
Fundación para la Educación Económica
Miércoles 8 de abril del 2020

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, con letras en rojo y entre paréntesis, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/crucial-facts-about-covid-19-transmissibility-death-rates-and-raw-numbers/

Mientras que los casos y muertes por el COVID-19 continúan aumentando, el resultado es que el número de gente activamente infectada y que es contagiosa, es mucho menor que el total de los casos reportados y de los no diagnosticados.

Dada la diseminación de desinformación acerca del COVID-19, Just Facts (https://www.justfacts.com/) está brindando un conjunto de hechos rigurosamente documentado acerca de esta enfermedad y sus impactos. Estos incluyen algunos hechos vitales que han estado ausentes o sido mal reportados en gran parte de la cobertura mediática de este tema. También, esta investigación incluye un estudio pionero para determinar la letalidad del COVID-19 con base en la medida más completa disponible: la totalidad de años de vida que le robará a la gente.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) enfatizan (emphasizes (https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-nCoV/summary.html)) que “esta es una situación que evoluciona rápidamente,” y, como tal, este artículo será actualizado todos los días de la semana, cuando el CDC publique datos nuevos.

Por una parte, los hechos muestran que:


La tasa de muerte de la gente que contrae el COVID-19 es incierta, pero probablemente más cercana a aquella de la gripe estacional, que a las cifras comúnmente reportadas por la prensa.
Los años de vida que, en promedio, se pierden con cada muerte por COVID-19 son significativamente menores que las causas comunes de muerte intempestiva, como accidentes y suicidios.
El virus que causa el COVID-19 es “muy vulnerable a la neutralización por anticuerpos” y tiene una habilidad limitada para mutar, lo que significa que es poco posible que acabe con vidas año tras año.
Si al final de cuentas hay 240.000 muertes por COVID-19 en Estados Unidos, el virus se robará alrededor de 2.9 millones de años de vida de todos los estadounidenses que estaban con vida al inicio del 2020, mientras que los accidentes les robarán alrededor de 409 millones de años ̶ o alrededor de 140 veces más que el COVID-19.

La fuente de los datos se presenta en el gráfico “Años de Vida Perdidos en los Estados Unidos con 240.000 Muertes por el COVID-19, el cual puede verse en https://fee.org/articles/crucial-facts-about-covid-19-transmissibility-death-rates-and-raw-numbers/

Por otra parte, la gente de mayor edad y aquellos con enfermedades crónicas son extremamente vulnerables al COVID-19. Aún más, la enfermedad es altamente transmisible, lo que significa que se puede expandir como un incendio forestal y abrumar los hospitales, si no se toman medidas extraordinarias para contenerlo. Aquello incrementaría su número de muertes.

Sin embargo, tales medidas de precaución a menudo tienen impactos económicos y otros, que pueden costar vidas, y una sobre reacción puede, en última instancia, matar más gente que la que es salvada.

POSIBILIDAD DE EXPOSICIÓN

Para los Centros del Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, en la nación se ha diagnosticado con el COVID-19, al ser la 1:00 de la tarde, hora estándar del este, del 7 de abril del 2020, un total de 330,891 (https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/cases-in-us.html) personas. La población de Estados Unidos es de 329 millones (329 million (https://www.census.gov/newsroom/stories/2020/new-years-2020.html)) de personas, lo que significa que una de cada 994 (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_crucial_facts.xls) personas ha sido diagnosticada con el COVID-19. La enfermedad no se dispersa igualmente a largo de todo el país, así que esa cifra es mucho mayor en algunas áreas y mucho menor en otras.

Los casos reportados no incluyen a personas que pueden tener el COVID-19, pero que aún no han sido diagnosticadas. Debido a que su período de incubación (incubation period (https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/symptoms-testing/symptoms.html)) es de 2 a 14 días, el número de gente que habría sido infectada podría exceder sustancialmente al número que ya ha sido diagnosticado.

También, la vasta mayoría de gente que contrae el COVID-19 experimenta sólo síntomas menores o ninguno, y mucha de ella puede que nunca sea diagnosticada. Esto significa que la medición de casos reportados subestima aún más el número real de gente que ha sido infectada. Un estudio de febrero del 2020 (February 2020 study (https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/2762130)) en el Journal of the American Medical Association, basado en datos de China, encontró que el 81 por ciento de los casos reportados de COVID-19 son “moderados.” La porción verdadera de tales casos es incluso posiblemente más alta que esta, pues, como explica el artículo, hay “dificultades inherentes en identificar y medir casos moderados y asintomáticos.”

