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Jorge Corrales Quesada
20/01/2019, 17:52
Yo diría que los pajaritos que aconsejan a Maduro no tienen ni idea del papel de los precios en cualquier orden económico.

VENEZUELA MUESTRA LO QUE PASA CUANDO LOS PLANIFICADORES PRETENDEN QUE LOS PRECIOS NO IMPORTAN

Por Tim Worstall
Fundación para la Educación Económica
Lunes 14 de enero del 2019

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/venezuela-shows-what-happens-when-planners-pretend-prices-dont-matter/

Siempre que algún gobierno, en cualquier parte, hace planes para el futuro, mantener al sistema de precios en su lugar es de importancia primordial.

El estado desastroso del sistema de salud de Venezuela (disastrous state of Venezuela’s health system (https://www.theguardian.com/world/2019/jan/06/venezuela-health-system-crisis-nicolas-maduro)) es todavía otro ejemplo más, de la calamidad que le ha caído a ese país bajo el socialismo dictatorial.

Por supuesto, a los defensores de la causa siempre les gusta aseverar que el fracaso de un experimento socialista, del todo no devalúa al socialismo. Si ellos tan sólo hubieran puesto en práctica al socialismo verdadero (“real” socialism (https://capx.co/in-search-of-real-socialism-a-thought-experiment/)), las cosas habrían sido diferentes. Los radicales del ala izquierda son, a menudo, aplaudidos cuando inician con sus deseos y objetivos, sólo que, cuando sus planes inevitablemente fracasan, esos deseos y objetivos serán rechazados al no ser la cosa real.

El argumento del socialismo “verdadero” tendría una lógica mayor si es que existe un ejemplo del mundo real de una economía socialista que sea exitosa. Una vez más, es sumamente burdo insistir en comparar la agitación propagandística con la realidad, y posiblemente incluso una conspiración del ala derecha.

DESTRUIR EL SISTEMA DE PRECIOS TIENE CONSECUENCIAS DESASTROSAS

Dicho lo anterior, el desastre en desarrollo en Venezuela no es realmente un fracaso del socialismo, y no es sorpresa que justamente se dio para coincidir con su puesta en marcha bolivariana. La verdadera lección de Venezuela es ser más preciso en cuanto a lo que pasa cuando destruimos el sistema de precios. Tampoco hay excepciones a esto ̶ siempre que algún gobierno, en cualquier parte, hace planes para el futuro, mantener al sistema de precios en su lugar es de importancia primordial.

El gran error de los socialistas bolivarianos, dejando de lado toda la corrupción, el favoritismo, el basarse exageradamente en los ingresos petroleros, etcétera, fue que ellos asesinaron al mejor mecanismo que hay para administrar una economía compleja.

Obviamente, todos estaríamos felices si la comida es lo suficientemente barata como para que todos estén bien alimentados. Pero, tratar de lograr el bajo costo, fijando un precio por debajo del costo de producción, sólo significa que nadie tiene incentivo alguno para producir cosa alguna, siendo su resultado la hambruna. Expanda la idea del control de precios para que cubra a todos los bienes básicos, y ninguno de esos bienes será producido, lo cual es exactamente lo que ha sucedido en Venezuela. Dejando de lado a la industria petrolera -y esa también está declinando- ya en Venezuela no existe más lo que podríamos llamar una economía.

ES IMPOSIBLE PLANIFICAR UNA ECONOMÍA

Es el mismo problema que vemos todo el tiempo. Simplemente no es posible saber lo suficiente acerca de una economía compleja, como para poder ser capaces de planificarla. En realidad, como lo mostró Cosma Shalizi (as Cosma Shalizi has shown (http://crookedtimber.org/2012/05/30/in-soviet-union-optimization-problem-solves-you/)) en relación con la Unión Soviética, ni siquiera es posible saber para qué planificar.

Aquí lo que existe es una simple elección ̶ use la planificación central y obtenga una economía simple o utilice otro método y logre una compleja. Esto, en sí, tiene un corolario ̶ las economías simples serán pobres. Una economía compleja apoya una división y especialización detallada de la mano de obra, con el intercambio resultante de la producción ̶ y eso es lo que es la complejidad. Y la división y la especialización es, como nos lo dijeron Smith y Ricardo -que incluso fue respaldado por Marx- lo que producen la riqueza y los altos ingresos que todos disfrutamos. La planificación no puede dar sustento a la parte detallada de la economía, debido a la carencia de información, de forma que una economía planificada siempre será una simple y, por tanto, pobre.

Friedrich Hayek en esto no fue el Sumo Sacerdote ̶ más bien fue quien registró una conclusión generalmente aceptada. Dado que no podemos usar la planificación, debemos usar sólo la otra máquina calculadora que tenemos: la economía en sí y el sistema de precios. Ese es el único sistema que apoyará la complejidad y, por tanto, la generación de riqueza en cualquier grado.

Esta debería servir, pero tristemente no lo será, de advertencia a nuestros hechos en casa entusiastas por el socialismo. La definición apropiada de socialismo es una economía cuyos activos productivos son mantenidos en común, por aquellos quienes los usan para producir. Cooperativas de trabajadores y cosas parecidas, organizaciones poseídas de manera mutua. Esos tipos de organizaciones ya cuentan con un pedazo sustancial de nuestra economía actual y, mientras que todo sea voluntario, operan bien. Pero, funcionan siempre y cuando sean una parte de lo que flota en ese océano del mercado y en el mar de los precios.

La parte triste es que muchos en la izquierda no sólo son aficionados a este sistema, sino que, también, albergan algo parecido a un odio hacia el mercado y al sistema de precios. Llevan la idea de controlar la economía más allá de la administración estatal de una industria e insisten en planificar los precios ̶ eso podría incluir los salarios mínimos y algunas veces máximos, los precios de las viviendas, el cuido de la salud, etcétera, a lo largo de la economía.

Si Venezuela no hubiera asesinado a los precios y al mercado, entonces, no sería el desastre que es hoy. Lo que está pasando allí debería ser una lección saludable para cualquiera, Corbynista [Nota del traductor: adepto a Jeremy Corbyn, líder del socialista partido laborista inglés] o lo que sea, que esté pensando en minar el sistema de precios aquí en el Reino Unido.

Este artículo se reimprimió con el permiso de CapX.

Tim Worstall es miembro del Instituto Adam Smith de Londres.