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Jorge Corrales Quesada
24/01/2018, 18:59
Recomiendo la lectura de este comentario principalmente a quienes se niegan a aceptar la relación íntima entre el fascismo y el socialismo.

LA ECONOMÍA SOCIALISTA DEL FASCISMO ITALIANO

Por Lawrence K. Samuels
Library of Economics and Liberty
6 de julio del 2015

La economía del fascismo italiano a menudo es ignorada o trivializada porque mucho de ella se encuentra hoy en las economías del mundo. Considere algunos de los componentes de la economía fascista: planificación central, fuertes subsidios estatales, proteccionismo (aranceles elevados), altos niveles de nacionalización, amiguismo rampante, grandes déficits, alto gasto gubernamental, rescates bancarios e industriales, burocracia que se traslapa, programas de bienestar social masivos, angustiante deuda nacional, ciclos de inflación y una “estructura económica nacional integrada, multi-clasista y altamente regulada.” [1]

En numerosas ocasiones, Benito Mussolini identificó a sus políticas económicas con la expresión “capitalismo de estado” –exactamente la frase que Vladimir Lenin usó para lanzar su Nueva Economía Política (NEP). Lenin escribió: “El capitalismo de estado sería un paso hacia adelante en comparación con el estado actual de las cosas en nuestra República Soviética.” [2] Después de que la economía rusa colapsó en 1921, Lenin permitió la privatización y la iniciativa privada y dejó que la gente comerciara, comprara y vendiera con el fin de obtener ganancias privadas. [3] Lenin se estaba moviendo hacia una economía mixta. Incluso demandó que las compañías propiedad del estado operaran bajo el principio de las pérdidas o ganancias. [4] Lenin reconoció que tuvo que echar para atrás en su socialismo total y permitir algún capitalismo.

Mussolini siguió el ejemplo de Lenin y procedió a establecer un modelo dirigido por el estado en Italia. En esencia, el fascismo de Mussolini era simplemente una imitación de la “tercera vía” de Lenin, la cual combinaba mecanismos basados en el mercado con el socialismo –similar al “socialismo de mercado” de la China roja. En resumen, el comunismo revisado de Lenin culminó en políticas de “tipo socialista” que ayudaron a que Mussolini diseñara al propio fascismo estilo italiano con un giro socialista de derecha. Así, uno podría aseverar que las políticas de Lenin fueron la primera versión moderna del fascismo y del corporativismo estatal.

El economista Ludwig von Mises, quien huyó de la conquista nazi de Europa, sostuvo que el “programa económico del fascismo italiano no difiere del programa del socialismo de las guildas británico, tal como fue propagado por los socialistas británicos y europeos más eminentes.” [5, 6]

En The Concise Encyclopedia of Economics, Sheldon Richman afirma resumidamente: “Como sistema económico, el fascismo es socialismo con un barniz capitalista.” [7] Afirma que el socialismo busca eliminar al capitalismo de una vez por todas, mientras que el fascismo da la apariencia de ser una economía basada en el mercado, aun cuando descansa fuertemente en la planificación central de todas las actividades económicas. De acuerdo con los autores Roland Sarti y Rosario Romeo, “Bajo el fascismo el estado tenía más libertad para controlar la economía que en cualquier otra nación en esos momentos, excepto la Unión Soviética.” [8]

Interesantemente, Mussolini encontró que muchas de las teorías económicas de John Maynard Keynes eran consistentes con el fascismo, cuando escribió “El fascismo está totalmente de acuerdo con el Sr. Maynard Keynes, a pesar de su posición prominente de él como como liberal, De hecho, el título excelente del pequeño libro del Sr. Keynes, The End of Laissez-Faire [El Final del Laissez-Faire] (1926) puede, en lo que vale, servir como una introducción útil a la economía fascista. Escasamente en él hay algo objetable y hay mucho que aplaudir.” [9]