Un caso raro en el cual se pueden contar casos asintomáticos es el barco de excursiones Diamond Princess, pues todos los pasajeros (passengers (https://www.niid.go.jp/niid/en/2019-ncov-e/9407-covid-dp-fe-01.html)) fueron objeto de prueba por el COVID-19. Entre aquellos que resultaron positivos, un 51 por ciento (51 percent (https://www.niid.go.jp/niid/en/2019-ncov-e/9417-covid-dp-fe-02.html)) no tenía síntomas al ser examinados. El número de esa gente que luego desarrolló síntomas actualmente no está disponible.

Por el contrario, el número de personas que nunca ha sido infectada puede exceder grandemente al número de los que aún están infectados. Números crecientes de gente, que en una oportunidad fueron diagnosticados con el COVID-19, se han recuperado (recovered (https://www.worldometers.info/coronavirus/country/us/)) y la medición de aquellos que estaban infectados sin saberlo y que han tenido recuperaciones rápidas, podría ser enorme. Un artículo de marzo del 2020 (March 2020 paper (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1286457920300344#bib5)) en la revista Microbes and Infection, hace ver que “la mayoría de los individuos infectados… parecen ser capaces de recuperarse con poca o ninguna intervención médica.”

Todavía más, un artículo de marzo del 2020 (March 2020 paper (http://www.pemdatabase.org/Coronavirus_Infections_in_Children_Including_COVID-19.pdf)) en el Pediatric Infectious Disease Journal, afirma:

“’Evidencia preliminar sugiere que es igualmente posible que niños como adultos’ contraigan el Covid-19, pero ‘es menos posible que ellos sean sintomáticos,’ e incluso aquellos con infecciones diagnosticadas, típicamente ‘se recuperan 1 a 2 semanas después de la aparición de los síntomas.’”

El resultado de todo esto es que el número de gente que está activamente infectada y contagiada es menor que el total de casos reportados y no diagnosticados.

Un artículo de marzo del 2020 (March 2020 paper (https://science.sciencemag.org/content/early/2020/03/13/science.abb3221)) en la revista Science condensa los factores citados en un número único. Estima que el 86 por ciento de todas las infecciones del COVID-19 en Wuhan, China, “no fueron documentadas” antes que el gobierno pusiera en marcha restricciones a viajar. Esto significa que el número de personas que estaba infectada era seis veces el número de infecciones documentadas. Esta cifra declina al adoptarse medidas de distanciamiento social y cuando aumentan los diagnósticos y las recuperaciones con el paso del tiempo.

Bajo ese escenario del peor de los casos de Wuhan, si el número de personas con infecciones del COVID-19 en Estados Unidos es, en realidad, seis veces el número de gente que ha sido diagnosticado con él, el estadounidense promedio tendría que entrar en contacto con 295 (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_crucial_facts.xls) personas, para ser expuesto con una persona que lo tiene.

LOS NÚMEROS DE MUERTOS

Un total de 11, 784 (https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/cases-in-us.html) residentes de Estados Unidos había muerto por el COVID-19 al ser la 1:00 p.m. hora del este, del 7 de abril del 2020.
Para poner en perspectiva esta cifra:


Aproximadamente 12.469 personas en Estados Unidos murieron de la fiebre porcina (died from the swine flu (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21342903)) entre el 12 de abril del 2009 y el 10 de abril del 2010. A diferencia del COVID-19, que principalmente mata (mainly kills (https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736%2820%2930566-3/fulltext)) a personas mayores con problemas de salud preexistentes, un 87 por ciento (87 percent (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21342903)) de la gente que mató la fiebre porcina tenía una edad menor a 65.
Un promedio de 37.000 personas (37,000 people (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_vital_facts.xls)) en Estados Unidos ha muerto de influenza (died from influenza (https://www.cdc.gov/flu/about/burden/past-seasons.html)) (“la gripe”) cada año durante los últimos nueve años.
Alrededor de 170.000 personas al año en Estados Unidos muere por accidentes (die from accidents (https://www.cdc.gov/nchs/data/nvsr/nvsr68/nvsr68_09-508.pdf#page=6)).

En otras palabras, las muertes por el COVID-19 son ahora el 1.7 por ciento (1.7 percent (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_crucial_facts.xls)) de las fatalidades anuales por gripe y accidentes. Aunque el COVID-19 es una enfermedad nueva y tuvo su primera vida reportada en Estados Unidos a fines de febrero (late February (https://www.cdc.gov/media/releases/2020/s0229-COVID-19-first-death.html)), esta comparación puede subestimar sustancialmente la mortalidad relativa del COVID-19, pues las fatalidades de accidentes y de la gripe ocurren masivamente cada año, y eso es poco posible para el COVID-19.

La razón primordial por la que la gripe se lleva decenas de vidas en cada año, es porque los virus que la causan mutan de formas que impiden a los individuos llegar a ser inmunes a ellos. Para el Journal of Infectious Diseases (https://academic.oup.com/jid/article/193/1/7/870349), “Todos los virus mutan, pero la influenza permanece siendo altamente inusual entre las enfermedades infecciosas” pues muta muy rápidamente, y, así, “se necesitan vacunas nuevas casi cada año” para protegerse contra ella. Si bien permanece mucho por conocer acerca de las mutaciones del virus que causa el COVID-19, las indicaciones tempranas son de que no mutará rápidamente y llegar a ser un flagelo permanente.

