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Jorge Corrales Quesada
07/09/2017, 10:48
Respetables amigos en Facebook han estado conversando en torno al tema más general conocido como acción afirmativa y, más en concreto, en torno a cuotas de parte del estado que no son disponibles para la totalidad de la población. Me he dado cuenta de que personas bien intencionadas arguyen que las cuotas, ante lo que vislumbran como una injusticia, aunque sea temporalmente deban ser instauradas para corregir aquella injusticia. Bueno, espero que sirva la lectura de este artículo de un reputado economista negro y conocido crítico de la acción afirmativa, Thomas Sowell, que, aunque publicado hace varios años, sigue teniendo validez, por lo cual sugiero que los amigos de Facebook lo lean.


LA ACCIÓN AFIRMATIVA ALREDEDOR DEL MUNDO

Por Thomas Sowell
Hoover Digest
Sábado 30 de octubre del 2004

La mayoría -si no es que todas- las personas que están a favor o en contra de la acción afirmativa están a favor o en contra de la teoría de la acción afirmativa. [Nota del traductor: Por acción afirmativa se puede entender a la política que favorece a los miembros de un grupo desfavorecido que sufre o ha sufrido de discriminación dentro de una cultura]. La pregunta acerca de los hechos de lo que en realidad sucede como resultado de políticas de acción afirmativa, notoriamente recibe poca atención.
LA EVIDENCIA EMPÍRICA ACERCA DE LA ACCIÓN AFIRMATIVAPor ejemplo, después de muchos años de políticas de acción afirmativa a favor de la minoría Maorí de Nueva Zelandia, un periódico de Wellington, Nueva Zelandia, reportó en noviembre del 2000: “Extraordinariamente, parece haber poca o ninguna investigación acerca de si enseñar a los niños el currículo estándar, pero en Maorí, ha mejorado sus resultados educativos.” Agrega el periódico: “Nadie sabe, debido a que parece que nadie lo está preguntando.” Desafortunadamente, tal desinterés en las consecuencias empíricas no se circunscribe a Nueva Zelandia.

En los Estados Unidos, en donde en donde muchas preferencias a grupos han buscado justificarse a sí mismas, como contrapesos a la discriminación que de otra manera prevalecería, a menudo resulta que tal “discriminación” es una “sub-representación” estadística en ocupaciones o instituciones atrayentes. El supuesto implícito, tenazmente sostenido, es que grandes disparidades estadísticas en “representación” demográfica no podrían suceder sin discriminación. Este supuesto clave rara vez es evaluado ante datos de disparidades de calificaciones en los grupos. Por ejemplo, para el año 2001, había más de 16.000 estudiantes asiático-estadounidenses quienes obtuvieron notas superiores a 700 en matemáticas en exámenes de admisión a universidades, mientras que menos de 700 estudiantes negros lograron ese resultado –aun cuando el número de negros sobrepasaba en varias veces a los asiático-Estadounidenses. Datos tales como estos simplemente no son tomados en cuenta mediante un silencio total –o son ahogados por aseveraciones estridentes de discriminación “encubierta”, como explicaciones de una escasez de negros en las instituciones y ocupaciones que requieren de un fuerte historial en matemáticas.

Las falsas creencias no son cosas menores, debido a que conducen a soluciones falsas. En el campo de la medicina, por mucho tiempo se ha reconocido que incluso una cura falsa que es totalmente inocua puede ser catastrófica en sus consecuencias, si es que sustituye a una cura verdadera de una enfermedad mortal. Los proponentes de la acción afirmativa no se pueden consolar a sí mismos ante sus falsos supuestos, con base en que sus intenciones son buenas, debido a que, de la misma manera, el curanderismo social sustituye los esfuerzos reales por tratar con problemas verdaderos, que pueden despedazar a una sociedad. A pesar de una orientación hacia preguntar qué podemos hacer “nosotros” por “ellos”, quienes quieren ver avanzar a los negros en áreas que requieren de un historial en matemáticas, necesitan confrontar a los estudiantes negros con una necesidad de dominio de esa materia, aun si eso significa dejar de lado otras distracciones y abandonar actitudes de que hacer trabajo académico es “actuar como blanco.” Esto ganará pocos amigos y menos votos. Pero el tema es si uno es serio acerca de los resultados para otros o si simplemente se quiere hacer sentir bien acerca de uno mismo.