Después de la Gran Depresión mundial, Mussolini se hizo más expresivo en sus alegatos de que el fascismo explícitamente rechazaba los elementos capitalistas del individualismo económico y del liberalismo del laissez-faire. [10] En su “Doctrine of Fascism,” [Doctrina del Fascismo], Mussolini escribió: “La concepción fascista de la vida acepta al individuo sólo en el tanto en que sus intereses coinciden con los del Estado. ...El fascismo reafirma los derechos del estado. Si el liberalismo clásico deletrea individualismo, el fascismo deletrea gobierno.” En su autobiografía de 1928, Mussolini expuso claramente su disgusto ante el capitalismo liberal: “El ciudadano en el Estado fascista ya no es más un individuo egoísta que tiene el derecho anti-social de rebelarse en contra de ley alguna de la Colectividad.” [11]

En el tanto en que duraron los efectos de la Gran Depresión, el gobierno de Italia promovió las fusiones y adquisiciones, el salvataje de empresas que estaban fracasando y “se apoderó de las tenencias de acciones de bancos que poseían intereses muy grandes.” [12] El estado italiano se apropió de corporaciones quebradas, organizó negocios como carteles, incrementó el gasto estatal, expandió la oferta monetaria e intensificó los déficits. [13] El gobierno italiano promovió la industria pesada al “nacionalizarla, en vez de dejar que las empresas quebraran.” [14]

Los líderes fascistas consideraban a las corporaciones italianas como “revolucionarias,” y alegaron que el estado corporativo “garantizaría el progreso económico y la justicia social.” [15] Las teorías fascistas del corporativismo surgieron del sindicalismo revolucionario y nacionalista, que a menudo era similar a los sindicatos, las guildas de artesanos y las asociaciones de profesionales. Mussolini reconoció las raíces e influencias socialistas en el fascismo. Entre ellas, reconoció que en el fascismo influyeron el marxista francés Georges Sorel y el sindicalista revolucionario francés, el unionista Hubert Lagardelle. [16] Es más, Mussolini era un sindicalista; él decretó la obligatoriedad de todos los trabajadores de Italia a sindicalizarse. Es verdad que Mussolini prohibió las huelgas, pero lo mismo lo había hecho Lenin en la Unión Soviética.

Bajo el fascismo del estado corporativo, “las oficinas de planificación determinaban las líneas y niveles de producción, precios, salarios, condiciones de trabajo y el tamaño de las empresas. Se requerían autorizaciones para todo; ninguna actividad económica podía llevarse a cabo sin permiso gubernamental.” Estas medidas restringían que se formaran nuevas empresas o que se expandieran. [17, 18] Es más, “los niveles de consumo eran dictados por el estado y los ingresos ‘en exceso’ tenían que ser entregados como impuestos o ‘préstamos.’” [19]

Para mediados de la década de 1930, el estatismo corporativo y la concentración regulatoria habían provocado que el sistema de crédito de Italia fuera puesto “bajo el control del estado y de las agencias para-estatales” y, para finales de la década de 1930, cerca del 80 por ciento del crédito disponible era “controlado directa o indirectamente por el estado.” [20] Al aproximarse la guerra con Etiopía, el gobierno italiano impuso controles de precios, cuotas de producción y aranceles más altos. Se expandió el déficit comercial, lo que condujo a mayores restricciones de las importaciones, mayores controles sobre las divisas y controles más amplios en la distribución de materias primas. [21] Al moverse Mussolini hacia la “autarquía” o auto-suficiencia, e imponer leyes más proteccionistas, el “gasto del gobierno italiano se elevó y el déficit del presupuesto se incrementó siete veces entre 1934 y 1937.” [22, 23]

Con la aprobación de la Ley de Reforma Bancaria en 1936, el Banco de Italia y la mayoría de los principales bancos se convirtieron en entidades gubernamentales. [24] Un año antes, había empezado la confiscación del capital con decretos estatales que requerían que todos los bancos, negocios y ciudadanos privados tuvieran que entregar al Banco de Italia todas sus acciones y bonos emitidos en el exterior. [25]
Mussolini duplicó el número de burócratas italianos bajo una enorme burocracia de comités. Para 1934, una de cada cinco empresas italianas trabajaba para el gobierno. [26] Había un laberinto de “burocracias que se traslapaban, en donde las órdenes de Mussolini constantemente se perdían o se traspapelaban premeditadamente.” [27]

