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Jorge Corrales Quesada
03/12/2017, 11:03
Este artículo nos explica por qué para efectos de mi bienestar como consumidor, no es importante quién sea el dueño de los activos, sino que esos activos produzcan bienes y servicios que estoy dispuesto a adquirir en la economía de mercado, además de que, para quienes no aprecian la inversión extranjera en el país, que se cuestione seriamente si tendríamos dicha inversión en ausencia de ella.

YO SERÍA MÁS RICO SI FUERA DUEÑO DE SUS ACTIVOS

Por Donald J. Boudreaux
Fundación para la Educación Económica
Viernes 17 de noviembre del 2017

Es fácil decir que todos los estadounidenses, como un todo, serían más ricos si los estadounidenses fueran dueños de negocios que actualmente son de extranjeros, pero eso se basa en un razonamiento con fallos.

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis, con letra en roja y subrayada, si es de su interés puede hacerlo en https://fee.org/articles/i-would-be-richer-if-i-owned-your-assets/.

Uno de los argumentos más curiosos -y más equivocado- que Ian Fletcher expuso a principios de esta semana en el Hillsdale College (our debates on trade earlier this week at Hillsdale College (http://cafehayek.com/2017/11/debating-free-trade.html)) durante nuestros debates acerca del comercio, surgió repetidamente durante nuestras discusiones acerca del déficit de la balanza comercial. Uno de los hechos que señalé es que el déficit comercial de los Estados Unidos es bueno para los Estados Unidos, en el tanto que dicho déficit significa que está entrando capital a los Estados Unidos y eso crea nuevas empresas (o refuerza a los negocios ya existentes). Como ejemplo, piense en la planta de BMW en Greer, Carolina del Sur, o en cualquiera de las muchas tiendas Ikea en todos los Estados Unidos.

En respuesta, Fletcher estuvo de acuerdo en que dicha inversión es productiva e incluso en que es beneficiosa para los estadounidenses. “Pero,” replicó él (y aquí cito de memoria), “aún sería mejor si esos activos fueran propiedad de estadounidenses.”
Si usted vio o escuchó el debate, oyó mi respuesta. Quiero aquí llevar a casa esa respuesta.
EL SUPUESTO FATALMENTE FALLIDOEl error básico de la respuesta de Fletcher lo constituye el supuesto de que los activos productivos creados con la inversión extranjera, existirían en ausencia de ella. Por ejemplo, Fletcher supone que la exitosa tienda de Ikea en Dale City, Virginia, existiría si no se hubiera tomado la decisión de Ikea de construir y operar un negocio allí. En otras palabras, Fletcher asume que la propiedad de un activo es económicamente diferente de su creación. Pero, ese supuesto está totalmente equivocado. Nada impedía que los estadounidenses construyeran, en esa misma ubicación, una gran tienda de muebles (o de cualquier otra cosa) antes que Ikea la edificara allí –esto es, ninguna otra cosa más que la omisión de muchos estadounidenses de tener la visión o la voluntad de hacerlo. La visión empresarial y la voluntad de Ikea para asumir el riesgo de construir una tienda en Dale City, agregaron al stock de capital en los Estados Unidos (y en el mundo).

Una vez que la tienda existe, es un juego de niños imaginarla como siendo ahora propiedad de estadounidenses. Y, en un mundo híper-estático de la realidad económica, incluso uno podría estar de acuerdo en que una tienda propiedad de los estadounidenses, en vez de los suecos, como grupo los primeros ahora serían más ricos. Pero, no tiene sentido alguno dar un salto desde esta observación infantil, a la conclusión de que el déficit comercial de los Estados Unidos significa que los estadounidenses se ven perjudicados con él. De nuevo, la realidad es que esa tienda no existiría si no fuera por la inversión externa y la empresariedad que la creó.

