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Jorge Corrales Quesada
16/01/2018, 10:34
EL LIBRE COMERCIO ES LA MEJOR POLÍTICA, SIN IMPORTAR QUÉ

Por Donald J. Boudreaux
Fundación para la Educación Económica
Martes 19 de diciembre del 2017

Casi todos en el país estaríamos mejor si nuestro gobierno adoptara una política de libre comercio, sin importar cuáles sean las políticas de los otros gobiernos.

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede verlo en https://fee.org/articles/free-trade-is-the-best-policy-no-matter-what/?utm_medium=related_widget

La cita del día es del ensayo de enero de 1832 de Albert Gallatin, “Memorial of the Committee of the Free Trade Convention” (disponible enteramente aquí (here (http://oll.libertyfund.org/titles/294#lf1283_head_019))), una parte del cual se menciona en la página 169 del libro del 2017 de Douglas Irwin, Clashing Over Commerce (Clashing Over Commerce (https://www.amazon.com/Clashing-over-Commerce-Governments-Economic/dp/022639896X/ref=asap_bc?ie=UTF8)) (énfasis agregado):

“Al multiplicar en algún país los canales de la industria doméstica, es indudablemente cierto que se logra un mayor alcance en su aplicación, un mercado más diversificado y es menos propenso a ser saciado en los productos que suministra. Pero, dirigir esa industria a actividades no rentables, que no se pueden mantener sin aranceles exagerados pagados por el consumidor, y por una correspondiente pérdida nacional, no abre nuevos canales de la industria productiva, sino que sólo la desvía de actividades rentables a actividades no rentables para la comunidad. Es en verdad destacable que los defensores del sistema restrictivo pretendan considerar como teóricos desquiciados a quienes escriben recordatorios, cuando, de hecho, no puede existir un asunto más claro, que aquel en que un hombre pague dos dólares más por su abrigo, por su arado o por los implementos necesarios para su actividad, no signifique una pérdida para él, quien debe pagar con los ingresos de su industria, y que el agregado de esas pérdidas individuales es una verdadera pérdida nacional.”

Desde fines de setiembre hasta principio de octubre de 1831, se dio en Filadelfia una Convención sobre el Libre Comercio (From late September through early October 1831 there was held in Philadelphia a Free Trade Convention (https://catalog.hathitrust.org/Record/008929500)) de la que poco se sabe, excepto lo que revela el relato de Albert Gallatin.

AYER Y HOY

Durante los segundos veinticinco años del siglo XIX en los Estados Unidos, Henry Clay de Kentucky fue el más poderoso, vigoroso y (sí) el más inflexible oponente del libre comercio. El “Sistema Americano,” como se le llamó, no era nada más que una versión de principios del siglo XIX acerca del nacionalismo económico. Clay y sus seguidores vieron como posibles a empresas y empleos creados por el gasto gubernamental y por aranceles proteccionistas; eran ciegos en cuanto a los negocios y empleos -y bienes de consumo- que les eran negados a los estadunidenses debido a estas intervenciones.

Una de las realidades esclarecidas por la descripción de Doug Irwin en el debate acerca de la política comercial que sucedió en aquel entonces, es que, en efecto, el pasado es el prólogo. Los temas de la actualidad son los mismos de aquella época, si bien eran otros los “temidos” socios comerciales de hoy. (En aquel entonces, ese temido socio comercial era la Gran Bretaña; hoy en día es principalmente China.) Las falacias económicas que alimentaron a Henry Clay y a su movimiento son idénticas a aquellas que hoy avivan la hostilidad contra el libre comercio, de gente tan notoria como Donald Trump, Wilbur Ross, Peter Navarro y Steve Bannon. Y muchas de las acusaciones arrojadas contra el libre comercio por los proteccionistas de esa era del pasado, no difieren sustancialmente de las acusaciones que en la actualidad se lanzan.

Estaba el ad hominem. Por ejemplo, Clay burdamente acusó al más librecambista Albert Gallatin de ser hostil a los intereses estadounidenses, porque él, Gallatin, había nacido en Suiza.

