PDA

Ver la Versión Completa : RICHARD M. EBELING-EL PRECIO ES EL ÚNICO LENGUAJE QUE TODO MUNDO HABLA



Jorge Corrales Quesada
16/01/2018, 10:40
El papel del conocimiento y cómo se lleva a cabo su transmisión en un mercado son elementos cruciales para entender cómo es que funcionan los mercados. El tema es sumamente interesante y gracias a Richard M. Ebeling, se puede entender y apreciar en el siguiente artículo que mucho recomiendo.

EL PRECIO ES EL ÚNICO LENGUAJE QUE TODO MUNDO HABLA

Por Richard M. Ebeling
Fundación para la Educación Económica
Sábado 6 de enero del 2018

Los consumidores y los productores se “hablan” entre sí por medio de los precios que son ofrecidos en el mercado.

Los mercados abiertos, competitivos, tienen una enorme capacidad para coordinar exitosamente las acciones de miles de millones de personas alrededor del mundo. Con una adaptabilidad asombrosa ante circunstancias cambiantes, las acciones y reacciones de oferentes y demandantes son dirigidas a equilibrarse entre sí. No obstante, nada de esto requiere de la planificación o del control gubernamental. Pero, ¿cómo es que eso se logra?

La clave para este proceso de coordinación a menudo es asignada al mecanismo de los precios en la economía de mercado. Toda la información mínima que alguien necesita para que sus propias acciones, como oferente o demandante, lleguen a un balance con las de multitudes de otras personas, la brinda el patrón cambiante de los precios relativos para los bienes de consumo final y para los cuatro factores de producción.

TIPOS Y USOS DEL CONOCIMIENTO EN SOCIEDAD

El economista austriaco Friedrich A. Hayek explicó cómo fue que esto se dio, en un artículo suyo famoso de hace casi 75 años, “The Use of Knowledge in Society,” [El Uso del Conocimiento en la Sociedad”], el cual fue por primera vez publicado en el American Economic Review de setiembre de 1945. Él enfatizó que equilibrar la división del trabajo es una división inescapable del conocimiento. La especialización necesariamente significa que cada uno de nosotros sabe cosas que otros no saben.

Cada uno de nosotros posee diferentes tipos de conocimiento en diferentes combinaciones complementarias. Por ejemplo, todos nosotros, en distintos grados, hemos adquirido lo que Hayek se refirió como conocimiento de “libro de texto.” Este es el tipo de conocimiento que aprendimos en la escuela y, si bien todos aprendimos muchas de las mismas cosas en nuestras experiencias en las clases, nos enfocamos y adquirimos un conocimiento mucho más específico acerca de un tema en concreto. Los individuos seleccionan diferentes especialidades en las mismas o diferentes insituciones de educación superior. El médico sabe muchas más cosas que el abogado penalista no sabe, al igual que el abogado tiene conocimiento especializados de su área del derecho, que el biólogo o el arquitecto no poseen, basados en su aprendizaje en las aulas y los libros de texto.

EL CONOCIMIENTO LOCALIZADO & EL CONOCIMIENTO NO ARTICULADO

Pero, Hayek señaló que existe otro tipo de conocimiento que cada uno de nosotros posee de diferentes maneras, a lo cual llamó “el conocimiento localizado de tiempo y lugar.” Este es un conocimiento particular que es sólo aprendido, apreciado y utilizable a partir de un individuo que trabaja e interactúa con otros en una esquina específica de la sociedad y del mercado.

El joven empleado recién graduado se presenta el primer día de trabajo en la empresa que lo ha contratado. Hay un período de orientación: Reunirse con los otros empleados y averiguar qué es lo que exactamente hacen; la naturaleza de la forma en que “las cosas son hechas” dentro de la firma en términos de las reglas y procedimientos; aprender quiénes son los individuos y grupos de compradores y vendedores a los cuales las compañía les vende o les compra. Los procesos de producción o las actividades de servicios que se realizan y se llevan a cabo, pueden ser distintos de cómo se hacen las cosas en firmas competidoras en la misma industria o por aquellas en otros mercados.

Poco o nada de este conocimiento puede ser aprendido en las aulas o leído en algunas lecturas asignadas para aprobar un curso. Sin embargo, tales conocimientos “íntimos” en todos estos asuntos “mundanos,” son cruciales para que, en cada esquina del mercado, todo pueda funcionar fluida y efectivamente.

En particular, el empresario necesita saber todos estos y muchos otros detalles acerca de su área especializada del mercado en donde opera, si es que pretende obtener utilidades y evitar pérdidas. Además, todas estas circunstancias y situaciones localizadas están sujetas a un cambio continuo en un mercado dinámico, estableciendo cosas que hoy pueden ser diferentes de ayer, al igual que mañana pueden variar de la situación de hoy.