Como se detalla en el artículo de marzo del 2020 (March 2020 paper (https://www.embopress.org/doi/full/10.15252/embr.202050334)) en una revista de biología molecular que cita a Michael Farzan, co director del Departamento de Inmunología y Microbiología de Scripps Research, una vez que se desarrolle una vacuna para el COVID-19, “no necesitaría de actualizaciones regulares, a diferencia de las vacunas contra la gripe” pues la parte del virus objetivo de la vacuna “está protegida contra la mutación” por una característica del material genético, o ARN.

El mismo punto es aplicable a la inmunidad naturalmente adquirida. La gente que tiene el COVID-19 desarrolla anticuerpos que protegen contra futuras infecciones por él. El libro de texto de fisiología The Human Body in Health and Illness (https://www.elsevier.com/books/link/link/9781455772346) [Memmler. El Cuerpo Humano. Salud y Enfermedad] explica que dicha inmunidad, llamada “inmunidad activa,” es “generalmente duradera por mucho tiempo.” Lo mismo es en el caso (same applies (https://www.britannica.com/science/infectious-disease/Polio-vaccine)) de enfermedades como sarampión, rubeola y polio. Si alguien contrae esas enfermedades, rara vez le dan de nuevo y, más aún, es muy poco posible que otros se las transmitan a ellos. Así, esta gente se convierte en muros de fuego (firewalls (https://journals.plos.org/plosbiology/article/file?type=printable&id=10.1371/journal.pbio.1001297)) contra la expansión de estos contagios.

Medios como The Atlantic (https://www.theatlantic.com/health/archive/2020/02/covid-vaccine/607000/), Vox (https://www.vox.com/2020/3/11/21163262/is-there-a-cure-for-coronavirus), y Forbes (https://www.forbes.com/sites/toddhixon/2020/03/12/get-ready-to-live-with-covid-19/#41fdf7dc4782) han puesto patas arriba a la verdad en este asunto, al confundir la naturaleza general de los coronavirus con aquella del COVID-19. El hábito de llamar al COVID-19 “el coronavirus” puede conducir mucho al error, pues hay varios tipos de coronavirus, y el COVID-19 es causado tan sólo por uno de ellos. Los coronavirus son una familia de los virus del ARN que incluye algunos virus del resfrío común (common cold (https://medical-dictionary.thefreedictionary.com/coronavirus)). Estos virus tienden a mutar rápidamente (mutate rapidly (https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/emp2.12034)), pero. el virus que causa el COVID-19 no comparte ese rasgo. Para el mismo artículo de marzo del 2020 (March 2020 paper (https://www.embopress.org/doi/full/10.15252/embr.202050334)) acabado de citar arriba, el virus que causa el COVID-19, “no muta rápidamente para ser un virus ARN pues, inusual en esta categoría, tiene una función a prueba de correcciones” en su genética.

De la misma manera, un editorial (editorial (https://www.bmj.com/content/368/bmj.m627.full)) del 19 de febrero en el British Medical Journal acerca del COVID-19, reporta que “los datos disponibles del genoma hasta el momento no muestran una tasa de mutación inesperada o signos de adaptación…”

Puesto en sencillo, el COVID-19 no muta tanto como la gripe y, así, es mucho menos posible que acabe con vidas, independientemente de la inmunidad adquirida y de vacunas. Si esto se comprueba como cierto en el largo plazo, como lo sugiere la evidencia actual que así será, el riesgo a lo largo de la vida de morir del COVID-19 es exagerado grandemente cuando se comparan sus números finales de muertes, con las fatalidades anuales por la gripe, accidentes, suicidios y otras causas frecuentes de muerte.

AÑOS DE VIDA QUE SE PIERDEN

Más allá de cifras en bruto de muertes, otro factor crucial al medir la mortalidad de una amenaza a la salud pública, es las edades de sus víctimas. En palabras de la CDC (the CDC (https://www.cdc.gov/mmwr/preview/mmwrhtml/00000741.htm)), “la asignación de recursos para la salud deben considerar no sólo el número de muertes según sea la causa, sino también por edad.” Por tanto, los “años de pérdidas de vida potenciales” se han “convertido en un elemento fundamental para la evaluación del impacto de daños a la salud pública.”

En este sentido, el COVID-19 es mucho menos letal que las causas comunes de una muerte inesperada, como por accidentes. Todavía no se conoce la edad de muerte precisa promedio de las muertes por el COVID-19, pero la vasta mayoría de las víctimas son ancianos (elderly (https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2020.02.24.20027268v1)) o quienes tienen una o más enfermedades crónicas (chronic illnesses (https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2020.02.24.20027268v1)), como es el caso con las muertes por la gripe o neumonía.