Tales datos, como puede observarse en diversas fuentes privadas en los Estados Unidos, sugieren que los negros Estadounidenses más afortunados reciben una parte desproporcionada de los beneficios que van a dar a los negros como un todo en los Estados Unidos, de la misma forma en que los Malayos más afortunados tienden a beneficiarse más de la acción afirmativa en Malasia o cómo los más afortunados intocables se benefician de la acción afirmativa en India.

Los programas de acción afirmativa también dan lugar a grandes costos sociales que recaen sobre la totalidad de la población. Las pérdidas de eficiencia están entre esos costos, en el tanto en que personas menos calificadas son escogidas por encima de personas más calificadas o bien porque muchos de los miembros altamente calificados de grupos no preferidos, emigran de una sociedad en la que las oportunidades se han reducido. No obstante, el costo de la ineficiencia es eclipsado por el costo de la polarización intergrupal, la violencia y las pérdidas de vidas. Disturbios sangrientos y letales acerca de la acción afirmativa en India constituyen el ejemplo más obvio, pero también ha habido jóvenes brahmanes quienes han muerto al incendiarse a sí mismos como protesta contra políticas que han destruido sus prospectos.

Como el país que ha tenido preferencias y cuotas para los menos afortunados durante más tiempo que cualquier otro, India presenta la más clara visión histórica de sus consecuencias, al igual que la visión estadística más clara. Su historia no es una que estimule a otros países a seguir los pasos de India, mucho menos los de Sri Lanka.

La historia de Sri Lanka es aún más escalofriante para aquellos quienes están interesados en lo que sucede en la realidad como resultado de políticas de acción afirmativa, comparadas con lo que se esperaba o se tenía la esperanza de que sucediera. La reputación bien merecida de Sri Lanka como país de relaciones ejemplares entre su población mayoritaria y las minoritarias en el medio del siglo XX, se ha convertido en una burla amarga en el curso de décadas de guerra civil, marcada por atrocidades horrendas. A pesar de que Sri Lanka es un país mucho más pequeño que los Estados Unidos, el número de habitantes de Sri Lanka que ha muerto en esa lucha interna, excede al número de Estadounidenses que murió durante los largos años de la Guerra de Vietnam.

La historia de los negros en los Estados Unidos ha sido virtualmente puesta patas para arriba por aquellos que promueven la acción afirmativa. La evidencia empírica es clara en cuanto a que la mayoría de los negros salió de la pobreza por ellos mismos, en las décadas que antecedieron a la revolución de los derechos humanos durante los años de 1960 y el inicio de la acción afirmativa en los setentas. Aun así, la tergiversación política de lo sucedido -por líderes y amigos de los negros- ha sido tan generalizada, que este logro ha estado completamente sumergido en la consciencia pública. En vez de ganarse el respeto que otros grupos se han ganado al salir por sí mismos de la situación de pobreza, los negros son ampliamente vistos, tanto por amigos como por críticos, como que deben su avance a la beneficencia gubernamental.

A lo interno de la propia comunidad negra, la posible terminación de la acción afirmativa ha sido señalada como una amenaza que terminaría con su progreso económico y social. Así, los blancos se resienten y los negros temen, debido a políticas que, en realidad, en un balance neto han hecho relativamente poco por ayudar a los negros, en general, y a los negros pobres, en particular. Los estudiantes negros de las universidades, aquellos admitidos debido a estándares reducidos, enfrentan una tasa de fracaso elevada y aquellos admitidos con los mismos estándares que otros estudiantes, se gradúan con sus credenciales bajo una nube de sospecha, debido a los patrones dobles para los estudiantes de minorías, en general.

Una de las defensas más ampliamente usada en cuanto a preferencias de grupos y de cuotas es que hay precedentes de ellas. Por ejemplo, en las admisiones universitarias han existido preferencias para atletas y para hijos de egresados de esas universidades. De la misma forma, el criterio del mérito no ha sido universal en otras instituciones. Entonces, ¿por qué las objeciones a preferencias étnicas o raciales o a preferencias para las mujeres? Como argumento estratégico, esto arbitrariamente pone la obligación de la prueba a los críticos de la acción afirmativa, como si los costos sociales demostrables de este programa no necesitaran justificación. Pero, de todas las justificaciones, la precedente es una de las más débiles. Todo lo que alguna vez ha sido mal hecho -desde cruzar indebidamente una calle hasta un genocidio- ha tenido precedentes. Cualquier justificación o crítica de la acción afirmativa debe basarse en sus consecuencias reales. Si tomamos el argumento del precedente como concluyente, entonces, nada podría alguna vez ser corregido, sino hasta que hubiera perfección en todo lo demás.