Posteriormente, Hayek destacó un tercer tipo de conocimiento que el químico Michael Polanyi llamó conocimiento “tácito” o “inarticulado.” Este es el conocimiento que cada uno de nosotros posee en formas diversas, que tiene que ver acerca de cómo hacer algo, pero que, a menudo, encontramos difícil o “imposible” poner fácilmente en forma de palabras que transmitan el mensaje a otros.

Piense en el mecánico de automóviles que puede “decir,” con escuchar y mirar a una máquina, que no está funcionando apropiadamente, lo que está malo con ella, pero que no puede fácilmente ponérselo al dueño del carro en palabras. O el maestro escultor, quien sabe qué tanta presión ejercer en su mano sobre un pedazo de barro mojado, sobre la rueda cuya velocidad él está controlando con un pedal de pie, pero que él nunca podría precisamente escribirlo en un papel, de forma que otros puedan rápidamente copiar la técnica que él usa para producir una pieza agradable de arte.

USANDO TODO EL CONOCIMIENTO QUE NINGÚN PLANIFICADOR PUEDE CONTROLAR

Estos diversos tipos de conocimiento, que son poseídos en diferentes combinaciones en las mentes de todos los individuos interconectados e independientes en un sistema y orden social de mercado moderno complejo, nunca pueden ser conocidos, argumentó Hayek, por mente alguna o grupo de mentes, sin importar qué tan sabias y determinadas puedan parecer o tratar de serlo.

El punto de Hayek era que, si todos nos vamos a beneficiar con lo que otros saben y que nosotros no, pero que, cuando se pone en práctica, puede mejorar nuestras circunstancias de formas que no podemos imaginar antes de tiempo, entonces, los individuos que poseen todo este conocimiento esparcido deben tener la libertad y el margen basado en el mercado, para utilizarlo en formas en que aquellos mejor lo entienden. De otra manera, no se tomará ventaja e incluso no será descubierto, aquello que es sabido y potencialmente usado por muchos otros, que podría mejorar nuestras propias circunstancias.

Pero, si no es bajo las instrucciones ordenadas por un planificador central o de un regulador gubernamental ¿cómo sabrá la gente, cuándo y para qué emplear esos pedacitos únicos de conocimiento, que acumulativamente llegan a ser todo “el conocimiento en el mundo,” pero que no residen en una mente o grupo de ellas?

EL CONOCIMIENTO UNIVERSAL Y EL SISTEMA DE PRECIOS

La respuesta de Hayek es el sistema de precios competitivo de un mercado libre. No es necesario que todo mundo sepa todo lo que los otros en sociedad poseen como su conocimiento exclusivo. Es suficiente con que haya un mecanismo institucional por el cual la gente puede transmitir un mínimo requerido de información hacia otros, de forma que productores y oferentes sepan qué productos quieren los consumidores y qué tan intensamente los desean.

De la misma forma, no es necesario que cada empresario privado conozca a todos los otros empresarios que tienen un uso competitivo para todos los tipos de medios de producción, para que decidan acerca de cómo mejor manufacturar un producto que minimiza los gastos por costos, a fin de hacer máximas las utilidades que se pueden obtener.

Los consumidores y los productores se “hablan” entre sí por medio de los precios que son ofrecidos en el mercado. Ello les dice a multitudes de oferentes qué productos son queridos por los consumidores y qué precio puede pagarse por aquellos. Los precios ofrecidos por empresarios rivales y aceptados por los trabajadores y los dueños de los recursos que buscan empleo, les dicen a cada uno de los empresarios cuáles son los costos relativos que han de pagarse para contratar o adquirir diversas combinaciones de insumos, en comparación con el precio de venta esperado.

Así, empresarios y trabajadores y dueños de los recursos que se encuentran a miles de millas de lejos el uno del otro en todas partes del mundo, pueden tomar decisiones razonables e informadas acerca de cómo utilizar sus propias formas especializadas de conocimiento, modos que ellos esperan que mejoren beneficiosamente a sus propias circunstancias, al satisfacer los deseos y necesidades de muchos otros a quienes nunca conocerán o tratarán personalmente y los cuales pueden vivir muy lejos o a la vuelta de la esquina, aunque tampoco necesitan saber eso.

