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Jorge Corrales Quesada
24/12/2017, 13:23
Sencillito y claro.

NO OS OLVIDÉIS, LA VIDA EN LA UNIÓN SOVIÉTICA ERA HORRIBLE

Por Daniel Pryor
Fundación para la Educación Económica
Martes 5 de diciembre del 2017

El comunismo prometió la utopía, pero produjo vidas más desagradables, más pobres y más breves.

Este noviembre marcó 100 años de la Revolución de Octubre y el inicio del desastroso experimento de 69 años de la Unión Soviética con el comunismo. En tanto que los horrores del nazismo son bien conocidos, la mitad de los británicos en edades entre 16 y 24 años nunca ha oído hablar de Lenin, y mucho menos de la hambruna del terror del Holodomor. [Nota del traductor: el genocidio ucraniano por hambre debido a la colectivización de las tierras por los comunistas].

Y, aunque los apologistas explícitos de la Unión Soviética ya no son una fuerza significativa en Inglaterra (excepto aquellos que aconsejan al liderazgo laborista), mi generación no se ha dado cuenta en grado sumo de cómo era la vida en la URSS. La en una época vibrante sovietología está muriendo lentamente y los fracasos de la planificación central están desapareciendo de la memoria.

El nuevo libro del Instituto Adam Smith, titulado Back in the USSR y escrito por José Luis Ricón Fernández de la Puente, busca ilustrar exactamente cómo era la vida en la Unión Soviética. ¿Había filas para comprar comida? ¿Qué tan buenos eran los electrodomésticos soviéticos? ¿Cómo fue que la URSS se industrializó tan rápidamente? ¿Existía pobreza, desempleo o desigualdad? En un detalle concienzudo, Ricón evalúa la evidencia histórica y los alegatos de académicos importantes, a fin de brindar respuestas a estas preguntas. El cuadro resultante es lúgubre.

EL ESTANCAMIENTO ECONÓMICO Y LA FUERZA DE TRABAJO

En la raíz de la respuesta a estas preguntas están las capacidades productivas de la URSS. Mientras que el crecimiento del PIB soviético es algunas veces considerado como haber sido ejemplar, uno no puede mirar esas cifras aisladamente. En comparación con los Estados Unidos, el crecimiento de la URSS fue anémico: el bache entre los dos se amplió, en vez de reducirse con el paso del tiempo.

E incluso este crecimiento vino con un costo; el del consumo sacrificado intencionalmente en nombre de una tasa de crecimiento más rápida. Stalin puede haber logrado un nivel más alto que la Rusia zarista como hipótesis de contraste, pero eso se dio a un precio enorme sólo en términos de los costos en el bienestar económico (sin tomar en cuenta a la hambruna, la represión y el terror).

Asimismo fue insostenible, como lo muestra el estancamiento posterior. Un crecimiento convergente -agregando más capital- es algo que las economías planificadas han estado en capacidad de hacer. Sin embargo, eventualmente llegan a un punto en el cual necesitan mejorar la calidad de ese capital. Eso significa innovación, algo con lo cual ellos han forcejeado. Gracias a los problemas inherentes con la planificación central, la baja productividad fue una plaga en la URSS. Resultó que simplemente el comunismo no era muy eficiente.

Al menos todo mundo tenía trabajo, ¿verdad? Bueno, en cierto modo. Gracias a los métodos soviéticos para asignar trabajadores a los diferentes empleos, las fábricas acumularon mano de obra y crearon “empleos falsos” en caso de que en el futuro se necesitara más mano de obra. Esto resultó en un subempleo, con trabajadores ociosos siendo subutilizados. Y las condiciones laborales en la URSS se quedaron muy atrás de aquellas de muchos países capitalistas. Los trabajadores en la desaparecida Unión Soviética tenían derecho a menos de la mitad de las vacaciones que, en esa época, tenían los de países miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).

En cuanto a la idea de que una alta participación femenina en la fuerza de trabajo era un triunfo feminista del comunismo, eso es difícil de cuadrar con las prohibiciones de Stalin al aborto, las barreras legales al divorcio y, por lo general, con el papel permanente de las mujeres como amas de casa y cuidadoras de niños. Las mujeres no trabajaron porque estaban emancipadas de las normas de género; lo hicieron porque lo requería el modelo económico soviético insostenible.

COMIDA, ROPA Y SALUD

Estas limitaciones económicas hicieron que la vida diaria en la Unión Soviética fuera menos que deseable. La camisa promedio que usted usa para ir al trabajo cuesta un 10 por ciento del salario mensual promedio: una ganga de sólo 170 libras esterlinas cuando se traslada a las cifras actuales del Reino Unido [Nota del traductor: más de 126 mil colones en Costa Rica]. ¿Y un abrigo de invierno para protegerlo del frío ruso? Todo el salario de un mes, lo cual puede explicar por qué casi una cuarta parte de la población soviética no podía pagarse uno.

A la hora de su almuerzo, usted sólo tenía que hacer una fila de unas pocas horas para disfrutar del doble de papas que el equivalente estadunidense (aunque tenía que pasársela con sólo la mitad de la carne). ¿Quiere conservar las sobras en el refrigerador? Sólo tiene que esperar unos pocos años para ser dueño de uno. Aun así, no pierda su tiempo de una hora para recoger algo que usted ordenó y que se le entregará en un sitio acordado; usted no tendrá una segunda oportunidad. Si quiere manejar a su casa desde el trabajo, en vez de temblar en su camisa de 170 libras esterlinas, porque usted no puede comprar un abrigo de invierno, tendrá que esperar diez años para tener un carro. En 1976 en la URSS había sólo cinco millones de carros; los estadounidenses eran dueños de casi 100 millones.

En algún momento durante ese plazo de espera de diez años por un carro, usted podría enfermarse. ¡Mala suerte! El sistema de salud soviético era atroz. Comparado con los Estados Unidos, había 30 veces más casos de tifoidea, 20 veces más casos de sarampión y las tasas de detección de cáncer eran la mitad de buenas que en los Estados Unidos. Y, al compararse con otros países en desarrollo, la URSS falló en ofrecer mejores resultados en el cuido de la salud, a pesar de tener el coeficiente médico-paciente más alto del mundo (42 por cada 10.000 habitantes). Aunque podría ser que a usted lo viera un médico “calificado,” la calidad del cuidado de la salud dejaba mucho que desear. Muchos graduados de las escuelas de medicina ni siquiera eran capaces de leer un electrocardiograma.

Como lo explora detalladamente Back in the USSR, las consecuencias de la planificación central son terribles. El comunismo prometió la utopía, pero produjo vidas más desagradables, más pobres y más breves.

Reimpreso de CapX.

Daniel Pryor es un Promotor de Voces Jóvenes.