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Jorge Corrales Quesada
08/11/2017, 09:19
Este es un artículo que nos permite entender por qué, a diferencia de como las personas se comportan en un mercado siempre chequeando, investigando, acerca del producto que uno adquiere en él, en el caso de la elección política, las personas no investigan a los candidatos de manera similar a como lo hacen en el mercado. Ante esto, si es que vale de algo, tal vez para nuestras próximas elecciones oportunamente cruciales, hagamos el ejercicio de lograr información adecuada y confiable acerca de las posiciones de los políticos en torno a los asuntos que nos interesan.

POR QUÉ LOS CONSUMIDORES RACIONALES SON VOTANTES IRRACIONALES

Por Mike Rappaport
Fundación para la Educación Económica
Domingo 29 de octubre del 2017

Los consumidores tienen incentivos para investigar acerca de los productos; los votantes no tienen el mismo incentivo para investigar a los candidatos políticos.

La teoría de la elección pública es muy bien conocida como una teoría que intenta brindar algo así como un enfoque unificado del comportamiento en los reinos económicos y políticos. La teoría famosamente asevera que las personas que persiguen su propio interés en el reino de lo económico, de alguna manera no se convierten en perfectos altruistas en el reino de lo político. En vez de ello, uno debe tomar en cuenta seriamente a los intereses egoístas de los políticos, quienes se presentan a sí mismos como desinteresados, que buscan el interés público.

Si bien la teoría de la elección pública no asume que haya diferentes preferencias o personalidades de la gente en los reinos económicos y políticos, no rechaza la posibilidad de que la gente se comporte de manera diferente en estos dos reinos. Tan sólo se requiere de una explicación de la diferencia.

RACIONALMENTE IGNORANTE

Uno de los resultados más importantes producidos por la teoría de la elección pública es la diferencia de cómo se comportan los votantes en el sistema político y cómo se comportan los consumidores en el mercado. La idea básica es que los consumidores, a menudo, se involucran en una investigación intensiva acerca de un producto de consumo importante, tales como un carro nuevo o una TV. Ellos hablan con sus amigos y leen comentarios acerca de los productos. Lo hacen porque los beneficios de esa investigación pueden ser significativos. Puede significar la diferencia entre comprar un producto bueno y uno malo.

En contraste, los votantes no tienen el mismo incentivo para aprender acerca de los candidatos que están participando en la elección. Si bien estos candidatos pueden tener efectos importantes sobre el gobierno, y el gobierno puede afectar no sólo a un producto, sino a una gran parte de la vida de un votante, aun así, los votantes no tienen un incentivo para aprender mucho acerca de los candidatos. La razón es que el voto del ciudadano es virtualmente seguro que no influirá en la elección. Haga o no una escogencia informada o desinformada, su voto no hará diferencia (a menos que rompa un empate, lo cual nunca sucede) y, por tanto, ellos permanecen siendo ignorantes A esto se le llama ignorancia racional.

Pero surge una pregunta para esta teoría de la elección pública. Si bien es cierto que los votantes no tienen un incentivo material para aprender acerca de los candidatos, sorprende a la mayoría de votantes que escucha esta historia por primera vez. Si estos votantes no conocen este aspecto de la experiencia con el voto, luego, ¿cómo puede este aspecto estar influyendo en su comportamiento?

Esta es una pregunta interesante, pero parece existir una respuesta a ella. No es necesario que los votantes conozcan conscientemente a la teoría, para que ella tenga un efecto. Cuando los consumidores compran un carro y fallan en no investigar acerca de él, algunas veces aprenden, por la vía difícil, lo importante que es hacer la investigación. Otras personas que hayan tenido la misma experiencia también les podrían explicar a ellos lo sucedido y de esa manera urgirlos a que hagan la investigación. Es así como los consumidores, a menudo, se obligan a sí mismos a incurrir en los costos de hacer algún grado de investigación.

LOS VOTANTES SE COMPORTAN COMO SI YA LO SUPIERAN

Pero, lo mismo no sucede en relación con el voto. Un padre no le explica a su hijo, quien vota por primera vez, que debería investigar a los candidatos, porque en la elección anterior el padre falló al no hacerlo y con su voto dio lugar a que fuera electo el candidato equivocado. Aun cuando ellos puedan no darse cuenta de que su voto no decide la elección, no se les ocurrirá que el candidato equivocado fue electo debido a que ellos no hicieron la investigación.

Parte de la razón de esto es que son pocos los votantes que concluyen en que ellos votaron por el candidato equivocado (debido a que frecuentemente no saben mucho acerca del candidato que resultó electo y que, a menudo, están muy sesgados hacia el candidato). Pero, parte de la razón es que ellos no llegan a la conclusión de que su acción no habría logrado diferencia alguna. Puede que no reconozcan el punto más general de que su voto no tenía un efecto real, pero parece poco posible que a ellos se les ocurra, que el candidato equivocado fue electo porque fracasaron al no hacer la investigación.

Así, la teoría de la elección pública parece mantenerse, no porque la gente reconoce que su voto no tiene efecto alguno, sino porque se comporta como si ciertamente lo supiera, aun cuando no lo reconoce plenamente.

Reimpreso de Online Library of Law and Liberty
Mike Rappaport es Profesor de Derecho de la Fundación Darling en la Universidad de San Diego, en donde también sirve como el Director del Center for the Study of Constitutional Originalism. El profesor Rappaport es graduado de la Escuela de Leyes de la Universidad de Yale y es autor de numerosos artículos en revistas legales.