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Jorge Corrales Quesada
06/09/2017, 16:52
Con gusto comparto mi traducción del artículo del economista Robert Higgs en cuanto a la presunta utilidad del concepto de una balanza comercial negativa. Es otra forma de considerar el verdadero valor que el comercio tiene para las partes que contratan libremente.


¿UNA BALANZA COMERCIAL NEGATIVA? ¿Y ESO QUÉ IMPORTA?

Por Robert Higgs
Foundation for Economic Education
Lunes 1º de mayo del 2017
La tendencia de los Estados Unidos de tener una balanza comercial negativa (más exactamente conocida como un balance negativo en cuenta corriente) jugó un papel prominente en la reciente campaña electoral. Donald Trump criticó repetidamente esta tendencia y prometió que, si era elegido, tomaría varias acciones para reducirla o eliminarla. Como la mayoría de los miembros del público, Trump mira a este balance negativo como una condición económicamente dañina, altamente indeseable. A pesar de le preeminencia en épocas recientes de discusiones acerca de la balanza comercial negativa, sin embargo, es posible que pocas personas realmente entiendan siquiera algo acerca del sistema de contabilización de pagos internacionales, del cual se deriva.

Afortunadamente, las partes interesadas pueden aprender lo que necesitan saber acerca de los pagos internacionales, estudiando los documentos que acompañan la presentación de datos de la Oficina de Análisis Económico de los Estados Unidos o al leer casi todos los comentarios diarios acerca de este tópico por economistas de primera categoría. Mi propia fuente para una interpretación acerca de este tema es el comentario de Donald J. Boudreaux en el blog Cafe Hayek.

Pongo a los datos acerca de la balanza de pagos internacionales en el tipo de estadísticas que el mundo habría sido un lugar más feliz, si los datos nunca hubieran sido concebidos, popularizados (de una manera burda) y utilizados por quienes formulan políticas. Este último aspecto es el meollo del asunto, porque los datos de la balanza comercial, en particular, difícilmente pueden servirnos de algo, excepto como una racionalización de políticas perniciosas, tales como aranceles y subsidios a las exportaciones, cuotas y otras restricciones oficiales a las importaciones. En resumen, los datos le ayudan al gobierno a establecer y mantener políticas que enriquecen a pocos privilegiados, a expensas de los muchos sin conexiones, incluyendo a consumidores en general y a productores que dependen fuertemente de materias primas y componentes importados, como muchos lo hacen en la actualidad.

Aunque este tópico pueda parecer abrumador, la esencia del asunto es totalmente simple. Como buena aproximación, cada transacción internacional, ya sea comprar, vender, pedir prestado o prestar a través de una frontera nacional, involucra a una parte deseosa en cada lado –importadores que quieren comprar bienes de vendedores, prestamistas que quieren prestar a prestatarios del exterior, etcétera. Cada parte de la transacción espera beneficiarse participando en ella. En un mundo sano y justo, eso sería todo. La gente simplemente preferiría que se la dejara sola, haciendo las transacciones que desea llevar a cabo en anticipación de un beneficio que aquellas le brindarán. Si cada uno de quienes participa en la transacción se beneficia, ¿cómo es que la nación, como un todo, puede sufrir daño?

Por supuesto que uno puede alegar que, debido, por ejemplo, a consumidores deseosos de comprar bienes importados, sufren los vendedores de productos competitivos que son producidos domésticamente, pero, tales partes no tienen derecho alguno que se pueda pretender para suprimir la libertad de elección de los consumidores, simplemente porque los consumidores han exigido ser clientes de suplidores alternativos. Después de todo, tales pérdidas de ventas de los productores domésticos pueden haber surgido con igual facilidad si se hubieran dado cambios en las compras de los consumidores que no tengan nada que ver con que sean importadas (por ejemplo, ante cambios en los gustos o la aparición de nuevos o mejores productos domésticos que compiten).

Todo el negocio sucio de la política acerca de la balanza internacional de pagos, existe enteramente a causa de que los buscadores de rentas explotan la ignorancia de la economía de parte del público, a fin de apuntalar sus actividades con base en un razonamiento superficialmente llamativo, pero completamente sin fundamento racional. Luego, ellos recompensan a los políticos que forman parte del juego en este engaño vergonzoso. Después de siglos de la sandez mercantilista, ha pasado mucho tiempo como para que la gente exija que la balanza internacional de pagos sea consignada al basurero de la historia, junto con las políticas depredadoras de los subsidios, aranceles y otras barreras arancelarias que esos datos crónicamente sirven para apoyarlas. Un gobierno que se confina a sí mismo a aplicar los justos derechos de las personas a la vida, la libertad y a la propiedad, no tiene necesidad de datos de la balanza internacional de pagos. Todo el complejo aparataje sería lanzado a la basura y reemplazado por una regla simple: laissez faire, laissez passer.

Reimpreso del Independent Institute.

Robert Higgs es compañero sénior en Economía Política del Independent Institute y editor de la revista trimestral The Independent Review. Es miembro de la red académica de la Foundation for Economic Education (FEE).