Con base en los últimos datos de la CDC acerca de la distribución por edades (age distribution (https://www.cdc.gov/nchs/data/nvsr/nvsr68/nvsr68_09-508.pdf#page=35)) de los muertos, la edad promedio de muerte (average age of death (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_crucial_facts.xls)) por accidentes es de alrededor de 53.3 años, mientras que, para la gripe y la neumonía, es de alrededor de 77.4 años. Usando la gripe y la neumonía como una proxy burda para el COVID-19, esta enfermedad se roba un promedio de 12.0 años (12.0 years (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_crucial_facts.xls)) de vida de cada una de sus víctimas, en comparación con 30.6 años (30.6 years (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_crucial_facts.xls)) de pérdida de vida por cada accidente. Y, de nuevo, los accidentes matan alrededor de 170,000 (https://www.cdc.gov/nchs/data/nvsr/nvsr68/nvsr68_09-508.pdf#page=6) estadounidenses al año, mientras que es poco posible que el COVID-19 tenga unas tasas altas actuales de muerte, debido a sus prospectos limitados para la mutación.

En un comentario del 29 de marzo, que generó encabezados en virtualmente todo (virtually every (https://www.google.com/search?q=fauci+200%2C000+deaths&num=100&lr=&hl=en&as_qdr=all&source=lnt&tbs=cdr%3A1%2Ccd_min%3A3%2F28%2F2020%2Ccd_max%3A3% 2F30%2F2020&tbm=)) medio importante, el reconocido inmunólogo (renowned immunologist (https://www.niaid.nih.gov/about/anthony-s-fauci-md-bio)), Anthony Fauci, le dijo (told (https://www.cnn.com/videos/politics/2020/03/29/sotu-fauci-full.cnn)) a Jake Tapper de CNN que “viendo lo que estamos viendo ahora, yo diría que entre 100.000 y 200.000 “ estadounidenses morirán por el COVID-19, pero “pienso que, en realidad, no necesitamos hacer una proyección cuando es una objetivo que se mueve tanto, que fácilmente usted se puede equivocar e inducir al error en la gente.” El día siguiente, el Dr. Fauci enfatizó (emphasized (https://youtu.be/lg--anohtSQ?t=3001)) que aquellas cifras no están basadas en un modelo, y que “un modelo es tan bueno como lo son los supuestos que usted incorpora dentro de” él.

Un día después, en una conferencia de prensa de la Casa Blanca, la Dr. Deborah Birx (https://www.state.gov/biographies/deborah-l-birx-md/), otra inmunóloga de reputación mundial, presentó (presented (https://youtu.be/jyp0KpB0_Zc?t=1017)) una diapositiva de los resultados de un modelo basado en “cinco o seis modeladores domésticos e internacionales, de Harvard, de Columbia, de Northeastern, de Imperial, que nos ayudaron tremendamente.” El modelo proyecta que ocurrirán de 100.000 a 240.000 muertes si los estadounidenses siguen las directrices de distancia social y de higiene. Ella agregó que “realmente cada día creemos y mantenemos la esperanza de que podemos hacerlo mucho mejor que eso, pues eso no está suponiendo que el 100% de todos los estadounidenses hace todo lo que ellos se supondrían estar haciendo, pero pienso que eso es posible.”

Si llega a pasar ese punto alto de la gama, y si 240.000 residentes de Estados Unidos mueren por el COVID-19, esta enfermedad se robará 2.9 millones (2.9 million (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_crucial_facts.xls)) de años de vida de todos los estadounidenses que estaban vivos al inicio del 2020. En comparación, los accidentes les roban a ellos 409 millones (409 million (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_crucial_facts.xls)) de años.

Estas cifras revelan que los accidentes son alrededor de 140 veces más letales para los estadounidenses que este escenario del peor caso de COVID-19, dada la mitigación. Esta es absolutamente una medida más completa de la mortalidad, que el registro de vidas perdidas durante un año -o cualquier otra unidad de tiempo al azar- pues toma en cuenta la totalidad de las vidas de la gente y el total de años de vida que se pierden.

A la vez que no se debe disminuir el valor de cualquier vida, estos hechos hablan acerca de los esfuerzos que la sociedad lleva a cabo para salvar a algunas vidas versus otras.

TASAS DE MORTALIDAD

Los reportes iniciales de los medios de una tasa de mortalidad de 2 a 3 porciento para el COVID-19 están inflados, y la cifra verdadera puede ser más cercana a aquella de la gripe, que ha promediado alrededor de un 0.15 por ciento (averaged about 0.15 percent (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_vital_facts.xls)) durante los últimos nueve años en Estados Unidos. Este tema se encuentra rodeado de un alto grado de incertidumbre, debido al mismo factor que impide una medición exacta de las infecciones: los casos no reportados.