En mayo de 1934, al empezar el Instituto para la Reconstrucción Industrial (IRI) a apoderarse de los activos de los bancos, Mussolini declaró, “Tres cuartas partes de la economía italiana, la industria y la agricultura, está en manos del estado.” [28, 29] En 1939, Italia tenía la tasa más alta del mundo de empresas en manos del estado, exceptuando a la Unión Soviética. [30] En ese año, el estado “controlaba cerca de cuatro quintas partes de las industrias de transporte marítimo y de construcción de barcos, tres cuartas partes de la producción de las fundiciones de hierro y casi la mitad de las acererías.” [31]

Para setiembre de 1943, Mussolini estaba encabezando un estado nazi títere llamado la República Social Italiana (RSI), en el cual propuso una “socialización económica” adicional. Empezó a desplegar un interés renovado en su radicalismo de años previos. Alegando que nunca había abandonado sus ideales del ala izquierda [32], “regresó a un tipo de socialismo que una vez más atacó al capitalismo,” en un esfuerzo por “aniquilar a las plutocracias parasitarias.” [33] En febrero de 1944, el gobierno de Mussolini creo una “ley de socialización” en la que pedía una mayor nacionalización de la industria y bajo la cual los trabajadores participarían de la administración de las fábricas y de los negocios, junto con una reforma agraria. [34] La República Social Italiana “obsesivamente enfatizó” sus compromisos con la socialización y con una “variedad de igualitarismo fascista y un estado de bienestar fascista amplificado.” [35]

En su esencia, la economía del fascismo italiano estaba inspirada en el marxismo y el sindicalismo –y mucho más socialista de ala izquierda que las economías de muchas naciones actuales de occidente que abrazan a una economía mixta, el estado de bienestar y el sindicalismo. Ahora bien, si tan sólo los economistas e historiadores reconocieran ese hecho, aunque fuera largamente atrasado.