Y estaba el simplemente equivocado –un ejemplo frecuente que es ricamente expuesto en la porción en letra negrita de la cita de arriba de Gallatin. Los proteccionistas (aquellos a quien John Murphy más apropiadamente llamó los “escaceadores”), equívocamente suponiendo ellos ser los profundos, en aquel entonces, al igual que hoy, acusaron a los librecambistas de ser idealistas, cuya teoría los enceguece ante la realidad. No obstante, como se deriva implícitamente de la respuesta de Gallatin, la teoría que los proteccionistas rechazan como especulativa y poco fiable es, en realidad, una aplicación directa de aritmética simple y de un análisis económico básico: aranceles que aumentan los precios que los ciudadanos domésticos pagan por los bienes y servicios, constituyen una pérdida para esos ciudadanos y, debido a que las firmas y las industrias domésticas, que existen sólo a causa de esas restricciones y subsidios, son generalmente unas que operan menos eficientemente que aquellas empresas e industrias domésticas destruidas por esas intervenciones, siendo mayores las cantidades de recursos necesarios para mantener un nivel de vida dado (o una tasa de crecimiento económico) con tales intervenciones, que sin ellas. En resumen, esas intervenciones empobrecen a las personas, más que lo que de otra manera sería.
ES UN MITO QUE EL LIBRE COMERCIO NO SE HA PROBADOEs un mito que el libre comercio no se ha probado en la práctica. Olvídese que los países con un comercio más libre tienen tanto ingresos per cápita más altos (higher per-capita incomes (https://ojs.deakin.edu.au/index.php/dpibe/article/view/53)) como tasas de crecimiento económico más rápidas (faster rates of economic growth (http://www.aei.org/publication/free-trade-plays-an-important-role-in-faster-us-economic-growth/)). En vez de ello, observe los elementos esenciales de cada caso. Cada día y siempre usted comercia libremente con muchos comerciantes. ¿Piense si usted y su familia se verían enriquecidos, si su vecino extrajera de usted pagos punitivos, siempre que compra alguna cosa que su vecino juzga proviene de un vendedor ubicado a alguna distancia de su vecindario? Todos los días, los vecinos del estado de Arizona comercian libremente con los habitantes de los estados de Texas y de Rhode Island. ¿Piensa usted que los habitantes de Arizona se enriquecerían si el gobierno de ese estado obstruyera su habilidad de comerciar con la gente que ellos escojan y que se ubican en otros estados?

La gente comercia libremente incontables cantidades de veces, en todos y cada uno de los días. Sí, sí, yo me doy cuenta plena de que tal comercio no es idealmente libre. Por ejemplo, hay restricciones cuando existen ocupaciones para cuyo ejercicio se requiere de licencias o permisos, obstruyendo injusta y dañinamente al comercio doméstico. Pero, el hecho permanece en cuanto a que hoy en día, dentro de cada país -incluyendo dentro de los Estados Unidos- el comercio típicamente no es obstaculizado con base en la ubicación geográfica o las fronteras políticas. Y, por tanto, la gente compra y vende libremente dentro de los países. Si el caso en favor del libre comercio no fuera práctico -si sólo fuera una curiosidad teórica- entonces, sería cierto que las personas ordinarias se enriquecerían aún más, si el estado obstruyera sus habilidades para comerciar domésticamente entre ellas.

También, es un mito que el caso económico en favor de una política de libre comercio en cualquier país, requiere que otros gobiernos asimismo practiquen el libre comercio. El caso en pro de una política de libre comercio es, en el fondo, un caso a favor del libre comercio unilateral: casi todo mundo en el propio país estaría mejor si el gobierno de casa adoptara una política de libre comercio, independientemente de las políticas de otros gobiernos.

El proteccionismo es un amasijo desagradable de falacias lógicas, verdades a medias, arrogancia, ignorancia económica y de apologías del amiguismo.
Reimpreso de Cafe Hayek
Donald Boudreaux es compañero sénior del Programa F. A. Hayek de Estudios Avanzados en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center de la Universidad George Mason; es miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center, profesor de Economía y ex director del departamento de economía de la Universidad George Mason y ex presidente de la Foundation for Economic Education.