Como lo explicó (explained (https://www.c-span.org/video/?470068-2/secretary-azar-federal-health-officials-coronavirus-briefing)) el Dr. Brett Giroir (https://www.ahip.org/speaker/admiral-brett-p-giroir-md/) -autor de casi 10 publicaciones científicas revisadas por sus colegas y quien sirve como Subsecretario de Salud del Departamento de Servicios de Salud y Humanos de los Estados Unidos- la tasa de mortalidad del COVID-19 es “menor de la que probablemente usted escuchó en muchos reportes” debido a que el grueso de las personas que contrajo el virus no se enferma gravemente, y, por ello, muchas de ellas nunca son sujetas a exámenes.

Giroir llama a este el “problema del denominador” pues, si usted “no está muy enfermo, como la mayor parte de la gente no lo está, ellos no son objeto de exámenes. Ellos no aparecen registrados en el denominador.” La mejor estimación es que la tasa de mortalidad probablemente está por ahí de entre 0.1% y un 1%.” Esto “posiblemente es más severo en su tasa de mortalidad que la tasa de la influenza típica” de 0.1% hasta 0.15%, “pero ciertamente está dentro del rango.”

La estimación de Giroir está de acuerdo con un comentario de febrero del 2020 (February 2020 commentary (https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMe2002387)) en el New England Journal of Medicine del renombrado inmunólogo Anthony Fauci y otros:

“Si uno asume que el número de casos asintomáticos o mínimamente sintomáticos es varias veces tan alto como el número de casos reportados, la tasa de casos fatales puede ser considerablemente menor al 1%. Esto sugiere que las consecuencias clínicas generales del COVID-19 pueden, en última instancia, ser más parecidas a aquellos de una influenza estacional severa (que tiene una tasa de casos fatales de, aproximadamente, 0.1%) o a una influenza pandémica (similar a aquellas en 1957 y 1968), en vez de una enfermedad similar al SARS o MERS, que han tenido tasas de casos fatales de entre 9 al 10% y 36%, respectivamente.”

Un buen ejemplo de cómo los periodistas reportan erradamente acerca de este tema es un artículo del 12 de marzo (March 12th article (https://www.businessinsider.com/coronavirus-death-rate-south-korea-compared-to-flu-2020-3)) en Business Insider por Andy Kiersz. En esta pieza, él compara las “tasas de mortalidad” del COVID-19 provenientes del CDC de Corea del Sur (South Korean CDC (https://www.justfacts.com/document/covid-19_south_korea_3.12.20.pdf)) con aquella de la influenza de parte del CDC de Estados Unidos (United States CDC (https://www.cdc.gov/flu/about/burden/2018-2019.html)). Basado en estos números, él reporta que “Corea del Sur -que ha reportado algunas de las tasas de mortalidad por el coronavirus más bajas que cualquier otro país- aun así, tiene una tasa de mortalidad por el COVID-19 que es más de ocho veces superior a aquella de la influenza.”

Lo que Kiersz y sus editores fallan en comprender es que el denominador de la tasa coreana es el número de “casos confirmados,” mientras que el denominador de la tasa para Estados Unidos se basa en (is based on (https://www.cdc.gov/flu/about/burden/how-cdc-estimates.htm)) un “modelo matemático.” La CDC aclara cómo funciona el modelo, citando un estudio (a study (https://wwwnc.cdc.gov/eid/article/15/12/09-1413_article)) sobre la fiebre porcina, que multiplica a “43.677 casos confirmados en el laboratorio” de la enfermedad por entre 41 y 131 veces, a fin de calcular el denominador de la tasa de mortalidad. En palabras de los autores, ellos hacen esto pues los casos confirmados son:

“posiblemente una subestimación sustancial del número verdadero. Si se corrige por una sub verificación usando un modelo multiplicador, estimamos que ocurrieron entre 1.8 y 5.7 millones de casos, incluyendo entre 9.000 y 21.000 hospitalizaciones.”

Puesto de forma sencilla, las tasas de mortalidad del COVID-19 que se basan en infecciones confirmadas o reportadas, subestiman groseramente el número de personas con la enfermedad. Esto, a su vez, hace que la tasa de mortalidad parezca ser sustancialmente mayor que la real.

AMPLIFICACIÓN POR LOS MEDIOS SOCIALES

La famosa máxima de que “hay seis grados de separación entre todos en el mundo” ha cambiado en años recientes debido a los medios sociales. Un artículo del 2014 (2014 paper (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0747563213003427)) en la revista Computers in Human Behavior, encuentra que “el número promedio de conocidos que separa a cualesquiera dos personas” ha declinado de seis a 3.9.