No es suficiente con paralelos verbales. Se necesita evidencia fuerte acerca de la magnitud o de las consecuencias empíricas de cosas, tales como preferencias a hijos de ex alumnos, pero eso rara vez se pregunta o se brinda. Por ejemplo, nadie pregunta qué tan debajo de los estándares usuales de admisión se aplica a los hijos de ex alumnos que son admitidos preferencialmente, en comparación con el tanto en que se reducen los estándares para lograr el perfil racial requerido para que haya “diversidad.”

No obstante, hay alguna evidencia empírica acerca de las consecuencias de admisiones preferenciales a individuos de grupos privilegiados. Cuando el presidente de la Universidad de Filipinas tuvo poderes discrecionales para admitir a estudiantes específicos sin ninguna consideración hacia el criterio académico usual, los resultados fueron que (1) la gran mayoría admitida de esa manera eran hijos de los “ricos y poderosos” y (2) “aquellos admitidos por la discrecionalidad presidencial tuvieron un desempeño peor que el resto de la audiencia.” En Harvard, en aquella era en que se admitía a más de la mitad de todos los hijos de ex-alumnos, los así admitidos estaban desproporcionalmente representados entre los estudiantes que habían fracasado.

A pesar de los paralelos verbales entre la acción afirmativa y las preferencias para los privilegiados, cuando algún estudiante rico de habilidad modesta no pasa en una universidad de élite, esa no es una tragedia ni personal ni social, dado el rango de opciones aún disponibles a ese estudiante. Pero, con estudiantes de procedencia de menores ingresos, para quienes la educación puede ser la única oportunidad para tener una vida mejor, la historia es enteramente distinta.

En lo referente a la importante pregunta de cuánto de una preferencia existe -esto es, qué tan abajo de los estándares de admisión usuales se aplican a hijos de ex-alumnos versus hijos de minorías admitidos gracias a preferencias raciales- un niño de habilidad modesta proveniente de una familia rica es posible que haya tenido la mejor educación que el dinero puede comprar, de forma que su preparación académica y resultados en las pruebas es posible que sean sólidos, aunque no destacados. Pero, un joven de una minoría admitido a una universidad en que los otros estudiantes tienen notas compuestas de admisión a la universidad con cientos de puntos más altos, encara un prospecto más difícil.

Si el único tema alrededor de la acción afirmativa fuera el que hay otros beneficios no merecidos, entonces, los argumentos en torno a las admisiones preferenciales de los hijos de ex-alumnos afluentes, podría tener algún sentido. Pero, cuando las consecuencias de cuotas raciales o étnicas incluyen crear fracasos artificiales entre los beneficiarios ostensibles y la polarización de la sociedad como un todo, entonces, los simples paralelos verbales no son suficientes.
TÁCTICAS ENGAÑOSASUna de las consecuencias de la acción afirmativa no cuantificables, pero no por eso sin importancia, ha sido una deshonestidad extendida, que toma diversas formas. El rediseño de individuos y grupos para recibir los beneficios de las preferencias y cuotas destinados a otros, ha sido común en diferentes países. En Estados Unidos, una deshonestidad especial ha sido necesaria para armonizar las preferencias y cuotas de grupos con lo que requiere la Constitución de los Estados Unidos, de igualdad de derechos entre los individuos. Esto ha involucrado tanto el ocultamiento de la existencia de un tratamiento preferencial, como alegatos de que dicho tratamiento es tan sólo una respuesta correctiva a una discriminación existente. Esto agrega el insulto a la inteligencia de la gente acerca de las injurias que ellas pueden haber recibido, o percibidas a sí mismas como que se están sufriendo, y que sólo puede agregar a una reacción violenta. Hay toda la diferencia del mundo entre decir que usted no ha tenido siquiera una oportunidad igual en la vida y decir que una institución o un individuo en particular, con los cuales usted ha tratado, han discriminado en su contra.