EL CONOCIMIENTO NECESARIO PARA FORMAR EXPECTATIVAS

Pero, existe un cuarto tipo de conocimiento que es igualmente esencial para los participantes en la sociedad y en el mercado, para que coordinar exitosamente todo aquello que es interdependiente de las acciones de otros. Hayek con perspicacia explicó el papel central de los precios basados en el mercado, para reunir el conocimiento del mundo disperso, a fin de ayudar a lograr el equilibrio de todo aquello que es hecho por quienes compran y venden en el sistema social de división del trabajo.

Pero, cuando los precios cambian, e incluso si no varían, ¿qué les están diciendo a los participantes relevantes del mercado acerca de lo que ellos sugieren será la situación del mañana?

Los precios necesitan ser interpretados para formar exitosamente expectativas acerca de las acciones y reacciones de otros en el mercado, al decidir cómo mejor usar el conocimiento propio especializado, en modos eficientes para lograr los fines propios.

Un entendimiento acerca de cómo en la realidad la gente forma muchas de las expectativas que guían y dirigen sus interacciones con otros, fue desarrollado en los escritos del famoso sociólogo alemán Max Weber (1864-1920), en su libro monumental Economy and Society [Economía y Sociedad] (1921), en los trabajos del sociólogo austriaco Alfred Schutz (1899-1959), especialmente en The Phenomenology of the Social World [Fenomenología del Mundo Social] (1932) y en una variedad de ensayos escritos en la década de 1950, y en los trabajos de Ludwig von Mises, más particularmente en Human Action: A Treatise of Economics [La Acción Humana: Tratado de Economía] (1949, 3ª. edición revisada, 1966) y Theory and History [Teoría e Historia: Una Interpretación de la Evolución Social y Económica] (1957).

MAX WEBER ACERCA DE LA ACCIÓN SIGNIFICATIVA Y LOS TIPOS IDEALES

Weber afirmó que lo que hace diferente a la “acción humana” es que es una conducta consciente, a la cual un individuo asigna un significado “subjetivo” (uno personal), y que el significado define el tipo de acción que el individuo está llevando a cabo y con ese fin en mente. Pero, ningún hombre es una isla; él interactúa y se asocia con otros. Como resultado, dijo Weber, la “acción social” es una conducta humana consciente, por la cual los individuos “orientan” sus acciones intencionalmente el uno con el otro.

Por ejemplo, Weber señaló que lo que hace que físicamente la transferencia de dos objetos entre dos individuos sea un acto de “libre intercambio,” en contraposición a ser alguna trasferencia obligatoria, es cómo quienes realizan la transacción vislumbran sus propias intenciones y aquella del otro con el cual están interactuando. El enfoque primario de Weber consistió en desarrollar diversas herramientas interpretativas de análisis para el estudio de la historia.

Por ello, afirmó que una herramienta central para la historia y la sociología es el “tipo ideal.” Ello se proponía ser una imagen compuesta de un “tipo” de una persona o actividad histórica. Así, uno puede construir una imagen, o un “cuadro mental,” de las características típicas de un dictador militar latinoamericano o de las cualidades y características del “típico” “señor feudal” medieval. O puede reflejar en la era moderna los aspectos “típicos” y las formas del desarrollo de una ciudad europea occidental “típica.”

ALFRED SCHUTZ Y EL MUNDO DE SIGNIFICADOS INTERSUBJETIVOS

Sin embargo, fue el sociólogo austriaco, Alfred Schutz, quien había estudiado en la Universidad de Viena y era parte del círculo académico de Ludwig von Mises en la Viena de la década de 1920 y de principios de la de 1930, quien tomó las ideas de Weber y las combinó con elementos de la Economía Austriaca, para desarrollar una teoría de cómo se forman las expectativas y cómo son usadas por los actores humanos en la sociedad.

Si bien podemos razonablemente hablar de cualidades generales descubribles en toda conducta humana -lo que Mises llamó “praxeología,” la lógica de la acción humana- Schutz enfatizó que llenar el “contenido” verdadero de la lógica general de la acción surge del ámbito social en donde la persona nace y dentro del cual interactúa con otros.

Todos nacemos en un orden social existente y aprendemos un lenguaje, costumbres, tradiciones, reglas de conducta, etcétera, al crecer dentro de una familia, alrededor de amigos, dentro de una sociedad con otros actores humanos, de quienes absorbemos las estructuras interpersonales de significado, que definen y “objetivan” el significado de las acciones y los objetos.

Por ejemplo, este objeto es un “libro” y este otro objeto es una “máscara de Halloween.” Este objeto es un “cuchillo” para cortar carne, mientras que ese otro objeto punzante es “escalpelo de un cirujano,” usado para las “operaciones médicas.” El que una persona se arrodille ante una mujer es una “propuesta de matrimonio,” mientras que el arrodillarse de otra persona ante su “alteza real” es ser “investido como caballero” por actos de “valor” o “heroísmo.”