Un artículo del 2011 (2011 paper (http://www.stat.columbia.edu/~gelman/research/published/DiPreteetal.pdf)) en el American Journal of Sociology estima que cada estadounidense conoce un promedio de 550 personas. Si 150 de ellas son conexiones mutuas que ya se conocen entre sí, cada estadounidense tiene (each American has (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_crucial_facts.xls)) alrededor de 220.000 amigos de amigos ̶ y 88 millones de amigos de amigos de amigos.

Así, si todo mundo está compartiendo en medios sociales, acerca de personas que ellos conocen que ha sido infectada o muerto por el COVID-19, podría parecer como que el mundo está llegando a su final. No obstante, si la gente hiciera lo mismo con otras enfermedades, cada persona escucharía cada año (hear every year (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_crucial_facts.xls)) acerca de un promedio de:


1.905 muertes entre sus amigos de amigos y 761.844 muertes entre sus amigos de amigos de amigos.
38 muertes por la gripe y la neumonía entre sus amigos de amigos y 15.075 de tales muertes entre sus amigos de amigos de amigos.
Seis muertes de gente de edad menor a 65 por la gripe y la neumonía entre sus amigos de amigos, y 2.385 de tales muertes entre amigos de amigos de amigos.

Además de los medios sociales, la prensa actúa como otro megáfono del impacto del COVID-19. Debido a que Estados Unidos es la tercera nación más poblada (third-most populous (https://www.census.gov/popclock/print.php?component=counter)) del mundo, es fácil para periodistas crear impresiones erradas al enfocarse en ciertos acontecimientos e ignorar el contexto más amplio (broader context (https://www.justfacts.com/racialissues#violence_blm_anecdotes)) de hechos que los rodean. Este tipo de contexto crucial está ausente en gran parte de la cobertura de los medios del COVID-19 y prácticamente de cualquier otro tema de política pública (public policy issue (https://www.justfacts.com/)).

TRANSMISIBILIDAD

Otro factor importante al ponderar los riesgos planteados por el COVID-19 es su transmisibilidad, o qué tan contagioso es. En este sentido, el COVID-19 es mucho más peligroso que la gripe estacional, pues se expande con mucha rapidez y puede saturar los hospitales.

Los científicos miden qué tan contagiosas son las enfermedades con un número de reproducción básica (basic reproduction number (https://medical-dictionary.thefreedictionary.com/basic+reproduction+number)), que es el número promedio de gente que tiende a contraer una enfermedad de cada persona que ya la tiene. Esta medida es una característica innata de la enfermedad, pues no considera las acciones que hace la gente para prevenirla. Un artículo de febrero del 2020 (February 2020 paper (https://academic.oup.com/jtm/advance-article/doi/10.1093/jtm/taaa021/5735319)) publicado en el Journal of Travel Medicine, explica que, cualquier enfermedad con un número de reproducción básica por encima de 1.0, es posible que se multiplique con el paso del tiempo.

Eses mismo artículo evalúa 12 estudios del número de reproducción básica del COVID-19 en varios países y encuentra que ellos “oscilaron entre 1.4 y 6.49,” con un promedio de 3.28 y una mediana de 2.79. Basado en su análisis de esos estudios, los autores concluyen que el número de reproducción básica del COVID-19 muy posiblemente probará que sería de “en alrededor de 2 a 3” después de que “se hayan acumulado más datos.”

En contraste, un artículo del 2014 (2014 paper (https://link.springer.com/article/10.1186%2F1471-2334-14-480)) en el periódico BMC Infectious Diseases analiza 24 estudios de la gripe estacional y encuentra que la mediana resultante del número de reproducción básica es 1.28. Los autores enfatizan que, la aparente pequeña diferencia entre 1.28 y cifras más altas como 1.80,

“representa la diferencia entre epidemias que son controlables y causan una enfermedad moderada y aquellas que causan un número significativo de enfermedades y cuyo control requiere de estrategias de mitigación intensivas.”

En otras palabras, si la transmisibilidad del COVID-19 es tan alta como se estima actualmente, las medidas agresivas que algunos gobiernos, organizaciones e individuos han tomado para limitar grandes reuniones y viajes desde áreas con brotes, salvarán muchas más vidas que si se hiciera lo mismo para enfermedades comunes, como la gripe. Debido a que el COVID-19 se expande tan rápidamente, fácilmente puede saturar los hospitales y, por tanto, impedir que la gente obtenga el cuidado que de otra manera recibiría bajo circunstancias normales.

REACCIONES EXAGERADAS

Sin embargo, hay peligros mortales por sobre reaccionar, dado que medidas que limitan la expansión del COVID-19 a menudo tienen impactos económicos que pueden costar vidas. Como se detalla en el libro de texto Macroeconomics for Today, los países con bajo crecimiento económico (economic growth (https://www.justfacts.com/income_wealth_poverty#gdp)) “son menos estables en la satisfacción de necesidades básicas de alimento, abrigo, vestido, educación y salud.”