Otro tipo de deshonestidad extendida, tanto en India como en los Estados Unidos, es el uso de criterios borrosos o no verificables para ocultar preferencias grupales en las admisiones a las universidades, mediante una compensación automática de los mejores registros académicos de miembros de un grupo con un “liderazgo” superior u otras calificaciones subjetivas de miembros de otros grupos, las cuales no serían admisibles, en competencia con otros, en áreas académicas. En ambos países, las decisiones de las cortes, que restringen el ámbito o términos de preferencias grupales en admisiones a las universidades, han sido seguidas de esfuerzos por poner un énfasis mayor en criterios no-académicos para las admisiones. Las calificaciones de estudiantes con base en estos criterios no-académicos en la India, casi que invariablemente han resultado ser superiores para aquellos con registros académicos menores y menores para aquellos con registros académicos superiores.

En los Estados Unidos, factores nebulosos, tales como “liderazgo” o “sobreponerse a la adversidad”, de la misma manera han servido como compensaciones automáticas cuya validez o carencia no está sujeta a prueba o refutación. Prohibiciones estatales a acciones afirmativas en las universidades públicas de California y Texas, desataron un oleada de propuestas creativas de criterios no-objetivos para las admisiones, haciendo eco de lo que había pasado en India décadas atrás, cuando el gobierno estatal de Mysore “súbitamente exhibió un interés extenso por los logros extra-curriculares de los solicitantes a las universidades profesionales.” Nada es más fácil que venir con racionalizaciones de criterios no-objetivos. Por ejemplo, en el estado de Madrás en India, un promotor de tal criterio arguyó que “eliminaría a criaturas enclenques sin personalidad de convertirse en ingenieros y doctores.”

Una de las deshonestidades frecuentes en el mundo académico es el rechazo por parte del profesorado en encuestas anónimas y su apoyo cuando votan públicamente en reuniones del profesorado o cuando comentan en los medios. Por ejemplo, en 1996 una encuesta de Roper encontró que una mayoría de los profesores, nacionalmente, se opuso a la acción afirmativa en la contratación del profesorado y a la acción afirmativa en las admisiones de estudiantes. No obstante, es prácticamente imposible encontrar un voto del profesorado en contra de estas políticas en las universidades Estadounidenses. Han surgido batallas amargas acerca del tema de usar el voto secreto en este asunto, pues ambos lados han reconocido que, si la forma del voto es secreta o pública, podría conducir a resultados opuestos.

La historia en si ha sido tergiversada como medio para fortalecer el caso en favor de políticas concretas. La historia de la población aborigen en Australia también ha sido tergiversada, en busca de mayores beneficios gubernamentales en la actualidad. En país tras país, el engaño ha sido una parte integral del caso en favor de la acción afirmativa. Una de las formas más comunes de engañar es el uso de razonamientos que no tienen nada o poco que ver con lo que en la realidad se ha hecho. Ningún sufrimiento de los negros Estadounidenses, pasados o presentes, puede justificar que se admitan estudiantes blancos a un colegio estatal de élite en San Francisco, por encima de estudiantes sobre calificados Chino-Estadounidenses que presentaron solicitudes de ingreso. A pesar de lo anterior, una vez que fue autorizada la política de cuotas raciales, las compuertas se han abierto para tales cosas, totalmente en contradicción con las justificaciones de estas cuotas.

Temas emocionalmente poderosos y políticamente explosivos a menudo producen búsquedas desesperadas por encontrar una “tercera vía,” para resolver los dilemas sin confrontar las realidades. Incluso algunos se adulan a sí mismos, diciendo que eso representa un enfoque más sutil y matizado. Pero, no obstante lo sutil y matizado que pueda ser el pensamiento de uno, en última instancia el pensar debe confrontar una realidad en donde las opciones son pocas, groseras y específicas. Dada la tenacidad con la que han persistido las cuotas y preferencias de grupos y el celo con que se han expandido, en países alrededor del mundo, las sutilezas para tratar de reformar o reducir la acción afirmativa, han sido poco más que una hoja de parra verbal sobre la continuación desnuda de las mismas políticas que antes.
ALTERNATIVAS PARA LA ACCIÓN AFIRMATIVAInteresarse por los menos afortunados es totalmente diferente de imaginarse que podemos hacer de lo que no podemos hacer. Ni es la admisión de humildad de nuestras limitaciones inherentes como seres humanos, una razón para fracasar en hacer el considerable número de cosas que todavía se pueden hacer dentro de esas limitaciones. En los Estados Unidos, al menos, la historia ha demostrado dramáticamente que se puede hacer, porque ya ha sido hecho.