La división del trabajo no sólo da lugar a una especialización de las tareas, sino a formas particulares de conducta estandarizada al ejecutarlas en diferentes ambientes sociales y de mercado, explicó Schutz. Así, podemos esperar que cualquiera que se entienda que lleva a cabo una cierta tarea y que, tal vez, se viste de una manera específica, es un “policía,” o un “bombero,” o una “aeromoza” en un avión, o un “administrador de un banco,” o un “mesero” en un restaurante, o un “cartero” en su ronda de envíos, o...

Independientemente de cuál individuo “está desempeñando tal papel,” anticipamos que actuará en una forma generalmente estipulada hacia otros con quienes interactúa. Igualmente, esa persona espera que, cualquiera que interactúe con él, actúe e interactúe en las formas esperadas.

El cartero no espera que alguno de nosotros le pregunte cuál puede ser la causa de una palpitación del corazón. Tampoco, el bombero espera que una persona, cuya casa está ardiendo, le pregunte que hay en el menú para el almuerzo en la clase de negocios de un vuelo que ambos esperan tomar luego durante la semana. Estas “tipificaciones ideales” de tareas y conducta rutinaria en diversos papeles especializados en la división del trabajo, proporcionan elementos cotidianos esenciales de orientación interpersonal y de expectativas para planificar acciones propias.

Así, si voy a un banco sé que, si me siento con el administrador del banco, él estará en capacidad (y se espera que lo esté) de ofrecerme información para formular una solicitud de préstamo para comprar una casa o uno para adquirir un carro o para abrir una cuenta nueva. Si hago una cita con el dermatólogo, sé que él será capaz (y uno así lo espera) de hacer una examen y brindar un diagnóstico de un problema de la piel que yo puedo tener.

NUESTROS “TIPOS IDEALES” PERSONALES ACERCA DE CADA UNO DE NOSOTROS

Alfred Schutz también destacó que tales “tipos ideales” de personas se contemplan en una gama. En un extremo están aquellas características más generales de toda acción humana, lo cual es la base para la formulación de Ludwig con Mises de una lógica general de la elección y la acción, la “praxeología.” A la mitad de esa gama de tipos ideales están aquellos papeles “típicos” acabados de explicar y las actividades especializadas que a menudo se convierten en una rutina en la división del trabajo.

Y, al otro extremo de tal gama, está lo que Schutz llamó “el tipo ideal personal.” Este no se refiere a las características generales descubribles en cualquier acción humana o de los “tipos” de acciones especializadas esperadas de cualquier individuo que lleva a cabo un papel individual distinto, particular. Esa es nuestra “imagen mental,” no de todos los hombres o de algunos hombres que llevan a cabo tareas especializadas, sino de ese ser humano específico.

Yo les explico a mis estudiantes que, cuando ellos entraron a mis clases por primera vez, ¿que anticiparían acerca de mí? Ciertamente, que soy un ser humano y que podrían esperar que yo demostraría que esas cualidades son verdaderas de cualquier otra persona. Pero, ellos también tendrían que imaginar en su mente un “tipo ideal,” de un “profesor universitario,” y de un profesor universitario que (¡ojalá!) sepa de qué está hablando en una clase introductoria a la economía.

Pero, al sentarse en la clase e interactuar conmigo, ellos llegan a formular en sus mentes una imagen, un “tipo ideal,” no de todos los hombres o de algunos hombres en la división del trabajo, sino de mí.

Todos desarrollamos y usamos estos “tipos ideales personales” de otros y, con base en ellos, formamos expectativas al interactuar con esos individuos específicos. Si usted se ríe ante los chistes de Joe, es posible que él lo invite a una ronda de tragos. Si usted menciona el sexo a Bob, él usualmente se siente incómodo y se queda en silencio. Si usted le dice a Sally que “el lugar de una mujer es en la cocina,” usted va recibir una “lección” acerca del lugar de la mujer en la sociedad moderna. Si usted critica a la medicina socializada en Europa, es posible que George despotrique acerca de los “males” del ánimo de lucro.

Debería ser evidente que muchos, si no la mayoría, de los tipos ideales discutidos por Alfred Schutz se traslapan con esa categoría de conocimiento tácito o inarticulado. En nuestras interacciones con otros, formamos esos tipos de imágenes mentales de aquellos con quienes nos asociamos en diversos ambientes. Pero, es algo que hacemos “tácitamente;” esto es, sin pensar conscientemente mucho acerca de él, si es que del todo lo hacemos.