NOTAS AL PIE DE PÁGINA

[1] Stanley G. Payne, A History of Fascism 1914-1945, Madison: Wisconsin, University of Wisconsin Press, 1995, p. 7.
[2] V. I. Lenin, "The Tax in Kind," (http://www.marxists.org/archive/lenin/works/1921/apr/21.htm) escrito el 21 de abril de 1921, Lenin's Collected Works, Primera Edición en Inglés, Progress Publishers, Moscow, 1965, Volumen 32, páginas 329-365.
[3] V. N. Bandera "New Economic Policy (NEP) as an Economic System," The Journal of Political Economy, Vol. 71, No. 3 (Junio, 1963), 265-79: p. 268.
[4] V. N. Bandera "New Economic Policy," p. 268.
[5] Sidney & Beatrice Webb, Constitutions for the Socialist Commonwealth of Great Britain, London: UK, London, New York, Longmans, Green & Co. 1920.
[6] Ludwig von Mises, Planned Chaos, Foundation for Economic Education, Irvington-on-Hudson: NY, 1970, p.73, primera impresión 1947.
[7] Sheldon Richman, "Fascism," (http://www.econlib.org/library/Enc/Fascism.html) en David R. Henderson, ed., The Concise Encyclopedia of Economics, 2nd ed., (Indianapolis, Indiana: Liberty Fund, 2008). En línea en Library of Economics and Liberty.
[8] Franklin Hugh Adler, Italian Industrialists from Liberalism to Fascism: The Political Development of the Industrial Bourgeoisie, 1906-1934, New York: NY, Cambridge University Press, 1995, p 347; fuente original: Rosario Romeo, Breve Storia della grande industria in Italia 1861/1961, Bologna, 1975, pp.173-4; Roland Sarti, Fascism and the Industrial Leadership in Italy, 1919-40: A Study in the Expansion of Private Power Under Fascism, 1968, p. 214.
[9] James Strachey Barnes, Universal Aspects of Fascism, Williams & Norgate, London: UK, 1929, pp. 113-114.
[10] Gaetano Salvemini, Under the Axe of Fascism, London: UK, Victor Gollancz, LTD, 1936, p. 134.
[11] Mussolini, My Autobiography, New York: NY, Charles Scribner's Sons, 1928, p. 280.
[12] Michael E. Newton, The Path to Tyranny: A History of Free Society's Descent into Tyranny, 2a edición, New York: NY, Routledge, 1994, p. 170.
[13] Jeffrey Herbener, "The Vampire Economy: Italy, Germany, and the US," (http://mises.org/daily/1935) Mises Institute, 13 de octubre de 2005.
[14] Newton, Path to Tyranny, p. 171.
[15] Martin Blink Horn, Mussolini and Fascist Italy, 2a edición, New York: NY, Routledge, 1994, p. 29.
[16] Sternhell, Zeev, Neither Right nor Left: Fascist Ideology in France, edición traducida en inglés, Princeton: NJ: Princeton University Press, 1986, p. 203.
[17] Richman, "Fascism."
[18] Gaetano Salvemini, Under the Axe of Fascism, London: UK, Victor Gollancz, LTD, 1936, p. 418.
[19] Richman, "Fascism."
[20] A. James Gregor, Italian Fascism and Developmental Dictatorship, Princeton: NJ, Princeton University Press, 1979, p. 158.
[21] Alexander J. De Grand, Italian Fascism: Its Origins & Development, Lincoln: NE, University of Nebraska Press, 1982, p. 106.
[22] Michael E. Newton, The Path to Tyranny: A history of Free Society's Descent into Tyranny, 2nd edition, New York: NY, Routledge, 1994, p. 173.
[23] Alexander J. De Grand, Italian Fascism: Its Origins & Development, p. 108.
[24] Alexander J. De Grand, Fascist Italy and Nazi Germany: The "Fascist" Style of Rule, 2a edición, New York, NY, Routledge, p. 52.
[25] Jeffrey Herbener, "The Vampire Economy: Italy, Germany, and the US," Mises Institute, 13 de octubre de 2005.
[26] George Seldes, "The Fascist Road to Ruin: Why Italy Plans the Rape of Ethiopia," (http://fascism-archive.org/books/fascistroadtoruin.html) The American League Against War and Fascism, 1935.
[27] Jim Powell, "The Economic Leadership Secrets of Benito Mussolini," (http://www.forbes.com/sites/jimpowell/2012/02/22/the-economic-leadership-secrets-of-benito-mussolini/) Forbes, 22 de febrero de 2012.
[28] Gianni Toniolo, editor, The Oxford Handbook of the Italian Economy Since Unification, Oxford: UK, Oxford University Press, 2013, p. 59; Discurso de Mussolini del 26 de mayo de 1934.
[29] Carl Schmidt, The Corporate State in Action, London: Victor Gollancz Ltd., 1939, pp. 153-76.
[30] Patricia Knight, Mussolini and Fascism (Questions and Analysis in History), New York: Routledge, 2003, p. 65.
[31] Martin Blink Horn, Mussolini and Fascist Italy, 2a edición, New York: NY, Routledge, 1994, p. 35.
[32] Denis Mack Smith, Mussolini: A Biography, New York: NY, Vintage Books, p. 31.
[33] Stephen J. Lee, European Dictatorships 1918-1945, 3a edición, New York: NY, Routledge, 2008, p. 17.
[34] Stephen J. Lee, European Dictatorships, p. 171-172.
[35] R.J.B. Bosworth, Mussolini's Italy: Life Under the Fascist Dictatorship, 1915-1945, New York, NY, Penguin Press, 2006, p. 523).



L.K. Samuels es autor del libro del 2013 In Defense of Chaos: The Chaology of Politics, Economics and Human Action. Es editor y autor contribuyente a Facets of Liberty, una antología de escritos políticos y económicos desde 1969 al 2009. Su sitio en la red es www.lkssamuels.com (http://www.lkssamuels.com/) .