Los estadounidenses tan sólo necesitan mirar hacia atrás, a inicios del siglo XX, para darse cuenta del enorme progreso social y económico que ha sido logrado por algunos de los más pobres y aparentemente menos promisorios segmentos de la población. A principios del siglo XX, sólo alrededor de la mitad de la población negra de los Estados Unidos podía leer y escribir. Los judíos vivían empacados en tugurios en la parte baja del este de la ciudad de Nueva York, con un mayor hacinamiento que cualquier tugurio de la actualidad. Hasta la Primera Guerra Mundial, los resultados de las pruebas mentales masiva de los soldados Estadounidense condujeron a que una importante autoridad sobre temas de pruebas mentales concluyera que era un mito que los judíos eran altamente inteligentes. La situación de los Chino-Estadounidenses parecía ser tan sin esperanza que una expresión popular de la época describía a alguien que estaba enfrentando probabilidades imposibles, como que no tenía ni “la oportunidad de un Chino.”

Ni siquiera los más optimistas habrían predicho en esa época que muchos de estos grupos surgirían durante el siguiente medio siglo –antes de que hubiera preferencias o cuotas. Incluso para los negros, al centro de las actuales controversias sobre la acción afirmativa, la declinación en su pobreza y su surgimiento profesional fueron, ambas, más dramáticas antes de que el gobierno federal creara la acción afirmativa en los años de 1970. Con todos estos grupos étnicos Estadounidenses -y otros- lo que sucedió no fue una transferencia de beneficios del resto de la población, sino una contribución creciente de estas minorías a la prosperidad en aumento de la sociedad estadounidense como un todo, de la cual se beneficiaron ellos y la sociedad más ampliamente, al educarse los menos educados, al adquirir habilidades y experiencia los trabajadores agrícolas y los sirvientes domésticos, lo que les permitió asumir un trabajo más desafiante. Este no fue un proceso de suma cero, mientras que la redistribución es, en el mejor de los casos, un proceso de suma cero, si es que, de alguna manera, se logra evitar los efectos de desincentivos y de agitación intra-grupal.

¿Por qué este proceso social, con un historial comprobado, es tan poco apreciado o incluso notado –y algunas veces hasta rechazado como una política de “no hacer nada”? Tal vez eso se debe a que, cualesquiera sean sus beneficios económicos y sociales, ofrece pocas recompensas a los políticos, los activistas y los intelectuales o para aquellos que desean parecer moralmente superiores, al denunciar a la sociedad. Los héroes del surgimiento de aquellos grupos son individuos anónimos, no figuras públicas, He aquí una historia que vale la pena repetirla –pero sólo si el objetivo es el progreso de los menos afortunados, en vez del engrandecimiento de aquellos que serían sus guardianes o voceros o funcionarios elegidos.

RESUMEN E IMPLICACIONES

El patrón sesgado de beneficiarios de los programas de acción afirmativa no sólo debería dar pausa en cuanto a las consecuencias reales de tales programas, sino que también deberían cuestionar el propio supuesto en que se basa la acción afirmativa. Tal supuesto es que una distribución desigual del ingreso y de empleos deseables indica intenciones discriminatorias hacia los menos afortunados, lo cual deberá ser contrarrestado por políticas preferenciales en su nombre. Pero, cuando estas políticas bien intencionadas muestran el mismo patrón sesgado que exhiben las presuntas malas intenciones, entonces, se dificulta evitar la conclusión de que algo distinto de las intenciones debe de estar presente. Tampoco deben arbitrariamente desterrarse de la discusión las diferencias de comportamiento y otras entre las diversas poblaciones, con el uso de palabras fáciles como “estereotipos” o “culpar a la víctima”. Causalidad no es responsabilidad y el que ellas sean víctimas o no, es precisamente la pregunta.

¿Son la mayoría Malaya “víctimas” de la minoría China en Malasia, la mayoría del norte de Nigeria víctimas de la minoría Ibo, la mayoría Cingalesa víctimas de la minoría Tamil en Sri Lanka y diversas mayorías locales víctimas de las minorías Chettiar o Marwari en varias partes de India? ¿Son las mayorías blancas en Canadá y los Estados Unidos víctimas de las minorías Japonesas? O, ¿no es que estas minorías simplemente tienen un mejor desempeño en la competencia en el mercado y en instituciones educativas? El dogma de que las disparidades estadísticas demuestran discriminación, asume una igualdad de desempeño que es virtualmente imposible encontrarla en el mundo real.