Y, si bien a menudo sabemos “cómo interactuar” con alguien basados en nuestro “tipo ideal” que de ellos tenemos en nuestra mente, no siempre es fácil expresar en palabras a alguien más cómo y por qué vemos esas características en esa otra persona, o cómo y por qué “simplemente sabemos” la mayoría del tiempo que, si hacemos o decimos “X” alrededor de esa persona, estamos muy seguros de que obtendrá la respuesta “Y.”

LUDWIG VON MISES Y LA “TIMOLOGÍA” DE LAS EXPECTATIVAS DEL MERCADO

Ludwig von Mises llegó a llamar a este método de entendimiento e interpretación de otros por medio de los tipos ideales, como el objeto de la “timología,” el estudio de cómo los individuos forman imágenes de otros en sus mentes, a fin de generar expectativas para propósitos de entendimiento interpersonal, planificación y coordinación de las acciones de uno con las de aquellos otros.

En la teoría de Mises acerca del proceso del mercado, un factor central es un empresario. El empresario debe hacer juicios informados y, al hacerlo así, dijo Mises, debe formar expectativas de individuos o grupos tanto del lado de la demanda como de la oferta en el mercado. El conocimiento basado en lo que él hace se construye a partir de las experiencias que él personalmente ha tenido, o escuchado, o aprendido de otros, que en alguna manera tienen que ver con las acciones posibles y las reacciones de aquellos con quienes interactúa en el mercado, y cuyas acciones futuras debe anticipar lo mejor que pueda.

Los tipos ideales, afirmó Mises, permiten que el individuo que actúa logre ser lo que él llamó “el historiador del futuro.” Al formar imágenes compuestas de individuos, a partir de sus acciones pasadas en términos de características, cualidades, motivos y significados, los “tipos ideales” permiten que un individuo que toma decisiones se proyecte a sí mismo en el futuro, imaginar que otro individuo o grupo se ven confrontados con un evento particular o cambio en sus circunstancias, y luego hacerse la pregunta, “¿Qué respuestas manifestarían estos individuos en dicha situación?” Permite la formación de expectativas en relación con patrones o “tipos” de respuesta para predecir una amplia variedad de circunstancias. No importa qué tan imperfectas, introduce una fuente adicional de conocimiento para la coordinación de planes en el complejo marco social del mercado.

De hecho, son los “tipos ideales” en estas diversas formas dentro de la estructura social más amplia de los significados intersubjetivos, los que permiten que los empresarios y otros participantes en el mercado evalúen el significado detrás de los precios competitivos y de los cambios en ellos, para así formar expectativas acerca de lo que están “diciendo” esos precios.

Mises señaló que muchos pueden considerar esto como un método algo insatisfactorio para anticipar posibles acciones sociales, en comparación con los alegatos de un poder predictivo más detallado y determinado de las ciencias naturales. Pero, aseveró él, que, de hecho, dadas las cualidades únicas de la acción humana en el mundo social, ello puede ser lo mejor que se puede esperar, ante la realidad intencional y con base en la elección de la conducta humana.
TIPOS IDEALES, EXPECTATIVAS Y LA SOCIEDAD LIBREUn otro aspecto de esta institución social de los “tipos ideales” para la coordinación interpersonal de planes, es que es parte del “orden espontáneo” más amplio del sistema social. Esto es, las estructuras sociales del entendimiento intersubjetivo, los “tipos ideales” de actores y acciones en diversas tareas cara a cara y en el “desempeño de papeles” en la división del trabajo, y la formulación de expectativas por la gente en sus lugares correspondientes dentro del orden de mercado, emergen a partir de las acciones e interacciones de multitudes de personas en diversos ambientes sociales, en un momento dado y a través del tiempo.

Son parte del “pegamento” social para la coherencia, cooperación y coordinación, con grados de complejidad y adaptabilidad que desafían la propia noción de la planificación intencional de actores políticos, quienes afirman la necesidad y su habilidad para imponer “orden” sobre las comunidades de seres humanos.

Una apreciación de la naturaleza, funcionamiento e importancia de la formación de expectativas en el mercado de la sociedad libre, demuestra, una vez más, la superioridad del sistema liberal clásico de libertad individual, mercados libres y gobierno limitado, y del absurdo de la pretensión de conocimiento alegado por los paternalistas políticos y los ingenieros sociales.

Richard M. Ebeling es el Profesor Distinguido BB&T de Ética y de Liderazgo de Libre Empresa en La Ciudadela en Charleston, Carolina del Sur. Fue presidente de la Fundación para la Educación Económica (FEE) del 2003 al 2008.