Uno no puede legítimamente hacer lo que aquí hace Fletcher; esto es, separar la existencia del activo de los individuos y procesos que lo crearon. Los activos no se crean por sí solos; los activos no son creados “naturalmente” o “automáticamente.” Concebir cada activo productivo requiere de ahorros, creatividad, asunción de riesgos y un esfuerzo verdadero que son propias de ese activo. Tal como lo dije en mi respuesta verbal a la afirmación de Fletcher, yo sería más rico si fuera dueño total de Microsoft. (Este hecho es un asunto de simple aritmética). Sin embargo, difícilmente se deduce que, si a Bill Gates y Paul Allen se les hubiera impedido hacer lo que hicieron para crear y lanzar exitosamente a Microsoft, a pesar de ello, Microsoft existiría para que yo fuera su dueño. Si a esos empresarios se les hubiera impedido crear Microsoft, hoy yo estaría más pobre, no más rico –dado que los productos de Microsoft, muchos de los cuales yo uso, no hubieran estado disponibles para que yo los pudiera utilizar. Y, por supuesto, yo no habría creado a Microsoft.

EL STOCK DE CAPITAL

Puesto de otra forma, Fletcher supone que el proceso que hace que haya un déficit comercial en los Estados Unidos, no tiene efecto sobre el tamaño del stock de capital. Para Fletcher, ese stock de capital se da independientemente de los detalles de la toma de decisiones humanas. “Si Ikea no hubiera edificado esa tienda, en vez de ello, habría sido construida por estadounidenses, en donde los estadounidenses, como grupo, se enriquecerían más, al ser dueños de la tienda” –esta es una entre las premisas fallidas de Fletcher.

Fletcher fracasa al no ver que el tamaño, la calidad y los detalles esenciales del stock de capital, cuando existen, en todo momento y que varían conforme pasa el tiempo, ellas mismas son determinadas por las pautas del comercio internacional y por las inversiones que hicieron que se dieran. No son un fenómeno independiente del proceso de mercado. Por lo tanto, es simplemente ilegítimo imaginarse a todos esos fenómenos tales como son, excepto porque el patrón de propiedad del capital es diferente.

Relacionado con esto, Fletcher no entiende que, debido a que el tamaño y la calidad del stock de capital no son fijos (o, más generalmente, debido a que no son independientes de los acuerdos económicos específicos y de las decisiones individuales que hacen que surjan), cuando no-estadounidenses invierten exitosamente en los Estados Unidos, esa inversión no significa que, en correspondencia, declina la propiedad del capital de los estadounidenses. Cada individuo estadounidense continúa siendo libre de invertir poco o mucho como a él o a ella le plazca. La construcción y operación exitosa de las tiendas de muebles de Ikea en los Estados Unidos no me impiden que yo invierta. Y, si lo hago exitosamente, entonces, me enriquezco; y si no lo hago exitosamente, no me enriquezco. La inversión exitosa de Ikea en los Estados Unidos legítimamente no se considera que sea una sustracción o una restricción a mi persona, o a Fletcher, o a la habilidad de cualquier otra persona para invertir en los Estados Unidos.

Y, he aquí un punto final acerca del argumento fallido de Fletcher: si used acepta su premisa y su lógica, entonces, no hay razón para circunscribir el análisis a los Estados Unidos. Por ejemplo, igual de fácil, Fletcher puede señalar que, mientras que es cierto que una fábrica de la Mercedes Benz en Sindelfingen, Alemania, es un activo productivo, los estadounidenses serían aún más ricos si esa fábrica fuera exclusivamente poseída por estadounidenses, en vez de principalmente por alemanes. Así que, con base en la lógica pobre y nacionalista de Fletcher, la política comercial de los Estados Unidos “fracasa,” en el tanto en que no resulta en que los estadounidenses sean dueños de todo activo productivo en el mundo.

Reimpreso de Cafe Hayek (Cafe Hayek (http://cafehayek.com/2017/11/richer-owned-assets.html))

Donald Boudreaux es compañero sénior del Programa F. A. Hayek de Estudios Avanzados en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center de la Universidad George Mason; es miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center, profesor de Economía y ex director del departamento de economía de la Universidad George Mason y ex presidente de la Foundation for Economic Education.