Estos riesgos se pueden manifestar rápidamente y durante períodos extensos.

Si ciertas industrias adoptaran los extremos de distanciamiento social que mucha gente ha abrazado, eso cerraría la producción y distribución de alimentos, cuido de la salud, servicios públicos y otros servicios que mantienen la vida. Aun bajo escenarios más moderados, en donde la gente que no está en esas industrias deja de trabajar, todos esos bienes necesarios y muchos más aspectos de la vida moderna dependen de la fuerza general de la economía (strength of the economy (https://www.justfacts.com/income_wealth_poverty)). Así, una reacción exagerada puede, en última instancia, matar más gente que la que se salva.

Lo mismo es aplicable a gente que está inundando los supermercados (flooding supermarkets (https://www.denverpost.com/2020/03/13/coronavirus-denver-grocery-stores/)) para almacenar alimentos, papel higiénico y otros suministros. Al hacerlo, ellos han entrado en proximidad cercana con otros y tocado los mismos bienes, lo que abre avenidas para expandir la enfermedad (spread the disease (https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/prepare/prevention.html)). Las compras por pánico también crean escaseces (creates shortages (https://www.cnbc.com/2020/03/02/grocers-try-to-prevent-panic-buying-as-coronavirus-causes-stockpiling.html)) que dejan sin provisiones a los consumidores usuales.

De la misma forma, el pánico puede alimentar suicidios (suicides (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21457675)), que apaga alrededor de 47,000 (https://www.cdc.gov/nchs/data/nvsr/nvsr68/nvsr68_09-508.pdf#page=35) vidas al año en Estados Unidos, a una edad promedio de 46 años (46 years old (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_crucial_facts.xls)). Durante una vida, eso equivale a 132 millones (132 million (https://www.justfacts.com/reference/covid-19_crucial_facts.xls)) de años de vida que se pierden ̶ o 46 veces las pérdidas del COVID-19 si es que, en última instancia, mata a 240.000 personas.

Las implicaciones de reacción excesiva ante el COVID-19 o ante cualquier peligro potencial se resumen aptamente en una guía de enseñanza (teaching guide (https://www.amazon.com/Molecular-Biology-Biotechnology-Teachers-Paperback/dp/B010WF369O/ref=sr_1_1?keywords=Book%3A+Molecular+Biology+and+ Biotechnology%3A+A+Guide+for+Teacher+%283rd+editio n%29.&qid=1584430317&s=books&sr=1-1)) publicada por la American Society for Microbiology. Este libro explica (explains (https://www.justfacts.com/pollution#introduction)) por qué “los factores que impulsan su concepto de riesgo -emoción o hecho- puede o no parecer particularmente importante para usted, sin embargo, lo son” pues “existen riesgos en la percepción errada de riesgos.”

EL CAMINO HACIA ADELANTE

Un distanciamiento social agresivo puede extender el plazo durante el cual los pacientes de COVID-19 son infectados y hospitalizados, pero, como tal, no puede reducir esos resultados en el largo plazo. Esto porque el COVID-19 es tan contagioso que otro brote empezará y proliferará tan pronto como cesan las medidas de distanciamiento.

Por ello, el Colegio Imperial, en un reporte del 16 de marzo (March 16th report (https://www.imperial.ac.uk/media/imperial-college/medicine/sph/ide/gida-fellowships/Imperial-College-COVID19-NPI-modelling-16-03-2020.pdf)) acerca del COVID-19, afirma que, para “evitar un rebrote en la transmisión,” deben mantenerse las políticas “de distanciamiento social de toda la población, con casos de aislamiento en hogares y cierre de escuelas y universidades” hasta que haya grandes existencias de vacunas disponibles para inmunizar la población ̶ lo que tomaría 18 meses o más.”

Aún más, el reporte hace ver que, “entre más exitosa sea una estrategia como restricción temporal, en ausencia de vacunación se considera que la epidemia durará más debido a una menor acumulación de la inmunidad de rebaño.” Un artículo del 2012 (2012 paper (https://journals.plos.org/plosbiology/article/file?type=printable&id=10.1371/journal.pbio.1001297)) en la revista PLoS One acerca de la “Inmunidad en sociedad” destaca la importancia de ese punto, al hacer ver que:

“cuando una proporción de individuos lo suficientemente alta dentro de una población llega a ser inmune (ya sea por exposición previa o por medio de vacunación masiva), emerge la Inmunidad de la comunidad o del “rebaño,” por la cual individuos que están pobremente inmunizados son protegidos por “la pared de fuego de inmunidad” colectiva, brindada por sus vecinos inmunizados. Entre humanos y otras comunidades de vertebrados… las respuestas a un patógeno previamente encontrado son más rápidas y más fuertes que aquellas ante un patógeno novedoso, y, así, los individuos son mejores en bloquear su expansión.” (Énfasis agregado).