De hecho, algunos de los mismos grupos que se dice son discriminados, con base en disparidades estadísticas, muestran los mismos patrones de dominancia estadística sobre la mayoría de la población en campos tales como los deportes y el entretenimiento ─campos en los cuales los que los talentos y esfuerzos individuales pueden producir éxitos sin el tipo de prerrequisitos culturales, tales como educación superior, que se requieren en muchas otras áreas. Aun así, nadie seriamente cree que los Maoríes pueden mantener al margen a los Neozelandeses blancos de los equipos deportivos de ese país, excepto si los sobrepasan en el terreno. Tampoco los negros jugadores de béisbol en los Estado Unidos impiden que los jugadores blancos hagan jonrones, aun cuando cuatro de las cinco mejores totales de jonrones en la historia de sus carreras fueron logrados por jugadores negros. Las disparidades estadísticas no prueban nada acerca de la discriminación, debido a que son comunes, incluso en situaciones en donde aquellos que son estadísticamente dominantes no tienen forma de discriminar.

Los muy modestos beneficios de la acción afirmativa, concentrada en aquellos que ya son más afortunados, con poco o ningún beneficio para aquellos que verdaderamente son menos afortunados, a menudo han sido acusados de que se deben a un celo insuficiente, e incluso mala fe, por parte de quienes administran los programas de acción administrativa. Así, los fracasos o deficiencias de tales programas pueden ser tomados como razones para hacer reformas, en vez de ser síntomas de concepciones erradas más esenciales, que podrían ser factores para terminar con los programas. Si bien este argumento puede ser plausible para algunos cuando se debate que blancos administren programas para negros en los Estados Unidos, pierde incluso la apariencia de plausibilidad cuando los Malayos son los que están administrando programas para Malayos en Malasia o cuando los Cingaleses han administrado tales programas para los Cingaleses en Sri Lanka. Incluso en los Estados Unidos, funcionarios específicos que encabezan las agencias de derechos civiles, como la Comisión de Oportunidades para un Empleo Igual, han sido casi todos negros, como lo han sido muchos o la mayoría de los administradores de programas de acción afirmativa en la industria privada y en el mundo académico.

A pesar de una tendencia para considerar que las preferencias y cuotas a grupos son transferencias de beneficios -un proceso de suma cero- de hecho hay muchas formas en que estas transferencias pueden ser procesos de suma negativa, en donde lo que es perdido por un grupo excede a lo que es ganado por oro, haciendo que la sociedad, como un todo, esté peor. Por ejemplo, cuando un grupo en el cual el 80 por ciento de los estudiantes admitidos a una universidad tiene éxito y pierde admisiones ante un grupo en que sólo se gradúa el 40 por ciento de los estudiantes, entonces, el primer grupo debe perder 800 graduados para que el segundo grupo gane 400 graduados. Es más, ha sido frecuente en varios países alrededor del mundo, que grupos que tienen menos requisitos para especializarse, lo hagan en áreas más fáciles y menos remuneradas, así como que académicamente tengan un rendimiento menos bueno. Por lo tanto, el primer grupo puede perder 800 graduados, principalmente concentrados en matemáticas, ciencia e ingeniería, mientras que el segundo grupo gana 400 estudiantes principalmente concentrados en sociología, educación y estudios étnicos.

Esto ni siquiera toma en cuenta la polarización intra-grupo que provocan las preferencias y cuotas a grupos, y la cual pueden tomar diversas formas, incluyendo disturbios letales, como en India, o una plena guerra civil, como en Sri Lanka. En contraste, las ganancias logradas por los grupos menos afortunados, como resultado de lograr ser mejor educados y mejores equipados con habilidades, puede no sólo ser un beneficio neto para la sociedad como un todo, sino también una fuente de mayor respeto para el grupo, por parte de otros quienes los ven como convirtiéndose en miembros de la sociedad que hacen una contribución más productiva. En el caso de los negros en los Estados Unidos, mucho de su progreso ha sido de este tipo, pero la existencia de la acción afirmativa y de historias de horror particulares que surgen de ella, han hecho que los logros verdaderos de los negros a menudo hayan sido subestimados o menospreciados. La acción afirmativa ha provocado casi una moratoria en el reconocimiento de los logros de aquellos designados como sus beneficiarios, sin importar los pocos beneficios tangibles que estos grupos hayan recibido en la realidad.