Igualmente, si poca gente es inmune a la enfermedad, ellos pueden transmitirla a otros, en vez de bloquearla. Sin una vacuna, la única forma en que la gente llega a ser inmune ante el COVID-19, es contagiándose y recuperándose. Esto significa que mucho distanciamiento social puede causar más muertes pues gente joven y sana -quien de otra manera se contagiaría con la enfermedad, se recuperaría rápidamente y llegaría a ser una barrera de fuego- permanece como transportador potencial.

No obstante, el distanciamiento social puede mantener a las hospitalizaciones en niveles razonables, de forma que las víctimas reciben el cuido apropiado, y también se puede comprar tiempo para descubrir y producir en masa tratamientos efectivos. Esta es una clara posibilidad en el corto plazo, pues, como lo ha afirmado Michael Farzan, codirector del Departamento de Inmunología y Microbiología en Scripps Research, la misma característica física del virus que lo hace tan contagioso, también lo hace:

“muy vulnerable a la neutralización por anticuerpos, y, por tanto, es un virus al cual es relativamente fácil protegerse en su contra. Me refiero a ello como ‘estúpido,’ en un espectro en donde el HIV, que vive activo por años frente a un sistema de inmunidad, es un ‘genio.’”

El presidente Trump ha proclamado (touted (https://twitter.com/realDonaldTrump/status/1241367239900778501)) que un pequeño estudio francés que muestra que el tratamiento con una combinación de dos drogas, hydroxychloroquina y azithromycina, “está significativamente asociado con una desaparición/reducción de la carga viral en los pacientes con COVID-19…”

El estudio se publicó en el International Journal of Antimicrobial Agents (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0924857920300996), y los 18 académicos autores escribieron que “los resultados son promisorios” y “recomendamos que los pacientes de COOVID-19 sean tratados con” estas drogas “para curar su infección y limitar la transmisión del virus a otras personas.” A pesar de ello, los medios han cubierto (covered (https://www.google.com/search?num=100&lr=&hl=en&as_qdr=all&tbs=cdr%3A1%2Ccd_min%3A3%2F16%2F2020%2Ccd_max%3A3% 2F30%2F2020&ei=ULeDXpKEE_yIk74P6bi68A4&q=Trump+hydroxychloroquine+and+azithromycin+%28unt ested+OR+unproven+OR+%22not+a+doctor%22+OR+%22fals e+hope%22%29&oq=Trump+hydroxychloroquine+and+azithromycin+%28un tested+OR+unproven+OR+%22not+a+doctor%22+OR+%22fal se+hope%22%29&gs_lcp=CgZwc3ktYWIQA1D0SFjIlQFgxJ8BaAVwAHgAgAFOiAH MCZIBAjIymAEAoAEBqgEHZ3dzLXdpeg&sclient=psy-ab&ved=0ahUKEwiS7JSf1cXoAhV8xMQBHWmcDu4Q4dUDCAo&uact=5)) este asunto, reportando que Trump “no es un doctor” y que no se deberían promover tratamientos “no probados” y “sin ensayar” o darle a la gente una “falsa esperanza.”

Dejando de lado el teatro, la FDA ha emitido una Autorización para su Uso como Emergencia (Emergency Use Authorization (https://www.fda.gov/emergency-preparedness-and-response/mcm-legal-regulatory-and-policy-framework/emergency-use-authorization#current)), que permite a médicos tratar a ciertos pacientes hospitalizados por el COVID-19 con la hydroxychloroquina y la chloroquina “cuando no está disponible o no es viable un tratamiento clínico.” Los autores del estudio francés hacen claro (make clear (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0924857920300996)) que su “estudio tiene algunas limitaciones, incluyendo que es una muestra de tamaño pequeño, que tiene un seguimiento limitado de los resultados a largo plazo y que seis pacientes abandonaron el estudio; sin embargo, en el contexto actual, creemos que nuestros resultados deberían ser compartidos con la comunidad científica.”

Durante una conferencia de prensa del 14 de marzo, el Médico General de los Estados Unidos, Jerome Adams, afirmó (asserted (https://www.youtube.com/watch?v=qwWIoGzjSa4)) que “esta situación durará más tiempo, y más gente será afectada” si “somos complacientes, egoístas, sin información,” y si “expandimos temor, desconfianza y mala información.” A la inversa, dijo él, “superaremos esta situación” si nosotros “contribuimos” y “compartimos los hechos.”

Los hechos vitales mencionados arriba confirman la sabiduría de sus palabras.

James D. Agresti (http://www.justfacts.com/james.d.agresti.asp) es presidente de Just Facts (http://www.justfacts.com/), un instituto sin fines de lucro dedicado a publicar hechos verificables acerca de políticas públicas.