Otra forma en la cual la acción afirmativa puede ser un proceso de suma negativa, es por un desistimiento de miembros de los grupos no preferidos y la pérdida de sus contribuciones a la sociedad como un todo. Un estudio acerca de políticas de preferencias en Malasia reporta la “emigración de profesionales que no son Bumiputera y la salida de capital Chino.” En el África post-apartheid, con la acción afirmativa para los negros, muchos trabajadores gubernamentales blancos se han pensionado tempranamente y miles de blancos han emigrado anualmente. Aquellos que están en el lado equivocado de las políticas de preferencias, asimismo han emigrado de Fiji, del Asia Central Soviética, del África Oriental y de otros lugares en donde las habilidades y la experiencia de estos emigrantes eran muy necesitadas.

Notoriamente se ha prestado poca atención a las consecuencias empíricas de las preferencias y cuotas de la acción afirmativa -siendo escasos o inexistentes los datos fuertes en algunos países- mientras que las controversias en torno a estas políticas se han efectuado en términos de la visión y la racionalidad tras ella y de la visión alternativa y razones alternativas de los críticos. Palabras vagas, emotivas, confusas y deshonestas que son aspectos fortuitos de muchos temas controversiales, son el centro para las discusiones acerca de la acción afirmativa en los países alrededor del mundo. Pocos de tales programas podrían sostenerse a sí mismos con base en sus consecuencias empíricas reales. Ni tampoco sus bases morales son más sólidas.

Algunos grupos en algunos países se imaginan a sí mismos con derechos a las preferencias y las cuotas tan sólo porque son autóctonos “hijos de las tierra” –aun cuando, de hecho, no son autóctonas, como no lo son los Singaleses en Sri Lanka y los Malayos en Malasia. No obstante, el indigenismo ha adquirido un aura moral no sólo entre aquellos que alegan tal estatus, sino también entre observadores y académicos. Porqué un accidente de la historia o de la geografía debe tener implicaciones morales que duran por siglos es una pregunta rara vez formulada y mucho menos respondida.

Aun cuando serias cuestiones morales rodean el pasado o el presente maltrato de grupos, tales como los intocables en la India o los negros en los Estados Unidos, los remedios propuestos rápidamente se extienden más allá de la reparación de los infortunios utilizados para justificar esos remedios. No sólo la distribución interna de los beneficios compensatorios tiene poca relación -e incluso una relación inversa- con el grado de desventura dentro de los grupos afectados, sino que tales beneficios se han extendido a otros grupos que están mucho más allá del alcance la razón moral y que exceden en mucho al tamaño de los grupos de beneficiarios previstos.

Se han usado innumerables principios, teorías, supuesto y aseveraciones para justificar los programas de acción afirmativa –algunos comunes alrededor de todo el mundo y otros peculiares a comunidades o países específicos. Lo notable es por qué con tan poca frecuencia se han comprobado empíricamente esas nociones o incluso se han definido con claridad o examinado lógicamente, mucho menos sopesado con los costos elevados y a menudo dolorosos que implican. A pesar de alegatos generalizados hechos a favor de los prograamss de acción afirmativa, un examen de sus consecuencias reales hace difícil que brinde apoyo a estos alegatos o incluso para decir que, en un balance neto, han sido beneficiosos –a menos que uno esté preparado para decir que cualquier cantidad de indemnización social, no importa lo pequeña que sea, vale cualquier cantidad de costos y peligros, sin importar lo elevados que sean.

Este ensayo es adaptado de Affirmative Action around the World [La Discriminación Positiva en el Mundo] de Thomas Sowell. Disponible en Hoover Press se encuentran Controversial Essays de Thomas Sowell.

Thomas Sowell es un economista estadounidense convertido en teórico de lo social y un filósofo político, además de autor. Es miembro sénior de la Institución Hoover de la Universidad de Stanford. Ha sido profesor en la Universidad de Cornell, de la Universidad Brandeis y de la Universidad de California en los Ángeles, así como miembro del Urban Institute. Además de economista académico, ha sido columnista sindicado en diversos medios. Autor de libros tales como La economía: verdades y mentiras, Conflicto de Visiones y Economía Básica entre otros, además de La Discriminación Positiva en el Mundo.